En mis recuerdos de estudiante, Hanoi, la capital actual de Vietnam esta atada al filósofo chino, Confucio y al poeta y político comunista Ho Chí Minh, gracias a un maestro de bachillerato que desde la clase de filosofía nos inculcó la ética confucionista y el pensamiento del líder revolucionario.
El tener la oportunidad de viajar a Vietnam afloraron en mi esos recuerdos y empecé a consultar sobre Hanoi y los pensadores que con sus escritos habían contribuido a formar mi pensamiento ético y filosófico.
Hanoi, ciudad milenaria, esta entre los diez destinos turísticos preferidos del mundo según la revista americana Tripadvisor. Luego de aterrizar en su aeropuerto procedente de la capital de Tailandia, tomar el transporte particular al hotel y observar por la ventanilla, mis primeras miradas se estrellaron con una ciudad desordenada y sobre poblada.
Las motocicletas, son un medio de transporte que usan los vietnamitas en forma tranquila y respetuosa con los demás transportistas y transeúntes. No pitan, no llaman la atención acelerando las maquinas y respetan las señales de transito. Las bicicletas son otro medio usado para pasear y movilizar personas, como se puede apreciar en la fotografía inferior. Pero el Tuc-Tuc es el taxi que inunda las vías, no solo en Hanoi, sino en Bank kok y Camboya.
Centenares de carros, tuc-tuc y miles de motociclistas y ciclistas que iban y venían sin ayuda de semáforos, pero respetuosos todos del otro. No escuché pitos, agresiones verbales, ni conductores impacientes; al contrario, encontré una ciudad desordenada con habitantes que conviven en armonía, que trabajan sin parar y que atienden al turista con amabilidad, respeto y orientados todos a la atención esmerada de los clientes.
Nos hospedamos en un hotel distante de este ferrocarril un par de cuadras. Se requiere estar allí para comprender la apacible vida que llevan los citadinos que tienen sus viviendas como si fuesen los separadores de la red férrea. Cuando se anuncia el tren, siempre a la misma hora, los espacios de la red quedan sin seres vivos.
En esta capital milenaria se aprecia esa mezcla arquitectónica del gusto galo con el vietnamita y como toda metrópoli, es bulliciosa y tiene lugares de esparcimiento, monumentos y atractivos únicos que complacen a cualquier turista, según sus gustos.
Contrastes arquitectónicos.
Calles y avenidas amplias con árboles frondosos al lado y lado muestran el criterio de planificación que se ha venido impulsando a través de los años en Hanoi, ciudad en la que, tanto varones y mujeres forman parte de la fuerza laboral formal e informal. El uso del sombrero es usual, y para muchos colombianos que miran al sombrero como parte de la cultura campesina, tendrán que revaluar esa arcaica apreciación, pues en otros países, el sombrero si cumple su misión, proteger de los rayos del sol a quienes lo usan.
Oferta de frutas en las calles de la ciudad. No existe el regateo propio de los santandereanos y caldenses.
No encontramos cafés como en Colombia o Europa, pues aunque el país es uno de los mayores productores del grano, éste se produce para el mercado internacional. Al probar el café vietnamita, éste es muy amargo y sin aroma comparado con los café de Santander en Colombia.
Las calles, un espacio para ganarse la vida cuyos trabajadores no son extorsionados por mafias y políticos que se lucran con las necesidades de la gente como ocurre en Bogotá, incluso en San Gil. Los registros siguientes muestran acciones que en el medio colombiano podría verse como ridículo.
Cómodos servicios para el corte del cabello.
Oferta ambulante de frutas.
Oferta de carne de cerdo en la calle.
Bebidas para todos los gustos y bolsillos con decoraciones y propiedades de insectos, batracios, reptiles y hierbas alucinógenas.
Ir a un país o a una capital, y en ella, un reconocido bar, hay que probar la cerveza convertida en el icono local. la fotografía es la prueba de la prueba.
