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viernes, 8 de diciembre de 2023

Heymar Zúñiga Camelo, otro aedo de Puente Nacional, Santander.

 



            -24 de abril de 1.950-16 de noviembre de 2.022-                               

Del ayer y de las manos de una mujer que le amó compartiendo poesia, transitó por mis callosas manos, un “Diluvio de amor”. El horizonte no lo previno, ni en el zenit hubo señal alguna. Lo cierto es que entre obras de arte de la sala principal de mi aposento, una reconocida escritora y poeta cachiríe y nortesantandereana, radicada en la capital de los parques, estuvo rondando por las calles de la Perla del Fonce y compartiendo poesía en EL Parnaso con ocasión del 20º. Aniversario de “Cantera poética”, un colectivo que surgió bajo la sombrilla de la poeta Graciela Pereira de Gómez y la sombra del abogado escritor, Raúl Gómez Quintero el pasado 2 de diciembre de 2023.

29 poemas son de la pluma de quien se bañaba cada fin de semana en las corrientes aguas del rio Saravita mientras cursó el bachillerato en la Industrial Francisco de Paula Santander, en la tierra que otrora fue un Sorocotá Muisca en donde intercambiaban productos las etnias que compartían conocimientos antes que arribaran los invasores que accedieron por Chipatá, Santander. El otro tanto restante de poemas son de autoría de Martha Zorayda Cáceres Pabón. La maestra escritora y poeta radicada en Bucaramanga.

La antología de la dupla de poetas tiene dos títulos: “Erosismo cósmico” para la dama -Mar-Zory-Roma-; y “Diluvio de amor” para el veleño atravesado -Hey-Mar-Olas. Fue publicada en 2010 por la Casa del Libro Total de Bucaramanga, tiene la particularidad que para conservar el equilibrio autorial, tanto en páginas como la tapa del libro, está armado pata con cabeza, y para leer a cada autor, hay que girar el libro 180 grados.

El pontonalino nació en los oscuros años de mediados del siglo pasado, estuvo trabajando en la empresa del Acueducto de Bogotá y meses antes de su muerte fue notificado de una pensión. Por lazos familiares, estuvo en EE. UU. y los últimos años los vivió en Bucaramanga. Se consideró un autodidacta amante de las artes con énfasis en la pintura y la escritura. Como poeta estuvo tertuliando en las ciudades donde residió y en Medellín.

Es el autor de los siguientes libros: “Antología Poética Debut lírico”, “Terraza de sueños” y “Diluvio de amor” considerado por el autor como “una reliquia que dibuja y expone el interior de su vida”, tejiendo con letras y palabras, un bordado sentimental que deja ver la fuente permanente de sus amor, dirigiendo sus aguas para bordear tambien el lenguaje del “Erosismo cósmico” de la coautora del poemario a cuatro manos, Martha Zoraya Cáceres.

Zúñiga Camelo, escribió: “Desde hace muchas lunas, la poesía me ha poseído. Ella es hermosa como una diosa, habita en el palacio encantado de las palabras. La poesía es una de las más bellas expresiones del ser humano, y éste noble placer me invade el alma. Ella, el arte y la belleza justifican mi existencia efímera en este mundo”. Confesó: “mi musa galáctica es Mar-Zory-Roma. Es la lira sonora presente en mis versos, a ella y a mis amigos”.  

Para adentrarse en el estilo, forma y significado de la obra de Zúñiga Camelo, registro en mi blog, varios poemas de su libro en referencia.

Como lo confiesa el título del primer poema, revela el espejo de los 29 poemas que integran la publicación, y por la importancia histórica, en mi opinión, lo publico en este medio para que sus poemas no se pierdan en las arenas del Saravita que se funden con las del Fonce y su retórica poética se esfume con la espuma que brota de fusión de sus aguas con el Chicamocha al convertirse en El Sogamoso del olvido literario que usualmente ocurre con aedos desconocidos en su propio terruño.

