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martes, 15 de septiembre de 2015

Waldo Ariza, el guarda líneas que estaba acostumbrado a morirse en cualquier esquina.

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La mujer, generadora de vida, además de aportar la inteligencia en los hijos, siembra los valores en ellos. Es la mujer quien siempre tiene tiempo para invertir en la orientación de los vástagos de la familia.

Zalomé Mateus Zúñiga no fue la excepción, quien además de asumir los oficios domésticos, preparar los alimentos, ordeñar, cuidar la labranza, buscar y traer la legumbre de las huertas, tenia que enseñar las primeras letras, las oraciones y las normas de urbanidad y buen comportamiento a sus ocho hijos.

Juan Ariza Marín estaba orgulloso de Zalomé. Ella le había dado tres hijos machos que servían para trabajar en la finca y ayudar en los oficios del aserrío, la arriería y la agricultura; pero él, como todo santandereano macho y pendenciero, anhelaba tener una hija que ayudara a Zalomé en la cocina.

Además de seguir los consejos de las comadronas de tener sexo en menguante para que la cigüeña traiga una niña, se le pegó con rosarios a la Virgen de Chiquinquirá y con una romería para implorar la bendición. Y se cumplieron los deseos. El cuarto parto de Zalomé, fue Teresa, quien como los hermanos mayores, no fueron enviados a la escuela porque primero estaba el trabajo.

Por los oficios que hacía Juan Ariza Marín llegaba con la libido rebotada al rancho y los 8 hijos llegaron añeritos, y el cuarto,  por el peso al nacer, lo bautizaron con el nombre Waldo que se convirtió, por su precocidad en aprender, en el hijo consentido de Zalomé, quien a escondidas del esposo empezó a enviarlo a la escuela; pero un sábado en la tarde de un día de 1943 en que el gobierno colombiano declara el estado de beligerancia contra Alemania y empieza la deportación  de ciudadanos de ese país, Juan Ariza Marín encuentra a Waldo adelantando tareas en un escaparate en la cocina en la que Zalomé preparaba la cena, y sin mediar palabra con el inocente niño y amenazando con gestos a la madre, coge y pica con su peinilla los cuadernos y el lápiz del principiante de escuelante y los pone a arder en el fogón de leña que en el piso iluminaba como una chispa de oro.

El intentar mantenerse en la escuela, fue visto por su hermano Olivo como una afrenta familiar y como uno de los mayores en la familia, en algún momento que Waldo, siendo niño picaba pasto imperial para las bestias, le quitó el machete para darle una lección sobre el rápido corte del pasto con tan mala suerte que terminó quitándole parte del dedo anular de la mano de derecha, accidente que trató de subsanarse yendo al hospital de Sucre sin lograr salvar el dedo que reposa cristianamente en esa localidad.

Después de muchos años los mismos de la familia se preguntaban sobre el origen del nombre Waldo, pues él nació un 24 de julio de 1936 y en el calendario católico correspondía a San Pablo, nombre de pila que habían puesto al segundo hijo, y para no recordar el dolor de su temprana muerte, en la casa no se repetía dicho nombre.
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Pero como si indujeran el significado, Waldo fue arrancando con su empeño victorias en su vida campesina. Aprendió a leer y escribir de la mano de Zalomé. Por su simpatía y facilidad de comunicarse nació con el encanto y el magnetismo de una persona difícil de olvidar por su sociabilidad, su amplitud, su sonrisa, su facilidad para expresarse.  Waldo fue un hombre concreto, materialista que nunca perdió el punto de vista financiero de  las cosas que lo hizo diferente en resultados de los demás hermanos.
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El padre de Waldo, un puentano de cepa,  era conocido por su honorabilidad, su fe y su compromiso con el partido conservador. Y como todo campesino que vivió después  de la guerra de los mil días, el recelo por los del otro partido y por quienes predicaban la libertad de conciencia, aumentaban los trapos azul y rojo  con los  que los políticos de entonces, enardecían con odio la ignorancia de los seguidores de uno u otro bando.

Juan Ariza Marín, por persecución política y por oportunidad, abandonó la vereda y junto con otros vecinos terminaron colonizando las tierras de la playa en el municipio de la Belleza, Santander, lugar en el que crecieron los hijos y la familia encontró por varios años la paz para ahorrar un capital haciendo finca y viviendo en paz.

