-24 de abril de 1.950-16 de noviembre de 2.022-
Del ayer y de las manos
de una mujer que le amó compartiendo poesia, transitó por mis callosas manos,
un “Diluvio de amor”. El horizonte no lo previno, ni en el zenit
hubo señal alguna. Lo cierto es que entre obras de arte de la sala principal de
mi aposento, una reconocida escritora y poeta cachiríe y nortesantandereana,
radicada en la capital de los parques, estuvo rondando por las calles de la
Perla del Fonce y compartiendo poesía en EL Parnaso con ocasión del 20º. Aniversario
de “Cantera poética”, un colectivo que surgió bajo la sombrilla de la
poeta Graciela Pereira de Gómez y la sombra del abogado escritor, Raúl Gómez
Quintero el pasado 2 de diciembre de 2023.
29 poemas son de la pluma
de quien se bañaba cada fin de semana en las corrientes aguas del rio Saravita
mientras cursó el bachillerato en la Industrial Francisco de Paula Santander,
en la tierra que otrora fue un Sorocotá Muisca en donde intercambiaban
productos las etnias que compartían conocimientos antes que arribaran los invasores
que accedieron por Chipatá, Santander. El otro tanto restante de poemas son de autoría
de Martha Zorayda Cáceres Pabón. La maestra escritora y poeta radicada en Bucaramanga.
La antología de la dupla
de poetas tiene dos títulos: “Erosismo cósmico” para la dama -Mar-Zory-Roma-;
y “Diluvio de amor” para el veleño atravesado -Hey-Mar-Olas. Fue publicada
en 2010 por la Casa del Libro Total de Bucaramanga, tiene la particularidad que
para conservar el equilibrio autorial, tanto en páginas como la tapa del libro,
está armado pata con cabeza, y para leer a cada autor, hay que girar el libro 180
grados.
El pontonalino nació en
los oscuros años de mediados del siglo pasado, estuvo trabajando en la empresa
del Acueducto de Bogotá y meses antes de su muerte fue notificado de una pensión.
Por lazos familiares, estuvo en EE. UU. y los últimos años los vivió en
Bucaramanga. Se consideró un autodidacta amante de las artes con énfasis en la
pintura y la escritura. Como poeta estuvo tertuliando en las ciudades donde
residió y en Medellín.
Es el autor de los siguientes
libros: “Antología Poética Debut lírico”, “Terraza de sueños” y “Diluvio
de amor” considerado por el autor como “una reliquia que dibuja y expone
el interior de su vida”, tejiendo con letras y palabras, un bordado
sentimental que deja ver la fuente permanente de sus amor, dirigiendo sus aguas
para bordear tambien el lenguaje del “Erosismo cósmico” de la coautora del poemario
a cuatro manos, Martha Zoraya Cáceres.
Zúñiga Camelo, escribió: “Desde hace muchas lunas, la poesía me ha poseído. Ella es hermosa como una diosa, habita en el palacio encantado de las palabras. La poesía es una de las más bellas expresiones del ser humano, y éste noble placer me invade el alma. Ella, el arte y la belleza justifican mi existencia efímera en este mundo”. Confesó: “mi musa galáctica es Mar-Zory-Roma. Es la lira sonora presente en mis versos, a ella y a mis amigos”.
Para adentrarse en el
estilo, forma y significado de la obra de Zúñiga Camelo, registro en mi blog,
varios poemas de su libro en referencia.
Como lo confiesa el título
del primer poema, revela el espejo de los 29 poemas que integran la
publicación, y por la importancia histórica, en mi opinión, lo publico en este
medio para que sus poemas no se pierdan en las arenas del Saravita que se
funden con las del Fonce y su retórica poética se esfume con la espuma que
brota de fusión de sus aguas con el Chicamocha al convertirse en El Sogamoso
del olvido literario que usualmente ocurre con aedos desconocidos en su propio
terruño.
El poeta nacido en la
tierra donde creció el maestro Lelio Olarte fue un enamorado. Un amoroso del
amor y de la mujer fuente de inspiración erótica y sexual en todas las poesías guarecidas
como himen en páginas amarillentas ajadas por los años y protegidas por una de
sus musas nortesantandereanas que me confió su secreto y me soltó por algunos
dias su “Diluvio de amor”.
Preludio
y éxtasis de amor
Atardeciendo y acechando
por las diversas formas
de tu geografía.
Atardeciendo y descendiendo
por la tierra
prometida
donde hermosamente
emergen
tus bronceadas piernas
primavera
y la amapola del
invierno
en toda su magnitud y
forma.
Por los caminos de la
piel
en la frontera
ardiente
entre llamas de cielo
y cuerpos de fuego,
comienza el preludio
del amor,
más allá de la
entrega ciega
éxtasis y naufragios
en lento amor.
