"El alma es la forma de un cuerpo organizado, dijo Aristóteles.
Pero el cuerpo es precisamente lo que dibuja esa forma,
la forma de la forma, la forma del alma".
Jean -Luc NancyLa santandereana se cotiza por lo demás,
menos por la cabeza, escribió el ventero,
cuando una dama recateando el precio
de una libra de culonas, negociaba.
Ellas, las santandereanas, no tienen precio;
no se conquistan con flores, ni flirteos;
no importa su piel, ni su estatura;
no se tranzan por el peso,
ni se conquistan con el brillo de las gemas;
entre las colombianas son la diferencia,
aman sin condición y son guardianas.
Aprécielas por su importe cerebral
su hidalguía femenina,
su escultural sustancia griega,
por el femenino señorío de sus genes;
por su esencia trascendente al respirar;
por la belleza encarnada en sus almas,
y encontraras un perpetuo amor leal.
Si la semejas con un insecto:
una hormiga y una abeja son análogas;
si la asimilas a una flor, es un jardín;
sí buscas una socia, es la precisa.
Si buscas una amante, no es apropiada,
es selectiva y amorosa, cual paloma;
si buscas un pasatiempo, ellas no tienen tiempo,
pingüinas con ramas de olivo en sus nidos, son;
sí agredes el nido y sus polluelos,
cisnes blancos, son.
Las futuras reinas del gusto guane
son escasas y cazarlas es un rito;
en su aposento en las breñas y planadas
desde el día anterior limpian alrededor del agujero
las cargueras que nutrieron el hormiguero
mientras los alcaldes vigilan y controlan
cual soldados el rito anual de la desovada.
Hay que esperar la cuaresma;
aguardar que llueva abundante el día anterior,
y en caliente el sol en la mañana,
atalayarlas al salir del hormiguero
antes de volar a la luz
para ser fecundadas por machos
que surcan tras ellas centellando.
Ya fecundas y sin alas,
Se desploman con lentitud a la madre tierra
a empezar cada una su hormiguero
con herederos soldados protectores
y arrieras en trasteo laborioso
en rondas día y noche trasladan pedazos de hojas
nutriendo el milagro de la vida.
Tostadas lentamente en tiesto de barro,
sin alas, sin patas y cabeza
brotan de sus entrañas un aceite
y al atezar con paciencia de Job
expelen un olor penetrante y atractivo
que despiertan el paladar de propios y extranjeros.
Son apetecidas por los de abajo,
los del medio y los de arriba;
los de la derecha, la izquierda y los del centro;
es un entremés que nos enseñaron a degustar, los guanes.
Entre las hormiguitas y las hormigas
es intrincado establecer su aroma,
el deleite es único e inconfundible;
a las primeras, mírelas con respeto y admiración;
y a las segundas, pruébelas con paciencia y deleite;
ambas son únicas por su sabor y por su cola.