El poeta nacido en la tierra donde creció el maestro Lelio Olarte fue un enamorado. Un amoroso del amor y de la mujer fuente de inspiración erótica y sexual en todas las poesías guarecidas como himen en páginas amarillentas ajadas por los años y protegidas por una de sus musas nortesantandereanas que me confió su secreto y me soltó por algunos dias su “Diluvio de amor”.

 

Preludio y éxtasis de amor

 

Atardeciendo y acechando

por las diversas formas de tu geografía.

Atardeciendo y descendiendo

por la tierra prometida

donde hermosamente emergen

tus bronceadas piernas primavera

y la amapola del invierno

en toda su magnitud y forma.

 

Por los caminos de la piel

en la frontera ardiente

entre llamas de cielo

y cuerpos de fuego,

comienza el preludio del amor,

más allá de la entrega ciega

éxtasis y naufragios en lento amor.

 

Atardeciendo y descendiendo,

sumergido, calcinado

por la voraz delicia del amor.

 

Por el contexto del poema, Zúñiga Camelo escribía en las madrugadas, en los ocasos, y en especial, cuando evocaba instantes pasionales compartidos bajo sábanas nupciales en penumbras citadinas.

 

Penumbra

Amor mío

en tu penumbrosa tersa

hay un tesoro escondido,

inclinado miro

las pestañas sedosas

color en trino,

pestañas verticales

de encanto incomparable.

 

Las miro y miro

con dedicación infinita

como si estuvieran prendidas

en mis entrañas,

pestañas que florecen

en penumbra

con todo resplandor

en cada espacio

en cada sombra.

 

A veces se desbordan

elásticas y sedosas

como pétalos suaves

entre manos ansiosas.

 

Todo se detiene

ante el bello oasis que floreces

en piel desértica

bello y negro entre el valle

y la sombra.

 

El comparar a la amada con el mar, y en ella, su navegar, convierte este poema en un cantico a la mujer que lo flechó hasta su muerte ocurrida en noviembre de 2.022.

 

Piélago de pasión

 

Tu eres cuerpo navegado,

mar amado,

yo navegante perdido

en tus deseos y desvaríos,

náufrago nautilo

al vaivén de las espumas de amor

 

Te quiero así,

angelical sirena

de los siete mares,

ola serena

ola desnuda

en piélago de pasión.

 

Te quiero cerca de mí,

soy amante Neptuno

y mis ojos se llenan de mar

cuando te miro.

 

Tú eres bahía lasciva,

yo, ebrio navío

a la deriva de tu ensenada.

 


Este poema, "Diluvio de amor" dio origen al título del poemario escrito a cuatro manos, pero con solo dos amantes corazones. Y ella, para él, fue su pegamento:  Cuando estoy en ti, muevo montañas y sábanas, de ti no me levanto”.

 

Diluvio de amor

 

Ya llega el tiempo

un tiempo húmedo,

ya llega la tarde

con lluvia de besos

ya llega la noche

con diluvio de amor.

 

Te veo en el cuarto

sobre el tálamo sensual

destino lascivo

de pasiones presentidas.

 

Cuando estoy en ti,

muevo montañas y sábanas,

de ti no me levanto

cuarenta dias

y cuarenta noches

piel sobre piel

preludio y epílogo de emoción.

 

Ya llega el tiempo,

un tiempo húmedo,

ya llega la noche

con diluvio de amor.

Cae la tarde

soy un jinete

que vibra de amor.

 


El cuerpo de la mujer, sus volcanes y vástagos, y en especial, los labios femeninos carmesí, lo inspiraban y lo ataban a la fémina que se los ofrendase por el mero placer de compartir poesia.

 

Labios codiciados

 

El silencio de la mujer

reposa cuando los labios

pintados de primavera

callan para dar paso

a su hermosura.

 

Labios entreabiertos

extendidos al universo,

radiantes, exuberantes,

tan perfectos que provocan

la furia del amor.