Waldo se hizo mozo, y por su presencia y buena conversación, termino enamorando a la maestra de la escuela, una dulce niña enamorada de su oficio, hacendosa, modista, y también buena conversadora, que inicialmente no lo aceptó como se lo hizo saber con esta carta por tener, en ese momento, embelesado el corazón en otro hombre.

El Cenizo Junio 21 de 1958.

Señor Don
WALDO ARIZA

En estos momentos como el dulce ensueño de mi vida, palpita mi corazón con gran satisfacción profunda para enviarte mí saludo y desearte toda clase de felicidad en el presente y para el futuro.

En ésta, te doy contestación a tu fina y atenciosa carta que me habéis enviado, y te agradezco mucho que me hayas considerado como verdaderamente tu admirada, por tu declaración, pues siempre he tenido un gran aprecio por usted,pero me veo en la necesidad de contestarte negativamente tu solicitud.

Yo no niego que los sentimientos de usted sean buenos, pero hay la circunstancia, de que como usted sabrá, Y+yo no puedo aceptar tu amor, por estar mi corazón envilecido con otro hombre.

Sírvase perdonar que no me sea posible complacerlo pero no te desanimes amigo mío que yo no soy la única mujer que haya en el mundo para llevar a efecto tu felicidad que bien mereces.

Atentamente
HILDA QUIROGA


Pero para mano de piedra, una negación inicial no fue una batalla perdida, sino un reto para encantar con atenciones, lisonjas y manifestaciones amorosas que envilecieron definitivamente el corazón y la razón de la profesora.
El matrimonio se arregló entre las familias, igual que la fiesta para la ocasión en la que se unieron vecinos y allegados en una parranda de tres días al sabor del chirrinchi, la chicha de cachipay, de zanahoria y el guarapo y al son de la música de cuerda con las melodías campesinas de la época.
Hilda se llama la conquista de Waldo, el que  gozaba de habilidades para armar y desarmar todo lo que se estrellara con sus manos, en especial, los radios y las vitrolas, las lámparas a gasolina, incluso las armas, pero como todo novillo coico, la profesora, en vez de aumentar los niños en la escuela, llegaron los hijos con el bullicio a la casa de los Ariza Quiroga.

A la profesora se le triplicó la jornada laboral, la escuela, los oficios de la casa y la crianza de los hijos,  pero Waldo solo aumentó el área de la cementara para lograr mas legumbres para la alimentación.

Pero como dicen en la provincia de Vélez en Santander, Colombia, “a los bobos se les aparece la Virgen”. Un político nativo de estirpe conservadora visitó la escuela de la vereda de la Playa, reconoció la labor de Hilda  y prometió ayudarle con un traslado al casco urbano, pero ella, la esposa con la triple jornada laboral, vio la ocasión de solicitar ayuda, pero para otra persona; entonces le habló de las habilidades de Waldo, y el político regresó a Bucaramanga, encontrando con un amigo una oportunidad de trabajo para Waldo, y se lo hizo saber a la maestra.

Ella, la maestra de la vereda cogió una madrugada a Waldo y antes del tinto, le planteó que había que buscar formas para incrementar los ingresos porque los chinos no daban espera,  ni con la ropa porque crecían como bejucos en invierno y comían como el comején. Le comentó la oportunidad que había para vincularse a la empresa nacional de telecomunicaciones, y para lo cual, debía irse a capacitar a la capital de departamento, y sin pedirle opinión, le notificó que tenia la plata para el viaje, la ropa lista y el presente, tanto para el político como para el jefe que lo vincularía.

Con los quesos de hoja, las almojábanas y las colaciones y un par de pollos sarabiados, viajó Waldo a Bucaramanga en donde por tres meses recibió entrenamiento para convertirse en guarda líneas.
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Cuando las cartas y los telegramas eran los medios para comunicarse cuando se estaba lejos de los seres amados, existió hasta mediados de la década del setenta del siglo XX, un medio para comunicarse en forma mas rápida pero con previa cita, y eran las llamadas por teléfono por cabina publica en las que las conversaciones eran escuchadas por quienes estuviesen en las improvisadas oficinas. Si uno necesitaba hablar con alguien distante, iba a Telecom y solicitaba una llamada. La recepcionista tomaba los datos, y cuando hubiese línea, se comunicaba con la persona solicitada para informarle que un día a tal hora le llamarían de tal parte, tal persona, dándose la cita concertada para producirse la llamada telefónica.

