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domingo, 10 de mayo de 2015

JOSÉ ANTONIO BELTRÁN, MÁRTIR DEL OPÓN

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José Antonio Beltrán

de algún lado llegó,

este levita bueno,

con un evangelio de piedra rúchica

vivo, en la médula espinal,

del alma.



Sus palabras de ruda fuerte,

hicieron mella,

como un martillo de verbena

sobre el rudo borde del alma bellezana

acostumbrada

a una vida de kikuyo,

sin sentido,

encerrada

en un túnel de ajenjo

devorándose así misma.



Aquí también se hizo carne,

pensando con las manos de poleo,

alguna vez debió decir,

para sus adentros de arena lavada,

en agua y canto:

las semillas para reforestar el cielo

tenemos que llevarlas de la tierra.



Con afán de caminante

sembró la semilla

de un roble en el corazón del pueblo

lo hizo humildemente

y desapareció en lontananza.


Del escritor y poeta Pedro A. Mateus Marín.


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Al comunero José Antonio Galán, el charaleño, lo martirizaron los españoles. El 13 de octubre de 1981 lo condenaron a muerte separando sus extremidades y cada de ellas fue izada en cada pueblo en donde anduvo para crear temor entre los indios, mestizos, negros esclavos, luego de las fallidas capitulaciones de Ziquirá firmadas entre el arzobispo Caballero y Góngora, en nombre del virrey, que luego desconoció generando, luego una persecución de los lideres comuneros.  

 Al sacerdote José Antonio Beltrán lo mató    un grupo minúsculo de esos que dicen luchar por el pueblo, y  que hoy, quieren sentarse a negociar la paz como lo están haciendo los otros,     que en mas de sesenta años han sembrado el dolor y provocado masivos desplazamientos en este nuestro hermoso país, que tanto esos, como quienes hoy    ostentan el poder político, siguen empeñados en seguir sembrando las diferencias y extirpando la ética de un merecido país civilizado.


Fue un sacerdote cuya alma se encarna cada siglo para propagar las enseñanzas de Jesús, el nazareno, con el  ejemplo, con el servicio y con visión de implementar con la educación y la convivencia, una nueva sociedad que supere la existente, ya carcomida por las bajas pasiones y egoísmos de los hombres.
 
En la tierra del músico Luis A. calvo, el grande de Gambita, Santander, siendo párroco el padre Beltrán como se le recuerda, trazó vías, logró la construcción de escuelas en cada vereda y propició la constitución del colegio de la localidad. Similar misión realizo en la Belleza, al sur del departamento de Santander en la década del sesenta del pasado siglo, en donde precisamente en la semana que comienza se celebran las bodas de oro del colegio     que con su empeño inició actividades académicas un marzo de 1965.
DSC02017 Esta vía que une a Cimitarra con el corregimiento de Rio Blanco, fue trazada por el padre Beltrán. La imagen muestra el viacrucis de los colonos en época de invierno.

En las inhóspitas tierras del Opón, trazó carreteras, logró la construcción de escuelas, fundó caseríos, dirigió la construcción de puentes y el arreglo de los caminos. En San Juan  de Laverde, fue el guardián de los intereses de esa olvidada    comunidad que fue asediada por la guerrilla, obligándola a conformar, entre algunos        de   sus   miembros varones, el primer grupo de autodefensa campesina del pasado siglo en Santander, y posiblemente en Colombia.
PUENTE MADERA SOBRE RIO BLANCO
Este puente colgante fue el resultado de sesiones del padre Beltrán ante la Gobernación de Santander para desembotellar ocho veredas de tres municipios que como piedras del fogón convergen en el río Blanco en el corregimiento del mismo nombre fundado por el mismo sacerdote.

Rayaba su estatura los 1.60 metros, su pelo no se doblegaba, así como su ser, que ante el sufrimiento de las comunidades abandonadas al ostracismo, persistía en despachos por horas para que los burócratas del gobierno y los políticos lo escuchasen buscando soluciones a necesidades básicas como vías y educación; hablaba pausada y tranquilamente como si estuviese siempre solicitando un favor para sí, pero todo era para sus feligreses.
Nunca ostentó el ser cura para lograr que el Estado cumpliera parte de su misión en los abandonados campos santandereanos en los que se entrañó la violencia partidista propagada a hurtadillas por el mismo Estado desde 1948, pero si usó su autoridad clerical para que las familias campesinas, no solo acudieran a misa, sino para que mandaran a los hijos a la escuela y al colegio, pues decía que un pueblo educado, puede construir su destino.
En el libro  El padre José Antonio  Beltrán “Un gigante en miniatura” escrito por el bellezano Pedro A. Matéus Marín, y quien fuera el escudero en las lides para lograr el colegio para la Belleza,   en cuya primera página está el poema con que empecé este relato, se narra la vida y obra de este ilustre sacerdote masacrado a tiros el 2 de octubre de 1991 por un reducto de facinerosos del ELN en la vereda Cocuchonal    del corregimiento de San Ignacio, municipio de Landázuri  del departamento de Santander. Así describe Mateus  al levita:

Era una persona con una inagotable capacidad de trabajo, persistente, rayando a la terquedad hasta obtener resultados a sus gestiones a favor de las comunidades en donde ejercía su     labor pastoral a las que se entregaba con generosidad y empeño
No fue un párroco ostentoso, incluso nunca la parroquia donde ejerció en curato, recibió ayuda alemana para tener un carro; él, siempre se movilizó en bus, y por los campos, siempre tuvo a una consentida, a una que no le dejaba caer ni en las oscuras noches, ni en los lodazales que los aguaceros inclementes caen en las tierras del Carare; una grande y mansa mula negra o vaya en la cual hacía sus intensas y extensas jornadas para visitar veredas y familias escondidas con el azadón, la macheta y la motosierra en las crestas y hondonadas tierras del Sur de Santander, haciendo finca para lograr una familia y un sustento, sin esperar subsidios de familias en acción, ni gratuidad en la educación para sacar adelante a los hijos, que hoy, muchos años después siguen cultivando la tierra y convirtiendo esas antiguas veredas en el olvido, en tierras productoras de comida para las urbes colombianas que como palomares copan los cerros,  cimas  y simas de las crecientes centros urbanos. 
Austero, al extremo, en su vestir y en los objetos de su pertenencia, no tenía reparo en ponerse unos pantalones remendados, o una camisa con cuello volteado; a los zapatos le sacaba el jugo hasta que dijeran ya no mas con un hueco en la zuela”.
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José Antonio Beltrán, “el mártir del Opón” fue un misionero secular. Jorge Leonardo Gómez Serna, el obispo emérito de Magangué, siendo pastor de la Diócesis de Socorro y San Gil, en el funeral ocurrido en la sede, hoy de la Diócesis de Vélez, dijo: “ Lo encontré de misionero en el Opón, lugar que había pedido para servir pastoralmente. Lo visité y misioné con él, compartí su vida, su amistad, su piedad y su trabajo. Repetidas veces le acompañé a las oficinas públicas a sustentar sus proyectos de desarrollo integral para el Opón. Lo admiré por su desprendimiento, su sencillez y su disponibilidad en su entrega misionera. Fue anegado y austero en su porte, luchador incansable por una mejor suerte para los campesinos: trazó nuevos caminos, fundó escuelas y colegios, promocionó a la niñez y a la juventud con la educación primaria y secundaria. Organizó a las comunidades, llevó nuevas técnicas para la agricultura. Enseñó a conocer y amar a Jesucristo, amó entrañablemente a la Virgen y encaminó a sus feligreses en su devoción. Entendió la evangelización como un todo integral, sin recortes y sin mutilaciones, sin falsos espiritualismos, encarnado en la realidad. Su martirio es una gloria para la Diócesis de Socorro y San Gil que seguirá luchando incansablemente para conseguir la paz. Su sangre derramada será semilla de una paz duradera”.
Cuenta Pedro Matéus en su libro “El pequeño gigante” que entre su morral de fique –lease capotera- cargaba, además del breviario y los utensilios para la misa, una armónica que hacía sonar por el camino con el gusto y la maestría que le eran propios; llevaba también un buen trozo de panela para la “chucua” de su mula, al igual que una navaja para pelar los cachipayes, y un rollo de cabuya por si de pronto había que remendar el apero. Al regreso de la vereda los bolsillos reventaban de cuescos tostados, signo inequívoco de que era una  de sus predilecciones. De igual forma, cuando salía de viaje a la ciudad, no era raro que a la vuelta trajera los bolsillos repletos de dulces o miriñaques como él los llamaba, parta repartir a los niños del catecismo, como premio al  buen comportamiento, puntualidad y rendimiento en el aprendizaje de la doctrina. Era enemigo acérrimo de la cerveza y el aguardiente, de doña “Cerveliona” y “Don Aniceto” como él los apodaba; nunca patrocinó bazares, reinados o fiestas que indujeran al consumo de estas bebidas embriagantes. A su modo de ver eran embriagantes para el bolsillo y la salud de sus feligreses, pero sobre todo porque después de unas pocas cervezas o unos cuantos aguardientes, la pelea era segura y el muerto casi una obligación. Los recursos para sus muchas obras de bien común los obtenía de la generosidad de los feligreses y de los auxilios del gobierno conseguidos atreves de los políticos.
Aunque nunca militó en grupo alguno, no dudó en apelar a quienes en el momento tenían en sus manos la cosa política y frecuentaban las plazas publicas de los pueblos en busca de votos en la época electoral. Esta posición, además de proporciónale recursos para sus obras, le creo mas de una incomodidad por parte de sus supuestos contendores quienes nunca mostraron reparo en contradecirlo, muchas veces, hasta el punto de hacer uso de la injuria y la maledicencia, a las que el padre Beltrán respondía con el silencio y la honestidad que le eran característicos en el manejo del dinero.
Cuando bautizaba a un niño exigía que que el nombre escogido por los padres fuese de algún santo, de lo contrario él se encargaba de imponérselo. Para los matrimonios y primeras comuniones escogía días especiales, convirtiendo la administración del sacramento en una ceremonia muy vistosa, con desfile desde la plaza hasta el templo, amenizaba con canción popular “que vivan los novios” que él mismo interpretaba magistralmente al son de la armónica”.
Fotografía tomada en 1955 en la Belleza. Cortesía de Gustavo Ardila.

