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miércoles, 12 de agosto de 2020

MI BORDÓN, COMPAÑERO EN EL CAMINO. Poema de Nauro Torres Quintero

 

"No llores porque se terminó...

Sonríe porque sucedió"

Gabriel García Márquez

 

Del Carare llegaba la vara,
delgada mas no flaca ni liviana, era;
caramelo pintaba su color
irradiado por el guayacán
en menguante cortado.
 
Secar al sol y curarlo en el fogón,
asegura flexibilidad, liviandad y dureza
para espantar un perro
o desviar el arrebato de un novillo ariscón.
Tradición Veleña: 2019-01-20 
Nudillos tiene en su extensión proporcionada;
en el lado más delgado,
un hueco al calor se perforaba;
por él, se ensarta fino brincho
cortado y curtido de un cuero
de becerro desnucado en el barranco.


Un nudo riñón con cuidado se tejía
proporcionando el ojo
y asegurar la mano 
con el equilibrio deseado,
sin perderle en el camino, 
cantina o rastrojo.
 
Me valí de mi bordón en lodosos caminos,
arrié recuas para aligerar el paso,
azucé a la enterrada mula,
saqué brío al caballo,
asusté los perros,
atajé manazos de borrachos,
espanté culebras,
y con orgullo campesino,
lo luzco en la mano. 
 
Por décadas estuvo en la columna
colgado en el clavo de madera;
solo lo descolgaba para ir a la finca
a retomar las faenas 
que aun  me atan al campo.
 
Hoy descansa mi bordón de guayacán,
en el rincón de mi cama;
es asiduo compañero,
equilibrando las canas, 
facilitando la movilidad  y 
restando la grima de partirse la jeta. 
Los nietos, al bastón señalan al bordón.
no les interesa conocer del perrero,
del guayacán y el brincho 
y su utilidad en el campo;
se burlan cuando les cuento 
que mi bordón es extensión 
de mi cuerpo ajado.

 

NAURO TORRES Q,

D.R.A.

San Gil, agosto 11 de 2.020 

¡MI RANCHO DE HOJAS DE CAÑA¡ Poema de Nauro Torres Quintero

  

"La tierra es abundante para todos,

pero no para la voracidad del consumidor"

Mahtma Gandhi


Mi rancho de hojas de caña,

era espantapájaros, en la labranza;

guarecía la remesa, la estera y la brasa;

la miel, el azadón y las machetas;

la ropa de trabajo y alpargatas;

mi bordón y mi perro, capitán.

 

Mi rancho de hojas de caña,

Fue mi castillo en la niñez, y hoy, mi añoranza.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

Rancho Tavera. Naturaleza aun aborigen para la aventura selvática ... 

El sol entraba al poniente por la entrada,

al medio día era sombrilla a quienes amábamos la labranza;

ocultaba el ocaso con su espalda;

en la noche una cueva segura para descansar;

 nos abrigaba el calor de las piedras y brasas

del fogón triangular que, en el pórtico, estaba.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Isósceles era su entrada y retaguardia,

rectangulares sus caras;

piramidal su estructura camuflada;

en cuatro cimientes de arrayán, se apoyaba,

ayuntados con varas de juco,

 sesteados leños delgados atados con bejuco de montaña;

lucían sus caras anguladas

cual praderas entreveradas;

en triangulo omnipresente

en su interior dormíamos,

 a la Providencia abandonados.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Sus techos con palma de caña

punta y pata dobladas,

urdidas cual esteras con alma;

sus limbos en cascadas lucían ordenados,

entreverados en las varas;

brillaban guirnaldas protegiendo intimidades,

cual pantaleta de mujer recatada.  

Pared De La Casa Hecha De Hojas Secas De La Palma Nipa Y Bambú ... 

A distancia, el rancho camuflado

en la maleza, no se divisaba;

el humo del fogón, no nos delataba;

salía cual neblina entre los pliegues de las hojas de caña

apretadas, cual cincha de montar

al macho titan en las jornadas.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Extraño el fogón de tres piedras traídas de la quebrada

dispuestas sobre la desnuda tierra en trinidad;

se dejaban acariciar por leños secos

de arrayán, chamiza y paja.

