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miércoles, 25 de febrero de 2015

ENTRE EL MAS ALLA Y EL MAS ACA.

Un insecto diminuto que abunda en las riveras de los ríos y que pica, tanto de día como de noche, sin ser identificado, hizo su labor de infección postrándome tres años después en un hospital por varias semanas, y en casa, otras tantas para lograr bloquear las fiebres reumáticas, efecto de su labor. Pero las consecuencias de la picada del mosquito y del tratamiento a las fiebres reumáticas surtieron el mayor efecto 36 años después cuando debí ser internado de urgencias en la FOSCAL en Bucaramanga en la que me diagnosticaron arritmia cardiaca.

Tres años antes de la cirugía de corazón abierto se me había detectado la aparición de un soplo. El cardiólogo que hizo el diagnostico predijo tres años mas de vida  en esas condiciones, los cuales se cumplieron cual rotación de la tierra. Los exámenes determinaron un daño irreversible en la válvula aortica que solo sería superado con una prótesis.

Y como todo en la vida, cada día tiene su afán. Fue un viernes 13 de diciembre de 2009, día que empezaba mis vacaciones de fin de año. Cuando el sol se ponía, salí de casa a entregar unas tarjetas de invitación al matrimonio del hijo mayor de seis en la cosecha.

Tomé una pendiente de unos 30 grados, y en la mitad de ella, ya estaba fatigado. Paré. Inhalé y exhale tranquilo y lentamente hasta recuperar el ritmo normal del corazón. Sin olvidar la recomendación del cardiólogo que tiene  nombre y apellido del emulo mexicano Alfredo Jiménez: “Si te fatigas dos veces, tienes dos horas para estar en la clínica por urgencias”.

Y la segunda fatiga se produjo inmediatamente después de la primera cuando retomé la cuesta luego haber caminado unos cien metros; pero este campanazo me dejó inmóvil en el portón de una casona en cuyo dintel me senté a reponerme. Estando en ese trance, pasó un colega maestro, quien al verme pálido y si fuerzas propuso llevarme a la clínica, oferta que modifiqué solicitándome que me transportara a casa. Hecho que se produjo de inmediato.

 

Ya en casa conté a mi esposa lo sucedido y alistamos maleta para partir de inmediato a la FOSCAL, en Bucaramanga, entrando de urgencias esa misma noche y en la madrugada obtuve el diagnostico final. Requería de cirugía de corazón abierto para el cambio de la válvula aortica. Procedimiento que se pactó para 40 días después por mis circunstancias familiares

La preparación a la cirugía demanda un estado de ánimo positivo y un apoyo emocional de la familia. La cirugía, luego de cinco horas fue exitosa, pero el postoperatorio es el 90% del éxito del procedimiento.

EN LA FOSCAL

Fui consciente hasta cuando me dormí esa noche del 27 de enero de 2010. Luego, tuve una luz de conciencia cuando me trasladaron del quirófano a la camilla para ser trasladado a la UCI. En ese lapso sentí ahogarme y mientras intentaba tomar aire, el cirujano cardiólogo me susurró al oído: “yo ya hice mi parte. A partir de este instante tu vida depende de ti”, y volví al estado inicial de inconsciencia.

No recuerdo cuando tiempo transcurrió cuando  volví en sí encontrándome conectado a un monitor que controlaban ocho personas desde el centro de la UCI  observando la evolución de diez personas, que al igual que yo, estaban en idéntica situación de indefensión y cuidado.

En ese lapso me vi postrado e inmóvil y conectado en el cuello, en las manos, en los pies, por el ano, por la boca, por el abdomen y por el pene en una cama totalmente blanca rodeada de cortinas de igual color. Mi ser estaba fuera de mi cuerpo postrado y lastimado. Entré a un largo túnel color rosado, amplio en la boca y estrecho al final en donde se avizoraba una luz semejante a un amanecer en en el campo donde crecí.

En el transcurrir por el túnel me observé en cada época de mi vida. Desde mi nacimiento en una pieza de una casa levantada en adobe, mi primera comunión, mi primer día en la escuela; me vi rezando de rodillas con mis padres por la basílica de Chiquinquirá, y cual ave, hice un veloz viaje observando desde lo alto los parajes en los que viví en el transcurrir de mi existencia.

Vi el rostro de mi esposa Margarita que murió en el 2000, a las dos abuelas que  murieron siendo jóvenes y a un tío que también había muerto en la década del noventa del siglo XX.