Vietnam tiene agua por todos lados y en ellas se crían mariscos y pescados diversos que se ofrecen al transeúnte y visitante en su estado recién pescado, es decir, vivos. El consumidor escoge la clase, el tamaño y la forma que desee que se lo preparen. Las fotografías siguientes demuestran los afirmado en este pie de foto.
Ademas de la ciudad junto con mis hijos varones teníamos interés en visitar las fuentes de la cultura vietnamita revelada en la universidad, las pagodas, el teatro, la arquitectura, los parques y la plaza de marcado, y en especial el lago de la espada restaurada que desde siempre ha tenido un significado profundo para los habitantes de la capital, pues representa su corazón y su alma, pues quienes no logran, al menos una vez en el día darse un paseo por él, se sienten intranquilos; y tienen razón, el pasear por él, permite al espíritu retornar a su estado primitivo en medio de una ciudad en permanente movimiento.
El templo a Confucio y primera universidad Vietnamita.
Confucio no fundo una religión, tampoco fue ni es considerado una divinidad, pero fue un pensador que contribuyó a formar el pensamiento ético de los vietnamitas, sin ser vietnamita.
El templo a Confucio fue construido en 1070 con el fin de ser la primera universidad vietnamita para formar a los burócratas, a la nobleza, a la realeza y a la élite. Funcionó como centro de educación hasta 1779 en la que se titularon 2313 doctores para ser convertida luego en ciudad imperial con una extensión de 54 hectáreas en la que se levantan cinco patios, jardines, lagos, templos, bibliotecas y pabellones con jardines por doquier.
La balanza en América se utiliza para establecer el peso de los alimentos, pero en la antigua Hiroschima, la balanza es un recurso para cargar mercancía, o como decimos en Santander, Colombia, cargar la maleta. Y es comprensible el uso para disminuir el peso y hacer menos dura la jornada; son tierras planas, y en ellas, es mas facil desplazarse con una carga en balancín.
Ya en la universidad de la literatura, como se le reconoce actualmente, di rienda suelta a la curiosidad y dispuse mis sentidos a la contemplación conectados con el pasado estudiantil. Llegamos caminando a la universidad. En el trayecto iluminado por intenso sol, las sombras de frondosos arboles se convirtieron en sombrillas facilitadoras de una suave brisa que disminuyó el sudor mientras apreciábamos las frutas, dulces y artesanías en puestos típicamente decorados a disposición de los turistas atendidos por varones y mujeres con estaturas inferiores al 1,50 metros vestidos con enterizos largos, con sombreros camboyanos, descomplicados al sentarse en el suelo para comer o charlar con los nacionales que tienen una manera particular de sentarse en cuclillas con la parte trasera de los glúteos pegados sobre las extremidades recibiendo todo el peso corporal, los pies.
La estatura promedio y la manera de sentarse de los vietnamitas.
Orientados por dos bellas niñas vestidas cual lirio de primera comunión nos fueron mostrando cada espacio del gigante espacio con un ingles fluido en el que nos fueron narrando pedazos de historia contada por estudiantes de bachillerato que hacían la practica en el lugar
.Panorámica de la universidad de la literatura y templo de Confucio
Flores, muchas flores en pasillos, patios y jardines en esta ciudad imperial milenaria.
Mi curiosidad se centró en las flores, los arboles enanos y el templo en honor a Confucio. En los arreglos florales por su frescura, los cuales renuevan antes de marchitarse, mientras que los bonsai vienen siendo cuidados por años para aflorar con suma de los calendarios, la belleza que aprecian las personas con sensibilidad artística.
