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jueves, 11 de abril de 2013

Reflexiones de un chico en la carcel



Reflexiones de un chico en una cárcel

UNA ROSA EN EL CENICERO

Monólogo redactado por Faider Alberto Mariño Díaz. Grado 11-2/2011

Existe alguien que rumora por ahí, que la vida es como una balanza, solo basta equilibrarla para que este bien y tranquila, pero si le pones mucho peso hacia un lado se descontrola y puede llegar a perder toda su carga, La cual necesitaba para su propio equilibrio y supervivencia.

No solo basta con mostrar la belleza de un país con sus grandiosas mujeres, sus paisajes y lo bien que lo puedes  llegar a pasar en un burdel por unos cuantos pesos demás porque eso es lo que se muestra ahora, ya no es… ven y disfruta un sabroso café, Mr. gringo

Si no, ven y te comes una caleña, una  paisita, o mucho mejor, te damos una niña  para saber qué es lo que te conviene por bajos precios; en eso se está convirtiendo la vida hoy en día, en un restaurante donde todo el mundo puede comer y qué clase de comida.

No miramos en lo que nos estamos convirtiendo cada  día en que la vida evoluciona o en que el sol sale y luego de varias horas se esconde; estamos apartados de los problemas o de la escasés de aquellos que no tienen un trabajo porque simplemente no tuvieron la oportunidad de estudiar; o tal vez, fue de aquellos que  pensaron que el estudio no servía para nada porque un compinche suyo se lo dijo; pero es peor cuando no los aceptamos ni les damos la mano para que se puedan levantar; simplemente les volteamos la cara cuando  piden ayuda, porque lo que buscamos  es algo mejor, como si fuéramos diferentes a ellos o tuvieran una sangre que los hace mas fuertes o de mayor clase o simplemente de sangre azul.

Que provoca este rechazo?

Los obligamos a que se escondan en un oscuro mundo, un mundo cargado de maldad lleno de drogas, robo, prostitución y muerte solo para sobrevivir y sacar adelante a sus familias. Así como lo haríamos cada uno de nosotros para que mi mama o hermanas no mueran de hambre; a veces, no comprendemos lo que está pasando en el exterior porque estoy encerrado en mi oficina o con mis amigos, en un bar lógicamente, uno de los más caros,  porque no me conformo con algo barato ni sencillo no soy un humilde ni conmigo ni con los que me rodean.

Nos la pasamos encerrados en un  mundo, pensando solo en sí y si me sobra un poco de tiempo, en mi padres y hermanos; pero hay quienes se las pasan encerrados privados de su libertad, y la de ver a sus familias, solo en ciertas fechas, las cuales, no son las que ellos quieran, sino, las que se les ordene.

 Ellos no están ahí  porque quieran, sino, porque los  obligan a estarlo; son aquellos que se les negó la oportunidad de salir adelante; claro que hay otros que son inocentes de lo que se les acusa, pero, para los inocentes y pobres  si no hay peros que valgan.

Son de aquellos que tiene que levantarse temprano, no para salir al trabajo, o, ir al colegio, sino, para salir al patio junto a los demás compañeros, enemigos, y en  muchos casos, con el novio que le  tocó por obligación, o si no,  lo mataban al pobre,  que en muchos casos, era el más duro afuera, el que decía que con él, nadie podía porque era el manda más o simplemente era el más malo.

Muchos son privados de su libertad porque se lo buscaron, porque andaban con alguien que no le convenía, o, se les negó el derecho al trabajo y eso los obligó a salir a robar, matar, y en muchas ocasiones, a ahogar sus penas de la pobreza en la droga y el alcohol llevándolos a cometer actos salvajes y escandalosos para satisfacer cada una de estas necesidades, obligándolos a cometer cosas que no querían, conduciéndolos finalmente a un rincón oscuro del cual no se puede abrir sino hasta que sean las 6:00 de la mañana.

Un rincón que a duras penas cabe el colchón  y un sanitario, y por un roto, o bueno, su ventana se adentran unos pocos rayos de sol.  También hay  una puerta con un número, el cual, marca la vida de cada uno de los presos para siempre, el número de celda es el que los acompaña en sus días de alegría o de tristeza, incluso llanto, y en muchos casos, el día en que ya no aguantan más, EL DE LA MUERTE.

