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miércoles, 30 de enero de 2013

Los niños sometidos a convivencias marcadas por la violencia pueden tornarse pasivos, irritables, desmedidos en sus reacciones, excesivamente egocéntricos, demandantes, agresivos, incapaces de concentrarse, negativos frente a la norma, inestables, destructivos e imprevisibles”



La clave de la educación es la afectividad

El tema del hoy tiene que ver con los hijos, con los niños, con los jóvenes. En el ocaso laboral como maestro, y luego de estar pendiente del proceso educativo de seis hijos, ratifico el recurso más valioso para formar a las personas desde el vientre de la madre. Ese recurso es el amor, tanto con los nuestros como con los demás.
Los chicos y chicas más problemáticos en el aula son aquellos que tienen carencia de afecto. Los chicos que se echan a las petacas con los logros son aquellos sin atención en el hogar.
El uso de la fuerza o de la excesiva compresión no son las mejores herramientas a la hora de educar. Generar sentimientos en los hijos de acuerdo al comportamiento que presentan es la mejor manera de enseñarles.

Como padres, somos afectuosos con los hijos?. Si lo somos, los resultados en el boletín son satisfactorios.

Jóvenes rebeldes, que no respetan reglas, que pasan por encima de los demás y que verdaderamente pueden convertirse en el dolor de cabeza de sus padres, profesores y familiares, pueden ser el resultado de una educación no tan exitosa.

Aunque usted sea de los padres que se preocupan porque a sus hijos no les falte nada, de los que trabaja incansablemente para que ellos puedan disfrutar de algunos lujos y de los que creen que eso es suficiente, es hora de reevaluar los métodos de educación que está utilizando.

Expertos en el tema determinaron que la educación afectiva es la clave para que sus hijos entiendan el verdadero valor de las cosas, se esfuercen por responder en sus responsabilidades, desarrollen un vínculo afectivo sólido con usted y con ellos mismos, y sean futuros jóvenes y adultos con fuertes principios morales.

Es imperante que los padres desechen la idea de que suplir únicamente las necesidades materiales de los hijos es suficiente; educar y amar es más que eso, incluye respeto, comprensión, apoyo, escucha, cariño, autoridad y disciplina.

El docente de la Universidad de la Sábana, Pediatra y especialista en la educación afectiva Álvaro Sierra señala que
“lo primero que se debe entender es que la afectividad no se educa sino que se estructura, y depende directamente de la cotidianidad, no es cuestión de discursos en determinados momentos”.

En este sentido es de vital importancia que los padres de familia enriquezcan la unidad y el contacto, que se le dé prioridad a la educación escolar y que se preocupen por establecer los lazos afectivos con sus hijos todos los días.

“No se trata de que los padres escojan un día a la semana para compartir con sus hijos, se trata de que el acompañamiento sea constante. No es necesario que los padres estén todo el tiempo al lado de ellos, es necesario que busquen maneras de hacerlos sentir importantes”, indicó Sierra. Esto, según Sierra, determina en gran medida la autoestima del niño, aspecto que será definitivo en el desarrollo de su personalidad cuando empiece a desenvolverse socialmente.

Por su parte, el docente especialista en orientación familiar Germán Gómez señala que, “la educación afectiva también debe incluir competencias parentales, educativas y emocionales, pues de esa forma se establecen los vínculos entre padres e hijos”. No obstante, la educación afectiva tiene 100% de éxito siempre y cuando sea impartida desde edad temprana.

Sierra explica que, “Si un adolescente es problemático se puede corregir con la educación afectiva, sin embargo, es claro que eso será un proceso mucho más complicado, desgastante y lento en su asimilación”.

Con él coincide el docente Gómez, quien habla de una mala asimilación de la afectividad.

“Jóvenes y adultos son es el resultado de su crianza, ellos aprendieron al ver sus modelos que en este caso eran los padres y si ellos los direccionaron mal las consecuencias son evidentes en la etapa de la adolescencia”.

Aunque no es imposible que el joven cambie su actitud, sí necesita de un gran esfuerzo familiar conjunto para hacerlo. “Se han dado casos de vinculación afectiva tardía pero la inversión es mucho mayor, el conflicto emocional aumenta y el vínculo afectivo se demora en solidificarse”, concluyó.
Consejos para educar en la afectividad

El especialista en educación afectiva Álvaro Sierra recomienda los siguientes parámetros para educar a sus hijos en la afectividad.

1. La sensibilidad de los hijos: Actualmente los niños reciben estímulos muy fuertes que le quitan finura a su sensibilidad. Es importante que los padres desarrollen ese tipo de sensibilidad en sus hijos, así ellos serán más receptivos a su entorno.
Actualmente los niños son preparados científicamente pero no conocen lo que pasa en realidad, ayúdelo a conocer lo que lo rodea.

