En un pequeño municipio de Santander, cuyo nombre recuerdan en Colombia desde la revolución de los comuneros en 1781 por ser bautizada en ese lugar una de las heroínas de la independencia, María Antonia Santos Plata, hija de don Pedro Santos, antepasado del presidente de Colombia, JUAN Manuel Santos, llegó al mundo una persona que por su complexión física, por su forma de caminar, por sus sueños e ideas, por su método de estudio, por sus escritos, por sus anhelos de ver un mundo mas justo y solidario dirigido con los principios cooperativos, nació Darío Benítez, quien semeja a El Quijote de Miguel Cervantes Saavedra, el padre de la novela moderna, el grande de las letras castellanas.
Así como don Quijote representa la concepción del amor caballeresco por Dulcinea del Toboso que encarna uno de los ideales de la mente humana como ideal ético, social y estético de la vida, y la obra es una magna síntesis de vida y literatura, soñada, es a la vez, una integración entre el ser, el hacer y el pensar; así es Darío Benítez, un campesino tabacalero que alcanzó el tercero de primaria, tiempo suficiente para que la profesora Elvia Marina Corzo, sembrase el amor por los libros y por el conocimiento, convirtiéndolo en un autentico autodidacta que por 48 años fomentó la causa cooperativa en Santander colocando las primeras piedras de SERVICONAL en Puente Nacional. Fue el segundo gerente, y por 17 años, de la naciente Federación de Cooperativas COOPCENTRAL en la perla del Fonce, San Gil, Santander; hoy único banco del sector solidario colombiano. Fue gerente por tres años de la pujante COTRASANGIL. Cofundador y primer administrador de UNISANGIL y cofundador y primer representante legal de ja FUNDACIÓN COMULDESA.
Una persona en permanente construcción.
Un mes antes que un grupo de oficiales del ejercito colombiano instigados por Laureano Gómez, retuviesen por tres días al presidente de Colombia en Pasto, el Dr. Alfonso López Pumarejo, nace Darío el 4 de junio de 1944 en una casa de tapia y teja de barro en una vereda de Pinchote.
De niño fue señalado como el bastardo, igual que sus herman@s, por ser hijos de una linda a agraciada zagala, hija de familia aparcera que derivaba el sustento de los cultivos de tabaco, maíz y millo en la hacienda de Don Salustiano Duarte Acevedo, un respetado señor latifundista con familia reconocida, quien se enamoró de Ester Benítez Bermúdez cuando ella tenía 16 años y a quien le heredó en 28 años, cinco hijos y unos cinchos de tierra conocidos aún como la finca La Quinta en los que ella vivió haciéndolos producir hasta que murió a los 96 años sin conocer un segundo varón.
En su tierna edad fue testigo con sus cinco hermanos, del señalamiento como “pecadora y amancebada” que le hizo un sacerdote cuando un domingo vio a la madre en el templo en misa. Igual notó cómo en las procesiones religiosas, era prohibido formar estaciones frente a la casa de Ester por ser marcada como un lugar de pecado.
Raúl, uno de los hermanos varones lo perdió bajo el corte de un machete por la mano de un campesino aparcero que no se sintió bien compensado con el pago y liquidación de unas cargas de tabaco. Pendientes que se tranzaron un sábado bajo el calor de unas cuantas tazas de chicha de millo en una guarapería de San Gil. Sus tres hermanas, al igual que Darío, usaron los años de escuela y el ejemplo de la madre, se empeñaron, una como empleada en el sector cooperativo y las otras dos, como comerciantes.
Luego de una semana dedicada al oficio del tabaco, ensartando esperanzas y colgando sueños se fue con su hermano Raúl a la Colombiana a vender unas cargas de tabaco para abonar a los prestamos y recibir las sobras para el mercado familiar, fue reclutado en inmediaciones de la plaza de mercado de San Gil por el Ejercito Nacional, alcanzando, luego, el grado de cabo. En sus propias palabras contó que el Estado, en ese entonces, tenía dos grandes “escuelas del crimen”: El servicio militar y las cárceles, espacios a donde llegan inocentes campesinos para ser humillados y castigados conociendo los vejámenes de la inmundicia humana perdiendo los valores que, en la familia, se adquirieron desde la niñez.
