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viernes, 16 de julio de 2021

A Perú en su bicentenario


"Volveré y seré millones"

Tupac Amaru

Poema 70

2.021

 

 Recuerdan hoy los peruanos,

el congreso constituyente del 28 de julio de 1.821

celebrando el bicentenario  de la caída del español virreinato

y la independencia del oprobioso español colonialismo

éste 28 de julio de 2.021.

 


El gozo que hoy tienen los peruanos

brotó de la incaica derramada sangre

de 120.000 incas que por 285 años la ofrendamos.

 

Con promesas de paz, y estrategia engañosa

                en 1.532 los españoles capturaron en Cajamarca

al décimo tercer emperador inca

en la primera masacre española

a la que acudió Atahualpa confiado en la palabra blanca.

 

 

Con el descontento de manco inca

 los peruanos enseñaron resistencia

                           desde 1.536 hasta su independencia.

 

Los incas nos aleccionaron convergencia,

 manifiestos, levantamientos,

 rebeliones, conspiraciones y movimientos;

con sus luchas el imperio de los Andes

continuó extirpando el colonialismo español

en tierras amerindias.

 

 

Soy un Jarantivá, mis ancestros murieron

peleando contra Gonzalo Jiménez y Martin Galeano

por no develar los caminos muiscas

 a las minas de oro y esmeraldas.

 

Desde esta vereda Jarantivá que inmortalizó a mi etnia

rindo homenaje a las rebeliones indígenas peruanas:

Azángaro, Cravaya, Chicama y curacas;

ofrendo mis versos a los que cayeron en las revueltas

 Chombivilcas, de la villa de la llata, de los urubambas;

de los caídos en 1.824 Junín y Ayacucho, sus batallas

pagando con sangre el precio de la libertad americana.


 

A Tupac Amarú, mi admiración amerindia,

Él, en 1.781 propuso y murió luchando por la separación de España

y la constitución de la real audiencia en Cuzco;

por ser el gestor del primer movimiento mundial anticolonialista;

por ser el precursor de la justicia social

y de la independencia política de los pueblos

mucho antes que la revolución francesa.

 

Hoy, colonialistas y esclavistas sus estatuas derriban:

los que con hachazos descuartizaban;

los que con caballos indígenas desmembraban;

los que a esposas e hijos al frente del padre, mataban;

doblegándolos, obteniendo, temor, obediencia y oro,

 los que a los hijos de los caciques a África enviaban

para borrar estirpes indígenas intentaban.

 

Hoy, rindo honores a los peruanos,

 por fusionar su cultura con la cristiana,

por preservar los monumentos incas,

su Cusco, la Atenas de la cultura incaica,

sus pirámides de barro y piedra labrada

 y el majestuoso y único machu picchu,

por conservar y hablar el quechua, idioma nuestro,

por hablar sus dialectos inca y aimara,

por su gastronomía, colorida y única,

por su conservada tradición indígena,

por su ejemplar sistema judicial,

por su rebelión permanente contra los corruptos,

por su unidad indígena ejemplar.

 

A los españoles, todo le entregamos;

nos arrebataron lo que no cedimos;

menos la fe en nosotros mismos,

 que nos mantiene en pie, hermándanos.

 

Hoy, peruanos y colombianos

resistimos reclamando derechos humanos

demandando justicia y equidad,

exigiendo igualdad y oportunidad

para los pueblos hermanos.

 

 


 [JNTQ1] 

. El guando

 


Debería tener el doble de la estatura de la persona a movilizar; se media en varas, cada vara; o en jemes.  Su grosor, entre una y dos pulgadas; se media con el dedo meñique. Su peso, el menor posible. La madera: pino, encenillo, cucharo o juco.

Dos varas gemelas y paralelas, requería el guando. Unían esta yunta, otra yunta de varas, de una vara, que se colocaban cerca de donde iría los pies y la cabeza del herido, del enfermo o el muerto. 