Atardeciendo y
descendiendo,
sumergido, calcinado
por la voraz delicia del amor.
Por el contexto del poema, Zúñiga
Camelo escribía en las madrugadas, en los ocasos, y en especial, cuando evocaba
instantes pasionales compartidos bajo sábanas nupciales en penumbras citadinas.
Penumbra
Amor mío
en tu penumbrosa
tersa
hay un tesoro
escondido,
inclinado miro
las pestañas sedosas
color en trino,
pestañas verticales
de encanto
incomparable.
Las miro y miro
con dedicación
infinita
como si estuvieran prendidas
en mis entrañas,
pestañas que florecen
en penumbra
con todo resplandor
en cada espacio
en cada sombra.
A veces se desbordan
elásticas y sedosas
como pétalos suaves
entre manos ansiosas.
Todo se detiene
ante el bello oasis
que floreces
en piel desértica
bello y negro entre
el valle
y la sombra.
El comparar a la amada con el
mar, y en ella, su navegar, convierte este poema en un cantico a la mujer que
lo flechó hasta su muerte ocurrida en noviembre de 2.022.
Piélago
de pasión
Tu eres cuerpo
navegado,
mar amado,
yo navegante perdido
en tus deseos y desvaríos,
náufrago nautilo
al vaivén de las
espumas de amor
Te quiero así,
angelical sirena
de los siete mares,
ola serena
ola desnuda
en piélago de pasión.
Te quiero cerca de mí,
soy amante Neptuno
y mis ojos se llenan
de mar
cuando te miro.
Tú eres bahía lasciva,
yo, ebrio navío
a la deriva de tu
ensenada.
Este poema, "Diluvio de amor" dio origen
al título del poemario escrito a cuatro manos, pero con solo dos amantes corazones.
Y ella, para él, fue su pegamento: “Cuando
estoy en ti, muevo montañas y sábanas, de ti no me levanto”.
Diluvio de amor
Ya llega el tiempo
un tiempo húmedo,
ya llega la tarde
con lluvia de besos
ya llega la noche
con diluvio de amor.
Te veo en el cuarto
sobre el tálamo
sensual
destino lascivo
de pasiones presentidas.
Cuando estoy en ti,
muevo montañas y sábanas,
de ti no me levanto
cuarenta dias
y cuarenta noches
piel sobre piel
preludio y epílogo de
emoción.
Ya llega el tiempo,
un tiempo húmedo,
ya llega la noche
con diluvio de amor.
Cae la tarde
soy un jinete
que vibra de amor.
El cuerpo de la mujer, sus
volcanes y vástagos, y en especial, los labios femeninos carmesí, lo inspiraban
y lo ataban a la fémina que se los ofrendase por el mero placer de compartir
poesia.
Labios codiciados
El silencio de la mujer
reposa cuando los
labios
pintados de primavera
callan para dar paso
a su hermosura.
Labios entreabiertos
extendidos al
universo,
radiantes, exuberantes,
tan perfectos que
provocan
la furia del amor.
El espejo es reflejo
del boceto dibujado,
trazos finos irisados
de los labios impregnados.
ni el poder, ni el
oro,
despiertan la codicia
de unos labios rojos.
Labios pintados,
labios deseados,
su esencia es la dulzura,
su sabor acaramelado.
Dichoso es mirar
los labios amados,
ellos son pasión y
locura
en el universo
lo más codiciado.
En el poema, Ella, comparada con
la Roma Imperial, lo obnubila y lo atrae hasta convertirlo en viajero
interplanetario a la estación femenina que compara con una lujuriosa constelación.
Ella
romántica, ardiente,
el fuego provocas,
Roma imperiosa
de ojos color andrino,
de mirada félida y
amorosa
radiante jubilosa.
Ella fiel, estrella,
hermosa como una rosa
amante hasta los
confines
del sueño,
sutil vertiginosa
al tocarlos y saborearlos
con insaciable y dulce
deseos.
Ella, irresistible
como huracán
paraíso nupcial,
de un cielo
horizontal,
con su mirada
de gatuna angora
a la hora exacta
sonriente y seductora,
entre beso y beso
entre sombra y sombra
tu cuerpo, constelación
lujuriosa.
En
el peoma “Miel y piel” el poeta se pregunta, quien es quien aviva la llama, si
su miel o la piel de la amada deseada. Y él, lo confirma en el mismo poema: Es
ella quien aviva la llama de la pasión y el amor que los convierte en melosos
deseados.
Miel
y piel
Serás tú la misma
despues del tiempo
sin tiempo,
de los vientos de
agosto.