El Templo a Confucio
Las sensaciones que había sentido en los primeros templos fundados por San Pablo en tierras de Anatolia en Turquía, habían aflorado nuevamente en mi, pero con mas intensidad espiritual, visitando las pagodas en Tailandia; pero al entrar por un gigante portón de dos hojas construido a mano por manos artísticas de mas de un siglo pintado con un color que hace del pasado un misterio que se convierte en admiración y reverencia protegido con armellas elaboradas por artesanos del hierro forjado, el silencio, la contemplación, la admiración y la sorpresa se posesionan de mí tras el rastro de un pasado glorioso en las artes y las letras.
El rojo encarnado y el granate, el amarillo en varios tonos, el caoba en las maderas envejecidas son los colores que iluminan el templo en honor a Confucio. A él, lo había contemplado en fotografía de algún libro de la biblioteca Luis Ángel Arango de la capital colombiana, alguna vez de los primeros años de la década del setenta del pasado siglo; en ese entonces, era la imagen plana de un chino con trenzas vestido de samurai; pero no me lo creía, era un milagro que un campesino de mi origen estuviese frente a la escultura mas cercana a la figura del gran pensador chino que nos hizo leer y comprender ese profesor de filosofía de la escuela Normal industrial Nacional de Zipaquirá en la que se formaban los primeros docentes técnicos para los institutos industriales que se implementaron en esa y la siguiente década, y que hoy, en Colombia, forman parte del pasado.
ademas de una extensa biblioteca, había una librería, y en ella, junto con Carlos, mi segundo hijo, ese estudiante que poco escribía estando en el bachillerato, pero si escuchaba porque desde niño lee sin descanso para controvertir los argumentos de algunos maestros que pasan sus vidas laborales sin volver a leer algún libro de literatura y se creen dueños del conocimiento, encontramos los libros de Gabriel García Márquez en varios idiomas, y de Confucio encontramos un texto en español, que él, como ha hecho en cada país que ha conocido, me regala un libro del escritor insigne de ese país, me lo regaló.
Y volví a leer a Confucio en ese libro comprado en Hanoi en el templo en su honor, del cual extraigo las siguientes enseñanzas, que al ponerlas en practica, en las relaciones de gobierno y en las relaciones personales, hacen bien, no solo para quienes las convierten en normas de vida, sino en quienes consideran que pueden convertirse en políticos diferentes a los que nos ha tocado en esta poca carcomida desde los Estados por una clase política corrupta, dominada por los intereses personales en menoscabo de los intereses comunes.
En la primera universidad de Vietnam y templo a Confucio.
Algunas lecciones de Confucio que me enseñó mi profesor de filosofía en Zipaquirá mas las que encontré en el pensamiento del sabio.
“Cuando tenía 15 años, puse mi corazón en el aprendizaje; a los 30, estaba firmemente establecido; a los 40 no tenía más dudas; a los 50 sabía el designio del Cielo; a los 60 estaba dispuesto a escucharlo; a los 70 podía seguir lo que mi corazón me indicaba sin transgredir lo que es correcto”.
Así escribió el sabio chino, Confucio, fundador del confucionismo o confucianismo quien afirmó que “en donde hay justicia, no hay pobreza”. El mismo que perdió al padre cuando cumplía los tres años de edad y creció en una familia arruinada; se casó a los 19 años siendo padre de un hijo y dos hijas y quien naciera antes de Cristo (551-479 a.C.). Fue un maestro desde su nacimiento y su pensamiento reflejado en su forma de interpretar y vérselas con la realidad es el fundador de una ética para practicar en los asuntos privados y en los relacionados con los del gobierno, y aunque no fundó una religión, sus enseñanzas, al practicarlas, permiten vivir mejor que cuando se tiene un credo centrado en un Dios fuera de sí.