Tanto en la ciudades como en los pueblos la comunicación se transmitía por señales acústicas con señales eléctricas, usando el teléfono para captar la voz y el alambre para llevar las señales eléctricas al destino de las llamadas.
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El teléfono, como la mayoría de inventos, surge para colmar una necesidad. Antonio Meucci tenía su oficina en el segundo piso, pero la necesidad de comunicarse con su esposa que sufría reumatismo y vivía en el primer piso, lo motivó a crear el primer aparato para comunicarse entre sí de un piso a otro. El creador quiso patentar el invento y para ello entregó los papeles, que por alguna razón no conocida se extraviaron, siendo posteriormente patentado con un mejoramiento al trasmitir la voz humana con calidad y timbre usando la  corriente continua por Alexander Graham Bell, un escoses nacionalizado en E.U.

Una de las recursos que usaban los políticos en la década del cincuenta y sesenta del siglo XX para conseguir votos era llevar la red telefónica a las poblaciones alejadas, a las veredas y casas urbanas.

Telecom fue hasta el 2.003 la empresa mas solida que tuvo el Estado Colombiano para popularizar el uso del teléfono entre los colombianos. Para ello usaba a los guardalienas que eran personas preparadas por la misma empresa para extender el alambre, colocar los postas y mantener libre de cortos la red que en las calles estuvo a la par que la red de la luz eléctrica, y en las poblaciones lejanas colgaba paralela a los caminos o futuras carreteras.

Waldo Ariza fue el “guarda líneas” que estuvo pendiente de la red telefónica que comunicaba a Jesús María con Sucre, con Florián, la Belleza y la Quitaz, poblaciones perdidas en la manigua del sur de Santander.
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La maestra de la Playa abandono el cargo y junto con Waldo se radicaron en el casco urbano de la Belleza en donde, luego de comprar un lote sobre una loma, construyeron allí una casa de dos pisos en material convirtiéndose en los primeros años de la década del setenta en la vivienda mas moderna de la localidad. Hilda como toda mujer campesina fue recursiva. En la misma casa montó una modistería y ofrecía alimentación por mensualidades a las foráneos que llegaban al pueblo como empleados públicos.

Waldo fue un varón cercano a los dos metros de estatura, de contextura delgada, cara cuadrada con unos ojos grandes adornados por pestañas largas y protegidos por pobladas cejas que hacían armonía con una cabellera cual maicera que apuntaba al cielo. Tenia unos pies tan grandes, que alguna vez, en forma disimulada se los comparó con un sacerdote gringo que fue párroco en el vecino municipio de Florián, quien usaba zapatos numero 44. Es recordado por sus gigantes  manos por las que se ganó el moquete de “mano de piedra” como reconocimiento a la fuerza y potencia que tenían y a las que la gente les temía.

Sobre las cuatro de la mañana cogía camino cada día, vestido de overol azul con chaqueta del mismo material de marca Roble, una reconocida marca santandereana que dominaba el mercado nacional. Siempre usaba sombrero y cargaba una capotera en la que siempre había un alicate, dos destornilladores, una navaja, aisladores de vidrio y una chipa de alambre dulce, además de un lazo y un pretal que usaba para trepar los postas de la red y a los arboles para descogollar. Además una bolsa de tela confeccionada por su Hilda en la que iba el mecato compuesto, unas veces por arepa y carne azada, o yuca con cuajada, cachipayes y sin faltar nunca, media panela para preparar la bebida o energizarse en esas largas jornadas diarias por el sendero de cada red en la que se perdía la señal sonora, hasta encontrar el contacto y evitar el polo a tierra para, luego retornar al hogar.