2. La importancia de las cosas: Los padres y educadores deben familiarizar a los niños con las cosas que les parecen importantes, si quieren que ellos también lo vean de esa manera.
Por eso los jóvenes de ahora no tienen sentido de servicio, de compromiso o de compartir, aunque para los padres son importantes este tipo de valores, nunca se los transmitieron por eso ellos no ven de esa manera.

3. Suscitar en los niños sentimientos adecuados a la realidad: Si un niño se porta mal debo suscitar en él vergüenza, por el contrario debo suscitar sentimientos positivos cuando se portan bien. Es importante que se haga desde la primera infancia pues en esta etapa, es decir, de los 0 a los 6 años son más receptivos.

4. Sentimientos marcadores de memoria: Las personas recuerdan más los sentimientos positivos. Mientras los estímulos positivos existan ellos se motivarán por buscarlos.

5. Los padres deben hablar menos y actuar más, una convivencia grata, amena y que estimule al niño será uno de los principales ingredientes a la hora de educar afectivamente.
“Los niños sometidos a convivencias marcadas por la violencia pueden tornarse pasivos, irritables, desmedidos en sus reacciones, excesivamente egocéntricos, demandantes, agresivos, incapaces de concentrarse, negativos frente a la norma, inestables, destructivos e imprevisibles”

¿Cómo reprender?

La educación afectiva no sólo se trata de brindar amor y acompañamiento. En todos los procesos educativos es necesario corregir y en algunos casos reprender, sin embargo bajo este tipo de educación las reglas son diferentes y se basan en estímulos.

Si sus hijos se portan bien es bueno que los recompense por hacerlo, la mejor manera es estimulando los sentimientos positivos que les genera una acción. Sea felicidad, bondad, gratificación o plenitud, lo ideal es que ellos lo sientan.

El mismo proceder se debe utilizar si ellos hacen algo inadecuado, es necesario que se les susciten los sentimientos con los que tendrá que lidiar en un contexto diferente al familiar si decide seguir con esas acciones. Los niños inmediatamente rechazarán esas conductas porque se sentirán directamente afectados con ellas.
Los incentivos se fundamentan en la idea de que los refuerzos positivos facilitan el comportamiento adecuado. Estos responden a la lógica de "si hago la tarea puedo salir a jugar".

Principales necesidades del ser humano

• La necesidad de sentirse efectivo, conseguir los objetivos y ser competente.

• La necesidad de autoestima, es decir de sentirse bien consigo mismo.

• La necesidad de control de uno mismo y de la situación.

• La necesidad de interacción positiva y reconocimiento.

Orígenes de malos comportamientos

La especialista M. Ángeles de la Paba en su libro ‘Educación Afectiva’ establece cuatro motivaciones por las que se puede presentar un comportamiento inadecuado en los niños y jóvenes.
1.     Las personas preferimos obtener atención de manera positiva, siendo útiles, pero podemos buscarla en formas negativas, si no la conseguimos de otra manera.
Preferimos, en todo caso, que nos griten o regañen a ser ignorados. Es lo que denominamos problemas de búsqueda de atención.
2.    Toda persona tiene necesidad de tener un cierto poder y control sobre lo que hace pero, por desgracia, a menudo, el poder se concentra excesivamente en manos de los educadores, generando rivalidad y enfrentamiento.
 Por ello, el poder suele ser uno de los motivos más frecuentes de problemas. Una de las razones puede estar en una reacción exagerada hacia los conflictos que se plantean, percibiéndolos como amenazas al control de la situación. Otra de las razones puede estar en las propias experiencias con figuras de autoridad. Quien busca poder sólo se siente importante cuando considera que es el jefe.
3.    La falta de estima, que suele estar presente en la mayor parte de los comportamientos problemáticos, es particularmente notoria en ciertos comportamientos de resentimiento y revancha. Quienes persiguen el deseo de revancha están convencidos de que no son dignos de ser queridos. Se sienten importantes sólo cuando pueden molestar a otros, tanto como creen haber sido ellos mismos molestados. Aunque resulte paradójico ocupan un lugar importante siendo crueles y siendo rechazados por otros.

4.     La falta de competencia es característica de ciertos comportamientos que englobamos bajo “Demostración de insuficiencia” y que se caracteriza por las quejas continuas de incapacidad para la realización de las tareas. Habiendo ya perdido las esperanzas de tener éxito por otros medios, tratan de que nadie espere nada de ellos. Esta rendición puede ser total, o parcial en aquellas situaciones en que piensan que no pueden tener éxito.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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