El 7 de enero de 1965 debió como suboficial del Batallón Galán, combatir al naciente ejercito de liberación nacional-ELN- en Simacota, Santander, movimiento guerrillero colombiano que hizo la primera incursión en su historia oscura en el país presentando el manifiesto con las razones de la naciente lucha de los hermanos Vásquez Castaño, alumnos de Fidel Castro, formados y entrenados en la isla donde precisamente las FARC y el Estado Colombiano acordaron seis meses para dar por terminado la confrontación militar con millares de victimas en mas de cincuenta años de confrontación.
La presencia de una guerrilla en tierras comuneras preocupó a Ester, quien con llanto de madre acudió al Batallón a convencer a Darío para que abandonase la carrera militar ofreciéndole un taxi para trabajar, responsabilidad que asumió hasta cuando fue abordado para un servicio hasta Puente Nacional por el párroco de esa localidad, el sacerdote Eduardo Vargas Sierra, quien al escucharlo platicar sobre las lecturas hasta hora realizadas, sobre la forma como entendía la política e interpretaba la realidad del país, le propuso que se fuese a trabajar con él, reto que aceptó luego de enajenar el taxi y entregar a la madre el capital inicial invertido en el automotor.
El pionero
Acontecía en Colombia la visita del papa Pablo VI y en ese mismo año, hubo un temblor en Colombia con numerosas victimas y daños, entre esos, el frente y la cúpula del templo de Puente Nacional. Darío recibió la encomienda administrativa del Chircal y la finca agropecuaria de Cantano por encargo del sacerdote Vargas Sierra, quien además estaba empeñado, como otros tantos sacerdotes en la jurisdicción eclesiástica, en fomentar el pensamiento cooperativo constituyendo una cooperativa de ahorro y crédito en cada parroquia. Luego de jornadas de capacitación cooperativas por barrios y veredas, se constituyó con 150 asociados y $ 24.000 de capital la Cooperativa de Ahorro y crédito de Puente Nacional: SERVICONAL, el 20 de abril de 1969, empresa solidaria que hoy supera los cinco mil asociados con unos activos de 14 mil millones de pesos.
Los frutos del trabajo educativo y financiero de Darío en tan poco tiempo en la tierra de Lelio Olarte, lo hicieron merecedor de una beca en Panamá en el Instituto Cooperativo Interamericano-ICI- en donde estuvo dos años formándose en filosofía cooperativa, contabilidad, administración y finanzas bajo la dirección del fundador, un sacerdote de origen canadiense muy amigo de Salvador Allente (q.e.p.d-) y Fidel Castro.
Cuenta Darío desde su apacible espacio campesino puesto sobre un barranco a la vera de la carretera central que une a Bucaramanga con Bogotá, que fue precisamente en ese instituto donde despertaron su consciencia social, su consciencia política, su consciencia económica y su ser, luego de leer el capital de Carlos Marx, la obra fundamental de Adams Smith, “las Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, además del pensamiento del pionero del socialismo ingles, Robert Owen considerado el padre del sistema cooperativo mundial.
Los puntos capitales del sistema social de Owen aparecen en su obra: Libro del nuevo mundo moral y se pueden resumir en lo siguiente:
-El hombre, al venir al mundo, ni es bueno ni malo, son las circunstancias las que modifican esta situación.
-Al hombre le es imposible modificar su organización, por lo cual no puede ser responsable de sus actos.
-La verdadera felicidad consiste en la asociación con sus semejantes y en la ausencia de toda superstición.
-La religión nacional es la caridad que admite un Dios creador, eterno e infinito, y su culto la ley natural.
-El gobierno debe abolir las penas y recompensas y proclamar la libertad de conciencia.
-Un hombre vicioso es tan solo un enfermo.
-La igualdad perfecta y la comunidad absoluta son las únicas reglas posibles de la sociedad.
-Por último, en la comunidad sólo ha de haber la jerarquía de los cargos, que deberá ser determinada por la edad.
Al regresar Darío del ICI, es vinculado, por iniciativa del presbítero Ramón González Parra, director en ese entonces de SEPAS como segundo gerente de la naciente Federación de cooperativas, COOPCENTRAL, organismo cooperativo de segundo grado, desde el cual, con el apoyo educativo y moral de la Iglesia Diocesana, patrocinó la constitución de las las cooperativas de Socorro, Zapatoca, Villanueva, Barichara, la Belleza, Galán, La Granja y Pinchote.