En el año que en que nació Andrei Sarajov, el ruso que se opuso al comunismo y fue reconocido como premio de la paz en 1975,  el mártir del Opón nace en la vereda La Mojarra en el municipio de Cabrera, pero es bautizado en el Hato, Santander, el 17 de diciembre de 1921 en un hogar campesino compuesto por sus padres,  don Reyes Beltrán y doña Benita Monsalve, y sus hermanos: Joaquín, José María, Pedro Julio, Carlos, Luis francisco, María de la Paz, Evangelina, Amanda Y Ángel María, de los cuales el padre José Antonio ocupó el sexto lugar, sobreviviendo a la fecha, Evangelina. Fue ordenado diacono el 25 de julio de 1950 y como sacerdote  el 24 de julio de 1951. Fue vicario cooperador en la catedral de San Gil hasta 1953 siendo su primera parroquia, Gambita, desde ese año hasta 1964, y entre 1965 y 1969 fue el promotor del despegue urbano del olvidado corregimiento de la Belleza en donde fundó, a los dos meses de haber llegado el Colegio Don Bosco, institución que escogió la semana del 12 al 17 de mayo para celebrar las bodas de oro. Al salir de la Belleza fue nombrado párroco de la localidad donde fue bautizado y en ella ejerció hasta principios de 1984; y en ese lapso, en 1971, con el apoyo del padre Ramón González, director de SEPAS,  hizo estudios de cooperativismo en Israel. Luego de entregar la parroquia de El Hato, gozó de un año-1985-  sabático que uso para estar en la finca de sus padres en la vereda Roncancio en donde se  dedicó   al cultivo y mantenimiento del café, siendo posteriormente aceptada su solicitud de convertirse en misionero en la zona del Opón operando desde el abandonado y no reconocido, hasta ese entonces, corregimiento de San Juan de Laverde.
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Un atardecer de octubre del año en que se proclamó la Constitución de 1991 que reconoció la libertad de cultos, nos dio el derecho a la acción de tutela, se reconocieron los derechos de las minorías étnicas y equilibrio de genero y se inició la descentralización administrativa y se abrió la puerta a la participación política, una célula de las FARC, grupo guerrillero que dominó con miedo y terror la cresta de la cordillera de los cobardes, dio muerte a balazos al insigne sacerdote, luego de un supuesto juicio, acusándolo de auxiliar a los paramilitares de San Juan de Laverde, único rincón de Santander que se puso los pantalones para impedir que ese mismo grupo reclutase y extorsionase a los colonos que con Dios y sin gobierno, se constituyeron en corregimiento, desde donde, acompañados con el ejercito por tierra y por aire, sacaban sus productos y ganados al mercado del Carmen de Chucurí. Hoy 23 años después, de ese grupo guerrillero, en el Carare Opón no quedan ni los recuerdos, pero las palabras del mártir del Opón siguen vivas en cada familia que hoy lucha en comunión para evitar que la extensa zona se convierta en un campo abierto para la explotación de carbón en una área de 4392 hs como    consta en el contrato de Concesión para la exploración-explotación de yacimiento de carbón mineral No. FHD-161 celebrado entre el Instituto colombiano de geología y minería INGEOMINAS, y la sociedad C.I. Inversiones Martínez Leroy Ltda. de comercialización internacional firmada en febrero 7 de 2005.

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martes, 5 de mayo de 2015

Los zurrones de Agustín,

La formación en el trabajo trae beneficios
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El termino zurrón se refiere, según Vikipedia, al recipiente en pellejo o cuero que usan los pastores para guardar y llevar comida. Significa cualquier bolsa en cuero, y en Santander se califica de zurrón a la persona indolente, perezosa e irresponsable. 
Los zurrones son recipientes elaborados en cuero de res, que luego de salados y secos al sol, se trazan cual camisa y se cosen con cabuya o tira del mismo cuero como aparece en las fotografías. Se usaban para embasar y transportar la miel de caña en mulas o en el tren.
La miel fue un producto que se producía en tierras templadas y se comercializaba en tierras frías entre los cultivadores de papa, trigo y cebada.
En la vereda Jarantivá de Puente Nacional hubo cuatro trapiches para extraer la miel, y en todos se produjo miel que salía a los mercados, ya fuese en mula o en tren.
A un zurrón de miel le cabían 8/4 de miel, y una carga de miel era  equivalente a 1/3 de miel, que en medidas de peso hoy serían 10 arrobas en los dos zurrones.
En ese entonces se usaba el zurrón porque no existían las canecas, ni los botellones. Claro aun existen los zurrones como recurso para portar paquetes o algún liquido, pero con otro fin y con otro nombre, como los morrales o maletas para usar a la espalda.
Pero el termino zurrón, en la provincia de Vélez, es usado para calificar a un joven perezoso, maula y grosero que sirve para lo que sirven las tetillas de los varones.


Agustín fue un campesino que renunció a la Policía Nacional para iniciar su familia como pajolero o trabajador en tierra ajena, y con el producto de la liquidación compró una yunta de mulas, que junto con otro par alquilado, se inició en el negocio de la miel transportándola  desde Puente Nacional hasta Santa Sofía y Sutamerchan en Boyacá.
LA ESPERANZA E LCASA DE MIS PADRESLa Esperanza, la tienda de Agustín
En un viaje  semanal de ida y regreso en  tres días con sus noches, Agustín y un niño de compañía  comerciaron en miel hasta lograr un capital para comprar tierra para sembrar café, del cual vivió junto con la familia por varias décadas logrando comprar otros pedazos de tierra para tener ganados y diversificar los ingresos, junto con una tienda con panadería y alambique para sacar aguardiente.
        
Agustín tuvo una vida económica activa hasta el día de su  muerte ocurrida al cumplir 88 años forjando con su esposa una familia con 4 hijos. Supo retirarse a tiempo del negocio de la miel y del café, y cuando el tren dejó de transitar hasta Barbosa, la proveedora que surtía dos veces por semana fue muriendo entre las telarañas del olvido.
AGUSTIN TORRES 2005
Al funeral de Agustín fueron a despedirse mas de 300 ahijados y numerosas familias que fueron desplazadas a la ciudad por una sola razón, el campo dejó de ser  negocio. Fueron muchos los y las comerciantes y ganaderos que lo acompañaron al  entierro, pues ellos aprendieron a trabajar desde niños al lado de Agustín.
Agustín es otro colombiano que enseñó con amor el arte de trabajar. Enseñó con el efecto, con el aprender haciendo, con mire y aprenda, con la identificación de la causa del error, convirtiendo en el error en oportunidad para mejorar. Aunque usó  los zurrones en el trabajo, siempre predicó y enseñó para que los niños y jóvenes no fueran unos zurrones.
Los tiempos cambian, como el agua del rio. Igual la formación y educación, tanto en los hogares, como en el aula. En la década del cincuenta del siglo XX era normal que los padres confiasen a los hijos a alguien conocido que le enseñase un oficio, un arte o simplemente el habito del trabajo, sin contraprestación  en dinero, si en especie. y había agradecimientos, tanto del aprendiz como de los progenitores.
Hoy enseñar a trabajar a los niños es visto como un abuso, sin embargo esta probado que las`personas que aprenden a trabajar solas o en equipo, siendo niños o jóvenes, ya adultos cosechan mas éxitos  y son mas emprendedores, mas autónomos y mas comprensivos con los demás y con la realidad.
Si usted es padre o madre de familia, esta bien que regale zurrones a los hij@s pero evite que se conviertan en zurrones. Así no serán una carga en la adultez ni en la vejez.