Las tortugas en Vietnam y mas en Hanoi son consideradas míticas. En la foto superior talladas en piedra posando sobre tortugas están algunas máximas de Confucio como testigos eternas de sus enseñanzas, y aunque están en vietnamita, las he puesto en español en esta crónica en homenaje a este pensador chino que nos haría bien el leerlas y tomarlas como lecciones. En la foto inferior tomada en el 2012, año en el que estuvimos por esos lares en Hanoi, en el lago Hoam Kiem, un aficionado captó esta fotografía con la cual se alimentaron la leyenda de la tortuga que reza: “En el siglo X. Le Loi el héroe que había llegado de la tierra de Son Lam, se levantó alzando los brazos para luchar contra los invasores. Una vez, al sacar un retén de una red de pesca, él saco una espada preciosa, con la cual él gano la independencia nacional después de dedicar más de diez años en contra de los invasores que sometían a todo un pueblo. El se proclamo el rey Le Thai To y estableció la capital en Thang Long, Llamando "Dong Kinh" capital del este. Entonces un día, mientras él gozaba de un viaje por el lago de agua verde en el barco del dragón real. El rey vio emerger una enorme tortuga dorada nadando hacia la estela del barco que la esperaba. Él saco la espada valiosa que le habían entregado los dioses, para después tirarla al agua, la tortuga la cogió por la boca y se zambulló hasta el fondo del lago. El rey creyó que la tortuga se había enfadado, y el reclamo la espada sagrada, que el había restaurado del cielo a la tierra. Desde entonces, el lago se ha llamado "Ho Tran Guom" (lago de la espada restaurada), o "Ho Guom" (lago restaurado).
Imagen de una tortuga centenaria en el lago de Hanoi.
Enseñanzas de Confucio a los maestros y los padres de familia.
Hoy en las aulas no se enseña a pensar, y quien osa en hacerlo, es visto como un maestro no deseado, tanto por alumnos y padres de familia como por rectores; pero Confucio enseñaba a sus alumnos con estas máximas: “Pensar dos veces ya es bastante”. “Aprender sin pensar es inútil. “Pensar sin aprender, es peligroso”.
Si un padre o madre de familia, o un maestro lee esta historia, invito a que reflexione comparando la forma como hoy se educan a los niños; el copiar y copiar en cuadernos información que ahora se encuentra en Internet, no forma, ni educa. Formar y educar es enseñar a pensar y aprender a hacer como lo afirmó el sabio chino.
Cuando en las aulas se da información y tanto colegios como universidades miden a los estudiantes por la información que dominan los estudiantes , pues carecen de espacios y oportunidades para practicar, olvidan rectores y maestros esta máxima del sabio chino: “ Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”.
En muchos hogares colombianos se castiga a los hijos por las faltas que cometen; en las escuelas y colegios se les dan notas bajas a los alumnos que cometen errores en los trabajos, en las exposiciones o en el incumpliendo de tareas; pero Confucio como maestro de la vida, enseñaba: “Cometer un error y no corregirlo es otro error”. Es asumir que el mejor maestro de la vida es el error, y bienvenido sea el error cuando se asume como una gran oportunidad para aprender y mejorar; por eso los chinos y los japoneses nos llevan años luz a los colombianos, razón suficiente para tener en cuenta esta afirmación confuciana: “El mayor error es sucumbir al abatimiento; todos los demás errores pueden repararse, éste no”.
Es usual que quienes acceden a la universidad y logran un trabajo, miran y valoran despectivamente a quienes no tuvieron esa oportunidad. Confucio afirmó que quien es educado no reconoce ni hace distinción alguna de clase social: “Donde hay educación no hay distinción de clases”, dijo.
Y para quienes creen que lo saben todo pero no lo pueden demostrar, Confucio les recuerda que: “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber”. Y “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estás peor que antes”.
Fui maestro por varias décadas pero en las ultimas, los pensum y currículos, así como el numero de asignaturas, la cantidad de alumnos en el aula y una materia por hora, impiden al maestro hacer procesos de aprendizajes e introyectar con los estudiantes, a partir de preguntas, enseñanzas para la vida, convirtiendo el estudio en los colegios y escuelas en una perdida de energía, omitiendo el diagnostico del sabio chino que vivió siglos antes de Cristo: “Aprender sin reflexionar, es malgastar la energía”.
