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martes, 27 de agosto de 2019

Plácido Montenegro Castro "El llanero boyaco"

Maestro de día,  maestro de noche

En las vegas del río Orotoy, en la vereda que lleva el mismo nombre, en el hoy municipio de Acacias, Meta, en un amanecer llanero, nació un varón en una familia colona  proveniente de Sutatenza, Boyacá que  había llegado a la región en 1.936. Fue el quinto de una  docena, de los cuales, ocho fueron propicios para trabajar en la finca con el machete, con el rejo, con las mulas y el azadón.

Placido, el llanero.

Por lo apacible y tranquilo que era el guambito, el padre, quien siempre determinaba los nombres de los varones, le mandaron quitar el pecado original bautizándolo como “Placido”. Había nacido el 24 de septiembre de 1.948 en pleno surgimiento de la segunda violencia partidista en Colombia.  En esa región de los llanos orientales  surgieron, y otros llegaron  a sumarse,  un año después, las guerrillas liberales liderados por Guadalupe Salcedo y Omar Aljure con el apoyo financiero de Carlos Lleras Restrepo para enfrentar a los “Chulavitas”, paridos bajo el gobierno de Ospina Pérez, luego del bogotazo, y que por cinco años, sembraron terror en zonas liberales desplazando a los labriegos mas a las montañas, y en otras partes de Colombia, fueron los conservadores  los desplazados por la chusma liberal.


Plácido Montenegro, 1.972.

Hijo de padres colonos

Nació en la finca Morotoy, en ese entonces, estaba a cuatro horas de camino a caballo desde el incipiente poblado de Acacías que se había constituido en 1.920 sobre la recién vía al llano como punta de colonización fundado por un liberal  con el nombre de Boyacá, población adscrita a San Martín.  A principios de 1.950 los conservadores se apropiaron de la región de Acacias, y  la familia Montenegro Castro, de origen liberal, para proteger la vida,   se vieron obligados a vender la parcela en $ 12.000.oo y se desplazaron a boca de monte, en la vereda Irete donde iba la colonización en la región de Granada.  Compraron un terreno baldío  ondulado de 150 hectareas que debió a hacerse a hacha y machete. Para intentar dar la educación primaria a la tracalada de chinos, con $ 500.oo compraron en el naciente caserío de Granada, la única casa con techo de teja de barro y anden de cemento. Recuerda el chivato de meros dos años que el dinero alcanzó para comprar una vaca de leche, y de los amigos del partido, fueron recibiendo ganado al aumento en la medida que surgían pastadas sobre las cenizas de los montes arrasados por las hachas.

Primera comunión de Placido Montenegro.

Trabajando primero para ir a estudiar luego.

Plácido  fue del primer grupo de niños que dieron origen a la escuela pública de Granada y formó parte del primer quinto de primaria  en 1.959 de la historia educativa de Granada. Desde sus once años y hasta los 17 debió dedicarse a los oficios varios del conuco, alternando con el ordeño y la separación de los terneros, la limpieza de potreros con peinilla. En 1.966, mediante beca nacional ofrecida a los mejores estudiantes de los quinto de primaria, la familia lo apoyó y envió a estudiar a la Escuela Industrial de Facatativá hasta obtener, junto con otros 19 compañeros, el titulo de expertos que,  en su mayoría, continuaron becados en la ENSIN de Zipaquirá para titularse él, en 1.972, como técnico en Electricidad.

Maestro por oportunidad, maestro por vocación

A los pocos días de graduarse, gracias a un inspector nacional que le había conocido  como alumno,  fue nombrado profesor de electricidad en Garagoa, Boyacá, y en 1.974, a principios, fue trasladado con el mismo cargo al Instituto Técnico Central de Bogotá. A la par, inició estudios nocturnos, licenciándose en 1.979 en la Universidad Gran Colombia en  matemáticas y física y, posteriormente cursó una especialización en pedagogía de las matemáticas. En jornada contraria y en la nocturna, desde 1.980, se convirtió en docente del IMPAO, sumándose a la iniciativa para modificar el nombre y la misión de la institución, surgiendo la Universidad de los Libertadores en la que trabajó por 42 años; adicionalmente, dado el éxito profesional como maestro, ejerció por 15 años en la universidad Buenaventura, en Bogotá en la formación de docentes. Luego de 42 años al servicio de la educación técnica en el Instituto técnico Piloto de la capital, se pensionó en el 2.004 y desde entonces, se ha dedicado a viajar, a disfrutar la vida, luego de ese lapso con tres jornadas laborales diarias.
Placido Montenegro con Hector Gonzalez, 1.972