Será la plegaria
la que traduce el
enigma
de la estrella que
ronda
la soledad y el
reposo
en la apacible San
Soucci.
¿Quién prende la hoguera
de la hojarasca que
aviva la llama
del cuerpo
crepitante?
¿Quién prende la hoguera
del amor y de las
ansias voraces
para viajar a otro
universo?
En el centro de la
llama encendida
que dilata, palpita y
atrapa.
Será tu miel sobre la
piel
la que endulce el
instante incitante,
tu cuerpo que aviva
la llama
de la ansias voraces.
Será tu plegaria la
que traduzca el enigma
del juego palpitante.
El poeta, nació en un pequeño
poblado de la provincia de Vélez, en Santander, pero fue vital por el tránsito
en las épocas anterior y posterior a la invasión europea. Allí fue su niñez y
juventud, pero por sus vinculaciones laborales, se tornó citadino, viviendo en
cajas de cemento arrumadas en edificios multifamiliares, conocidas en
Bucaramanga como la Ciudadela Real de Minas, en el sector Porto Real.
Demasiado urbano
Hay una ciudad del nunca
jamás,
poblada de suburbios
habitada por vecinos
citadinos sibilinos.
Otra ciudad inventada
nace de grandes bulevares,
cuánta esplendidez,
cuanta osadía.
En sus torres de cristal
de belleza vertical,
apoteosis de cemento,
el ladrillo y el
metal.
En la ciudad
rutilante
de semáforos cambiantes,
hay gente anodina
que camina de sur a
norte
queriendo alejarse de
la rutina.
Me cuesta dejar la
urbe,
su inmensidad, la
cotidianidad,
el teatro, los cafés,
las avenidas del edén.
La urbe es imperio fantástico,
aventura y misterio,
babel de cristal
de torres vertical.
Soy demasiado urbano;
llevo una ciudad en el
alma.
Es usual que el poeta sea
contemplativo, no solo en lo que mira, sino en lo que imagina. Y contempla de día
e imagina tambien en noches estrelladas, y con sus pensamientos viaja como
estelas en el firmamento; así lo revela en el siguiente poema que le canta al
viento a las constelaciones y su infinito sideral.
Quimera
galáctica
Qué canta el rapsoda,
que canta el viento,
rapsodias en azul,
multicolores,
en las noches de reflejos
consteladas
o en las alburas
andarinas
celebrando el canto
infundido en la mirada.
Qué canta el rapsoda
henchido
al corazón aladíneo
en plácidas fugas
por senderos
siderales.
Qué canta el
sortílego viento
en el Albur límpido
de ignicencia florecido.
Alquimia terrígenas,
transmutación y
efluvios
de sueños y ensueños,
galáctica oteante
vestida de ilusión,
abstraída desde el belvedere
por huellas del
tiempo
en fuga excéntrica
hacia ignotas nebulosas.
Qué ansias sin límites
lleva tu mirada
en el solar solaz de navegaciones
siderales.
Como si el poeta presintiera, le
cantó a la ciudad donde murió y vivió luego de dedicar su laboral a una empresa
estatal en la capital colombiana. Fue la ciudad que le suministró la tinta, la
pluma y las musas que inspiraron sus poemas. La metrópoli, fue soñada y real. La
describe con sus planadas y laderas, inmersa en bosques de estoraques, caracolíes
buganvilias, ruitoques y cañaverales, con nocturnas noches bucólicas, poblada
por arrechos varones e irradiada por hermosas bumanguesas que trastocan el
existir de atravesados santandereanos.
Bucaramanga, rubia y primaveral
Bucaramanga, ciudad
soñada,
ciudad amada con todas
las pasiones.
Meseta embellecida
entre bosques,
donde la brisa aviva
el embrujo despertar.
Ciudad bucólica
donde florecen las
buganvilias,
bellas colinas
esmeraldinas
se elevan queriendo
tocar el cielo.
Tierras de ruitoques
y estoraques,
del crepitar de caracolíes,
de hombre arrechos
fervientes,
tierra de verraquera
y de laderas.
Ciudad
resplandeciente
con crepúsculos de
oro
de noches fantásticas
y lunas de cristal
Ciudad galante,
eres rubia, hermosa y
primaveral.
ciudad encantada
del pan de azúcar y
de cañaveral.
Hay instantes de la cotidianidad,
en la vida del poeta, que inducen a la admiración de las simplezas del entorno arquitectónico
y en medio del bosque de cemento, valora la amistad y los consejos de los
amigos con quienes comparte ocasionalmente sus creaciones liricas con el aroma
de un buen café o el cuerpo de un buen vino.
Cotidiano
El día reúne tedios,
ilusiones, voces de
esperanza,
bien o mal,
cielo e infierno
fábula simple.