“Conocer lo justo y no practicarlo es una cobardía”. Desde entonces comprendí que la justicia es una practica diaria, mas no un discurso político. Y la practica de la justicia se hace cuando se resume en : “No hagas a otros aquello que no te gustaría que te hicieran a ti, ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás”, y es asumir que quien es justo y vive en justicia es: “Aquél que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio”. “El que por la mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede morir al anochecer”.
Son numerosos los colombianos que estudian derecho; es la profesión considerada familia de las ratas, pero también son muchos los que anhelan a ser políticos, no porque quieran gobernar a favor del pueblo, sino gobernar para el bolsillo a costa de los contribuyentes, pero los votantes, acostumbrados a las prebendas olvidan la máximas confucianas que rezan: “Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, ¿cómo sabrá gobernar a los demás?”. “El lenguaje artificioso y la conducta aduladora rara vez acompañan a la virtud”.
Colombia lleva mas de tres años negociando un proceso de paz con la guerrilla mas antigua, mas violenta y mas terrorífica que aun existe en el universo. La lucha es por el poder político, mientras que los burócratas del Estado, los legisladores, incluyendo al sistema judicial, engruesan sus carteras con el corretaje-lease, corrupción por dar contratos o beneficiar a un acusado- los dirigentes guerrilleros aspiran a ser elegidos por el pueblo que convirtieron en desplazados; muy seguramente, los elegirán por la carencia de memoria histórica, y actuaran como tales, olvidando, tanto los elegidos como los electores el diagnostico de Confucio que dijo: “En un país bien gobernado, la pobreza es vergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza”.
Cursando estudios en Mosquera en el Instituto Salesiano San José dotado con maquinaria nueva traída de Alemania, los sacerdotes sembraron en los estudiantes el gusto por la lectura. Mientras se comía, se escuchaba una lectura de una novela de aventuras; recuerdo Los viajes de Marco Polo, pero todos los días, y mas los festivos eran varias las horas leyendo en biblioteca con música al fondo; razón tenían los sacerdotes formadores al poner música para concentrarse en la lectura, pues al igual que Confucio, pensaban que “La música produce una especie de placer sin el que la naturaleza humana no puede pasarse”.
Y como todo maestro de ese entonces, porque ahora la cátedra de urbanidad ha pasado al cuarto de san alejo, tanto en los hogares, escuelas y colegios, incluso universidades, Confucio afirmaba: “saber comer es saber vivir”. Hoy se vive para comer, no se come para vivir; por eso se consume comida chatarra que afecta al ser humano que trabaja para ir al medico, olvidando que en el comer esta la salud, por eso alguien que tiene mas de 70 años y luce como de cincuenta me dice: “ Dime que como y te diré de que sufres”. Quienes aun ponen en practica las enseñanzas de Confucio desayunan como ricos, almuerzan como reyes y cenan como pobres dando prelación a los vegetales, a las frutas a los granos y semillas, sin dejar de consumir alguna proteína en cada comida, pero entre ellas, solo agua.
Nací en un hogar en el que se hacia y decidía es la madre, siempre sin razón; causa de mis intorelancias, iras e incomprensiones; tal vez por ello, aun sigo en la terapia de asumir estas enseñanzas confucianas: “No contestes a una palabra airada replicando con otra de igual tenor. Es la segunda, la tuya, la que seguramente os llevará a la riña”. “Que se nos haga un agravio no significa nada, a menos que insistamos en recordarlo”. “El que domina su cólera domina a su peor enemigo”.