Fue Darío quien colocó las bases para la expansión del sector cooperativo en las provincias del Sur de Santander, proyectó a nivel regional a Coopcentral hasta llevarla financieramente controlada y regulada por la Superintencia Bancaria de Colombia, organismo estatal que recomendó, dado el volumen de ahorros que manejaba la central, que se implementara una gerencia con bases científicas para catapultarla a nivel nacional, trabajo que realizó el economista Álvaro Arguello Rodríguez, quien sucedió en la gerencia al autodidacta Diario Benítez.
Transcurría 1990. En Colombia iniciaba el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, el presidente de la apertura económica. El país vivía y sentía el terror. El candidato del desmovilizado M-19, Carlos Pizarro León Gómez, moría en un atentado dentro de un avión de Avianca y nacía por iniciativa de estudiantes la séptima papeleta para reformar el congreso y renovar la vida política, social y económica del país. Darío Benítez, se vio obligado a renunciar a la gerencia de Coopcentral, empresa cooperativa de segundo grado a la que le había dedicado su vida hasta ese momento.
Al crearse la universidad UNISANGIL, Darío fue vinculado por tres años como administrador, siendo su primera gestión adecuar la sede en donde funcionaba el Colegio San Carlos; posteriormente fue llamado a ejercer la gerencia de la cooperativa de transportes de San Gil: COTRASANGIL en donde dejó huellas con los manuales de operaciones y funciones, pero como no tenía vinculado ningún automotor, fue reemplazado por orden de una asamblea general, circunstancia que fue aprovechada por uno de sus alumnos empíricos, reconocido por haber ejercido la gerencia de SERVICONAL y en ese momento, hasta hoy, gerencia a la pujante COOPMULDESA, el Señor, Luis Eduardo Torres.
Darío formó parte de comité de educación impulsado la conformación de la fundación Coomuldesa en donde laboró hasta pensionarse por servicios prestados dejando en pleno crecimiento al Instituto Marco Fidel Reyes, una institución para formar a los jóvenes en los campos cooperativos.
Escribió en ese entonces el sacerdote Ramón González Parra en la pagina 2 de la edición de JOSE ANTONIO, el periódico del Sur de Santander, del mes de octubre de 1990, se refiriéndose a Darío Benítez: “Alguien ha dicho que la grandeza de un hombre se mide por el tamaño de sus pensamientos”, y en le caso de Darío Benítez no hay otra forma de hacerlo. En efecto su fragilidad física, su timidez reconocida y su voz a medio desarrollo no permiten hacer otra clase de mediciones. realmente no se explica como pudo llegar a ser de puestos de ejercito y de policía, antes de incursionar en el cooperativismo. Seguramente había mucha escasez o en esa época se tomaban en cuanta otras cualidades. Pero afortunadamente sus limitaciones físicas se han visto en su vida ampliamente compensadas por sus virtudes y valores. Son su estatura moral, su inteligencia aguda, su lealtad a toda prueba, su practicidad en la administración y sensibilidad social, unidos a su fino humor, las virtudes que lo han hecho grande y lo realizan en el concierto de cooperativismo regional y nacional” en las tres ultimas décadas del siglo XX”.
"…muchas veces hemos pensado que Darío ha sido una de esa personas que no erró en su vocación. Escogió y logró ubicarse en un tipo de trabajo y empresa que, mas que presencia física o palancas, requería virtudes y valores. Por ello no es raro, como el mismo cuenta con humildad, que en diversas ocasiones mucha gente le preguntaba si estaba o conocía al gerente de Coopcentral….Soy yo, –respondía- sin dar muestra de disgusto”.
Este pionero del cooperativismo santandereano, sin ser maestro, formó en la practica y con el ejemplo a numerosos santandereanos que se convirtieron en gestores del crecimiento empresarial cooperativo en la región en las ultimas tres décadas del pasado siglo y las primeras del presente.
