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martes, 5 de mayo de 2015

El balay de Francisca


El balay tiene forma de un platón pero no sirve para transportar líquidos. Su radio es variable pero no supera los 60 centímetros. es tejido a mano, en bejuco o en caña de castilla. Es usado para guardar o transportar sólidos, incluso se usa para decoración, pero en esta historia  es usado para  cargar y proteger piquetes o puntales. 
Piquete Veleño Vélez Santander Colombia Foto Luis Danilo Grandas ...

El piquete es un entremés entre el desayuno, que se sirve a las cinco de la mañana y el almuerzo, que se sirve al medio día;  pero en la provincia de Charalá, se llama puntal y lo sirven con yuca, carne y guarapo.  El piquete veleño se remonta a la época de la conquista cuando los curas doctrineros que implantaron la religión católica en la Provincia de Velez que en ese entonces incluía a las demás provincias del Sur de Santander, para que los indígenas muiscas expiaran sus culpas, cambiaran sus dioses, asumieran la sumisión sin protestar para ganar el paraíso y no al purgatorio ni al infierno, debían, a cambio de sus pedidas, hacer los pagamentos, yendo en peregrinación hasta el convento del Eccehomo en Santa Sofía, a la Virgen de la Candelaria a Raquira, o a la Virgen de Chiquinquirá en la ciudad del mismo nombre. Los creyentes en sus largas caminatas por los caminos que primero se conocieron como de la miel y la sal, luego como reales, llevaban, ya en mulas o a la espalda, sendos canastos con viandas. Y en la primera jornada, luego del amanecer, hacían una parada en una chichería y sacaban el piquete acompañado de guarapo. 

Fueron las fiestas en las parroquias, luego, que el piquete se fue convirtiendo en un patrimonio gastronómico de los veleños. 

En los años en que el tren -1.926-1.976- era el transporte mas usado en Colombia, entre Barbosa y Bogotá, en las estaciones de La Capilla y Providencia, era usual ver campesinas con su atuendos ofreciendo balays a los pasajeros que los apetecían y valoraban como autentica comida típica.

En las ferias de Vélez, Puente Nacional, Jesús María y Bolívar es común ver a familias campesinas ofrecer a los visitantes un piquete que entregan en un balay. En él, hay un bojote o envoltijo con triple protección para que las viandas mantengan el calor y el aroma de la comida cocida con leña. 

En el bojote, externamente se aprecia un mantel de hilo con cuadros de dos colores con cuyas puntas atadas en diagonal, sobre si mismas, se hace el nudo, que sirve a la vez, como puerta para acceder al misterio gastronómico de quien nunca ha destapado un piquete veleño.


La  capa intermedia, que se incorporó en la era del plástico, es de este material, que al igual que el mantel, va amarrado sobre si mismo en sus puntas cuadradas y tiene el mismo fin que la primera: conservar el calor de la comida como si estuviese recién bajada la olla.

Y la ultima capa o sea la interior es de hoja de plátano pasada al calor sobre el fogón, que además, de servir para conservar el calor, profundiza los aromas y sabores de cada producto que integra el piquete.

Un buen balay  contiene: Yuca sata, papa, bore, plátano cocinado y asado y arracacha; carne cocida, carne azada, chorizos, falda de res cocinada y una gallina campesina dorada a la brasa;   huevos cocidos, mazorca, arepa y nutrido ají chivato con cebolla, tomate chonto, huevo cocinado y cilantro.
andandoporbogota: LA CHICHA MALDITA

Francisca vendía en la estación del tren, entre tres y cinco balay al día a los pasajeros: los freneros y maquinistas eran los clientes asiduos que los consumían con totumadas de chicha de maíz o millo que una abandonada mujer, conocida como mana Pía,  fermentaba en una casa del color de la noche, levantada con reciclaje de la misma empresa del ferrocarril. El cuchitril estaba armado detrás del tanque de lamina gruesa que posaba sobre un templete de cinco patas de riel de la misma linea férrea. Al tanque llegaba por tubería galvanizada de cuatro pulgadas tanta agua como se bebiera cada locomotora para seguir por la ruta de dos rieles trepando hacia las tierras frías.

Mana Pía siempre vestía de negro y cuidaba con esmero los diferentes ures colmados de guarapo con diferentes niveles de alcohol, unos, y otros, con chichas. Chicha de arracacha, de maíz, de millo y hasta de corozo.