Mi padre solo tuvo un par de años de escuela, pero fue un lector de oportunidad lo que le permitió tener una bella caligrafía y ser muy razonable en sus charlas y argumentaciones, por eso sus enseñanzas fueron como la miel al panal. Y aunque nunca oyó ni leyó a Confucio, nos insistía en la esencia de esta afirmación predicada por el sabio chino: “Bondad en el padre, piedad filial en el hijo; gentileza en el hermano mayor, humildad y respeto en el menor; comportamiento justo en el esposo, obediencia en la esposa; consideración humana en los mayores, respeto en los menores; benevolencia en los gobernantes, lealtad en los ministros y los súbditos".(Ideal confuciano, basado en los principios del li y el jen). “Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente”.
Siendo adolescente pensaba que el dinero era asunto fácil de conseguir, así me insinuó un amigo (q.e.p.d.) que me indujo a los juegos de azar, a la busqueda de esmeraldas; los primeros se chuparon mis ahorros, con la segunda me contagió un mosquito que produjo fiebres reumáticas que treinta años después dejaron sus efectos al necesitar una cirugía para remplazar la válvula ahórtica. Cómo me hubiese gustado tener un maestro que me hubiese enseñado lo que encontré en los pensamientos de Confucio; uno de ellos reza: “Nunca hagas apuestas. Si sabes que has de ganar al otro, eres un tramposo...Y si no lo sabes, eres un tonto”.
Cuando tenía trece años un sacerdote italiano me regaló un libro que se llamaba “Entre telones de placer” que trataba sobre las enfermedades de transmisión sexual. Al tener la oportunidad de volver a leer a Confucio encontré esta máxima: “Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. Con los años y una gran carga de experiencias he comprendido esta afirmación del pensador de las trenzas: “Algún dinero evita preocupaciones; mucho, las atrae”.
Transcurría el año 1978, era maestro de matemáticas en el Instituto de liderato social en Zapatoca, Santander, Colombia. Fue el año que las fiebres reumaticas me convirtieron en huesped de un hospital por varias semanas y en casa postrado en una cama, por meses, hasta tal punto que había perdido la fe de levantarme y caminar nuevamente, fe que se avivaba gracias a los cuidados de mi esposa. Una única tarde me visitó una colega maestra de mi esposa a quien consideraban introvertida porque tenía la costumbre de leer, controvertir poner en el tapete temas relacionados con el poder de la mente. Hoy, ya no recuerdo su nombre pero si sus palabras que incidieron en mí permitiéndome ver y asumir la vida con otros ojos. Recuerdo que me decía al oído que “el hombre no se baña dos veces en el mismo río” , que “el cambio se da todos los días, con uno o sin uno”. Es como si la recordada maestra hubiese asumido esta frase confuciana que caló en mí: “Los cambios pueden tener lugar despacio. Lo importante es que tengan lugar” y empecé a esforzarme en pocas semanas, sin rechazar el dolor, volví a aprender a caminar; igual circunstancia debí volver a practicar hace seis años, luego de una cirugía de corazón abierto, cuyo cirujano me susurró: si deseas salir de cama rápido, debes intentar caminar y persistir, lográndolo en menos de siete días.
Después de la madurez viene la sabiduría con floración en cada acto de la vida. sobre ella el sabio chino enseñó: “Lo que quiere el sabio, lo busca en sí mismo; el vulgo, lo busca en los demás”. “La sabiduría se preocupa en ser lenta en sus discursos y diligente en sus acciones”. “Los defectos de un hombre se adecuan siempre a su tipo de mente. Observa sus defectos y conocerás sus virtudes”. “Sólo los sabios más excelentes, y los necios más acabados, son incomprensibles”. “Hay tres caminos que llevan a la sabiduría: La imitación, el más sencillo; la reflexión, el más noble; y la experiencia, el más amargo”. “Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos”.
Ho Chi Minch, el que ilumina.