El balay de Francisca


El balay tiene forma de un platón pero no sirve para transportar líquidos. Su radio es variable pero no supera los 60 centímetros. es tejido a mano, en bejuco o en caña de castilla. Es usado para guardar o transportar sólidos, incluso se usa para decoración, pero en esta historia  es usado para  cargar y proteger piquetes o puntales. 
Piquete Veleño Vélez Santander Colombia Foto Luis Danilo Grandas ...

El piquete es un entremés entre el desayuno, que se sirve a las cinco de la mañana y el almuerzo, que se sirve al medio día;  pero en la provincia de Charalá, se llama puntal y lo sirven con yuca, carne y guarapo.  El piquete veleño se remonta a la época de la conquista cuando los curas doctrineros que implantaron la religión católica en la Provincia de Velez que en ese entonces incluía a las demás provincias del Sur de Santander, para que los indígenas muiscas expiaran sus culpas, cambiaran sus dioses, asumieran la sumisión sin protestar para ganar el paraíso y no al purgatorio ni al infierno, debían, a cambio de sus pedidas, hacer los pagamentos, yendo en peregrinación hasta el convento del Eccehomo en Santa Sofía, a la Virgen de la Candelaria a Raquira, o a la Virgen de Chiquinquirá en la ciudad del mismo nombre. Los creyentes en sus largas caminatas por los caminos que primero se conocieron como de la miel y la sal, luego como reales, llevaban, ya en mulas o a la espalda, sendos canastos con viandas. Y en la primera jornada, luego del amanecer, hacían una parada en una chichería y sacaban el piquete acompañado de guarapo. 

Fueron las fiestas en las parroquias, luego, que el piquete se fue convirtiendo en un patrimonio gastronómico de los veleños. 

En los años en que el tren -1.926-1.976- era el transporte mas usado en Colombia, entre Barbosa y Bogotá, en las estaciones de La Capilla y Providencia, era usual ver campesinas con su atuendos ofreciendo balays a los pasajeros que los apetecían y valoraban como autentica comida típica.

En las ferias de Vélez, Puente Nacional, Jesús María y Bolívar es común ver a familias campesinas ofrecer a los visitantes un piquete que entregan en un balay. En él, hay un bojote o envoltijo con triple protección para que las viandas mantengan el calor y el aroma de la comida cocida con leña. 

En el bojote, externamente se aprecia un mantel de hilo con cuadros de dos colores con cuyas puntas atadas en diagonal, sobre si mismas, se hace el nudo, que sirve a la vez, como puerta para acceder al misterio gastronómico de quien nunca ha destapado un piquete veleño.


La  capa intermedia, que se incorporó en la era del plástico, es de este material, que al igual que el mantel, va amarrado sobre si mismo en sus puntas cuadradas y tiene el mismo fin que la primera: conservar el calor de la comida como si estuviese recién bajada la olla.

Y la ultima capa o sea la interior es de hoja de plátano pasada al calor sobre el fogón, que además, de servir para conservar el calor, profundiza los aromas y sabores de cada producto que integra el piquete.

Un buen balay  contiene: Yuca sata, papa, bore, plátano cocinado y asado y arracacha; carne cocida, carne azada, chorizos, falda de res cocinada y una gallina campesina dorada a la brasa;   huevos cocidos, mazorca, arepa y nutrido ají chivato con cebolla, tomate chonto, huevo cocinado y cilantro.
andandoporbogota: LA CHICHA MALDITA

Francisca vendía en la estación del tren, entre tres y cinco balay al día a los pasajeros: los freneros y maquinistas eran los clientes asiduos que los consumían con totumadas de chicha de maíz o millo que una abandonada mujer, conocida como mana Pía,  fermentaba en una casa del color de la noche, levantada con reciclaje de la misma empresa del ferrocarril. El cuchitril estaba armado detrás del tanque de lamina gruesa que posaba sobre un templete de cinco patas de riel de la misma linea férrea. Al tanque llegaba por tubería galvanizada de cuatro pulgadas tanta agua como se bebiera cada locomotora para seguir por la ruta de dos rieles trepando hacia las tierras frías.

Mana Pía siempre vestía de negro y cuidaba con esmero los diferentes ures colmados de guarapo con diferentes niveles de alcohol, unos, y otros, con chichas. Chicha de arracacha, de maíz, de millo y hasta de corozo.

Las bebidas que demandaban los freneros, pasajeros y transeúntes se servían en totumas. Una totuma era medio  fruto seco de la mata de calabazo, o de la mata de calabazo. Había totumas de 250 cms, 500 cms y 1.000 centímetros, según el bolsillo y la sed del comprador.

Francisca fue hija de un segundo matrimonio del padre en el que hubo dos mujeres mas y un varón. Tenía  ojos café grandes adornados  con  párparos en forma de domo y pestañas negras  largas que  convertían a sus ojos en un bello misterio. Gozaba de una nariz aguileña que cubría la boca, un poco redonda, con labios carnosos que escondían una dentadura completa con un diente con  corona en oro de 24 quilates que brillaba como una estrella, cuando sonreía. La cara era armoniosa con piel blanca en la que resaltaban escasas pecas con huellas de haber sido una mujer muy hermosa desde niña.