Las bebidas que demandaban los freneros, pasajeros y transeúntes se servían en totumas. Una totuma era medio  fruto seco de la mata de calabazo, o de la mata de calabazo. Había totumas de 250 cms, 500 cms y 1.000 centímetros, según el bolsillo y la sed del comprador.

Francisca fue hija de un segundo matrimonio del padre en el que hubo dos mujeres mas y un varón. Tenía  ojos café grandes adornados  con  párparos en forma de domo y pestañas negras  largas que  convertían a sus ojos en un bello misterio. Gozaba de una nariz aguileña que cubría la boca, un poco redonda, con labios carnosos que escondían una dentadura completa con un diente con  corona en oro de 24 quilates que brillaba como una estrella, cuando sonreía. La cara era armoniosa con piel blanca en la que resaltaban escasas pecas con huellas de haber sido una mujer muy hermosa desde niña.

Francisca debió casarse muy niña para cumplir el compromiso que hicieron sus padres. Cuando cumplió los 18 años ya tenía tres hijas, y un año después quedó viuda. Su esposo, un chiquinquireño murió en el camino que unía a Providencia con Peña  blanca. Fue victima de un disparo que salió de un matorral en la época en que liberales y conservadores se  mataban por defender los trapos azules o rojos.


Debió Francisca asumir todas las responsabilidades del naciente hogar. Ver por la pequeña finca de cinco hectáreas en las pastaban vacas de leche de cuyo producto hizo durante su larga existencia, almojábanas y amasijos, que al igual que el balay, vendía en el tren.

Con dignidad y con trabajo educó a sus hijas, aunque la menor, que tenía cinco años, debió dejarla bajo la protección de la suegra, quien quiso casarla sin consentimiento, viéndose la niña a sus 14 años regresar volada en el autoferro para buscar ayuda en el que fue su hogar inicial. Sus dos hijas mayores siendo volantonas debieron ir a la capital a buscar trabajo que lograron sin espera por la belleza que heredaron de la madre. Y ya ellas con trabajo y con esposo se llevaron a la menor, quedando Francisca con el sol y la luna y las aves como  compañía.


Por el trabajo, por la soledad, por el calor de un varón, Francisca fue madre de dos jóvenes que la acompañaron hasta la pubertad. Uno se convirtió en técnico electricista, y el menor, es hoy un reconocido decorador dueño de una empresa de muebles con ventas en tres países que opera desde Bogotá.
En Boyacá, se descubrirá “la Ruta de la Almojábana”
  
Francisca hizo almojábanas y amasijos hasta sus últimos días. Estuvo con sus hijas e hijos en Bogotá en donde murió con una sonrisa en la cara con la alegría que siempre vio su vida desde semanas después que un godo cegara la vida de su joven esposo por el hecho de confesar que era liberal y pendenciero.

DSC00014 las hijas de Francisca en 2015


Franciscas hay por doquier. Trabajan de sol a sol para criar y dar mejor vida a los hijos. Son anónimas, mientras otras del mismo genero las miran con denuedo, ellas cual hormigas cambian las historias sin que la historia las registren como dadoras de vida y sembradoras de afecto, solidaridad y sentido de responsabilidad. 

Ecoposada La Margarita. Puente Nacional, junio 24 de 2.015

NAURO TORRES Q. 

21 comentarios:

  1. Raúl Gómez Quintero

    Esta agradable historia de Nauro sobre el "balay" veleño me transporta a la primera vez que lo comimos con mi familia sentados en la gramilla -que había en determinados sectores- del parque principal de Vélez, luego de escuchar a los requinteros y tiplistas en la tarima pública.

    Nos pareció un verdadero manjar, no sé si por el hambre, por la bellísima y auténtica presentación de la canasta, por la campesina que amablemente lo ofrecía, por las circunstancias de modo y lugar, por la novedad ...o por todo lo anterior. Cuando pasamos por esas tierras tratamos de encontrar ese auténtico plato y no lo hemos podido conseguir. Tengo aún el agradable sabor del 'balay' en mi boca.

    Su escrito y fotografías me abrieron el apetito, apreciado Nauro.