Debió dejar a COOPCENTRAL cuando el cooperativismo colombiano empezaba a consolidarse con el ahorro y crédito con la conducción de profesionales, pero uno de sus alumnos, Don Luis Eduardo Torres, valorando su trabajo le dio la oportunidad de seguir laborando en el sector cooperativo, esta vez, con la FUNDACION COMULDESA, en donde cumplió el tiempo para pensionarse convirtiendo esta fundación en un instrumento de formación integral para jóvenes y adultos de cada municipio en donde la cooperativa tiene sede, generándose con esta acción un efecto creciente de consolidación de COMULDESA que viene haciendo presencia en 28 municipios de dos departamentos con un musculo financiero que muestra los resultados que se logran cuando los pobres unen los ahorros para prestárselos entre sí suscitando un desarrollo económico en cadena
Darío, es un hombre autodidacta y pragmático.
Le conocí en 1975 en un curso de cooperativismo en el que él era capacitador: Era tan convincente su testimonio y el aprecio por la economía sin animo de lucro, que me convenció para asumir la tarea encomendada junto con el párroco, Arnulfo Carreño, para evitar la quiebra y cierre de la cooperativa multiactiva de la Belleza Santander. Un año después, fui nombrado por el Ministerio de Educación como docente nacional en un instituto de liderato social en la población de Zapatoca, en donde, además de cumplir las funciones de maestro, me convertí en promotor de cambios directivos y administrativos en la cooperativa de esa localidad. En 1980 fui designado para dar vida al departamento de comunicación del Secretariado de Pastoral social de la Diócesis de Socorro y San Gil con sede en esa ultima ciudad.
Darío Benítez fue el columnista del JOSE ANTONIO, el periódico del sur de Santander con el espacio titulado “La rebelión” fue haciendo por 12 ediciones un parangón de las causas que originaron las revolución comunera de 1981 con la situación que vivía la región y Colombia 200 años después.
“Querer olvidar e interpretar erradamente la historia es una vil traición. a sus forjadores y una injusticia con las nuevas generaciones”. Era la frase con que se iniciaba cada columna.
“La heroica insurrección de los comuneros en 1981 no ha sido bien estudiada,parece que existiera temor de quienes controlan la educación, en dar a estos acontecimientos el verdadero contenido político, económico, social y religioso. Y somos precisamente los santandereanos del Sur, que aún mantenemos la condición de explotados, quienes debemos exigir que la historia se cuente y se enseñe al derecho.
Aun labramos la tierra donde quedaron esparcidas las cenizas de José Antonio Galán, Lorenzo Alcantuz, Isidro Molina, Manuela Beltrán, Antonia Santos, tantos otros héroes que volver a vivirla no es necesario ”- escribió en la pagina 4 de la edición 5 de agosto de 1980-.
Y como si el trabajo y el cansancio no lo acompañaran, Darío tenía ocasionalmente otra columna en el periódico JOSE ANTONIO que bautizó como “Comentarios e incógnitas” que tenía como slogan : “ No tengas miedo, sigue hablando, no calles”. En ella comparaba un hecho noticioso del mes anterior y lo analizaba a la luz de una cita bíblica.
En la edición 13 de mayo 2 de 1981 en la pagina 3 de ese mensuario, escribió: “ No se trata de cambiar el yugo capitalista por el yugo marxista; se trata de hacer mas humano y mas cristiano (cualquiera que sea la tergiversada filosofía que se practique) el sistema de vida en que se debate Latinoamérica. Es necesario acabar con la esclavitud, entendida ésta, como las injusticias sociales y económicas.
Luego citaba: “ Si eres esclavo no te preocupes por eso, pero si puedes conseguir la liberación, no dejes pasar la oportunidad”. (San Pablo).
En la misma columna, en otra edición escribió: “ Recuerdo que una maestra aprovechando la ingenuidad de mi niñez, me enseñó tres mentiras :
1-. Que Cristóbal Colón descubrió a América.
2-. Que Panamá se había separado de Colombia mediante un convenio fraternal entre los dos países.
3-. Que el gobierno del general Rojas Pinilla había sido un desastre económico para Colombia.
Años mas tarde, y por mi dedicación a la lectura comprendí:
1-. Que América ya estaba descubierta y que las culturas inca, maya, y chibcha tenían mas valores que que los bárbaros europeos.
2-. Que lo del canal de Panamá no fue mas que un miserable robo al país.
3-. Y que el gobierno de la dictadura fue próspero para la economía nacional”.
