lunes, 19 de mayo de 2025

Mujer, verso sagrado de la tierra

 

"El amor no tiene edad,

siempre está naciendo".

Blaise Pascal.

 


¡Contempla, caminante, la silueta que amanece!


¡Detén tu paso, lector del mundo!


Que frente a ti se abre el misterio


de quien no solo da la vida,


¡sino que la teje con hilos de luz y ternura!


Mírala...
Ella no camina: florece.
Sus pasos germinan esperanzas
y su aliento despabila al universo dormido.
Es la raíz del mundo,
la savia de la especie,
la semilla que canta en el vientre del tiempo.
Cuando calla, la tierra escucha;
cuando habla, el viento se arrodilla.




Mujer...
Tú no eres solo carne: eres agua que abraza,
manantial de ternura,
fuente clara que calma la sed del alma herida.
Lloras y en tus lágrimas brotan jardines,
ríes y en tu risa florece el cosmos.
Eres la luna que vela las noches inciertas,
el faro en medio del naufragio del hombre.
Eres el sol que acaricia los días rotos
con manos que no se rinden ni al olvido.
Es la raíz del mundo,
la savia de la especie,
la semilla que canta en el vientre del tiempo.
Cuando calla, la tierra escucha;
cuando habla, el viento se arrodilla.


Porque ella…
es madre sin tiempo,
niña sin culpa,
guardián sagrado de la vida
que sangra sin odio, que ama sin tregua,
que levanta al mundo cada amanecer
con una palabra, un beso, una mirada.
Y tú, que levantas la mano contra ella,
escucha: el maltrato es de feroces,
y el feminicidio, crimen de voraces.


Quien hiere su cuerpo, quiebra la especie.
Quién apaga su luz, condena al alba.
¡Es cobarde el que grita donde solo hay calma!
¿Quién, sino ella, convierte un rincón en hogar?
¿Quién, sino ella, acaricia con la fuerza del trueno
y la suavidad del rocío?


¡Oh lector! Si le alzas la voz,
le gritas al origen.
Si la ignoras, te niegas a ti mismo.
Y si la amas con justicia,
te abres al milagro de ser humano.


Mujer…
no eres sombra del hombre,
¡eres la aurora!
Eres canto sin jaula,
sueño sin dueño,
poesía que camina
vestida de coraje y dulzura.

   
Así que mírala, huésped del mundo,
con reverencia, con gratitud, con asombro…
porque sin ella no hay mañana,
sin su abrazo no hay paz,
sin su espíritu…
¡no hay humanidad!