Francisca debió casarse muy niña para cumplir el compromiso que hicieron sus padres. Cuando cumplió los 18 años ya tenía tres hijas, y un año después quedó viuda. Su esposo, un chiquinquireño murió en el camino que unía a Providencia con Peña  blanca. Fue victima de un disparo que salió de un matorral en la época en que liberales y conservadores se  mataban por defender los trapos azules o rojos.


Debió Francisca asumir todas las responsabilidades del naciente hogar. Ver por la pequeña finca de cinco hectáreas en las pastaban vacas de leche de cuyo producto hizo durante su larga existencia, almojábanas y amasijos, que al igual que el balay, vendía en el tren.

Con dignidad y con trabajo educó a sus hijas, aunque la menor, que tenía cinco años, debió dejarla bajo la protección de la suegra, quien quiso casarla sin consentimiento, viéndose la niña a sus 14 años regresar volada en el autoferro para buscar ayuda en el que fue su hogar inicial. Sus dos hijas mayores siendo volantonas debieron ir a la capital a buscar trabajo que lograron sin espera por la belleza que heredaron de la madre. Y ya ellas con trabajo y con esposo se llevaron a la menor, quedando Francisca con el sol y la luna y las aves como  compañía.


Por el trabajo, por la soledad, por el calor de un varón, Francisca fue madre de dos jóvenes que la acompañaron hasta la pubertad. Uno se convirtió en técnico electricista, y el menor, es hoy un reconocido decorador dueño de una empresa de muebles con ventas en tres países que opera desde Bogotá.
En Boyacá, se descubrirá “la Ruta de la Almojábana”
  
Francisca hizo almojábanas y amasijos hasta sus últimos días. Estuvo con sus hijas e hijos en Bogotá en donde murió con una sonrisa en la cara con la alegría que siempre vio su vida desde semanas después que un godo cegara la vida de su joven esposo por el hecho de confesar que era liberal y pendenciero.

DSC00014 las hijas de Francisca en 2015


Franciscas hay por doquier. Trabajan de sol a sol para criar y dar mejor vida a los hijos. Son anónimas, mientras otras del mismo genero las miran con denuedo, ellas cual hormigas cambian las historias sin que la historia las registren como dadoras de vida y sembradoras de afecto, solidaridad y sentido de responsabilidad. 

Ecoposada La Margarita. Puente Nacional, junio 24 de 2.015

NAURO TORRES Q. 

martes, 21 de abril de 2015

Importancia de la lectura y la escritura.


El leer para comprender y el escribir para transformar

 

“En el siglo XVIII, filósofos de la Ilustración utilizaron el término oscurantismo para referirse a los enemigos conservadores, especialmente los religiosos, del progreso de la Ilustración y su concepto de difusión liberal del conocimiento”.

“El oscurantismo es la oposición sistemática a que se difunda la instrucción en las clases populares. Surgió en la discusión intelectual de dos pensadores: el humanista alemán Johann Reuchlin y los monjes dominicos, como Johannes Pfefferkorn, acerca de si se deberían quemar o no todos los libros judíos por no ser cristianos. 

En 1509, el monje Pfefferkorn había obtenido el permiso de Maximiliano I (1486-1519), emperador del Sacro Imperio Romano, para incinerar todos los ejemplares del Talmud (la ley y la ética judías) de que se tuviese conocimiento en el Sacro Imperio Romano; las Cartas de los hombres oscuros satirizaban a los monjes dominicanos por sus argumentos en favor de la quema de obras no cristianas”.

El nombre oscurantismo es poco común, hoy; pero hay acciones en los hogares y la escuela que demuestran deliberadamente que persiste en la practica, cuando los padres de familia, incluso maestros no siembran el amor por la lectura al no suministrar textos y libros que respondan a las inquietudes de los niños y jóvenes. 

Intentaré demostrarlo en la presente nota, con ejemplos de mi trascurrir existencial. Con las siguientes premisas  que controvierten a los contradictores  de una pedagogía basada en el uso de los medios impresos, de textos guías y literatura, según la edad del lector y una exigencia en los resultados como motivación de que todo se alcanza, cuando se hace con empeño con dedicación y con gusto.

Jorge Luis Borges dijo: “ de todos los instrumentos del hombre, el mas asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo”.

Emerson afirmó: “  En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida”.
 
Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría” dice un proverbio árabe.

Un país de lectores es también un país de personas tolerantes, con una mayor capacidad de situarse en la posesión del otro, de comprender situaciones complejas, de dialogar con voces del pasado y el presente y de inclinarse a la mediación pacífica sobre la agresión y la violencia” (Texto: leer para comprender y escribir para transformar. pg 8).

Hay que pensar en la lectura como practica y como experiencia estética” (Docente Mauricio Pérez Abril”)
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 Iniciado en la lectura.

Tuve la fortuna de tener un maestro de quinto de primaria que me indujo a la ciencia con la curiosidad de ver mas allá de lo que ven los ojos. Me indujo a la lectura enamorándome de los libros. Gracias a él  compraron mis padres el único libro que tenga memoria. Era una enciclopedia para el grado 5o. que, aun guardo como recuerdo. 

Su nombre José Manuel Suárez, natural de Bolivar, Santander. Fue ese maestro quien contribuyó para que fuese reclutado para el seminario, así como lo fue, él.

En ese seminario de salesianos, se leía a primera hora. Se escuchaban lecturas en la hora del almuerzo y la comida. Se leía los domingos en la tarde en la biblioteca mientras se escuchaba música clásica. Se leía por curiosidad para conocer. Para viajar en el tiempo. Para informarse. Para usar el tiempo libre. Para ser mejor estudiante. Para comprender, y en especial, para aprender léxico, para aprender a expresarse en forma verbal y por escrito.