 Las cuatro varas, en coito paralelo unidas por costales de fique pergamineros para trasladar café seco de trilla para seis arrobas se sumaban al guando, unas veces con un pretal de fique cerca a cada punta para disminuir el peso y aliviar la caminada cuando el traslado lo hacían dos cristianos, y cuando eran 4, dos en cabeza y dos  en pie, incrementaba la velocidad de los trotantes y disminuía el esfuerzo físico de los solidarios amigos que acudían en ayuda, ya para trasladar al hospital o al cementerio al guandeado desde la vereda al poblado más cercano, recibiendo como paga el gusto por servir y la esperanza de que viviese el enfermo, o la vida eterna por la obra de caridad, o la mano prestada para cuando alguien de la familia sufriese igual percance.

Hoy, los guandos o andamios aún se usan en las veredas distantes a donde no llega carretera, y ocurren convites, como en otrora, para una u otra causa hasta la punta de la carretera para el traslado del enfermo o féretro al poblado más cercano.  En la ciudad fueron remplazados por camillas.

 

Puente Nacional, Ecoposada La Margarita, junio 28 de 2.021

domingo, 11 de julio de 2021

La balanza de la vida

 

 Su esposa murió joven. Dejó una pareja: Tulia y David, sus hijos. El viudo, también joven, quedó. La familia vivió en el Hornillo, una parcela de unas diez hectáreas que por herencia le perteneció a la difunta, Rebeca.

Tulia y David ya estaban mayores. Acudieron al entierro de Rebeca y retornaron a Caldas, departamento en donde cada uno hizo vida en la década del cincuenta del siglo XX.

Jacob, el viudo continuó viviendo en la casa de bareque y en la finca que el suegro le había dado a Rebeca como herencia. Por la distancia, Tulia y David dejaron poder escrito para el juicio de sucesión de la finca donde nacieron.

Transcurrieron 20 años y Jacob reclamó la posesión del predio de la herencia de Rebeca y se apropió de las partes que les correspondían a sus hijos mayores.

En ese lapso, Jacob se organizó con la joven que ayudaba en la casa de Rebeca y que tenía un hijo, Ramiro. Tuvieron tres hijos: Labán, Abel e Irene. Precavido, Jacob antes de cumplir los 70 años, decidió amparar a los hijos menores dejándoles la finca, mediante una escritura de confianza a un campesino recto que la recibió por diez años, y cuando, Labán, Abel e Irene cumplieron la mayoría de edad, les hizo la escritura en común y proindiviso de la finca que fue herencia paterna de la difunta Rebeca.


Jacob murió de viejo, y su segunda esposa, Mercedes, igual fin, luego de pocos años transcurridos.

En la casa y en la que vivió Jacob con Mercedes, Labán trazó una medianía dividiéndola en dos partes. Una para él y su familia, y otra para Ramiro, el hijo de Mercedes, en reconocimiento a la parte que le correspondía a su propia madre, pues la tierra ya había sido repartida entre los hijos, desconociendo los derechos de Mercedes; solo en la vivienda.

 Abel e Irene se fueron a probar suerte a la capital. Formaron familias y se dedicaron al trabajo, y ocasionalmente regresaban a la casa donde nacieron.

Abel murió hace quince años e Irene hace doce años. Sus hijos fueron a reclamar los derechos herenciales a Labán, quien desde que murió su padre, Jacob, viene usufructuando la finca. Y éstos, les fueron negados por el tío paterno. Labán, alegando posesión de la finca por más de diez años. Se había hecho titular la propiedad.

Labán también se casó con una mujer joven y por cuarenta años han vivido en la misma casa centenaria y en las mismas condiciones locativas. Como siempre vivió a la sombra de los padres, no aprendió a trabajar la tierra. Fue empeñando potrero por potrero para comer y dar estudios básicos a los hijos.


Hoy vive de arrimado en la misma casa donde nació, pues la finca que fue de sus padres y hermanos pasó a manos de quien le fue dando gota a gota el dinero prestado para los gastos en la familia. Ahora, si desea comer, debe sembrar la tierra, y está aprendiendo a valorar los frutos de la cementara que siembra cada seis meses. En las tardes se sienta en la misma silla donde se sentaba Jacob, esperando que los hijos regresen a visitarlo.