Ir a Vietnam y no buscar los rastros del poeta y revolucionario Ho Chi Ming es como visitar Colombia sin leer alguna novela de Gabriel Garcia Márquez, o estar en Velez y no comer queso de hoja con bocadillo, o ir a una parranda veleña y no echar coplas; sería lo mismo que regresar a la Belleza y no piquetear con arracacha y no probar el dulce de papaya de tierra fría, o ir a Puente Nacional y no probar “el dulce Tiodolindo” y no averiguar quien fue Lelio Olarte o Eduardo Camacho Gamba; sería lo mismo que ir a Cartagena y no escuchar la historia del santo de los negros, visitar Santa Marta y no ir a la sierra nevada o ir al pantano de vargas y no contemplar el monumento a Rondón y sus 14 lanceros. Sería como ir a París y no visitar la torre Eiffel, o ir a Italia y no visitar el Vaticano; por eso, ya estando en Hanoi, mi curiosidad fue mayor, luego de conocer el templo a Confucio, junto con los hijos varones, nos pusimos en la tarea de visitar los monumentos en honor al revolucionario, y escuchar, así fuese en ingles, la narraciones orales que los guías hacen en honor a este enemigo del colonialismo que murió sin disfrutar del reconocimiento de su lucha por la independencia vietnamita.
Este político y poeta que nació el 19 de mayo de 1890, que estudio en Francia y luchó desde su pais contra el dominio colonialista galo, debió refugiarse, inicialmente en la URSS y posteriormente en China; usó varios apodos para evadir la persecución política interna y externa, siendo mas reconocido con el seudónimo de Ho Chi Minch que significa “el que ilumina”. Fue un comunista hasta el tuétano; conoció las ideas de Marx en Francia, vio la implementación del comunismo en Rusia y China y participo en varias internacionales comunistas.
Estando en China apoyó el ideario de Mao Tse Tung, pero con la traición de uno de los generales al pensamiento comunista, Ho Chi Minch cayó preso en ese país conocido en ese entonces por tener unas cárceles en donde la tortura, el hambre, las pulgas, las ratas, la mugre, la extorsión y el mal trato eran pan de cada día. Fue precisamente allí donde escribió su corto poemario “diario de prisión” que en su primera página y como presentación, escribió: “Hacer verso no ha sido nunca en mí, una pasión. Mas contra el tedio del encierro horrible luchando, rimando haré mas cortos los días en la prisión y esperaré que llegue mi libertad cantando”. Ho Chi Minch fue traslado de cárcel en cárcel, logrando escapar de una de ellas escondiéndose en Tailandia desde donde, montando diversos caballos, empezó a organizar la resistencia contra los franceses, luego contra los japoneses, y posteriormente contra los americanos cayendo preso varios años para ser liberado luego por los aliados creando posteriormente el frente para la liberación de Vietnam y un ejercito guerrillero que fue comandado por un general recién muerto en 2013.
Imágenes que perduran en mi memoria de los estragos de la guerra de Vietnam.
Quienes nacimos en el siglo pasado recordamos esa guerra cruel e inhumana que los americanos llevaron a Vietnam en la que los dos, perdieron. E.U. debió tocar la diana a 58.000 saldados que murieron en combate y curar a 304.000 que resultaron heridos, cifras insignificantes comparadas con los 3.000.000 de vietnamitas que cayeron luchando parta defender la Nación y unos 8.000.000 de civiles que resultaron heridos convirtiéndose en la guerra mas cruenta hasta ahora vivida por la humanidad.
Ho Chi Minch murió a los 79 años en una cueva cerca a Hanoi sin saber que su lucha no fue vana y aunque sus deseos después de su muerte era que lo incineraran, el pueblo por quien luchó y los dirigentes posteriores decidieron otra cosa para que la historia no oculte la visión libertaria y su vida de lucha contra los colonialistas, y sus restos estan embalsamados en el mausoleo de la ciudad.