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    1. Fue en la década del ochenta, junto con unas familias rotarias, luego de hospedarnos en el legendario hotel Agua Blanca, "nos fuimos de fiestas p'a Vélez".

      La intención fue impregnarlos del folclor veleño y enamorarlos de la gastronomía del canasto y la hoja de plátano.

      Aun, el balay sigue siendo un manjar. El meollo es que en fiestas abundan, y en tiempos de trabajo, toca encargarlo. Habra que programar un regreso a fiestas, y esta vez pernoctamos en la Margarita.

      Cordial saludo Dr. Raul.

      Su comentario muestra que vale la pena continuar escribiendo para la generacion del trompo y las canicas.

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  2. Pedro A. Mateus M.

    Doña Francisca y su balay han quedado como un simpático recuerdo...los vientos que soplan hoy hacen ondear la bandera de una mujer diferente...de la madre cabeza de familia...pasando por la divorciada...la profesional...la lesbiana...la trabajadora sexual...tienen hoy cédula de ciudadanía en un mundo hecho por hombres y para hombres...mejor o peor que los tiempos de doña Francisca y su balay...no lo sabemos...las brumas de presente nos impiden ver con claridad el horizonte...

    saludos profe Nauro...

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  3. Con los años, ojala sigan abundando los simpáticos recuerdos.

    De ellos nos nutrimos para dar mayor sentido al hoy.

    venimos de una época estática y vivimos en tiempos cambiantes todos los días.

    Cuesta comprender y aceptar el reino de la igualdad, de la tolerancia, la equidad de genero. Y del horizonte, mejor no imaginarlo.

    Mejor recordar los ocasos viendo al río Minero, o los amaneceres de la bella Moravia. O soñar abrazado de la neblina de la Belleza, o, tomándose una jicara de chocolate nadando en leche con un buen pedazo de queso y almojabana.

    Cordial saludo.

    Gracias por estar ahí, siempre. estoy volviendo a leer su ultima publicación.

    Es una oasis de información sobre el pueblo pujante de la Belleza, Encontré el origen y avizoro el destino.

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  4. Pedro A. Mateus M.

    Nauro To evidente...la memoria alimenta la historia y da sentido a la vida...en esto nos distinguimos de nuestros hermanos los animales...lo triste de los pueblos es que nadie cuida su patrimonio histórico...el viento del presente lo arrastra sin dejar huella...por eso bienvenidas sus crónicas don Naurito...

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  5. Nauro. Excelente relato, muy bien escrito, cuando mi mamá era niña (hoy de 87) cada 23 de diciembre mis abuelos salían hasta la estación capilla, en Puente Nacional, después de caminar muchas horas desde la vereda el Caciquito de Guavatá, con mulas y comida preparada y hasta leña, para abordar el tren. Iban de Romería a Chiquinquirá para hacer promesas y dar gracias por los favores recibidos. Los piquetes para obreros tenían una particularidad, la comida no se cocinaba tanto, a los obreros no les gustaba que las yucas quedaran muy blandas porque quedaban con hambre. Un abrazo Paisanos.

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    1. Eduro, cordial saludo, paisano.

      Por lo leido, su santa progenitora cuenta con 87 bienvividos. La mia, ya tres años tiene la cedula.

      Como olvidar los 23 de diciembre? Era la fecha, igual para el viaje. Acompañé de niño a mis padres a cumplir la promesa a la Virgen de Chiquinquirá. Tomábamos el mismo tren en Providencia.

      Desde Caciquito en Guavatá, había camino. El mismo que posiblemente en un trayecto compartíamos cuando íbamos a pagar la promesa al Señor de Guavatá. Igual, cada año.

      Si. Ese detalle de la yuca, como de la carne asada, aun es un mito entre quienes aun prestan el servicio de labrar la tierra. Fui testigo de dar seis veces alimentos a quienes trabajaban en el molino sacando miel. Y usted me hizo recordar de la yuca zata cocida en el fondo de la miel.

      Gracias paisano por hacer presencia en mi blog. Me congratula haberlo contagiado con la lectura y haber despertado recuerdos gratos.

      BIENVENIDO AL BLOG.

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  6. Juan Pérez García

    Francisca vendía en la estación del tren, entre tres y cinco balay al día a los pasajeros: los freneros y maquinistas eran los clientes asiduos que los consumían con totumeadas de chicha de maíz o millo que una abandonada mujer, conocida como mana Pía, fermentaba en una casa del color de la noche, levantada con reciclaje de la misma empresa del ferrocarril.

