jueves, 15 de enero de 2015

Rita, la profe asesina

 

La enterraron como un perro, a la vera de una quebrada. La mataron en la hondonada donde minutos antes había seducido y poseído, cual perra en celo, a su asesino. El lecho de su seducción fue su tumba, y sobre él, no hubo lapida ni cruz de palo. No tuvo familiares ni amores que intentaran darle cristiana sepultura. Murió en su ley, la misma que aplicó con apuestos jóvenes campesinos que enamoró y luego les dio un disparo en el corazón.

Fue profesora de los grados cuarto y quinto en la Escuela de Providencia, una estación del tren de la vereda Jarantivá, Puente Nacional, Santander entre los años 1959 y 1961, cargo que abandonó para formar parte como única mujer chusmera del grupo de Efraín González, alias “don Juan”, de quien se enamoró perdidamente, y a quien acompañó en aventuras de diversa índole masacrando liberales en tierras de la provincia de Vélez. 

Rita la profe asesina, era joven, menuda, liviana y voluptuosa; de pelo crespo corto y suelto mientras ejerció en Providencia. Con ojos de perra y piel con rastros del acné. Siempre la vi con pantalón unicolor como los que en esa época, usaban los varones.

Perteneció a una familia oriunda de Puente Nacional cuyo apellido me recuerda a los felinos emparentados con los tigres y los leones. Sólo tuvo dos hermanos, un macho mayor y una tierna hermana, también profesora que ejerció en esa misma época en que los “godos”, como los “cachiporros” tenían sus patrocinados bandoleros.

clip_image002 Fotografía de Efraín González, alias “don Juan” o “el siete colores” como lo llama el escritor Pedro Claver Téllez.


Rita no volvió a la escuela a enseñar por dos razones: la primera, su enamoramiento de Efraín González Téllez de quien Samuel Moreno Díaz escribió en el periódico de la ANAPO, “Efraín quería que la tierra fuera para todos y no para unos cuantos, que la riqueza fuera distribuida entre los desamparados. Regalaba sus escasos recursos a los pobres. Vivía junto a los ventisqueros, en esos pasadizos roqueños y pelados que separan unas de otras las altas cumbres de Santander y Boyacá, donde corría su mito de varón, su leyenda de fauno. Allí se batía erguido, rígido, semejante a un tronco descarnado y reseco por los soles y las tempestades”. Moreno Díaz, oriundo de Vélez, fue bisabuelo de los Moreno Rojas de vergonzosa gestiones en la Alcaldía de Bogotá y padre de la llamada capitana del pueblo, María Eugenia Rojas.

Y una segunda razón, asesinó a su hermana Clotilde de un tiro en la frente estando en el portón de acceso al patio de la casa colonial paterna de puerta verde y paredes de adobe que  murió por el abandono en la vía principal a la población después de acceder por las escaleritas. La asesinó por haberse atrevido a advertirle la desdicha que caería sobre sí y la familia al enamorarse del “tío” como también susurraban los partidarios al referirse al mismo “mito de los siete colores” como tituló uno de sus libros el cronista bellezano, Pedro Claver Téllez, sobre la presencia de quien tiene una lápida en el barrio del veinte de julio en el sur de Bogotá que reza: “Aquí peleó durante cuatro horas, un cobarde criminal contra 1.200 valerosos soldados colombianos”

Rita anduvo por pueblos, caminos y desechos, acompañando al personaje más recordado aún en la provincia de Vélez; pero como era un don Juan, tenía novias y amantes por los recónditos lugares que se movía como pedro por su casa. Rita fue abandonada a su suerte en los campos heridos por el partidismo en Puente Nacional.

En sus nuevas y solitarias andanzas por parajes conocidos, visitó a jóvenes apuestos campesinos. El primero fue a Polo, quien fue inspector de Policía mientras ella ejerció como maestra en el corregimiento de Providencia. En un encuentro amoroso, en un bosque de robles en la vereda Montes, luego de bañarse con pasión sobre una ruana de lana blanca, lo asesinó de un disparo en el corazón, y allí mismo, lo enterró en el bosque. 

Como el hecho ocurrió al atardecer, Rita no se percató que Polo arribó a la cita en su caballo moro que había dejado apegado a un pino ciprés, muy cerca donde fue su fin, y antes de perderse entre las hojarascas de la vergüenza partidista disparó en dos ocasiones  contra el indefenso caballo que no se doblegó, pero si, se levantó de manos intentado defenderse. El caballo moro fue una prueba que fue llevada a Puente Nacional, y luego de estar en el “coso” por dos dias, le extrajeron los plomos de una de sus nalgas, viviendo al servicio de una familia amiga de Polito, como le decían al inspector de policía de Providencia oriundo de Peña Blanca, Santander.