Como a Lenin, cuyo cuerpo permanece embalsamado y exhibido en la Plaza Roja de Moscú desde su muerte en el año 1924, el cadáver del líder revolucionario y presidente de la república popular de Vietnam Ho Chi Minh, yace conservado en un mausoleo de la capital del país desde el año 1975. Paradójicamente, ambos líderes dejaron en su testamento el deseo, no respetado por sus sucesores, de ser incinerados tras su muerte. Era una forma de perpetuar su memoria y a la vez rendir un eterno homenaje, pero en realidad hoy funciona como una atracción turística más del país, a la que acuden por igual los viajeros amantes de la historia y los turistas curiosos.
Acepto que todos los hombres somos iguales el derechos y obligaciones, pero somos diferentes. En los habitantes de Tailandia, Vietnam y Camboya encontré unos valores que nos hacen diferentes a ellos, y esas diferencias nos hacen menos tolerantes, menos respetuosos, menos espirituales, menos trascendentes.
Por sus creencias religiosas, tan antiguas como el Antiguo Testamento, los budistas e induístas hacen reverencia a la naturaleza y todo lo que hay en ella. El ser humano es una expresión de una divinidad, y desde esta visión, se respeta, se venera, se admira y se reverencia al otro, con mas veras si es letrado y mayor de edad. De ahí la importancia que le dan a la cabeza, tanto a la propia, como a la de los demás; pues es en ella de donde emanan las ideas, los pensamientos, y es el lugar donde palpita la esencia del ser humano. Por eso es irrespetuoso tocar la cabeza del otro. Es irrespetuoso no reverenciar a los ancianos, monjes y letrados. La formación de los niños es asumida por los padres, y la familia cuida y mantiene en casa a los ancianos a quienes se les consideran sabios por la experiencia de vida; no se les abandona en los ancianato se les tira a la misericordia pública.
Los occidentales vamos al templo a pedir. Los orientales van al templo a dar gracias. Los occidentales damos monedas de limosna; los orientales entregan participaciones de los logros obtenidos. Los occidentales tenemos la envidia en las venas, los orientales bendicen a quienes encuentran en el camino. Los occidentales amanecemos pidiendo a Dios salud y dinero; los orientales amanecen dando gracias por el nuevo amanecer y ofreciendo abundancia para si y para los amigos.
En las pagodas vi comerciantes al amanecer haciendo oración de acción de gracias y cuando la noche poseía las calles, los mismos comerciantes iban al mismo templo a agradecer la cosecha del día en los negocios. Mientras nosotros rezamos jaculatorias, los budistas contemplan, reflexionan y meditan, sin pedir ni esperar sino el hoy, pues el ayer no existe y el mañana no ha llegado.
Los recuerdos de Vietnam están presentes en mí. Uso tenis fabricados en ese país y tengo un automotor ensamblado en Tailandia, los electrodomésticos y demás recursos electrónicos a mi disposición tienen Made in China o Vietnam; razones superficiales que me animaron a compartir con usted esta experiencia por algunos días en Hanoi.
Registro fotográfico del teatro de marionetas
sobre el agua
El teatro de títeres o marionetas sobre el agua de Hanoi es un espacio que mezcla la música vietnamita, con las danzas, el relato, el teatro, la comedia y el poema. El espectador al ingresar al recinto puede admirar los diferentes títeres a que a traves del tiempo han sido utilizados para el espectáculo, apreciando en cada marioneta, la artesanía, el color y la identidad nacional; ya en el palco con silletería cómoda y decoración única, entran el escena, no solo los títeres manipulados por invisibles manos, que solo se hacen visibles los titiriteros, al final de la presentación. La presentación es musicalizada por jóvenes talentosos que usando instrumentos originarios del país, interpretan música para que las marionetas actúen a su ritmo. Muy respetuosamente comparto algunas fotografías y un vídeo ( https://www.youtube.com/watch?v=SfiYjwu3NmU) que hice en esa ocasión y pego unos link para quienes tienen la curiosidad de ver y sentir una de esas presentaciones, y una tanda de música vietnamita. (https://www.youtube.com/watch?v=yuHbDsvfeVM)
Templo Lich Su Chua Ba Nanh