Cerraba esa columna con la siguiente frase: “ Defendamos los rezagos de valores que aun conservan el habitante del campo; él es acechado por los fanáticos de las sectas religiosas extrañas, por políticos inescrupulosos, por brujos, magos, mentalistas y hechiceros”.
En otra edición escribió: “La victimas de la ignominia social están más próximos a ser perseguidos por eso que la gente llama justicia”, y explica esa afirmación citando: “ el campesino que por desgracia va a la cárcel o debe prestar el servicio militar, recibe un trato tan degradante que mas bien parece que hubiese sido matriculado en una escuela del crimen”.
“Requisitos mínimos para ingresar a la cárcel:
a. Ser analfabeta o intelectual consciente.
b. Demostrar extrema pobreza económica.
c. Haber cometido un delito, o por lo menos dar indicios de sospecha”.
“En las cárceles como en los manicomios no están todos los que son, ni son todos los que están”. “ Me atrevo a afirmar que en las cárceles como en los batallones se violan los derechos humanos y existen casos de tortura física y psicológica. En estas escuelas no existe el trato democrático con las personas. No dejan pensar, no dejan hablar, se cumplen ordenes y se castiga injustamente. La alimentación es inadecuada; los dormitorios en las cárceles y en los calabozos de los batallones son pocilgas para animales; no dejan dormir; el asedio y la obstinación son frecuentes. No dejan leer, no dejan descansar, no hay movilidad ni recreación. Esas escuelas desubican a las personas de su rol familiar, del tiempo y el espacio, se pierden los valores y se aprenden vicios y cuando están libres, la sociedad los rechaza”.
Cuando Colombia fue sorprendida con el premio nobel concedido a un desplazado político del gobierno de la Seguridad Nacional, Darío escribió en su habitual columna: “ No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” refiriéndose a que Gabriel García Márquez había recibido el premio nobel de literatura…las clases populares, los gobiernos democráticos, los luchadores sinceros, honestos y valiente que buscan la justicia social económica del pueblo latinoamericano mediante la revolución sin sangre, fueron galardonados con el premio nobel de la paz. Fue Latinoamérica, representada por el nuevo Cervantes, la invitada a buscar su propio destino sin esperar otros “Cien años de soledad”.
"GGM, un hombre de cuna humilde, de ideas socialistas, fue distinguido entre los hombres grandes del mundo, aceptando que las ideas expuestas por su pluma en numerosas obras contribuyeron a la paz mundial". (Comentarios e incógnitas, pagina 3, año 3 No. 31 de noviembre de 1982).
Darío dio prioridad al trabajo sobre la vida matrimonial, razón por la cual, debió conceder el divorcio al primer amor por muchos años de cuya unión quedaron 4 varones, hoy abogados reconocidos dentro del sector cooperativo regional. Hoy vive los años cuando aflora la sabiduría con una dulce fámula campesina como si fuese una reencarnación de Ester en sus atributos, en sus valores, en el amor por servir a los demás sin condiciones.
Quienes fuimos sus alumnos y conocidos lo seguimos apreciando y admirando, mientras su vida transcurre perdido entre la gente como un campesino mas que siembra café y legumbres para contribuir con la alimentación de los niños de la señora que hoy es su bordón y compañía en la vejez, mientras las empresas que gestó y apoyó, y las personas a quien apalancó financieramente tienen sus propios protagonismos y en sus historias empresariales se omite el papel que jugó este pinchotano autodidacta por varios años en la economía regional.
Darío es un ejemplo de superación y auto-formación, es un defensor de los desposeídos y de los derechos humanos como se infiere de sus columnas en el periódico JOSE ANTONIO.
Además de prestar el servicio militar y ser suboficial del ejercito, ejerció como sacristán. Bebió el néctar de poder y escribió para ser estudiado. Fue un gerente financiero y un ejecutivo cooperativo. Gozó de una claridad filosófica y solidaria y mostró un respeto por la fe, la patria y la comunidad y con los años volvió a su origen, vive en una vereda de San Gil, y aunque su nombre hoy poco es reconocido, son varios los libros que se han impreso referenciando el papel de quienes pertenecieron a la escuela cooperativa de Diario Benítez.
La Margarita, octubre 1o. de 2015
NAURO TORRES QUINTERO.