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martes, 2 de febrero de 2021

Hortelanos de la paz, artesanos “del otro”: Poema de Nauro Torres Quintero

"No es posible mantener la paz usando la fuerza;

solo puede conseguirse mediante la comprensión"

Albert Einstein 

                

Por Nauro Torres

2.020

D.R.A. 

Las praderas, zarzales, montes, y ojos de agua;

 los animales y aves eran para todos, y de ninguno.

 

La palabra, el trueque y los senderos,

nos congregaban;

las flechas, las cerbatanas y las trampas

eran herramientas de caza en la familia.

 

Las lagunas, ojos de agua,

páramos y bosques

representaban nuestros dioses;

a ellos rendíamos tributo y respeto.


A nuestros caciques y sacerdotes

les ofrendábamos en oro y esmeraldas, joyas;

exclusivas para uso ceremonial.

 

A los visitantes los recibíamos con regocijo,

eran siempre bienvenidos;

Si había comida para unos, había para todos, comida.

 

Por yanaconas avasallados y amenazados

les mostraron nuestras rancherías y cacicazgos;

 aparecieron por el rio opón,

otros por el camino que unía a Colombia con Venezuela.

 

En retribución a la hospitalidad

Galeano y Alfinger, impusieron su rey, su religión,

demandando nuestras tierras y mujeres.

 

Los caciques Saboyá, Tisquizoque, Chancón y Guanentá

junto con miles valientes

ofrendaron sus vidas por la libertad

entre 1.536 y un siglo más.

 

En 1.781, los descendientes de guanes y muiscas

se levantaron contra el absolutismo y aristocracia española.

 

Por días y noches caminaron

a Zipaquirá en más de veinte mil;

el ungido de la mitra y el báculo,

capituló con los comuneros.

 

El obispo fue nombrado virrey

y usando el poder sobre los adoctrinados

desplegó persecución, muerte,

apropiación de bienes, destierro,

maldijo a la descendencia

y sembró sal en sus viviendas.

 

Al que no creyó en las bondades del prelado,

con yanaconas, apresó;

y fusiló en Santafé;

Galán el comunero, su cuerpo 

 fue incinerado sin cabeza y extremidades;

a éstas mandó exhibirlas

en pueblos comuneros

donde se habían levantado

 contra el rey y el mal gobierno.

 

Transcurrieron 29 años y los descendientes del común

se levantaron otra vez;

en cada población amedrantada se conformaron guerrillas;

 tenían como estrategia, retrasar los refuerzos

      al ejército español de Barreiro.

 

Bolívar y Santander liberaron a América

del imperio español;

pero los criollos asumieron mañas dominantes

y han gobernado desde 1.819 con guerras internas

y persecución a quienes piensen diferente.


 

201 años después, Colombia adolece de paz;

ochenta años en armas, desplazados y agredidos

 se levantaron para hacerse escuchar;

pero el régimen con las armas

la vida va apagando sin piedad.

 

Mas de un siglo cumplimos los colombianos

desplazándonos de un extremo a otro

escondiéndose en la selva

para volver a empezar.

 

Primero fueron mis ancestros,

luego mis bisabuelos y abuelos,

luego mis padres y tíos

escondiéndose en los pliegues de las montañas

para descuajar selva y surgir otra vez

sembrando comida y paz.

 


 

Para poder ir a la escuela tuve que ir a la ciudad,

mis hijos para especializare

al extranjero fueron a dar,

por oportunidad laboral,

en cada país enraizaron;

pero llegaron persecuciones

y al país regresaron para volver a comenzar.

 

Las utopías se reencarnan

y seguimos soñando mas

que el don más precioso

es la vida y el respeto a los demás.

 

Aun seguimos trabajando

para trenzar la paz hilando con esperanza la justicia social;

hilando solidaridad,

tratamos con hermandad para urdir los acuerdos de paz

y lograr al fin, vivir en comunidad con equidad.

extirpando el egoísmo y la individualidad.

 

Usando un lenguaje conciliador,

respetando al otro, sin violentar;

 empeñados estamos muchos

en enlazarnos con iguales para tejer hermandad

y soñar por fin vestir con la ansiada libertad.

 

 

 

 

 

 

 

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