“Se dice que las palabras distinguen
al hombre de las bestias,
pero es la palabra precisamente la
que revela muchas veces
la bestialidad de algún hombre”
Carlo Dossi.
La palabra es:
verbo y principio;
es sustantivo y sustancia humana;
adjetivo es, y atributo del
género;
es señal y huella del ser;
es parábola y alegoría;
es pascua y navidad;
es hilo y conexión.
La palabra es esencia y sello humano;
es identidad de habitantes y regiones;
es signo del alma, el corazón y la mente.
Con las palabras aprendemos y enseñamos;
son espejo de nuestra esencia
y el efecto de nuestras dubitaciones y reconocimientos.
Tienen el poder de revelar alegría,
calvario o resurrección;
es el recurso para dialogar, conciliar
transar y devanar unidad y afecto.
La palabra es fuego,
puede vivir hasta que quiera,
reconoció la nobel chilena.
Amo tanto las palabras,
por lo inesperadas y glotonas,
…se esperan y escuchan;
predicó el nobel colombiano.
Las palabras, correo con esperanzas
o cerbatanas que envenenan;
mediadora en conflictos
o brasas de guerra.
Las palabras; espejos
de contrariedades, luchas,
sombras e infortunios
del poeta bogotano.
A enamorados
las palabras, camas nupciales son;
a críticos y guerreros,
severos retretes, son.
Anteceden a las palabras
los pensamientos,
preceden a los hábitos,
y se convierten en destino.
Magia tienen las palabras;
edifican el ser,
trascienden el pensamiento,
se convierten en memoria,
sanan cuerpos y almas,
laceran y destruyen espíritus,
atizan esperanzas.
Sofocan la nostalgia,
carbonizan la tristeza,
extinguen la soledad,
aplacan el odio y violencia.
Las palabras son llamas,
avivan el amor,
abrazan ilusiones,
atizan esperanzas,
iluminan corazones,
cosechan paz y armonía.