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viernes, 16 de abril de 2021

En mi carne, en mi ser.

 

Esa noche, mi padre nos llevó a dormir a la montaña. Tenía 8 años, y con mis 8 hermanos, muy obedientes nos acomodamos en la oscura cueva.

Teníamos la orden de quedarnos allí hasta que el sol brillara en la cima escondida por otra, majestuosa y cuajada de árboles. El hambre y la luz de los rayos del sol en la cueva fue la señal que nos animó a retornar al rancho.

Uno tras otro fuimos despeñándonos con sigilo por la montaña hasta la casa de hojas de caña. Caminábamos en silencio, uno tras otro como unos cien pies.           

 Atentos a cualquier movimiento, sin ponerle atención al de las tripas que mugían de hambre. La noche anterior no habíamos alcanzado a cenar. Cautelosos, desayunamos con agua de un arroyuelo que brotaba en la sierra y discurría por el valle perdiéndose entre la arboleda silenciosa y mustia ante la guerra de los hombres.

En el patio de las ruinas del rancho, las gallinas, los cerdos, los perros se peleaban con los gallinazos el desayuno del día. En el lugar y en corredor de la chamuscada choza, yacían los cuerpos de cinco miembros de mi familia.

La sangre brotaba de sus humanidades y corría descolgándose al platanal para esconderse de la furia de algunos conservadores que, protegidos por la oscura noche, habían decidido sacarnos de la tierra por profesar mi padre una atracción por las ideas de Jorge Eliecer Gaitán. El caudillo del pueblo había sido asesinado por un sicario. Juan Roa Sierra que había trabajado años antes en el periódico El Siglo en la capital del país.  

Había terminado la segunda guerra mundial, gracias al pacto antifascista entre Rusia y EU que derrotó a los nazis y a Mussolini, en Italia dando un aire al surgimiento de movimientos progresistas en América Latina. Pero EU inauguraba sus políticas de guerra fría y en Bogotá se celebraba en abril de 1.948 la IX conferencia de cancilleres con el fin de crear la Organización de los Estados Americanos: OEA.

Previo a lo que ocurriría en Bogotá, en Cuba un joven nativo, aprovechando la presencia en la isla de un grupo de estudiantes argentinos, junto con ellos, solicitaron al presidente Juan Domingo Perón la financiación del primer encuentro de jóvenes estudiantes americanos, evento que se efectuó paralelo a la conferencia de cancilleres en la misma capital, Bogotá.

Yo no soy un hombre. Soy un pueblo”. “El hambre no es conservadora ni liberal”, afirmaba Jorge Eliecer Gaitán quien sería el futuro ganador de las alecciones a la presidencia de la Republica de Colombia, preocupó a la oligarquía de los partidos tradicionales que venia ejerciendo una violencia soterrada desde los organismos policiales del Estado. Pactan en silencio el asesinato de Gaitán que ocurre el 9 de abril del 48, circunstancia que, por primera vez, el pueblo de Colombia responde con violencia a la violencia por sesenta años más.

Contó mi padre que el 7 de febrero del mismo año, Gaitán encabezó con cien mil colombianos “la marcha del silencio” en la que se exigía al gobierno de Mario Ospina Pérez, que “Cesara la matanza”. Una semana después, en Manizales, en el funeral de 20 liberales, Gaitán se pronunció a favor de la paz.

Las matanzas continuaron.

 El 18 de marzo del mismo año, ante la ola de asesinatos de ciudadanos liberales, Gaitán rompe con el gobierno conservador presidido por un antioqueño. Y el gobierno responde nombrando canciller al más odiado fascista, Laureano Gómez; quien estuvo de embajador en Alemania en el florecimiento de Hitler en Europa. Y él, hace su presencia publica presidiendo la IX conferencia de cancilleres del continente que empezó el 30 de marzo. La primera acción de Gómez fue vetar a Gaitán para no estar presente en la conferencia continental de cancilleres.

La conferencia de estudiantes, acogen a Gaitán y le proponen que presida la conferencia juvenil en Bogotá.

Ese fatídico 9 de abril, al medio día, Gaitán decide ir a almorzar a un restaurante cercano de su oficina. Esa tarde, en su agenda estaba programada una reunión con Rómulo Gallego, político de Venezuela y el estudiante cubano, Fidel Castro.   

