Esa chica era el
perfecto pincel, y yo, un arco iris soñado.
Tenía la silueta
anhelada para salir con ella a chicanear ante mis amigos. Gozaba de una
estatura armónica con la mía. Su
cabellera lacia batía al viento semejando hojas de palmera. Sus ojos brillaban cual
espejo al sol; eran verde esmeralda. Sus labios carnosos semejaban mandarina
sin cascara. En su rostro, veía a Afrodita, la diosa del amor. Tenía un caminar
cual sirena en el mar. Gozaba de una voz melodiosa que usaba en tonalidades
agradables al oído.
Imagen tomada de internet.
Ansié contemplarla como un
arco iris que utilizara la gama de colores para que pintase nuestra existencia
compartida y que fuese el pincel que colorease nuestro hogar.
Codicié que usase el color blanco para
borrar los oscuros nubarrones que ocurren en la vida de pareja y fuese el color
preferido en nuestra fusión de almas y cuerpos. El amarillo para reflejar mi
puro y tierno amor. El azul para sanar los sinsabores. El zafiro para aceptar
los mandamientos de Dios. El fucsia para plasmar nuestra correcta relación
amorosa. El azul para sanar las heridas del pasado. El oro para mostrar el
creciente patrimonio ahorrado. Y el verde para sentirnos siempre en un paraíso.
Yo, sería su bastidor. Tan blanco como mi corazón para que ella pintase nuestro nido de amor, y los dos fuésemos un chasis que con amor y comprensión continuáramos armando el ponedero para criar la prole. Yo facilitaría la armazón de nuestra vida compartida. Y los dos, seriamos el esqueleto de nuestra morada.
Éramos el cuadro perfecto pintado por mis sueños que
tenía un marco de madera que ni el gorgojo ni el comején lo perforaba.
Cual porra en una piedra, escuché tres golpes en la
puerta de mi habitación.
-¡Bolsón, levántese¡ -Gritó mi padre.
¡Levántese¡, ¡Échese agua¡ Tome tinto y váyase a traer las vacas para el ordeño- Ordenó mi viejo-.
El entramado de mis
anhelos se borró con el susto. El diapasón de mi amor se fragmentó con el
sobresalto. El marco del bastidor se deshizo al abrir mis ojos.
Desperté sin el pincel, sin la tela del bastidor y sin mis amores deseados.
- ¿Y del marco?, ¡Para qué le cuento ¡
¡Se esfumó con el amanecer
¡
San Gil, abril 20 de
2.020,
día 34 de la
cuarentena para evitar el covid-19