Trabajo, trabajo, trabajo

El acertado nombre del padre, ademas de tranquilidad para afrontar jornadas de 14 y 16 horas diarias en aulas de secundaria y universidad, el llanero nació afortunado, como el alcaraván, esa ave viajera que siempre busca el alimento en  los mismos parajes de la geografía nacional. No valieron los matiné en Armonías zipaquireñas, ni las fiestas en el instituto donde estudiaba, ni las tentaciones ofrecidas por los compañeros del curso. Plácido, el tranquilo, se casó con la niña que parceló su corazón cuando cursaba la básica secundaria en Facativá.  Martha Otálora ha sido su eterno amor, de cuya unión, hay dos hijas. La oftalmológica pediatra, Martha Beatriz, y el publicista Carlos. Tienen dos nietas que se han convertido en el oxigeno de Plácido para la pareja de padres.

El novio eterno

La llanura, los caños, el río, los peces, las garzas, los micos, los caballos, los becerros, las mamonas y las sarabiadas están en el imaginario de los niños llaneros. En la entrevista, el profesor de la triple jornada recuerda con alegría los juegos de la época infantil: el trompo, las canicas, los mararayes, la coca; y a sus primeros maestros que le brindaron afecto, sin recibir paga alguna del municipio o del Estado. De la vida de estudiante en Zipaquirá, evoca con sonrisas los chicos de tejo y billar con Alvaro Helvez  y  Alfonso Vélez. Cuenta entre las satisfacciones profesionales, el haber gestionado para el Instituto Técnico Piloto, un laboratorio de electricidad mejor que el que usó en el Técnico Central. En las universidades, cita que logró convertir a las matemáticas en una área agradable para los estudiantes; y en las especializaciones a los maestros, suscitó el trato digno y justo con los estudiantes  para generar sinergias que redunden en el desarrollo de los talentos individuales. Destaca las satisfacciones en el hogar: la eterna vida de pareja, el amor incondicional a los hijos y nietas y el cultivo de la amistad en la familia. En los años dorados, goza contemplando a la familia, viajando y restaurando las amistades distantes por asuntos de trabajo.


El profesor Montenegro con la esposa e hijas.

Los compañeros recordados

Cuenta Plácido que los años compartidos y vividos en Zipaquirá, en el internado, en los talleres y en las aulas, están en su diario, sin escribir, con los folios mas recordados en la agenda de su existencia. De los compañeros de estudio, recuerda a su paisano Feliz Encizo, quien fue un punto de apoyo en los estudios y lecturas literarias, área que disfrutaba leyendo y escribiendo el también maestro de San Martín, Meta. Evocó en nombre de Luis Alberto Correa, oriundo de Facatativá, quien fuera novio de Mercedes Amaya, hija de Celmira de Amaya, cuyo padre, Marcos, falleció arrollado por un tren en la red vial que pasaba por el barrio Algarra. Tiene especial afecto por Rafael Alvarez, posteriormente acudiente de uno de los hijos que estudió en el Instituto técnico Piloto de Bogotá, y facilitador para ingresar al mismo colegio a los hijos de los trabajadores de las empresas de Rafael. Mencionó a Hector Gonzalez, profesor de la Industrial de Barichara, compañero de la Escuela en Facatativá y Zipaquirá y ahora compañero de viajes. Y, a Raul Sanchez, por haber compartido espacios educativos en la ENSIN y en la Universidad Gran Colombia.

La vida, una cocción de sabores y sinsabores

La vida es una cocción de sabores y sinsabores. La muerte de los padres y suegros le apachurró el corazón y las lagrimas no se congelaron rápido en cada episodio de descencarnar. La tristeza lo embargó al ver retornar a un hermano, otrora reconocido empresario en Venezuela, con las manos vacías a como partió para empezar de nuevo luego de 40 años de vida laboral en el recién viacrucis que vive el pueblo venezolano como efecto del impacto de socialismo del siglo XXI que repartió la miseria, empobreció el aparato productivo y la burocracia convirtió las arcas del Estado en botín de reparto, cual español colonizador venido a américa.

Juntos para siempre

Plácido lo es todo para Martha, y ella para él. Es un modelo para los retoños y nietas y es un amigo para quienes fueron sus amistades en el colegio, en la universidad, en el trabajo y en la familia. 

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Junto con Jose Antonio Ospina, concertaron buscar y convocar a los egresados de la ENSIN 1.972 para citarlos a un encuentro en un punto intermedio del país, pues estamos dispersos en los cuatro puntos cardinales. La reunión será en Ibagué.

Ecoposada La Margarita, Puente Nacional, agosto 5 de 2.019
#nauro torres.
























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