Todos  se observaban felices e insinuantes para que los acompañara a donde estaban; pero mi viaje era muy veloz hacia el final de túnel, y en ese trayecto, alcancé a ver el rostro triste y lloroso de mi hijo menor que tenía tres años, y al verlo de reojo, en ese estado de indefensión, mi viaje se detuvo, regresándome con mas velocidad por el mismo túnel. Cuando desperté estaba rodeado de dos enfermeras y dos médicos que balbuceaban entre sí: “Casi se nos va”.

Razoné. Estoy vivo. Y me acordé de las palabras del cirujano cardiólogo: “ de aquí para allá todo depende de ti”. Estaba inerte pero me sentía vivo. No podía moverme pero podía ver. No podía hablar pero escuchaba. No tenía dolor pero sentía cuando me inyectaban. No podía defecar pero ganas habían.

Fueron cinco días de 24 horas en la UCI. Allí no hay  noches. Las lámparas están siempre prendidas. Sentía que amanecía cuando limpiaban mi cuerpo con toallas húmedas refrescándome y poniéndome en contacto con la vida, y para hacerlo me volteaban con cuidado. Esos baños eran la constatación que seguía vivo pero en cuidados intensivos.

 

En algún momento desperté con murmullos de los médicos y enfermeros. Daban reanimación al paciente del lado derecho. Fueron unas dos horas entre el respirar y el dejar de hacerlo. Ya en la madrugada oí una solicitud sentida del paciente. “déjenme morir. No quiero sufrir mas”. No hubo respuesta a sus palabras. Al amanecer su cuerpo fue retirado de la UCI.

Al frente de mí hubo una mujer que también habían operado con corazón abierto. Aunque éramos observados por profesionales, la señora sufrió un preinfarto y estaba tan débil que sentí su muerte en menos tiempo que el vecino.

 

Otro paciente estaba en el mismo lugar por una cirugía de la próstata. El, gritaba de dolor y en sus lamentos decía. “sáquenme las tijeras que dejaron dentro de mí”. Me están cortando y tengo mucho dolor y con palabras soeces insultaba a los médicos y enfermeros.

Y en un extremo había otro paciente que gritaba: “Me cambiaron el corazón pero me cosieron el culo. Me pusieron un corcho”. ¡ Ayúdenme¡. El paciente tenía un estreñimiento insoportable de cual ningún paciente que este en una UCI, se libra.

Fueron cinco largos días en cuidados intensivos y posteriormente dos en habitación. En la  pieza poco pude dormir y la carencia de sueño y el estreñimiento me instaron a empezar a caminar. Inicialmente dentro de la habitación, y luego, por los corredores. Era consciente que entre mas caminara, mas rápido me restablecía. Al día 14 ya hacia tres mil metros y al día 20 ya caminaba sin acompañante.

 

Mi válvula aortica se solidificó como efecto de las fiebres reumáticas. las fiebres reumáticas.  El mosquito hizo su infección mientras me encontraba en las arenas del río minero en la vereda Otro mundo del municipio de la Belleza, buscando esmeraldas aprovechando unas vacaciones de mitad de año en 1974 en compañía de un alumno y de un colega, llamado Ricaurte Becerra, quien fue precisamente la persona que 36 años después me encontró y auxilió cuando sufría el segundo desmayo en la carrera 9a. con 14 en la ciudad de San Gil.

No encontré esmeraldas, pero un mosquito si me encontró. Dios fue generoso al darme una segunda oportunidad. Uno simplemente debe abandonarse a Dios, y Él, decide. la vida es una sola y mientras se tenga hay que vivir cada momento como si fuese el último, dando gracias s Dios por cada minuto vivido.

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Desde entonces mis hábitos alimentarios, mis rutinas, la forma de ver la vida y de relacionarme con los demás, así como mi relación con Dios, fueron modificados.

Menos acción y mas reflexión. Menos proteína animal y mas vegetales. Menos trago y mas jugos. Menos sal y menos azúcar. Mas ejercicio y menos sedentarismo. Mas unidad familiar y menos vida social. Mas espiritualidad y menos materialismo. Mas lectura y menos televisión. Mas tiempo en el campo que en el pavimento. Mas libertad y menos apego a la vida. Mas agradecido y positivo en cada circunstancia. Mas caluroso y menos calculador. Menos palabras al enseñar y mas con el ejemplo. Y lo mas importante, comprendí que lo único que tiene es la familia y escasos amigos.

IMG_8794 Victor Verardinelli, un amigo en las buenas y en las malas.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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