    El cuchitril estaba armado detrás del tanque de lamina gruesa que posaba sobre un templete de cinco patas de riel de la misma lineal férrea.

    Al tanque llegaba por tubería galvanizada de cuatro pulgadas tanta agua como se bebiera cada locomotora para seguir por la ruta de dos rieles trepando hacia las tierras frías...

    Muchas felicidades por tus hermosos poemas,, muchas gracias por tus bellas letras,,

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    1. Apreciado colega de oficios y gustos, como eres un soñador que escribe poesía de todo un poco, le comento que en estas ariscas tierras de Santander, en uno de los pliegues de una falda que se escurre en los senos escondidos del rio Fonce, existe otro soñador que encontró en la palabra la pluma para poner a volar las ocurrencias, cual gaviota montañera que intenta encontrar olas y mareas en un pais tan convulsionado como el tuyo.

      Te cuento, estoy en el mismo mundo tuyo, y como un virus deseo contagiar a quienes tengan la osadía de leer, mirando, con palabras hilvanas para contar desde la realidad conjugada con la imaginación, las miradas que hacemos desde esta lente de romántico, observador y artesano de la palabra.

      En tu pais, museo latinoamericano, en dos ocasiones estuve. La primera en Ciudad Guzmán como agente ayudando luego del terremoto en 19.85. Luego como turista en 2.013, y no imaginas el colorido y las alas que traje luego de contaminarme de los valores de tu tierra mexicana.

      Gracias por tu apreciado comentario en el cual citas, un segmento de una de mis descripciones. El balay también se anima con ají, en menos proporción a la costumbre de los manitos.

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    2. Estos relatos me recuerdan mi niñez y juventud en Vélez, cuando empezó mi tracegar por este mundo, estudiando en la Escuela del Centenario y el Colegio Universitario, en donde pasé mis mejores años, para luego viajar en 1970 en una destartalado flota hacia Bogota para hacerme ingeniero Industrial, y continuar mi trasegar, pero lo importante es que mis mejores amigos son de la Provincia, de donde nunca me separe y en la que creaamos la Corporación de Cultura y Turismo de la Provincia de Velez, para tratar de buscar la visibilizacion de nuestras tradiciones y hermosos paisajes y que vengan a visitarnos para que disfruten de esta hermosa región santandereana.
      Cordial saludo Nauro.
      Héctor Rubiano Márquez

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    3. Vaya¡ Linda sorpresa¡
      Usaste la denominación de origen en internet. Otra manera de estar orgulloso de lo nuestro.

      1.970, el año en que le robaron las elecciones a Rojas Pinilla. Otra década del despertar del nadaísmo, la teología de la liberación y la aparición de las guerrillas colombianas en la década anterior.

      Mientras usted, muy seguramente viajaba en Omega, o tal vez en Coopetrán que venia de Berrio hacia Bogotá, yo lo hacia en tren a Zipaquirá a cursar el 5o Bto. en la Escuela Normal industrial Nacional.

      Mientras usted cursaba Ingeniería industrial en la capital, yo empezaba mis labores como maestro de escuela en la Belleza, en ese entonces, corregimiento de Jesús María. Luego con en las décadas posteriores, tenían todo el sur de Santander en mi acción pedagógica y comunicativa desde el Periódico JOSE ANTONIO.

      Es entonces, su visión empresarial que hizo posible lo hoy logrado como patrimonio inmaterial de la provincia de Vélez, del cual, estoy orgulloso de difundir y vivir.

      En consecuencia, es grato saber la razón de nuestras afinidades en temas de la cultura y la interpretación de la realidad.

      Es verdad que se ha ganado espacio visibilizando la cultura nuestra, pero aún no se nota que desde la participación política se haya avanzado en igual velocidad. En ese entonces, Era Darío Marín Vanegas y Jorge Sedano González, los amos. Recuerdo de un diputado que intentó hacer la diferencia. Era de Guavatá, creo.

      Aun hay mucho por hacer por nuestra tierra. Deseo escribir con mas profundidad sobre el bocadillo, sobre el camino por el opón; sobre el proceso del vijao, sobre la huerta veleña, sobre el sombrero, etc.