Pedro en Sandimas, José en Cacho Venado, Miguel en Jesús María, fueron otros jóvenes que perdieron la vida en el juego de la “rana” como le gustaba que le dijeran; pero Fermín fue quien la sedujo y luego de satisfacerla, la mató de la misma manera que ella lo hizo con sus enamorados.

Fermín fue contratado en Caldas, por algunos dirigentes azules que antes habían patrocinado algunas acciones del grupo de Efraín González. Lo contrataron para frenar el sacrificio de mas jóvenes apuestos campesinos. Trabajo que hizo luego de un par de semanas de estar en tierras de Puente Nacional, retornando a su tierra luego de recibir la paga por el trabajo oculto realizado.

Con la muerte de la rana se cumplieron los refranes: quien a hierro mata a hierro muere. Entre la pasión y el odio, solo hay un paso. Quien gusta de matar, no para sino hasta que lo maten.

miércoles, 14 de enero de 2015

Del no regreso al colegio

 

 

 

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En los colegios fui docente en varias asignaturas. Desde profesor de dibujo, artística, matemáticas, emprendimiento, lengua castellana y filosofía. La foto corresponde a trabajos realizados por alumnos del Colegio Luis Camacho Rueda de San Gil en el 2009.

LA VIDA….UN EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hace tres años me escribió el escritor PEDRO ANTONIO MATEUS MARIN, natural de la Belleza, Santander y en su misiva  literaria hace una reminiscencia de lo que significa e implica regresar al colegio, y en mi caso, el no hacerlo, por la sencilla razón que es mejor retirarse a tiempo y no esperar a que lo retiren y lo arrinconen al cuarto de san alejo.

 

La misiva pongo presente, para con ella, anunciar mi retiro del magisterio santandereano, luego de 42 años de vinculación. Ocasión para AGRADECER al Estado Colombiano por la oportunidad de trabajo, a los padres de familia de los cuatro colegios en los que laboré, a la Diócesis de Socorro y San Gil, a la cual, estuve vinculado 28 años, a los ex alumnos que mostraron interés en mis clases y charlas de los viernes, a los colegas que me brindaron su amistad.

 

Colegio 043 Hoy en la aulas, muchos alumnos no usan cuadernos, se Expresan en los pupitres, por eso cada año, los colegios invierten dineros reponiendo pupitres que deberían cuidar responder los padres de familia, pero los rectores asignan esa responsabilidad a los directores de grado.

 

Agradezco a quienes en la Belleza se opusieron a mi labor como maestro y como emprendedor cooperativo. Gracias a ellos, llegué a trabajar con la Diócesis de Socorro y San Gil. Agradezco el acoso laboral del que fui victima de la actual rectora del Colegio Luis Camacho Rueda, pues me abrió la puerta para terminar mi labor en el colegio oficial de mayor proyección en San Gil, El Colegio Técnico Nuestra Señora de La Presentación, ranqueado entre los 900 primeros colegios de la Nación en las pruebas saber.

 

Agradezco a los padres de familia que en el 2014 se vinieron, lanza en ristre contra mí, por exigir a sus hijos un libro de lecto-escritura y un par de textos de literatura  para enseñarles técnicas de redacción y técnicas de comprensión de lectura. Ellos agilizaron mi decisión de retirarme al empezar el presente año lectivo. Esos padres de familia no tuvieron la oportunidad de ir al colegio, y aún no han comprendido que el estudio es una inversión a largo plazo, y que son ellos, los primeros maestros.

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Esta fotografía tiene alguna importancia histórica, por quienes allí posamos, personas emprendedoras en la década del noventa del siglo XX: directivos de Coopcentral, fundadores de EDISOCIAL, EL COMUN, UNISANGIL, LA COMETA.

Hay dispersos en el mundo personas con diferentes profesiones que tomaron la decisión de centrarse en  sus estudios en convertirse en emprendedores. Los hay desde obispos, sacerdotes, jueces, fiscales, empresarios, maestros, alcaldes hasta mensajeros. Y muchos de ellos me han hecho saber de alguna palabra o idea de mi boca que los animó a convertirse  en lo que hoy  son.