Ecoposada la Margarita, junio de 2.021

martes, 29 de junio de 2021

Las cuatro velas

    

Las prendía cuando mis padres descansaban de sus jornadas de trabajo rural. Con cuidado, precisión y sigilo, cual nimbo en la mesa colocaba las cuatro velas que duplicaban la intensidad de luz que me facilitaba trazar y delinear cada plancha de las decenas que debía dibujar para cumplir con la tarea de dibujo técnico de algunos compañeros del colegio de los grados superiores perezosos en practicar.



En 1.975 recibía $ 5.00 por plancha lista para entregar al profesor de dibujo técnico del Colegio Don Bosco de la Belleza, Santander. Nunca busqué clientes; fueron los compañeros quienes me buscaban gracias a la publicidad que apareció en el periódico mural de la institución.     

En una hoja de bond 90 gramos de un octavo de pliego se elaboraba cada plancha con lápiz 2H. Cada una requería de un margen establecido previamente y en el margen inferior derecho se colocaba la información en compartimentos del alumno, la fecha, el número de plancha, el nombre del profesor y una ventana para la calificación.  

Sin mesa de dibujo, usando la tiza, el tablero, las escuadras, la regla T, el maestro iba usando el compás y demás herramientas, uniendo puntos, trazando arcos, rectas, curvas; y en la blanca hoja de mi papel brotaban figuras geométricas, regulares, irregulares; luego, cortes frontales, inferiores, superiores y en perspectiva.

Mi padre era carpintero. De niño jugaba con los pedazos de madera sobrantes. Con ellos armé ilusiones y el dibujo técnico me facilitó mis gustos por el diseño.

Vivíamos a 4 kilómetros de la Belleza; hacia diariamente, de lunes a viernes, dos jornadas. Dos tramos bajando al colegio y dos regresando a casa, a almorzar y al atardecer, En cada jornada, corriendo hacia el recorrido en 25 minutos; caminando normal, el trayecto de la casa al colegio se invertían 45 minutos.

Un lunes en el primer descanso en el colegio, vi que los estudiantes se acercaban con curiosidad al periódico mural organizado y dirigido por el profesor de español y dibujo técnico. Uno de los compañeros del curso se me acercó a informar que mi nombre estaba en una lista que había aparecido en la sección: los mejores dibujantes del mes.

Yo, no creí. Por ser del campo, -me decían campeche- y bajo de estatura, era usual que se burlaran de mí. El periódico mural tenía secciones, hoy recuerdo la de literatura y la de dibujo técnico.

Fue en el recreo de la media mañana que logré acercarme al periódico mural, contemplar y ver en detalle la sección de mi interés.

Semejando una columna de un periódico impreso, en fina y proporcionada caligrafía estaba la lista de los cinco mejores del mes en dibujo técnico; y al frente, la calificación. Miré, revisé y estaban los nombres de estudiantes de los grados superiores. Yo cursaba el grado 1º y mi nombre aparecía en tercer lugar en esa lista.

Ese reconocimiento público y ese detalle de publicar mi nombre en el periódico mural, mejoró mi autoestima y se convirtió en un reto ocupar el primer puesto en esa escala que difundía el joven maestro que llegó trasladado de la escuela urbana.

Conté a mis padres. Y ellos, a los tíos. Y en menos de un mes contaba con el libro guía del profesor, una caja de instrumentos, escuadras flexibles, regla T, borradores y lápices HB, 1H y 2H.

Terminé el bachillerato en el poblado donde nací. Ingresé a la Universidad Nacional de Colombia a cursar estudios de ingeniería civil.  Por asuntos ajenos a la familia, debí abandonar los estudios en los últimos semestres para huir de la violencia, y mediante una beca me gradué en una universidad de Miami, E.U. Mis primeras décadas laborales fueron en diseño industrial en empresas reconocidas de maquinaria. Actualmente trabajo en un aeropuerto privado de Amazon como operador de logística despachando mercancía para el mercado global.