Gaitán baja de la oficina acompañado de cuatro personas: Entre ellas, Plinio Mendoza Neira, padre del periodista, Plinio Apuleyo Mendoza, quien abraza al candidato hasta la calle. Ya en ella, suelta a Gaitán. Aparece el asesino apuntando con un revolver. Gaitán gira para escapar, pero recibe tres balazos, dos en la espalda y uno en el cuello, cayendo herido mortalmente mientras el asesino huye apuntando a la gente para que no lo sigan. Sin embargo, metros mas adelante se deja desarmar mansamente por el detective Pablo Emilio Ponte, quien se lo entrega a dos policías para que se lo lleven detenido, y extrañamente desaparece.

Juan Roa Sierra era un esquizofrénico con tendencia fascista que se creía el general Santander. El día anterior al homicidio, Roa Sierra había exhibido un gran fajo de billetes con el cual, entre otras cosas, había adquirido el arma homicida.

Mientras Gaitán lucha por vivir, cuenta Gabriel García Márquez, testigo, que mientras los policías conducen al homicida, son rodeados por una multitud que es agitada por un señor “vestido de gran clase, con un vestido de alabastro” y un control milimétrico de sus actos, que dice que “hay que matar al asesino”. Los policías se refugian  con el detenido en una barbería.

-El dueño le preguntó a Roa sobre el por qué mató a Gaitán.

-Roa le dice que no puede hablar porque son “cuentas muy grandes”.

La muchedumbre toma al asesino. Lo mata a golpes y lo arrastra desnudo hasta las escaleras de la presidencia de la Republica de Colombia

Al misterioso personaje elegante, -cuenta gabo- lo recogieron en un automóvil nuevo y se perdió en la ciudad.



La muerte de Gaitán se regó como pólvora en la ciudad, y luego, por las noticias de la radio y de la prensa, se expandió por el país. En Bogotá se incendiaron tranvías, autos y 142 edificios incluido el de la Gobernación de Cundinamarca. Algunas unidades policiales se unieron a la revuelta y entregan armas al pueblo. Para quitarle carácter político a la revuelta, la Jerarquía católica recomienda al gobierno soltar a los presos comunes para que saqueen la ciudad.  El saldo final del Bogotazo fue de tres mil muertos.

La muerte de Gaitán fue el resultado de una acción encubierta recordada como “la operación pantomima” ejecutada por la embajada de los EU, la policía colombiana y la oligarquía. Así lo confesó un agente de la CIA, John Mapples spirittu capturado en 1.960 o 1.961 en la provincia de Sancti spiritus, Cuba; cuando hacia inteligencia militar para derrocar al régimen. Este agente estuvo el 9 de abril de 1.948 en Bogotá haciéndose pasar como estudiante italiano con el nombre de George Ricco.                             

"Han transcurrido 71 años de ese 9 de abril de 1.948.

Fui ordenado sacerdote el 5 de agosto de 1.971 y desde entonces he dedicado mi vida al servicio de Jesús encarnado en los desplazados, en los pobres, en los marginados. Pero en estos años he perdido a 14 compañeros que, como yo, han ofrendado su vida en defensa de los derechos humanos, en defensa de la vida.

Me uno hoy al clamor de todas las victimas de la violencia fratricida, y a los gritos de quienes defienden los derechos humanos, en particular de quienes siguen siendo desplazados de sus ranchos y sus tierras. Clamo al cielo por los niñ@s reclutados contra su voluntad y obligados a empuñar las armas en contra de los mismos campesinos, ya desarmados o armados a nombre del Estado.

Desde siempre clamo a Dios que acelere la llegada del Reino de Dios que es vida, verdad, justicia, amor y paz.

Que esa nueva realidad, sea anhelada por los hombres de buena voluntad y que el Dios de la vida perdone a tantos victimarios y a las víctimas de su Reino y Gloria.

Como sacerdote imploro a mi Iglesia católica asumir las premisas del papa Francisco y las profecías de Jesús, fundador de la Iglesia de los pobres y oprimidos.

Al oyente, al lector los convoco a dejar de ser aliados de sus propios opresores. De los victimarios y cómplices silenciosos del viacrucis que vivimos los colombianos, por las mismas causas y causantes.

-Soy Benjamín Pelayo Lizarazo, sacerdote siervo del Dios de la vida".

 

San Gil, abril 9 de 2.021  

El parasitismo del plagio intelectual

  El apropiarse de los méritos de otro u otros, el copiar y usar palabras e ideas de otros y sustentarlas o escribirlas como propias y usa...