 

Estoy agradecido con la vida y con todas las personas por la bendiciones recibidas por mi labor. A cada uno mil gracias. Comparto con mis lectores esta misiva que he retomado ahora, pues su mensaje toma mayor vigencia al pasar al uso del buen retiro. Al reconocido escritor, gracias por sus libros que periódicamente me regala para recordarme que en los libros esta en conocimiento y el mejor compañero en la vejez que ya esta en mi puerta.

 

LA CARTA DEL ESCRITOR PEDRO MATEUS MARIN

 

Bucaramanga, enero 21 de 2012

 

Don Nauro José Waldo Torres Quintero

 

Gusto en saludarlo.

 

Gracias por su mensaje.  Ahí estamos, como ayer, al pié del cañón.

 

Otra vez el año escolar. Los muchachos al colegio. Con su morral a la espalda, su uniforme y sus intereses. Los profesores a sus clases. Vuelven los preparadores. Los observadores. El manual de convivencia. el consejo directivo. El Rector, el coordinador, la tienda escolar, las parejitas de enamorados, los besitos, las cogidas de mano..., el portero, el celador, la aseadora,  todo vuelve, es la rueda del sam-sara, el devenir;  al contrario de lo que dijo el filósofo Heráclito de Éfeso, otra vez nos bañamos en el mismo río. La rutina de siempre, dice la gente.

 

A estas alturas  de la vida, cuando ya poco vemos a lo lejos, o porque los ojos no dan más,  o porque no hay nada que nos interese en la otra loma. Volver al pasado, recuperar el tiempo perdido, hacer memoria... Eso es meternos en la eternidad. Porque no hay presente que valga. Ni futuro de dónde agarrarnos. Solo un eterno pasado, pasando a cada instante, la infancia, la juventud, todo llega a cada instante. Los lugares por donde uno ha andado después de haber pedido luz Dios para reconocer sus culpas, como decía el Catecismo del padre Astete. Ese era el examen de conciencia. Y la vida es eso, un examen de conciencia, con propósito de la enmienda, contrición de corazón y satisfacción de obra.

 

Qué bueno, qué reconfortante, a esta hora, un pequeño libro titulado "El gran arte envejecer", del monje benedictino Anselmo Grün.  Aprender a desprendernos de lo que ya no nos pertenece. La juventud. Los bienes materiales. El poder. La salud. La sexualidad. Aprender a ser lo que realmente somos: viejos. Viejos queridos.

 

Porque envejecer no es deteriorarse, dijo el otro. A no ser que nos amarre el complejo de "Peter Pan", o el de la Amparo Grisales que se niega a dejarse ver las arrugas. Qué tal, si ser viejo es bien sabroso. Se vive más y se duerme menos. Aunque nadie lo crea, la vida comienza a doblarse después de los cincuenta. Porque es  entonces cuando la vida comienza de la cintura para arriba y pasa a segundo plano de la cintura para abajo.

 

Y si no, léase esa historia trivial escrita por nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, que se titula "Memoria de mis putas tristes". Lo triste es que el viejito salió tan decepcionado que se le olvidó pagar la tarifa. Lo demás era obvio.

 

Ole, sí, también yo recuerdo el susto de la gente cuando se acercaba el año 60. Una oscuridad de tres días. El apronte de velas y fósforos benditos fue impresionante. Los curas no daban abasto a bendecir velas y confesar gente.

 

A propósito, estoy escribiendo una historia de algunos paisanos, amarrada a la leyenda de la aparición del cometa Halley en 1910. Eso sí que fue tenaz; todos creían que el mundo se iba acabar, pues los curas decían que cuando el cometa pasara cerca de la tierra la podía acabar con el barrido de la cola. Que no fuera más, cuatro años después, en 1914, estalló la Primera Guerra Mundial, cómo le parece. Fue el mismo que pasó en 1986, pero con menos expectativa, pero con no menos desastres, los horrores del narcotráfico con Pablo Escobar, la tragedia del Palacio de Justicia, la destrucción de Armero, el exterminio de la U.P. etc. etc.  Bueno, y como decíamos en una anterior, nos alegramos de ser protagonistas del comienzo de una nueva era, que no es poca cosa.

 

¡Amen, alleluja!

 

Por hoy, dejemos aquí la historia. Que Dios y su deseo de realización, le sean propicios, don Naurito. Un caluroso abrazo, y hasta pronto, mi querido amigo.

 

Pedro A Mateus M.     

Trastocado

    “ Cuando el poeta está enamorado es incapaz de escribir poesia sobre el amor. Tiene que escribir cuando se acuerda que estaba enam...