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viernes, 7 de marzo de 2014

Hay que aprender a manejar el fracaso y convertirlos como una oportunidad para MEJORAR.


APRENDER A PERDER, UNA TAREA DIARIA

La derrota, si la asumimos con serenidad, nos catapulta al éxito.

“Si ganar es una motivación legitima, natural e inocente; si alcanzar nuestra cima es el objetivo loable que perseguimos (la competencia se limita a ser estímulo y despertador) los fallos y tropiezos del camino han de ser estimulo en nuestra álgebra personal".


 "La posibilidad y experiencia de la derrota presagia, completa y ennoblece la victoria. La aceptación tranquila, serena, humilde y consciente de esa realidad irrefutable, el acto humano de perder, es la única plataforma válida para desafiar los límites y ganar partidos imposibles”. Lo dijo Santiago Álvarez de Mon en su libro, Aprendiendo a perder.


Enseñar a perder es una tarea de padres y maestros. Aprender a perder es tarea de todo ser humano. Convertir la derrota en un aprendizaje es misión de todo humano que tiene como estrategia mejorar todos los días.


Desde muy niño la derrota me ha acompañado, igual que el dolor humano. Perdí a mi abuela paterna cuando tenía cinco años, pero conocí a la abuela materna. Cuando tenía diez murió la tía que me cuidaba de niño, pero gané un hermano. Cuando tenía14 años debí abandonar la casa por decisión unánime de mis padres. Perdí ante ellos por leer información socialista, pero gané un trabajo y una beca para estudiar. Perdí por algunos años el afecto de mi madre, pero gané una esposa amorosa y hacendada. Perdí mi primer trabajo en un corregimiento del sur de Santander, pero gané otro en la capital levítica de Colombia. Unos supuestos amigos socios se quedaron con mis ahorros de diez años, pero gané experiencia en sociedades. Perdí otro trabajo que me apasionaba, pero gané una merecida indemnización. Perdí a mi primera esposa, pero gané otro hijo. En 2014 no me asignaron carga académica pero ganaré otro trabajo en próximos días. Asumí las derrotas como ocasión para aprender.


Si a las personas desde muy niños se les enseña a manejar la derrota, no sufrirán con los años de depresión, de decepción u otros problemas de tipo psicológico.
 Enseñar a manejar el éxito como el fracaso es una digna tarea de padres, maestros y jefes de personal.


La satisfacción que tiene un ser humano al convertir una derrota en ocasión para aprender, viene como consecuencia de asumir la derrota con serenidad y calma, pues después de cada tempestad, viene la calma, la calma que nos trae cada cosecha de exitos.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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