jueves, 21 de julio de 2016

¡Yo, soy bueno para algo¡

 

Mi madre dice siempre que mi padre es “un bueno para nada” y que yo soy la copia de él. Para mí, mi padre es una persona silenciosa que me quiere y se preocupa por mí, lo que pasa es que no ha tenido suerte con el trabajo, pues dura muy poco tiempo en los trabajos que ocasionalmente consigue; por eso es que aporta muy poco a los gastos de la casa, pero cuando tiene algún trabajito, él trae toda la quincena para la casa. Mi madre es una batalladora buscándose el dinero para la comida, el arriendo y los gastos en mis cuadernos, las onces y los uniformes.

 

Soy un niño que pasé los primeros cuatro años en guarderías, no tengo hermanitos, y cuando no estoy en el colegio, estoy solo en la pieza donde vivimos. Veo a mis padres en las mañanas y en las noches, y en los dos momentos, mi madre que lo hace todo por mí, no encuentra nada bueno en mí.

 

Que no hago bien los oficios encomendados, que no doblo perfectamente la ropa, que lo que preparo para comer no me queda rico, que no hago bien las tareas y que voy al colegio a pasear y a jugar con los compinches.

 

En el colegio mi profesora Esmeralda Naranjo me reprende en el salón porque no llevo la tarea completa o porque no la hice y delante de los otros niños me dice que soy un bruto porque no aprendo y un bobo porque no se explicarle las razones por las cuales no hice la tarea o quedó incompleta.

 

 

A mis padres no les pregunto sobre las tareas porque siempre llegan cansados a rebuscar la comida, porque están siempre peleando o porque nunca me preguntan sobre como me ha ido en el colegio; pero cuando recibe mi madre el boletín y ve los logros no alcanzados entra en furia y me pellizca desde que sale del colegio hasta el Transmilenio, y ya en él, mientras mantiene una sonrisa ante los demás, sigue pellizcándome a ver si aprendo a las malas. Yo, no me quejo porque si lo hago el pellizco se arrecia, y ya en la pieza, me suelta mientras prepara algún alimento y luego de consumirlo me agarra a correazos hasta dejarme sin gritos por el dolor, pero si tengo la suerte que mi padre ya este en la habitación, la tanda de manos mi madre es menor y se duplica con la de mi padre que grita pegándome pero lo hace con menos fuerza para que no me duela, y yo disimulo gritando mas duro para calmar a mi mamá.

 

A mi profesora Esmeralda Naranjo no le pregunto porque me regaña, no le cuento nada porque no tiene tiempo para escuchar a los niños pues somos 35 en el aula y de varios grados. Lo que ella no sabe es que poco entiendo sus clases, que le tengo miedo y que no le pregunto porque me dice como mi madre; “soy un bueno para nada”. Ella no se da cuenta que mis compañeros mas altos que yo me llaman burro y me pegan con frecuencia una hoja de cuaderno con ese nombre a la espalda, sin que yo me de cuenta, pues quien lo hace primero me abraza en señal de aprecio.

 

En el recreo en algún corredor del colegio donde intento estar tranquilo, algunos compañeros se acercan y me desafían a pelear si no les entrego las onces que con tanto esfuerzo mi madre compra y me empaca en una bolsa y esconde en el bolso. Otros en el baño, algunas veces me empujan o no me dejan entrar al inodoro, así este para orinarme, lo que efectivamente una mañana sucedió y la burla fue mayor, tanto en los patios como en el salón.

 

 

Yo tengo 14  años pero parezco como de sexto bachillerato porque mi padre es alto de estatura. Un día cuando salíamos del colegio un alumno de grado superior me saludó muy atento y me dijo que quería ser mi amigo para darme fuerzas y animarme, ese día me acompañó hasta el Transmilenio. Los siguientes días me buscaba en los corredores y me acompañaba algunos momentos en el recreo.

 

Un lunes llegué muy triste al colegio porque mi padre esa semana no tenia trabajo y mi madre entraba en cólera por la situación. Ese día mi amigo del grado noveno escuchó mis tristezas y me anunció que me tenía el remedio para todo. Me regaló una pasta que luego de tomarla me haría olvidar de los reproches de mis padres de los gritos de mi profesora Esmeralda Naranjo y de las carencias de comida en la pieza. La pasta me hizo sentir tranquilo, relajado, fuerte y valiente pero me dio sueño en el salón y la profesora Naranjo me despertó de un grito. El amigo de noveno grado me regaló las primeras cinco pastas, pero después me tocó comprárselas robando  plata a mi mamá.

