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jueves, 18 de diciembre de 2014

Heroínas anónimas, las madres cabeza de familia.


Margarita, la doña de la Honda



Fue una mujer cabeza de familia con nueve hijos varones por guiar, alimentar y educar y mas de cinco fincas por administrar, quien perdió a su esposo por un cáncer en la próstata, estando ella joven aun.

De esbelta figura con cuerpo de gacela y con una estatura mayor a la del promedio de los habitantes de la región, debió aprender a mandar, siendo viuda, desde los pajoleros, jornaleros, y mozas del servicio, sin diferencia alguna con sus vástagos.  Con tez blanca, ojos claros, cejas pobladas, labios delgados y sonrisas estruendosas, la doña tenía la cara en forma exagonal que cubría permanentemente con un halado sombrero trenzado en bagazo de plátano.

Siempre usó falda larga negra de paño bordada de igual color que combinaba con blusas campesinas de colores vivos protegiendo, tanto el cuerpo como sus ropas con delantal de igual formato de colores oscuros como guardando el luto, pues desde quedó viuda, y para no dar mal ejemplo a sus hijos varones, no permitió ser pretendida mientras vivió entre los pastizales y praderas, estiércol de vacas y leche en potes con la cual fabricó almojabanas para comprar los víveres para sus garozos hijos que crecían como cañas de castilla demandando tela y comida para colmar la demanda de energía, proteínas y vitaminas para sostener sus cuerpos de hombres altos y fornidos.


Doña Margarita Pacheco de González fue esposa de Tobías González de cuya unión hubo diez hijos, nueve de ellos, varones y una mujer que murió muy joven de nombre Rezura. En su orden fue la madre de Alejandro quien murió a los 72 años, Tobías que también murió de igual edad, Martin que murió en 1974, Antonio quien murió a los 97 años en 1997, Salvador quien falleció en 1984,  Segundo que murió en el siglo XX y Marcos, recién falleció en 2011 y Darío, quien vive en Bogotá.
 
La recuerdo por su rigidez y don de mando. Por su capacidad para trabajar sin descanso en las labores del hogar y las fincas. No fue complaciente con los perros, gallinas y demás animales domésticos de  los vecinos.

Cuando sus hijos iban cumpliendo la edad mayor, les fue entregando a sus cuidados las fincas, dispersas unas y otras pegadas que estaban como un sanduiche entre las quebradas la Jarantivá y el agua Blanca, ambas afluentes del río Suarez que nacen en Peña Blanca en la vereda Páramo de Puente Nacional y que se escurren desde la tierra de las papas, el trigo y la cebada hasta los cafetales y cañaduzales de las veredas calentanas de la misma jurisdicción.

Margarita la doña vivió 83 años  y mientras tuvo fuerzas vio por su hijo ciego a quien sacaba todos los lunes a la vera del camino a implorar caridad y de cuyas limosnas se levantaban terneros de los cuales se sentía muy orgullo Martin, quien veía más que los que teníamos el sentido de la vista, pues caminaba con lazarillo no más que su bordón y describía los parajes por donde caminaba y llamaba a las personas por sus nombres. No fue a la escuela pero diferenciaba los cuartillos de las monedas de cinco y de diez que eran las que circulaban en ese entonces en la década del cincuenta en la Nación.

Margarita, la doña de la honda, fue dueña de las tierras donde nació la quebrada la Honda que transcurre desde  Citeo Aponte hasta fundirse kilómetros abajo en la misma quebrada Agua Blanca dentro de la mismas veredas del Puente Nacional.

Hoy la quebrada la Honda, o jonda como la llaman las personas viene disminuyendo su caudal por aquello de no atajar el agua, sino dejarla pasar, pero muy seguramente la historia la referirá sin agua, pues precisamente en el humedal donde nace pasará otro tubo para transportar petróleo y/o gas, dando sepultura a la quebrada en la que muchos nos bañamos y aprendimos a nadar siendo niños, en la que sacamos nuestros primeros pescados con un sencillo anzuelo y par de metros de nailon atados a un chamizo de cualquier palo seco que moría a la vera de la quebrada que aun transcurre silenciosa y bella entre los potreros de la vereda Jarantivá del conocido municipio de la almojábana, los quesos de hoja y los balays.

Si Romulo Gallego resaltó a Doña Bárbara en Venezuela hoy destaco a tantas Margaritas que abundan en veredas y barrios del país que tiene mas mujeres que varones. Mujeres, que sin esposo logran convertir a los hijos en colombianos constructores de ciudadanía y riqueza.




Ella, sin percatar, posa ante el fotógrafo que nos dejó esta reliquia de la figura de Margarita, la doña de la Honda. Su cara fue luego reflejada en el rostro de Aurora, la hija de Tobías y quien se desposó con Roberto, el mayor de los Torres, siendo esta pareja, la primera en emigrar hacia los llanos orientales convirtiéndose en los primeros colonos fundadores del hoy rico municipio de Castilla La Nueva de cuyos subsuelos brota el mejor petroleo pesado de Colombia.




Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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