 

El espejo es reflejo

del boceto dibujado,

trazos finos irisados

de los labios impregnados.

ni el poder, ni el oro,

despiertan la codicia

de unos labios rojos.

 

Labios pintados, labios deseados,

su esencia es la dulzura,

su sabor acaramelado.

 

Dichoso es mirar

los labios amados,

ellos son pasión y locura

en el universo

lo más codiciado.


 

En el poema, Ella, comparada con la Roma Imperial, lo obnubila y lo atrae hasta convertirlo en viajero interplanetario a la estación femenina que compara con una lujuriosa constelación.

 

Ella

romántica, ardiente, el fuego provocas,

Roma imperiosa

de ojos color andrino,

de mirada félida y amorosa

radiante jubilosa.

 

Ella fiel, estrella,

hermosa como una rosa

amante hasta los confines

del sueño,

sutil vertiginosa

al tocarlos y saborearlos

con insaciable y dulce deseos.

 

Ella, irresistible como huracán

paraíso nupcial,

de un cielo horizontal,

con su mirada

de gatuna angora

a la hora exacta

sonriente y seductora,

entre beso y beso

entre sombra y sombra

tu cuerpo, constelación lujuriosa.

 


En el peoma “Miel y piel” el poeta se pregunta, quien es quien aviva la llama, si su miel o la piel de la amada deseada. Y él, lo confirma en el mismo poema: Es ella quien aviva la llama de la pasión y el amor que los convierte en melosos deseados.

 

Miel y piel

 

Serás tú la misma

despues del tiempo sin tiempo,

de los vientos de agosto.

 

Será la plegaria

la que traduce el enigma

de la estrella que ronda

la soledad y el reposo

en la apacible San Soucci.

 

¿Quién prende la hoguera

de la hojarasca que aviva la llama

del cuerpo crepitante?

¿Quién prende la hoguera

del amor y de las ansias voraces

para viajar a otro universo?

En el centro de la llama encendida

que dilata, palpita y atrapa.

 

Será tu miel sobre la piel

la que endulce el instante incitante,

tu cuerpo que aviva la llama

de la ansias voraces.

Será tu plegaria la que traduzca el enigma

del juego palpitante.

 


El poeta, nació en un pequeño poblado de la provincia de Vélez, en Santander, pero fue vital por el tránsito en las épocas anterior y posterior a la invasión europea. Allí fue su niñez y juventud, pero por sus vinculaciones laborales, se tornó citadino, viviendo en cajas de cemento arrumadas en edificios multifamiliares, conocidas en Bucaramanga como la Ciudadela Real de Minas, en el sector Porto Real.

 

Demasiado urbano

 

Hay una ciudad del nunca jamás,

poblada de suburbios

habitada por vecinos

citadinos sibilinos.

 

Otra ciudad inventada

nace de grandes bulevares,

cuánta esplendidez,

cuanta osadía.

En sus torres de cristal

de belleza vertical,

apoteosis de cemento,

el ladrillo y el metal.

 

En la ciudad rutilante

de semáforos cambiantes,

hay gente anodina

que camina de sur a norte

queriendo alejarse de la rutina.

  

Me cuesta dejar la urbe,

su inmensidad, la cotidianidad,

el teatro, los cafés,

las avenidas del edén.

 

La urbe es imperio fantástico,

aventura y misterio, babel de cristal

de torres vertical.

 

Soy demasiado urbano;

llevo una ciudad en el alma.

 


Es usual que el poeta sea contemplativo, no solo en lo que mira, sino en lo que imagina. Y contempla de día e imagina tambien en noches estrelladas, y con sus pensamientos viaja como estelas en el firmamento; así lo revela en el siguiente poema que le canta al viento a las constelaciones y su infinito sideral.    

 

Quimera galáctica

 

Qué canta el rapsoda,

que canta el viento,

rapsodias en azul, multicolores,

en las noches de reflejos consteladas

o en las alburas andarinas

celebrando el canto

infundido en la mirada.

 

Qué canta el rapsoda henchido

al corazón aladíneo

en plácidas fugas

por senderos siderales.