 

Con clavo del tren para traviesa

frotándolo con piedra escogida en la hondonada,

mi padre creaba la llama

que chispeaba encendiendo las pajas;

en un santiamén surgían las brasas.

 

En olla de barro,

la mazamorra de maíz pintado cocinaba;

el caldo mañanero con papa criolla,

 el sancocho, cosecha de labranza;

con los años, el sabor y el olor de los cocinados,

están en mi paladar y la garganta;

                                            todo era natural,

hasta las cucharas de palo de naranja.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Del ojo de agua donde nacía la quebrada,

traíamos en múcuras el agua;

                                     la chucula en un chorote se preparaba

con cacao y harina siete granos;

ya, a sabor a canela; ya, a clavo;

nos daba fuerzas en las madrugadas

después de dar gracias a Dios por el amanecer

y otro día para trabajar con ganas.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

En una estera de papelón,

sobre un cuero de vaca,

junto con mi padre, me acostaba;

mientras el viejo narraba sus historias inventadas,

me dormía viajando en sus relatos,

dentro del costal de yute, me abrigaba.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

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Despertar con el aroma del café

alboreando con una jícara de tinto,

viendo despuntar el día

y espantarse la noche con el sol;

era un placer celestial inigualable;

 ahora que se duerme poco

 en la ciudad atiborrada.

 

Empezar la jornada buscando leña,

 cortando pasto a titan;

mientras una liebre levantaba capitán,

 mi padre cazaba sin afán,

la proteína para el puntal con yuca sata,

ají y una mincha de guarapo.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Hoy, en la ciudad todo es igual;

la noche llega, sin desearla;

el ruido de la calle, es pan diario;

sin poder salir al portón y a la ventana,

sin tomar el sol, igual que capitán,

sin rondar buscando pasto,

cual escuálido titan con hormiguillo.

 

Hoy extraño los terrones y piedras donde nací;

la frescura del bahareque y el adobe;

las cañas de castilla asidas con cuan;

extraño el orín de los terneros,

el olor a estiércol, a hierba verde;

extraño el vaso de caliente leche

de la muñeca ordeñada en el corral.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Ya no puedo ir al ojo de agua,

las múcuras están vacías,

la quebrada se secó;

extraño la yuca sata, la arracacha,

el bore, el plátano, el frijol cartagenero

los granos de maíz multicolor, el jite y los tallos;

extraño la piedra de moler,

el viejo titan y capitán,

mi viejo maestro del relato

y mi rancho de palma de caña.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

  

Solo están en mi memoria sin praderas

montañas y labranzas

sin ocasos y auroras animadas

sin el canto de las aves en la labranza.

 

Solo están en los recuerdos de los abuelos

que vieron a sus bisabuelos y padres, huir;

de un extremo a otro de Colombia,

con la ilusión para los nietos,

de una paz, un país sin odios, sin mentiras, sin saqueos,

como soñó Galán y María Antonia

 y su hermano, el capitán Fernándo Santos Plata,

los tres, con ancestros guanes;

hoy borrados de la historia con intención

para que los pobres de siempre no se levanten

y otra revuelta comunera y colombiana, armen;

mientras los ranchos de palma de nacuma

 se construyen en las montañas

para amparar familias que huyen de las balas,

  y continuar sacando de las entrañas de la tierra 

los alimentos para hijos y abuelos, 

que morirán como sus padres

haciendo labranza en las vísceras de la montaña

escondidos entre montañas.

 

¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡

 

Hoy, solo tengo mi bordón de guayacán,

para caminar con el peso de los años,

el tramo del camino que hace falta,

para ir a descansar junto al macho titan,

 mi fiel perro, el capitán,

junto al viejo Agustín,

el relator de historias sin contar;

¡para no volver a extrañar mi hojas de caña ¡

      

 

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...