Poema 219
Anhelé
en un arca embalar
mi
pasado, el presente y el futuro;
enfardé
dolores, tristezas y descontentos
en
el baúl de los recuerdos.
Envolví
en papel del olvido
los
sinsabores y desprecios
y
los dejé en estribor
para
que el viento del mar
los
esparza en altamar.
Enfardé los floridos amores
en
un costal para oler sus perfumes
en
estribor en tardes infinitas
y
en perennes desvelos.
Los
trebejos los abandoné
en
cada puerto por donde anduve,
como
regalos a mis depravadores
de
mi quehacer pedagógico y empresarial.
Mis
historias sin contar
y
mis versos sin hilar
viajan
conmigo en la valija literaria,
sin
papel, sin tinta, sin lomo,
en
el ciberespacio digital.
Cibernautas
vuelan por doquier,
lectores
nadan en el inmenso mar
bebiéndose
mis letras, sin afanes,
porque
el vino no es del viñador,
es
de quien lo bebe con complacencia
deleite y satisfacción.