 

Qué canta el sortílego viento

en el Albur límpido

de ignicencia florecido.

 

Alquimia terrígenas,

transmutación y efluvios

de sueños y ensueños,

galáctica oteante

vestida de ilusión,

abstraída desde el belvedere

por huellas del tiempo

en fuga excéntrica

hacia ignotas nebulosas.

Qué ansias sin límites lleva tu mirada

en el solar solaz de navegaciones siderales.




Como si el poeta presintiera, le cantó a la ciudad donde murió y vivió luego de dedicar su laboral a una empresa estatal en la capital colombiana. Fue la ciudad que le suministró la tinta, la pluma y las musas que inspiraron sus poemas. La metrópoli, fue soñada y real. La describe con sus planadas y laderas, inmersa en bosques de estoraques, caracolíes buganvilias, ruitoques y cañaverales, con nocturnas noches bucólicas, poblada por arrechos varones e irradiada por hermosas bumanguesas que trastocan el existir de atravesados santandereanos.

 

Bucaramanga, rubia y primaveral

 

Bucaramanga, ciudad soñada,

ciudad amada con todas las pasiones.

Meseta embellecida

entre bosques,

donde la brisa aviva

el embrujo despertar.

 

Ciudad bucólica

donde florecen las buganvilias,

bellas colinas esmeraldinas

se elevan queriendo tocar el cielo.

 

Tierras de ruitoques y estoraques,

del crepitar de caracolíes,

de hombre arrechos fervientes,

tierra de verraquera y de laderas.

 

Ciudad resplandeciente

con crepúsculos de oro

de noches fantásticas y lunas de cristal

 

 Ciudad galante,

eres rubia, hermosa y primaveral.

ciudad encantada

del pan de azúcar y de cañaveral.      

 

      


Hay instantes de la cotidianidad, en la vida del poeta, que inducen a la admiración de las simplezas del entorno arquitectónico y en medio del bosque de cemento, valora la amistad y los consejos de los amigos con quienes comparte ocasionalmente sus creaciones liricas con el aroma de un buen café o el cuerpo de un buen vino.

Cotidiano

 

El día reúne tedios,

ilusiones, voces de esperanza,

bien o mal,

cielo e infierno

fábula simple.

 

Las tardes vuelven a andar

sus recuerdos.

Hay espacios inmortales

todo es movimiento,

el mundo gira

llenándose de cosas simples,

de pasos ligeros

y cansancios reprimidos.

 

Cotidiano es el reflejo azul

del cielo, las calles,

los tejados, el barrio,

los atardeceres que parecieron

detenerse en el tiempo.

 

Cotidiano es el murmullo,

el afán, la ilusión

y a veces, el orgullo.

 

Cotidiano es vivir en medio

 de ruidos, celulares y amigos sinceros

a la hora del consejo.

 


Luego de leer “Diluvio de amor” y viajar por los versos del paisano de Puente Nacional, a quien distinguí siendo un mocoso, mientras pateaba un balón en un potrero en improvisada cancha frente a la tienda la Esperanza de la vereda Jarantivá,  en compañía de uno de sus compañeros de aula en la Industrial de Puente Nacional, el extinto Rubén Darío González, el matemático del Colegio Santander de la capital santandereana; nadé en las fuentes de su inspiración y degusté las bebidas que le provocaron un cantico, como el siguiente, en honor al señorío de una de las bebidas deseadas por los poetas de todos los tiempos.

Vino de cántaro sagrado

 

Vino de uva santa

de cántaro sagrado,

de purpura en la mesa

de bocas codiciado.

 

Vino que estás en la homilía,

en cocteles, en el cáliz ferviente

en la copa de fino bacarat.

 

Tu néctar es fuego

que calienta el alma,

tu gota de granate

gratifica y glorifica.

 

A la copa roja llegaremos

por la consumación de tu dulzura.

Zumo de agua pura,

viña bendita,

contigo Baco y Afrodita,

bohemios unidos

levantad la copa,

salud, vida y alegría.