A veces nos quejamos porque no nos gusta lo que mamá sirvió a la hora del almuerzo, en la comida o desayuno, mientras que los presos comen lo que se les sirva sin posibilidad de quejarse o rechazar porque es lo que hay para digerir y no morirse de hambre.

Se arrepienten de lo que hicieron, y que si tuvieran una oportunidad de devolver el tiempo, lo primero que harían seria cambiar su rumbo y seguir estudiando, cosa que a veces los jóvenes   desaprovechan  por el solo  hecho de que no les gusta o porque se sienten encerrados en un lugar como lo es el colegio y hacen lo posible por llamar la atención cometiendo actos inmaduros y fuera de base y después decimos que somos los más duros y que somos inmunes a lo que está afuera.

Lo que no sabemos  es que nadie es inmune a nada. Así como la enfermedad penetra nuestro cuerpo con dolor, así también puede llegar a entrar la maldad a nuestras vidas; simplemente porque no quiero quedar mal con mis amigos “SI NO ME LA METO” o por robar un bolso,  no quiero ser el malo del paseo.

Siguen esperando el día de su libertad para cruzar esa puerta que vieron al entrar al infierno porque es así como ellos la denominan, es lo peor, y más, cuando tienes que estar pendiente que no te maten o te violen no se puede vivir tranquilo.

Ellos se sienten con fuerzas y aguantan solo por el hecho de saber que sus familias están con ellos porque todavía  reciben las visitas cada vez que pueden; pero hay otros, que se tienen que conformar con solo escuchar lo que cuenta  el otro sobre su familia.. Luego de esto solo se espera la salida que cada vez se hace más distante y más, cuando se sabe que hay alguien fuera esperándolo.

Pero ellos, los marcados, si así le podemos llamar porque luego de salir de la cárcel aún no termina el tormento porque tienen que salir a buscar un empleo para poder vivir, pero saben que muchos patronos los van a rechazar y les darán la espalda por la marca que llevan en su brazo, pero tienen la fe en que van a salir adelante porque quieren cambiar, y eso, a que es lo que cuenta. 

A veces nos quejamos de lo que tenemos porque a veces no nos gusta o porque ya pasó de moda, pero lo que no sabemos es que de pronto la vida pueda dar un giro, puede ser que un día se puede llegar a estar en los zapatos de estas personas, tal vez por un amigo o por sacar adelante a la familia. Así que no hay que juzgar, sin primero pensar por qué es que ellos están allí, en ese lugar, la cárcel.

Debemos tomar un tiempo y pensar en que estoy fallando como persona y qué debo cambiar, siendo un poco comprensivo con las personas que me rodean y más razonable en las cosas que hago cada día, para  así, no llegar a cometer errores que en un futuro me pueda llegar  a  arrepentir.

 Así es que cuidemos lo que tenemos, amemos a los nuestros y llevemos nuestras cargas con delicadeza y cuidado para que permanezca equilibrada nuestra balanza y de paso  mi vida y la de las personas que amo y que no quiero perder por un error.

 MONLOGO HECHO POR:
FAIDER ALBERTO MARIÑO DIAZ-grado 11-2/2011
                                   
Posdata: Faider Alberto Mariño, trabaja y estudia actualmente en San Gil. Fue alumno del Colegio Luis Camacho Rueda de San Gil. Es el acudiente de una hermana menor en el mismo colegio donde cursa el grado décimo.

 Fue mi alumno en el área de lengua castellana en los últimos tres años del bachillerato. En el aula mostró empeño en aprender y humildad en el trato. Por ser el mayor de la familia, ha tenido que suplir obligaciones materiales y afectivas del padre en el hogar para mantenerlo estable, unido y vigente.

Este monologo redactado por él, fue el resultado  tarea para la clase, luego que el alumno participó del programa “Delinquir no paga” que implementó hace un par de años la comandancia de la cárcel de San Gil.
Faider, como otros tantos alumnos estuvieron una jornada dentro del penal, y lo visto y oído allí, los cuestionó para reorientar las creencias y dar sentido a la vida. Decidí colgarlo en el blog como un testimonio escrito de un alumno para otros que actualmente lo son. Y para los mayores, para demostrar que a los jóvenes, no es sino incentivarlos y logran lo que se proponen. No es más que darles afecto y brindarles seguridad y lo sentimientos y la sensibilidad afloran. Y al hacerlo, dan sentidos a sus vidas.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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