 

Pero el efecto de las pastas duraba muy pocas horas y mis problemas en la casa y en la escuela no tenían solución. Estaba acorralado por mis compañeros de aula que me llamaban burro y por los gritos de mi profesora Esmeralda Naranjo que me comparaba con los demás y me tildaba que no aprendía nada, de los problemas de mi padre que no conseguía trabajo y de las rabias de mi madre que batallaba todos los días para conseguir el sustento diario y yo no le correspondía con las notas.

 

Mi profesora Esperanza Naranjo en clase de ética nos leyó una parábola y la lectura dejaba la enseñanza que todo problema traía una solución. Eso lo aprendí clarito. En casa yo era el problema. En el aula, yo era el problema, en los recreos yo era el problema. Entonces busqué el camino mas corto para acabar con el problema. Hurté por ultima vez la cuchilla de afeitar de mi padre y la escondí entre las hojas del cuaderno de ética, y en el recreo luego de comerme las onces, entré a un baño y como si fuera un hilo corté el flujo de mi existencia demostrando que si soy bueno para algo.

 

 

La Margarita, junio 8 de 2016.

NAURO WALDO TORRES Q.

 

 

 

15 comentarios:

  1. Definitivamente los adultos son el problema de los niños por su falta de comprensión y por no brindarles cariño y confianza. Qué triste final.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cordial saludo. Estamos o contemplamos que hay una espiral. Una espiral que nos acompaña a la sombra. Lo cierto es, como lo afirma usted, que los adultos marcan a los niños.

      Usted imagina los tristes y dolorosos recuerdos de los niñ@s violados? de los que fueron despreciados?. Ellos, al llegar a la adultez, replican el mismo trato que recibieron.

      Habia extrañado sus comentarios. Gracias

      Eliminar
    2. Esta crónica es el reflejo de nuestra sociedad en crisis de valores y por eso cada día la situación es más crítica frente a a ka baja educación de lis padres, el bajo sustento que tienen para tener una sana convivencia con los hijos los cuales son el blanco de los problemas sociales, económicos lo que redunda en agresividad tanto de los padres como de los hijos por su crianza y estos no encuentran otra Salida que el suicidó por las agresiones y el menosprecio tanto de los padres como de los Profesores y comñeros con el bulling de las escuelas y colegios pan de cada día.
      Muy bien Nauro por esta crónica realista. Feliz día

      Eliminar
    3. Apreciado Norberto, usted como psicólogo conoce de los efectos del maltrato familiar y las causas que lo generan. Conoce de los efectos que trae el maltrato familiar y el impacto en la sociedad familiar y local.

      Sumese, compañero a orientar a los pádres e hijos para lograr una convivencia saludable en casa. Le ofrezco este espacio y me sumo a la propuesta.

      Eliminar
  2. Los hijos, son el reflejo de los valores de la familia. Son el espejo del trato recibido de los padres. Si un padre agrede a la esposa y/o a los hijos, ellos, reaccionan en igual medida, o después. El bulling hace estragos en todos los noveles y estratos.

    Intento con mis relatos suscitar una reflexión . Gracias por leer y comentar. Bienvenida siempre al blog

    ResponderEliminar
  3. CARMEZA POVEDA ZIPAQUIRA

    Una vida cruel para la pobre criatura, no tenía amparo de nadie.....

    Este relato demuestra como nosotros como padres, maestros y las malas influencias hacen mella en cada ser humano, los malos tratos tanto verbales, físicos, la escasez y falta de oportunidades en este ámbito familiar hacen que los protagonistas tomen determinaciones erróneas hasta el punto que llevó a este niño a quitarse la vida......

    Muy triste historia.

    ResponderEliminar
  4. En la esclavitud, los amos marcaban al calor a los negros. Hoy los padres y maestros, incluso compañeros y familiares, marcan a los niños, no con candela, sino con el desprecio, el dejarlos en soledad, en no identificar los talentos en ellos, y en despreciarlos. Quienes viven, repiten de adultos lo que aprendieron por observación.

    Todos somos buenos para algo. Corresponde a cada quien, a los padres, y a los maestros, identificar y potenciar esos talentos para convertirlos en mejores personas.

    ResponderEliminar
  5. Hermes Miguel Garcia Ruiz

    "Educad al niño y no tendréis que castigar al hombre".

