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jueves, 7 de febrero de 2013

No importa la edad, ni la condición. Usted tiene el elemento. Búsquelo en sus propias negaciones, búsquelo entre esos…no soy capaz…no me gusta…que ahí puede estar. Identifíquelo, explórelo y explótelo y gócelo. Es lo que llamamos satisfacción, felicidad, realización personal.



 LAS HABILIDADES  PUEDEN ESTAR EN LA NEGACIÓN  DE LAS MISMAS.

Entre  más vivo, mas aprendo. Entre más conozco, mas reconozco. Entre más observo mas valoro la vida. Entre más comparto con los míos, mas aprendo de ellos.

Al morir Margarita, mi primera esposa, en casa quedamos con Adriana Ricio, la hija menor del clan Torres González. Mi preocupación en ese entonces como padre, era la alimentación de ella. Nada le gustaba. Nada le provocaba, pues extrañaba la comida que la madre le preparaba,  pero a la vez, era una forma de protestar por la circunstancia de quedarse, sin quien más amaba, la madre.

ENTRE EL ENSAYO Y EL ERROR, SE APRENDE

Entre el ensayo y el error decidí aprender a cocinar hasta lograr la sazón que ella dejó en el paladar de quienes degustaron sus platillos. Con los meses fui potenciando ese gusto y ese sabor por la buena comida, y llegué con los años, a que mis hijos desearan mis platos como antaño y no sintieron la soledad que se animaba en casa.

Por su parte, ya Adriana Rocío debió irse a estudiar con la condición que debía definir mi compañía marital, asunto que definí con ella, luego de un regreso intempestivo dos semanas después de haberle dejado instalada en Bucaramanga para iniciar estudios de administración, a condicionar mi soledad y asegurar mi estabilidad emocional.

Pero en su estadía en Bucaramanga, la preocupación empezó a crecer en Edna Margarita, mi tercera hija quien cursaba estudios de ingeniería industrial en la UIS, al ver que Adriana Rocío comía poco; solo galguerías y con la dieta del gamín… dormía y dormía para recuperar las energías perdidas a diario.

Fue tanta la preocupación de los dos que decidí no darle tanto dinero para el sustento, sino dejar pagos los almuerzos donde “Pancha” para tener la tranquilidad que comería algo de algo.

Con los meses esa preocupación se fue diluyendo con las noticias que intentaba comer, sin que en mí, abandonase la preocupación del efecto en la salud de Adriana con los años.

Pero la vida nos trae lecciones cada día.

Un par de años después, Adriana al sentirse sola en Bucaramanga, y luego  de tener la experiencia de vivir en un cuarto compartido en E.U., además de vivir en compañía de Cristian, el mayor de la manada, en Madrid, España, en el tiempo de su estudios de maestría, afloró esa competencia y ese gusto por la cocina, volviéndose, sin proponérselo, en una experta  chef a partir del ensayo y el error.

En mi familia, solo Edna Margarita aún no le encuentra  el gusto por este deleite familiar.

Pero ya en Bogotá de regreso al país, Adriana se ha convertido en el imán que une a la familia. La une en torno a los platillos que cada ocho días prepara en el apartamento de Carlos.

No se necesita ser el mejor en el aula para tener éxito profesional.

Carlos Augusto es mi segundo hijo; él, nunca mostró habilidades con las matemáticas como estudiante en el colegio. Hoy es un financiero que hace operaciones mentales ganándole en la práctica a Margarita que tiene especialidad en finanzas. Cristian era el más apegado de la familia, pero fue el primero en irse del país a hacer su futuro en España.

En la negación primera puede estar el éxito.

María Teresa, mi actual esposa, nunca deseó que Paz, la hija, estudiase en Bogotá; pero una vez graduada de bachiller, fue en la capital donde encontró la universidad para estudiar la carrera deseada.