 

Quienes tenemos la osadía de escribir y el atrevimiento de tejer versos y tallar poesía, estamos convencidos del final personal. Por el titulo y los versos bajo su sombra, con el siguiente poema, anuncio culminar esta breve biografía de un paisano para que su aporte a la lírica santandereana, no se envuelva en hojas de bijao y terminen en las cenizas del olvido. Es el poema que revela su existencialismo. La escribí porque siempre habrá algún huroneo lector navegador que con curiosidad lea esta entrada a mi blog que corresponde a la 450 y en agradecimiento a la poeta que inspiró al difunto y facilitó este diluvio de recuerdos en honor a Heymar Zúñiga Camelo.

 

¿Cuántas sombras del ayer?

 

Cuantos ocasos han pasado,

cuántas sobras del ayer…

 

Los días pasan,

algunos dejan huellas,

otros arden en cenizas.

 

Cuantos millones de minutos

pasan por la vida.

 

Somos sirios que se queman

con el tiempo.

 

Nada hay que temer,

somos navegantes del destino,

el puerto está seguro.

 

Somos dueños del ahora,

el pasado no nos pertenece,

todo es efímero.

 

El mañana es abstracto,

el tiempo es un fantasma.

 

Si perdura el bronce,

nuestros bustos y los recuerdos

seran perdurables.

 

Cuántas horas marcan el reloj de arena,

cuántos años el reloj de nuestras vidas.

  


El poema “La muerte es invisible y misteriosa” lo escribió y compartió entre sus lectores, el hijo de Jorge Zúñiga y Rita Camelo dias antes de morir. Junto con una cuarentena mas de composiciones se mantienen inéditos, pues el autor, por escasez de recursos, solo se quedó en sueño la edición de su ultima cosecha, aun sin segar.

 

La vida es la suma de instantes,

la muerte suma de eternidades.

La vida es palpitante, fragante;

la muerte quietud desbordante,

silencio perpetuo

lejos de este mundo

en armonía celeste,

morada de paz

quietud inmortal.

 

La muerte sombra misteriosa

invisible silenciosa.

 

Dijo la muerte:

Mis pasos dejo

mis pasos doy.

 

En esta vida fugaz,

en este mundo terrenal,

somos inquilinos peregrinos

en la tierra.

 

Nos embriagamos de vida

antes que llegue la muerte,

muerte, sombra gigante

que nos opaca la vida

para siempre.

Hay..mar..olas.

 

Ojalá que sus hermanos, a quienes no distingo: Deynise, Nydia, Natty, Zoraya, Jorge, Fernando y Elkin, al leer esta reseña, se animen a autorizar la edición de los poemas del otro aedo de Puente Nacional. Él, fue hoy; ayer fue mar, y hoy si deseamos cumplir con su sueño de convertirse en “Olas”, es pertinente hacer una antología con la obra Hymar Zúñiga Camelo.

 

 

 

 

 

lunes, 4 de diciembre de 2023

Trastocado

 

 

Cuando el poeta está enamorado es incapaz

de escribir poesia sobre el amor.

Tiene que escribir cuando se acuerda que estaba enamorado”

Humberto Eco


Poema 337

03/06/2023

DRA

Te miro y me perturbas,

te imagino y desvarío,

me miras y me embriagas;

profiero y tartamudeo,

me platicas y pierdo el juicio.

 


¿Será el miedo que asiste en mí?

¿Será mi lenguaje trapajoso?

¿Será la escisión de los dos?

 

Solo sé que el mirarte,

el imaginarte sin mí,

trastoca mis sentidos,

avivas mi amor por ti

y apagas mis sueños:

los sueños de abrigarte

 embriagándonos con besos.

 

Eres real, existes;

trastocas mi existir.

El parasitismo del plagio intelectual

  El apropiarse de los méritos de otro u otros, el copiar y usar palabras e ideas de otros y sustentarlas o escribirlas como propias y usa...