LA IMAGEN PATERNA MARCA LA
EXISTENCIA
“Lo que
más ha marcado mi vida es el día que nací. Desde ese día mi padre me rechazó,
pero al menos me dio el apellido y vivo agradecida por ello. En este momento ya
no me importa si tengo o no papá porque gracias a mi mamá y con su amor vengo
saliendo adelante y soy muy feliz con ella”. (Carolina Paniagua del grado
9º.).
“Mi
padre desde mi niñez me mostró ser una persona responsable, honesta y
trabajadora, y de mi mamá decía que era una mentirosa que solo quería hacerlo
quedar mal. Pero con los años y más recientemente me ha dado cuenta que mi
padre me mintió. Él, es el irresponsable, es quien no le gusta trabajar, no es
honesto, y no se preocupa por nosotros que somos cuatro hijos”. (José Ángel
Pinto del grado 9º.).
Victimas de historias parecidas pululan por
las aulas de clase del colegio donde laboro. Éstas las encontré en un ejercicio
de composición en el que solicitaba que
en un solo párrafo se narrara el suceso o hecho que más ha afectado la
vida de quien escribe.
Los jóvenes negados por sus padres así como
los hijos manipulados por otros en contra de uno tienen manifestaciones
similares. Son solitarios, distraídos, con una autoestima baja, resentidos y se
envalentonan con facilidad.
Si un padre supiera el terrible daño que hace a un hijo no
reconociéndolo o mintiéndole sobre la madre, muy seguramente cambiaría de
proceder y de actitud con los retoños, pues realmente son retoños, pues muy
seguramente serán un espejo con los años.
Muchos nos quejamos de la violencia intrafamiliar ya en todos
los estratos, pero el origen de esa espiral está en el mismo hogar. Nos
corresponde a todos hacer una catarsis para sembrar amor. Si lo hacemos
cosecharemos de los mismo: amor; si no lo hacemos, seguiremos aumentando la espiral
de violencia que se vive hoy en numerosos hogares.