      Ahora con mas claridad, tienes un aliado

      Gracias por acompañarme en el blog.

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  7. Margarita Hernandez

    Bellísimo🥀🌼🌺

    Un relato que me fue envolviendo en sabores y sentimientos.
    <>
    Hay muchas Franciscas que cambian historias ,sin que la historia las registre como dadoras y sembradoras de afectos,solidaridad y sentido de responsabilidad a la vida.
    Gracias por compartir

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    1. Margarita, esta linda la mar y el viento.

      Busco, a esas Franciscas abandonadas a la vista de todos, que con su sencillez y su sazón se quedan en el paladar de las personas. Busco esos seres angelicales que con su trabajo, nos enseñan y tejen cultura, sin saberlo que lo hacen. Busco esas mujeres dadoras de vida, sembradoras de afecto, solidarias siempre para recuperar su memoria y dejarla en un relato, en una poesía, en una crónica.

      Margarita, no imaginas el aprecio que brindo a su comentario, emanado de un ojo de agua poético que empapa a otros con sus versos. Ahora tienes otro degustador de sus escritos.

      Desde San Gil, Colombia mis afectos.

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  8. DANILO MATEUS BOGOTA

    El balay, aún en Bogotá en los restaurantes Gran Parrilla Boyacense (donde tuvimos la oportunidad de almorzar alguna vez) lo despachan a domicilio con una súper sabrosa gallina y su acompañamiento, lista para un buen almuerzo. Un abrazo estimado profesor

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    1. LA GRAN PARRILLA BOYACENSE¡¡¡¡¡ GRACIAS POR EL DATO.

      GRACIAS DANILO, TENEMOS PENDIENTE UN ENCUENTRO Y UN VIAJE A NUESTROS TERRUÑOS.

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  9. Emma Aguilar

    Amigo, me hizo recordar mi tierrita, que momentos inolvidables y que delicia, recordar es vivir. Historias de nunca olvidar. Siempre es bueno tener amigos que nos hacen volver al pasado.

    Me encantan tus escritos.

    Un abrazo.🙏🏼🙏🏼 felicitaciones!!!🙏🏼🙏🏼

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    1. "Recordar es vivir", escribiste. Si, recordar donde nacimos, crecimos, estudiamos y empezamos a trabajar.

      "Historias de nunca olvidar", escribiste, Emma. Por ello mi blog se llama: HISTORIAS SIN CONTAR.

      Ya olvidé el año que nos conocimos. Que importa ya? También olvidé la ultima vez que nos saludamos con la mano. Ya no es relevante.

      Importa hoy que, aun nos acompañamos: Yo, escribiendo y usted leyendo y comentando.

      Gracias por hacerme saber que goza con mis escritos.

      Gracias por acompañarme en esta cruzada a favor de la lectura.

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  10. Hermes Miguel Garcia Ruiz

    Buen relato el balay de doña Fransisca.

    Esa era una costumbre en toda la provincia de Vélez. Se llevaba el piquete envuelto en hojas de plátano, abundantemente surtido y muy orgánico para los recorridos en las arrierías con madera, maíz o productos agrícolas.

    Hoy añoramos los fiambres envueltos en hojas y cocinados con leña. Me hizo dar hambre y sed.🙂.

    Hoy quieren prohibir las envolturas de hoja y quieren meternos solo plástico.

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    1. Si logré despertar recuerdos de sus andanzas de niño en la arriería. Si la lectura despertó sus papilas y notó que le dio hambre, me doy bien servido, decía mi padre.

      El fiambre que nos daba la vieja, ya para ir a tierra caliente, a un viaje para ir a pescar o cazar, incluso a la escuela, nos trae recuerdo a quienes nacimos en el campo.

      Para quienes nacimos en el campo, moriremos con los recuerdos vivitos mientras expiramos.

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  11. Que bello relato, no sabía esa parte de la historia. Me encanta el piquete y cada vez que puedo visitar a mi Vélez, mi papi que gracias a Dios aún vive nos invita a almorzar al monumento o donde Zafra, allí degustamos estás delicias.

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    1. Es que nosotros los veleños
      fuimos cocinados con hojas
      mire usted los bocadillos
      y los piquetes también;
      pregunte a su papito
      cueles fueron los pañales
      y de paso va sabiendo
      de otros secretos que tenemos

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