 Ella, María Teresa, por treinta años fue empleada y nunca se imaginó estar detrás de un mostrador; hoy está feliz atendiendo su propio negocio. Y algo  más amigo lector. Cuando yo terminé el bachillerato técnico, por resultados académicos, me hice merecedor de una beca para continuar estudios de pedagogía, pero en ese entonces, la desprecié porque no me imaginé nunca como docente. Transcurrieron ocho meses sin trabajo hasta que conseguí el segundo. Ese segundo fue de maestro. Mis tantos alumnos me recuerdan con los años, no tanto por los temas de la clase, sino por las enseñanzas de vida que los motivó a ser, muchos hoy prósperos empresarios unos, y otros, reconocidos profesionales.

Educar en y para la libertad traerá dividendos

Y al pequeño Samuel con escasos seis años, es la preocupación de todos, en especial  de nosotros, los padres. La madre lo sobre protege y cuida. Yo disfruto cada acción que hace. Sé que no tendré tanto tiempo, sino el suficiente para dejar mi legado; sin embargo, en enero, al quedar solo en casa, pues los hermanos regresaron, los mayores a trabajar y la hermana a continuar los estudios, arregló maleta y se fue a donde la tía en donde pernoctó varios días con sus noches. La vida nos da sorpresas, y el libre albedrío ya forma parte del diario vivir de este Benjamín de la familia. Un albedrío resultado del afecto, de la confianza y del reconocimiento positivo de toda acción positiva que haga, así como de explicación y correctivo  fundamentado cuando se equivoca o hace berrinches.

Uno no sabe lo que es capaz de hacer y de lograr, sino hasta que no lo intenta.

Pero muchos padres, incluso conozco colegas maestros que no permiten que los hijos o alumnos, intenten lo que desean. Ambos olvidan que en una negación inicial de una habilidad o una destreza, puede estar el elemento del que hablé en una de mis primeras notas en el blog.  El elemento de la creatividad.

En la curiosidad y la creatividad está el futuro de los niños y jóvenes.

Solo invito a reflexionar a los lectores en la siguiente evidencia: cada vez hay más jóvenes en colegios y universidades, y desde luego cada año habrá más bachilleres, técnicos, tecnólogos y profesionales; pero solo logran un contrato laboral o montar un negocio, aquellos que demuestran curiosidad, creatividad, persistencia, eficacia y gusto por trabajar en equipo; los demás, duraran años en el grupo de desempleados o sub empleados, pues el tener un cartón no asegura un trabajo, así sea una condición para alcanzarlo.

El hecho no es castigar a los hijos, sino dejarlos que ensayen. En el ensayo y el error está el camino para construir novedades. Y en la historia hay miles de ejemplos.  Lo hizo cinco mil veces el creador del bombillo. Lo hizo Bill Gates, el dueño de Microsoft.

  Hay que vivir en una actitud de cambio para mantenernos vigentes.

La vida es un aprendizaje permanente. Lo importante es vivir en actitud permanente para aprender, para observar, para innovar, para cambiar, para adaptarse al ritmo cambiante de los tiempos. Y aceptar que el error es una gran oportunidad de aprendizaje. Cada persona tiene unos talentos, el meollo esta en identificarlos, hacerlos aflorar y explotarlos para bien personal y de quienes nos rodean.

Y lo más importante, no siempre los padres y maestros tienen razón sobre los imaginarios que se hacen de las personas. Es uno quien es el artífice de su propio destino, y ese destino depende del elemento (la creatividad) que tengamos, exploremos y explotemos.

No importa la edad, ni la condición. Usted tiene el elemento. Búsquelo en sus propias negaciones, búsquelo entre  esos…no soy capaz…no me gusta…que ahí puede estar. Identifíquelo, explórelo y explótelo y gócelo. Es lo que llamamos satisfacción, felicidad, realización personal.

NOTA. Si uno de textos en el blog, ha contribuido a modificar sus creencias y pensamientos. No lo dude en compartir esta nota con los seres que amas y te aprecian.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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