Pero un cura demasiado amoroso con los niños, me puso de preaviso y debí abandonar el claustro ingresando a un colegio nacional público al que llegábamos los mejores de Colombia, becados por el MEN, precisamente por estar estar en los primeros puestos del grado 5o y por resultados en los primeros años del bachillerato.

En la Escuela Normal Industrial Nacional de Zipaquirá tuve docentes de lengua castellana y sociales que con sus charlas problematizadoras y libros recomendados, hicieron huellas en mí. La literatura española, la universal, y los autores del boom latinoamericano, eran devorados por curiosos y por estudiantes de pocos recursos que pasábamos horas en la biblioteca de la industrial.

El capital, El manifiesto comunista, El origen de la familia, la propiedad y el Estado, Las venas abiertas de América Latina, los bienes terrenales del hombre. Las novelas de Julio Verne, Los viajes de Gulliver y Marco Polo, fueron textos leídos en biblioteca.

Las publicaciones que llegaban de Cuba y China, gratis. Y por ser gratis, fueron mis haberes, con los cuales, llegué en una vacaciones a la finca de mis padres donde un día de septiembre llegué sin mi permiso a vivir la actual reencarnación.

Mi padre, católico, apostólico y romano, no leía la Biblia. En ese entonces, de uso exclusivo de levitas y frailes; pero sí, se devoraba los periódicos El Siglo y la República.

Un lunes, regresó temprano del  mercado y revisó mi caja, digo mi maleta. Y claro, encontró las revistas y libros que desde China, llegaban gratis, por Cuba a los estudiantes de universidades y colegios públicos. 

Mi padre entró en cólera apoyado por mi madre. 

Sacó mis haberes de hojas  al patio, a la vez, alistó leña y petróleo. Esperó que llegase del potrero de donde venía de revisar los ganados. Me recibió con indiferencia y en silencio. Y como siempre, almorzamos en familia. Fue un almuerzo sin palabras. Presentí algo terrible, pero mis hermanos, fieles a los viejos, no comentaron. No me advirtieron. Solo esperaban lo que iba a suceder, luego del almuerzo, siendo cómplices, y a la vez, sintiendo dulce venganza por quien poco trabajaba en la parcela por estar leyendo.

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Fuí, como en la inquisición, citado al patio de la casa.
 
El patio esta en  el frente de la casa de adobe. Y en él, estaba un par de secos palos de arrayan y chamiza del mismo árbol, que usábamos para calentar el horno para dorar las almojábanas.

Se me sentó al frente de lo que sería una fugaz fogata. Mis menores hermanos y mi madre se ubicaron en el corredor de la vivienda para contemplar la hazaña que haría mi padre, luego de un sermón en defensa del credo y la fe familiar sumado a numerosas recriminaciones por no seguir la tradición familiar y por perder el tiempo leyendo revistas y textos supuestamente “comunistas”. (http://www.semana.com/nacion/articulo/el-triste-aniversario-quema-libros/342756-3)

Yo, asustado. Sin entender aún la falta cometida. Sin comprender entonces el porqué me habían apoyado para ir al colegio de curas, me dispuse a recibir la fuetera. Me recogí en posición fetal, unas veces, y otras, como un armadillo, para evitar los golpes en la cabeza y en la cara. El castigo físico era usual en casa, con razón o sin ella. 

Pero el silencio, la ausencia de golpes y el humo me obligó a abrir los ojos. 

Frente a mí, mi padre rociaba petróleo sobre los libros y revistas que,  puestos como tantos humanos acusados de brujos, fueron quemados por la “santa inquisición” en la edad media.

El sol de ese medio día estaba cubierto por una negra nube. El viento sopló con mayor fuerza que cuando necesitaba que me ayudara a prender el horno. 

Los paisajes asiáticos del país mas poblado de la tierra. las letras impresas en propalcote de 90 gramos, se convirtieron en cenizas que el viento dispersó en el oscuro horizonte que me esperaba.

Quemados los libros y las revistas que supuestamente atentaban contra la fe, mi padre, luego de la injusta tanda, me entregó  mi maleta. Y en ella, mis escasas mudas de ropa y un comiso preparado por mi madre para varios días. Al hacerme entrega de la caja de cartón, me anunció que hasta ahí llegaba su apoyo a mis estudios. Y me despachó de casa.

Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres”. Escribió el poeta alemán Heinrich Heine  que vivió en el siglo XIII

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Al otro día logré coger el tren. No en la estación donde se compraban los tiquetes para viajar. Lo tomé donde se trepaban los jóvenes para no pagar el transporte. En un sitio llamado los Andes que era una pendiente que tomaba el tren en forma circular para adentrarse a la vereda Montes en limites con Boyacá.
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Y desde entonces empezó mi independencia, mi autonomía financiera y mi libertad. Gracias a los libros que me instaron por el camino del conocimiento y por la aplicación de todo lo que leía.

El trabajar y estudiar enseña a aprovechar mejor el tiempo.
Regresé a Zipaquirá a continuar mis estudios. Logré la beca y un trabajo en el mismo colegio con cuyos ingresos mejoré mis condiciones y empecé a mandar mercado a la casa.

Ya bachiller, mi primer trabajo fue como corrector de estilo, que no es otra cosa que corregir textos en una editorial, tanto en ortografía como en composición; pero los ingresos aunque eran mayores a los que recibía como estudiante, no alcanzaban para las tres comidas viviendo en Bogotá. Razón por la cual debí dejarlo.