En su labor en media provincia, Waldo hizo amigos pero creo sus propios enemigos. Donde le cogía la noche se quedaba en la casa mas cercana sobre una tabla o en el piso sobre una estera. Los campesinos se convirtieron en sus compadres, los “zurrones” de avispas en sus enemigos, a los que atacaba sin contemplación, pero no siempre fue el ganador de esas batallas sin iguales. Una vez, usando su mano dura cual honda de Sansón, le dio al “joto de avispas”, que al caer, ellas fueron mas veloces y cual flechas llegaron al rostro de Waldo, que al sentir volando a la guerrera avispa, esta fue atacada con una piedra de las que quedaba en una de las manos de Waldo con tan buena suerte de la avispa que no murió de la palmada ni de la pedrada, la cual fue a estamparse en el rostro del guardalineas que, de una, se fue de vacaciones unos días al hospital de Puente Nacional, sin lograr los galenos evitar la cicatriz.

Para el guarda líneas, los perros fueron las  campanas que anunciaban su paso y les daban la bienvenida a las casas de los compadres; los chinos de las escuelas,  los depredadores de los aisladores de vidrio que brillaban con el sol en los postas, y el bordón, su fiel compañero.

Waldo fue un buscador de miel de abejas convirtiéndose en un experto castrador de paneles a los que les extraía la miel usando humo y sin ponerse protector facial ni guantes; pero una vez, una abeja fue mas rápida que las gigantes manos de Waldo y dio en el blanco de su agresor punzándole la legua, órgano del gusto que se inflamó tanto que el dueño no podía hablar. para explicar lo sucedido.
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Waldo, además de facilitar la comunicación entre los pobladores, se convirtió en un dirigente cívico y en un vocero de los bellezanos. Fue gestor de la construcción de la sede actual del colegio Don Bosco, cofundador de la Coopbell y gestor del servicio del transporte urbano de la localidad, cofundador de la defensa Civil y del puesto de salud.
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El guarda líneas esta en el imaginario de quienes le conocieron. Lo recuerdan como un buen hombre recochero, parrandero y juguetón. Los hijos e hijas lo tienen presente porque siempre vio la vida como un chiste. Se burlaba de todos y de todo, pero se lamentaba cómo los humanos vivían de la naturaleza pero no le permitían regenerarse, por eso siempre sembró arboles hasta los últimos días de su vida que se extinguió un 23 de agosto de 2006 victima de un cáncer en el colón, luego de despedirse conscientemente de sus hijos y esposa con las siguientes palabras: “..no se preocupen por mi, estoy acostumbrado a morirme en cualquier esquina
En el velorio de Waldo las lagrimas fueron canciones y los pésames, conversaciones recordando las imitaciones que el viejo hacia de los personajes del pueblo. Los hijos lo recuerdan por su jocosidad, ironía y sarcasmo que usaba hasta burlarse de sí mismo por su estatura, por la forma de su cara, la forma de caminar y hasta los recursos para coquetear.

Hilda, su esposa vive junto con la cuñada Roselia en un apartamento en Florida, Santander; dedica su tiempo a cuidar el jardín del bloque donde vive y endulza diariamente el pebetero al que llegan, sin parar, centenares de colibríes a extraer el néctar de las flores artificiales, y ella, la exmaestra de la Playa, siente que en cada revoleteo multicolor de las diminutas aves, esta presente la esencia de su viejo que le acompaña en su soledad.
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Siguiendo la tradición familiar dejada por Waldo, Hilda prepara cada fin de semana el almuerzo al que asisten sus hijos y nietos que aprovechan para recordar a mano de piedra con las canciones que siempre le gustaban. A uno de esos almuerzos fui invitado 40 años después de que fui huésped y comensal en la Belleza, Santander, cuando estuve como maestro por 30 meses en ese pueblo escondido en las arrugas de la cordillera oriental.

Los herederos del guarda líneas compusieron  para el recuerdo, estas coplas:
GRACIAS MANO DE PIEDRA, GRACIAS DON WALDINO,
GRACIAS POR ENSEÑARNOS, A GOZARNOS EL CAMINO.
 
EL CAMINO DE LA VIDA, LO VIVISTE A PLENITUD,
DE SUCRE HASTA LA BELLEZA, DERROCHANDO GRAN VIRTUD
FORJASTE TU LIDERAZGO DESPUÉS DE PRESTAR SERVICIO
ESTUDIANDO EN SUTATENZA Y CON MUCHO SACRIFICIO.
 