Las tardes vuelven a
andar
sus recuerdos.
Hay espacios
inmortales
todo es movimiento,
el mundo gira
llenándose de cosas
simples,
de pasos ligeros
y cansancios reprimidos.
Cotidiano es el
reflejo azul
del cielo, las calles,
los tejados, el
barrio,
los atardeceres que
parecieron
detenerse en el
tiempo.
Cotidiano es el murmullo,
el afán, la ilusión
y a veces, el
orgullo.
Cotidiano es vivir en
medio
de ruidos, celulares y amigos sinceros
a la hora del
consejo.
Luego de leer “Diluvio de amor”
y viajar por los versos del paisano de Puente Nacional, a quien distinguí
siendo un mocoso, mientras pateaba un balón en un potrero en improvisada cancha
frente a la tienda la Esperanza de la vereda Jarantivá, en compañía de uno de sus compañeros de aula
en la Industrial de Puente Nacional, el extinto Rubén Darío González, el
matemático del Colegio Santander de la capital santandereana; nadé en las fuentes
de su inspiración y degusté las bebidas que le provocaron un cantico, como el
siguiente, en honor al señorío de una de las bebidas deseadas por los poetas de
todos los tiempos.
Vino
de cántaro sagrado
Vino de uva santa
de cántaro sagrado,
de purpura en la mesa
de bocas codiciado.
Vino que estás en la homilía,
en cocteles, en el cáliz
ferviente
en la copa de fino
bacarat.
Tu néctar es fuego
que calienta el alma,
tu gota de granate
gratifica y
glorifica.
A la copa roja
llegaremos
por la consumación de
tu dulzura.
Zumo de agua pura,
viña bendita,
contigo Baco y Afrodita,
bohemios unidos
levantad la copa,
salud, vida y
alegría.
Quienes tenemos la osadía de escribir
y el atrevimiento de tejer versos y tallar poesía, estamos convencidos del
final personal. Por el titulo y los versos bajo su sombra, con el siguiente poema,
anuncio culminar esta breve biografía de un paisano para que su aporte a la lírica
santandereana, no se envuelva en hojas de bijao y terminen en las cenizas del
olvido. Es el poema que revela su existencialismo. La escribí porque siempre
habrá algún huroneo lector navegador que con curiosidad lea esta entrada a mi blog
que corresponde a la 450 y en agradecimiento a la poeta que inspiró al difunto
y facilitó este diluvio de recuerdos en honor a Heymar Zúñiga Camelo.
¿Cuántas
sombras del ayer?
Cuantos ocasos han
pasado,
cuántas sobras del
ayer…
Los días pasan,
algunos dejan
huellas,
otros arden en
cenizas.
Cuantos millones de
minutos
pasan por la vida.
Somos sirios que se
queman
con el tiempo.
Nada hay que temer,
somos navegantes del
destino,
el puerto está
seguro.
Somos dueños del
ahora,
el pasado no nos
pertenece,
todo es efímero.
El mañana es
abstracto,
el tiempo es un
fantasma.
Si perdura el bronce,
nuestros bustos y los
recuerdos
seran perdurables.
Cuántas horas marcan
el reloj de arena,
cuántos años el reloj
de nuestras vidas.
El poema “La muerte es
invisible y misteriosa” lo escribió y compartió entre sus lectores, el
hijo de Jorge Zúñiga y Rita Camelo dias antes de morir. Junto con una
cuarentena mas de composiciones se mantienen inéditos, pues el autor, por
escasez de recursos, solo se quedó en sueño la edición de su ultima cosecha,
aun sin segar.
La vida es la suma de
instantes,
la muerte suma de
eternidades.
La vida es
palpitante, fragante;
la muerte quietud
desbordante,
silencio perpetuo
lejos de este mundo
en armonía celeste,
morada de paz
quietud inmortal.
La muerte sombra misteriosa
invisible silenciosa.
Dijo la muerte:
Mis pasos dejo
mis pasos doy.
En esta vida fugaz,
en este mundo terrenal,
somos inquilinos
peregrinos
en la tierra.
Nos embriagamos de
vida
antes que llegue la
muerte,
muerte, sombra
gigante
que nos opaca la vida
para siempre.
Hay..mar..olas.
Ojalá que sus hermanos, a quienes
no distingo: Deynise, Nydia, Natty, Zoraya, Jorge, Fernando y Elkin, al leer
esta reseña, se animen a autorizar la edición de los poemas del otro aedo de
Puente Nacional. Él, fue hoy; ayer fue mar, y hoy si deseamos cumplir con su
sueño de convertirse en “Olas”, es pertinente hacer una antología con la obra Hymar
Zúñiga Camelo.