El perdón de mi padre se hizo evidente al hacerme nombrar como maestro de escuela. Inicialmente pensó que lo hizo un diputado conservador, pero con los años inferí que mi nombramiento fue gestión del único gobernador de Santander que ha tenido Puente Nacional, amigo de mi padre.

La lectura es una cura a la ignorancia y a la violencia.

En la década del setenta del siglo XX trabajé en un pueblo escondido en la  breña de la cordillera oriental cuyo nombre contrasta con la época, que por esos lares, estuve. En ese pueblo, con el slogan, la Suiza de Santander, serví a la educación por tres años, en los cuales, usé revistas, novelas y  Biblias para enamorar a los jóvenes con la lectura, y un periódico mural para que los chicos se animasen a escribir, convirtiéndose en una de las razones (-lease revoltoso-) por las cuales debí salir trasladado acusado de atentar contra las buenas costumbres y enseñar sin usar los cuadernos, pero si, la conciencia y la inteligencia de los estudiantes  sobre las causas de la marginación y el subdesarrollo en que se encontraba esa zona.

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En la primera docena de años del presente siglo trabajé en el colegio mas joven de San Gil, colegio del que salí por supuesto acoso laboral por similar causa: mi pedagogía para sembrar en los niños y jóvenes el amor por la lectura para comprender y escribir para transformar.

Sembrando el amor por la lectura para comprender y la escritura para transformar.

Desde 2010 venía participando en el concurso Compartir con un proyecto lector que tenía como columna, la lectura. Cada alumno debía alcanzar el 50% de la nota cognitiva con el ejercicio de la lectura de dos libros en cada periodo, los cuales, sino se alcanzaba, se acumulaban y debían leerse y narrar lo leído, al final para lograr pasar la asignatura. La propuesta se empezó a implementar desde el grado noveno con obras de interés de cada alumno, generando un gusto creciente por la lectura en mas del 90% de los matriculados con resultados satisfactorios al finalizar el año lectivo.


Pero en ese 10% restante, el 7% logró en un periodo leer y narrar  las ocho obras concertadas al empezar el año lectivo, pero el otro 3% perdió la asignatura. En el caso del grado décimo y once, el descontento, tanto de alumnos como de padres de familia, fue creciente, el cual usó  la rectoría para dejarme, al siguiente año, sin carga académica y presionar de esa manera mi salida de ese  colegio.

Sembrar el gusto por la lectura y la escritura, una tarea difícil de empezar, pero gratificante cuando se asume, no como una tarea, sino como  curiosidad y como  gusto estético.

En el 2014, en abril, fui asignado a un colegio publico que en los últimos cinco años ha ampliado la cobertura a 3000 alumnos. En ese año ocupó el puesto 812 en las pruebas saber a nivel nacional, siendo el 4o. en el departamento en las mismas pruebas. 

Al que llega de último, le tocan las sobras, dicen por ahí. Me asignaron lecto-escritura en los grados sextos y séptimos en las dos jornadas con salones con mas de 40 alumnos. 

Llegué a romper la monotonía y el desprecio por los libros y la lectura.

Solicité un texto, o, dos obras de novelas cortas por periodo a quienes no pudiesen comprar el texto guía. 

Si la aceptación de la propuesta se midiera por el numero de alumnos que perdieron ese periodo, fue del 50% sumado a los señalamientos de algunos docentes, directivos y padres de familia que argumentaron que en un colegio publico estaba prohibido pedir textos interpretando amañadamente el decreto del 2011 sobre la “gratuidad educativa” que es solo para los costos de matricula y certificados.

Debí hablar con cada acudiente y con cada alumno descontento, y acordar compromisos lectores para modificar la nota del periodo y mejorar la del siguiente.

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La respuesta me sorprendió. El 80% de los acudientes facilitaron el texto guía porque encontraron en él, técnicas para responder preguntas tipo Icfes y ejercicios de comprensión de lectura con 1200 preguntas, mas sesenta lecturas y treinta ejercicios de composición. Y quienes no compraron el texto, no solo leyeron las dos obras en cada periodo, sino mas. 

En el cuarto periodo cerca del 50 % del total de alumnos de las dos jornadas estaban leyendo literatura y había duplicado el numero de palabras leídas por minuto. Medición que se hizo en biblioteca durante tres clases en cada periodo.

Al iniciar el 2015 esos alumnos anhelaban empezar las clases de lecto-escritura con mi acompañamiento, pero ya había tomado la decisión de retirarme y dedicarme a escribir, gusto que no se puede hacer con regularidad ejerciendo la docencia. 

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Los resultados de mi labor en el Colegio Luis Camacho Rueda se vieron reflejados en el incremento del promedio de la asignatura en las pruebas saber en cuatro unidades en cinco años. En el numero de alumnos que ingresaron, por primera vez a la UIS a estudiar, derecho, literatura o ingeniería industrial, y en el 2014, con quienes fueron favorecidos con una beca para estudios superiores.

Pero el impacto de mi labor se podría medir con la selección y acompañamiento que hizo la Fundación compartir a mi proyecto lector en los años 2011-2013, incluso el 2014 en otro colegio de la ciudad cuyo interés se mantiene aun por la misma fundación.
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HAY QUE CAMBIAR LA VISIÓN QUE SE TIENE 
SOBRE LA LECTURA

Siempre asumí la lectura como un ejercicio personal para comprender lo que otros hacen o conocen. Como un proceso para procesar,   recrear  imaginar e interpretar información. No para almacenarla. Asumí la lectura como un recurso para comprender y la escritura como ejercicio para transformar saberes, costumbres y vicios.

La razón es simple. La mente humana no esta diseñada para almacenar información, pues el cerebro es perezoso para esa función para lo cual se diseñaron las computadores y las USB. Pero el cerebro si esta diseñado para interpretar  y analizar  información, que es la meta cognitiva de todo proceso educativo, desconocida y no asumida en colegios y universidades por quienes ejercen la docencia, dirigen las instituciones o son padres de familia.
 