CONQUISTASTE A DOÑA HILDA, CON COQUETEOS Y RISITAS
EN LA PLAYA LA VEREDA, NACIERON LOS ARICITAS
JOSE ES EL ABOGADO, NANCY LA PROFESORA,
MARIANA COMO EN BOTICA, Y EL HERMES ALLÁ EN SUS JODAS…
NEIL EL QUE FUE CURITA HASTA COLGAR LA SOTANA,
Y YENNY QUE ES UNA ARTISTA Y COMERCIANTE DE TALLA
 
ALLÁ EN SUS ÚLTIMOS DÍAS, TUMBANDO JOTOS DE AVISPAS
ECHANDO UN JUETON AL AIRE, Y REMEDANDO EL ARTISTA
NO SE LE QUEDABA NADIE, EL CURA, ALCALDE Y VECINOS,
DE REMEDAR DONDE QUIERA, ARBORIZANDO CAMINOS.
 
UN DÍA PASÓ HACIA EL CIELO EL GUARDALINEAS DIVINO,
ESE ES EL PREMIO CURRUMBAS, GRACIAS MANO WALDINO
 






















3 comentarios:

  1. NAURO:

    Gracias por esta maravillosa historia... de un viejo que nos dejó enamorados de la vida y de la naturaleza....

    Uno de mis primeros recuerdos de "currumba" es verlo bailando pasodoble con Piedad Amaya en esos diciembres en que todos hacíamos "actos culturales de mamadera de gallo"y de divertidas presentaciones en las que Waldo nos enseñó a ser protagonistas.

    NAURO, gracias a nombre de los bellezanos por esos treinta meses enseñando en nuestro terruño; pero sobre todo, gracias porque despues de treinta años, sigues enamorado de nuestras historias, de nuestra gente, denuestra gente y de nuestra cultura.

    Sigues siendo un maestro a todo dar.

    Gracias pro desfilar en los 50 años del COLEBOSCO como un alumno mas.

    Gracias por ser un bellezano de corazón, por amarnos tanto y por seguir construyendo una Colombia nueva repleta de historias sin contar que merecen saberse.

    NHEIL ARIZA QUIROGA.

    HIJO DEL PERSONAJE DE ESTA HISTORIA.

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  2. Una narrativa plana y paradigmática destinada sin más, al ejemplo de las generaciones de la belleza, Santander. Así, previa y fraternal evocación de quienes ya no están con nosotros y seguiremos honrando, desde el camino de la amistad. Felicitaciones Nauro, por tu talento novedoso e interesante, al escribir historias sin contar. Un abrazo grande, que sigas cosechando, muchos éxitos.

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    1. Apreciada poeta y servidora del prójimo, Mariela Castro.

      Me agrada su curiosidad por escudriñar en mi blog, historias no contadas de personajes que hicieron historia con sus vidas.

      Waldo Ariza, yo también tengo ese como segundo nombre, fue quien me ofreció su casa cuando por primera vez, llegué a trabajar como maestro de la escuela urbana al corregimiento de la Belleza.

      Admiro el realismo mágico de nuestro nobel; pero en el transcurso de mi vida he conocido seres humanos que enseñaron con su ejemplo.

      Y para dar sentido a mi gusto por escribir, sin ser historiador, cuento aristas y paramides de personas que en su trasegar, dejaron huellas. Intento narrar pasajes de esa huellas, para que no las borre el tiempo.

      Aun, no puedo imaginar en que va a terminar y como serán reconocidas u olvidadas mis historias no contadas. Pero ya no puedo parar, Mariela. Ya no¡¡

      Los 470.000 visitas al blog a julio de 2.020 se convierten en un reto. Y mientras la mente, el corazón y la voluntad persistan, seguiré escribiendo. Claro, ahora como fuente los libros, pues entrevistar a las personas, es limitada.

      Agradezco su apoyo anímico. Y espero que los acordes, sin acordes, salga por fin a la escena libresca.

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El parasitismo del plagio intelectual

  El apropiarse de los méritos de otro u otros, el copiar y usar palabras e ideas de otros y sustentarlas o escribirlas como propias y usa...