    Yo invertiría en estos casos la frase que hay que educar a los padres y maestros para no tener niñas y niños maltratados.
    Un saludo profesor.

    ResponderEliminar
  6. Usted hoy esta lucido y razonable. Luego de leer su comentario, lo valoro y reconozco la demanda.

    Se va al jardín, a la escuela, al colegio, a la universidad, pero en cual se prepara a los niños, jóvenes y adultos para ser padres?.

    Es el sistema educativo colombiano, el medio para formar una sociedad, democrática, justa, fraternal? Usted lo afirma y esta historia lo de demuestra. NO.

    Se aprende con el ejemplo. Educar no es lo mismo que informar. Instruir no es lo mismo que formar.

    Tanto en casa como en los centros educativos se demanda una educación formativa, basada en las inteligencias multiples.

    ResponderEliminar
  7. Lili Hernandez

    Definitivamente el amor, la comprensión, el respeto, la unión, son la base para poder hacer de nuestros hijos excelentes personas, como padres nos equivocamos mucho y pensamos que con mano dura y gritos podemos enderezar su camino sin darnos cuenta que les causamos más daño.

    Queremos hijos buenos, eduquemos y enseñemos con sabiduría y paciencia, con buenos tratos, mucho amor y demos ejemplo para poder tener autoridad ante ellos; hay que apoyarlos siempre para que crezcan seguros de si mismos, para que no sientan temor y tengan claras las decisiones a tomar. Todo va relacionado a las valores que se aprenden y práctican en casa.
    Un saludo fraterno querido profesor.

    ResponderEliminar
  8. Mi apreciada y recordada Lili Hernandez. Grato leerle¡¡ Pero lo es mas, apreciar la sabiduría con que has escrito, y a la vez, invitas a enderezar la acción pedagógica que demanda los hijos en el hogar.

    Siempre fuiste talentosa al cantar, al escribir, al expresarse. Y hoy lo continuas confirmando. Bendito tu hogar y sus miembros al contar con una madre y esposa sabia.

    ResponderEliminar
  9. Nauro.

    Que historia tan triste y vivida por muchos niños de nuestra sociedad. Mea culpa por los profesores que no hicimos el mejor trabajo.

    Falto mucho.

    En estos momentos hay mucha sensibilidad y muchos momentos de reflexión.

    Gracias por el compartir. Los extrañamos y Oramos por todos

    ResponderEliminar
  10. La vida, ya nuestra o ajena, en tiempos pasados, huellas dejamos, al vez sin atención, a algunos de nuestros estudiantes que, al hacer un examen de conciencia, no lo repetiríamos.

    En cada etapa de la vida, no dimos el ciento por ciento. Y con los años, con nuestras acciones hacia los demás, nos ponemos al día con Dios, justo ser.

    En casa, recogidos, protegidos y confinados, cuidándonos con la esperanza de volvernos a ver. Bendito sea Dios, tiene en casa dos sacerdotes. Nosotros recibimos la palabra de Dios del arzobispo de Bogotá.

    Les extrañamos, igual.

    ResponderEliminar
  11. Pedro A. Mateus M.

    Para ser médico tengo estudiar más de diez años y hacer muchas prácticas antes de entrar a ejercer....

    Para ser padre solo basta el deseo y que haya quien lo comparta...si estoy preparado o no eso no importa...como tampoco si tengo los medios para responder a la obligación....y lo más grave a nadie le importa si soy capaz de amar...quien paga todos estos desafueros....

    El hijo de ese acto irresponsable claro...quien menos tiene la culpa es quien más caro paga la falta...un mal de ayer y hoy...de aquí y de allá...de los pobres y los menos pobres...
    saludos apreciado colega...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La diferencia, al leer en la red, son sus escribanías. En ellas, se encuentra siempre la intención de orientar, ayudar y instar a pensar.

      Solo con ejemplo, el amor y la guía en casa, se aprende a amar, a odiar, incluso a no ser padre responsable. Usted tiene razón. No se nos enseña y no nos preparamos para ser padres.

      Los hijos, hijos de la bragueta, tienen un destino diferente a los hijos del amor.

      En este blog, en historia pasada, recién, escribía sobre los hijos. Son el resultado del amor? de la obligación? del abandono?

      Usted es puntual en su comentario. Los son las victimas de las irresponsabilidades de los padres. Son su obra o el desafuero.

      Eliminar

Trastocado

    “ Cuando el poeta está enamorado es incapaz de escribir poesia sobre el amor. Tiene que escribir cuando se acuerda que estaba enam...