Y para ratificar mis premisas, hoy no se necesita aprenderse los números telefónicos o tenerlos en una libreta. Para eso se hicieron los celulares. Ya no se necesita aprender a buscar una dirección. Esta tarea lo hace el GPS. Ya no se necesita ir a la biblioteca a consultar, se usa  internet. Ratifico esta visiona porque en el transcurso de las cuarentenas, lo que se prohibía en el colegio, hoy son herramientas para la enseñanza, como es el celular y el computador. Y maestros y alumnos a leer e interpretar. 

Lo que sí necesitamos con urgencia es que los jóvenes sepan dónde y cómo encontrar la información, cómo interpretarla, analizarla y contrastarla de diversas maneras

Que puedan trabajar hipotética y deductivamente con ella; es decir, requerimos competencias para argumentar, deducir, inferir e interpretar. Pero para ello se requiere unos padres lectores y unos docentes que vean la lectura, no como una tarea, sino una lúdica.  Que no usen la lectura como  un castigo, sino como un recurso para comparar imaginarios y gestar unos terceros.
 
Es pertinente cambiar la visión que se tiene de los libros y la lectura y de expresar lo que se siente, escribiendo.

A nivel mundial, entre jóvenes de 15 años año se hace  una prueba, la prueba PISA.  En el 2012  Colombia ocupó el puesto 62 entre 66 países, y en lectura ocupó el puesto 54.

FRASE LEER ES MI CUENTO

El gobierno tiene un plan nacional de lectura: “leer es mi cuento” con el cual aspira a bajar en puestos para ubicarse mejor que Chile, Brasil y Argentina. Para ello tiene un plan semilla con mas de 267 textos de literatura universal organizados por edades, rompiendo con ello, el paradigma alimentado por los docentes de la lengua materna que la literatura se enseña en forma sincrónica desde el pasado al presente.

El proyecto de lectura pretende que las personas lean para comprender y dar sentido  a lo que leen. Para convertirse en sujetos del lenguaje, consolidar la identidad, encontrarse así mismo y a los demás. Para hacer practicas y generar conocimiento. Para expresar la subjetividad y usar el tiempo libre. Para tener un lenguaje estético. Para desarrollar aficiones y estimular la imaginación.

El proyecto pretende mejorar los niveles de lectura en la población colombiana.  El promedio de libros leídos en Colombia al año es de 1,9 entre la población general, pero en los jóvenes entre 12 y 17 años el promedio alcanzó los 4.2; pero comparado el promedio de libros leídos en Colombia, es el mas bajo en América Latina, superado por Perú (3); México (3), Brasil (4), Argentina (4.6) Y Chile (5.3). 

El GUSTO POR LA LECTURA EMPIEZA EN LA FAMILIA

En el mundo de hoy, en su cambio permanente en su inmediatismo, la televisión  las Tics, pareciera que los libros fuesen asunto de pasado. Pero cuando se ingresa a la universidad los jóvenes confirman que siguen y seguirán vigentes los libros y deben hacer cursos de comprensión de lectura, lectura rápida y lectura critica; técnicas que debían implementarse desde el preescolar.

En Alemania acaba de aprobarse, para mejorar el nivel de comprensión de lectura, que todo padre debe leer a los bebés desde que están en el vientre para desarrollar el gusto por lo desconocido, para desarrollar la imaginación y para lograr hijos comprometidos con el conocimiento y la Nación.

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Anhelo que esta nota sea leída por los padres jóvenes y los jóvenes, quienes son los mas reacios a los libros, y por ende a la lectura. Podrían comprender la importancia de la lectura en los niños.

EN EL AULA HAY QUE LEER NO COMO TAREA SINO COMO UN EJERCICIO DE COMPRENSIÓN

Hay que leer como experiencia estética. Hay que pensar en la lectura como practica, pues el desarrollo de la creatividad es una necesidad individual y social. 

Leer por obligación o como tarea, no trae dividendos personales.
 
Imponer la lectura como ejercicio y libros como tarea con contribuye a que los niños y jóvenes  de hoy se encariñen con ella y con los libros. Si los padres de familia o los docentes animan al niño o al joven a leer lo que les motiva. Por ejemplo en 2014 el libro mas comprado y leído por jóvenes en el país es "Bajo la misma estrella" de John Green del que se vendieron 80.000 ejemplares, muestra que controvierte la tesis que los jóvenes no leen.  Lo que pasa es que muchos maestros de lengua castellana se ranchan en imponer la lectura como tarea en obras que no significan nada para los jóvenes de hoy. 

UN ACTO DE LECTURA E SUN ACTO MAGICO

A leer libros cortos con temas y personajes del mundo de hoy, los resultados son impredecibles y el camino a la universidad es mas corto y mas seguro de terminarla, pues llegan con herramientas para comprender, para exponer, para argumentar, para criticar y para escribir con sentido.
Cuando un maestro implementa el gusto por la lectura en los alumnos y empieza  a inducirlos en la profundidad de la misma explicando con ejemplos y con practicas los cinco niveles de lectura, esta el docente influenciando significativamente en la personalidad de los educandos, no tanto con sus ideas sino con las ideas de quienes escribieron los libros, surgiendo el pensamiento crítico, reflexivo y alterativo. En mi experiencia como docente de lengua castellana, de ética o de filosofía, puedo afirmar que es el método mas eficaz.

San Gil, abril 15 de 2.015
Nauro   Torres Q. 



El parasitismo del plagio intelectual

  El apropiarse de los méritos de otro u otros, el copiar y usar palabras e ideas de otros y sustentarlas o escribirlas como propias y usa...