-Soy Elmer Martínez Bareño, nací en la vereda Campo hermoso. Vivo en Chicago, Estados Unidos. Después de 40 años busqué al maestro que encontró en mí, el elemento, lo resaltó y empoderó mis talentos. Ese maestro que por 28 meses estuvo en mi tierra natal, lo encontré en este blog. Es el autor de “Historias sin contar” y de numerosos poemas difundidos en esta web.  Se le conoce como un artesano de la palabra, un hilador de historias y tejedor de versos. Su obra literaria esta en: https://naurotorres.blogspot.com/  

Jarantivá, Puente Nacional, Eco posada La Margarita, abril 25 de 2.021.

viernes, 25 de junio de 2021

El credo de la gente de bien

 


Nauro Torres

Poema 61

2.021

 

Creo en la gente de bien, como yo;

los demás, son zarrapastrosos,

vagos, vándalos, izquierdosos, socialistas.

 

 Creo en el dinero, me da poder sobre todas las cosas;

creo en el gamonal, siempre persuade a la fuerza;

creo en mi patria, usufructuarla es mi deseo;

creo en la familia que defiende a “las familias de bien”,

creo en la autoridad que cuida y defiende a “la gente de bien”.

 

Creo en la existencia de ciudadanos de primera, segunda y tercera;

creo que los de tercera no son dueños de sus vidas;

creo que los indígenas no merecen sus territorios;

creo que los negros viven para jartar ron y parrandear;

creo que los campesinos son unos alpargatones;

creo que los pobres no trabajan

y son una carga para “la gente de bien”;

creo que a los rebeldes hay que exterminarlos;

creo que los jóvenes son vagos y vándalos;

creo que a las mujeres hay que violarlas y gozarlas;

creo que a los indigentes hay que desecharlos;

creo que hay que desaparecer a los homosexuales;

creo que a los enfermos del covid-19 hay que dejarlos morir;

creo que a los ancianos hay que arrumarlos, son parásitos;

creo que hay que quemar a los ateos;

creo que hay que tirotear a los anarquistas;

creo en el poder de las armas, son exclusivas de "la gente de bien".


 
Imagen de internet

Creo que no hay enemigo pequeño, hay que eliminarlos;

creo que el país debe controlarlo la bota militar;

creo que hay que matar al otro cuando estorba;

creo que hay que robar, cuanto sea posible;

creo que el vivo, vive del bobo;

creo que hay que poseer

a la mujer del otro y desaparecerlo.

 

Creo que hay que honrar a los padres

 siempre y cuando no critiquen nuestras acciones;

creo en Dios que cubre mis faltas;

creo que a los ciudadanos de tercera

hay que adormecerlos

con futbol, rancheras, despechos, parrandas,

mentiras, y subsidios, pocos.

 

Creo que hay que codiciar los bienes del otro,

en especial los bienes públicos;

creo que hay que usar la mentira para beneficio propio;

creo que mis faltas – si las tengo- serán perdonadas

mientras sea devoto del dinero.

 

Creo que Colombia es un estado de derecho,

con derechos, solo para “la gente de bien”;

creo en el sistema judicial colombiano.

recibe cariñitos y nos favorece siempre;

creo en Uribe, es el gran colombiano

modelo para “la gente de bien”.

 

Gracias a mi Dios, Colombia es pasión;

solo tenemos siete millones de muertos

en medio siglo de juegos pirotécnicos

no más ocho millones de desplazados, quejosos hoy;

hasta ahora   hay 22 millones de pobres zarrapastrosos

y solo 3.4 millones de colombianos andrajosos

que solo necesitan una comida al día; no trabajan.

 

Nuestra fe y nuestras acciones son reconocidas en el mundo:

ya somos el séptimo país más desigual del globo,

pero el primero en desigualdad en América Latina,

y el segundo en taza de pobreza en el mismo continente;

mero el sexagésimo en tasa de desempleo entre 214 países;

estamos catalogados en el puesto cuarenta con mayor impunidad;

solo ocupamos el puesto cuarenta

en desconfianza en nuestro gobierno,

 ya subimos al puesto veinte en índice de paz;

pero estamos en el puesto treinta y siete

en disponer del mayor ejercito del mundo.

 

Somos “la gente de bien”, no creemos en la paz,

siempre hemos vivido de la guerra;

la guerra nos hace fuertes.

 

La paz, quieren los izquierdosos,

los vagos que sueñan con el socialismo;

pero en Colombia, primero desaparecidos

que gobernando para el pueblo.

 

Gracias Dios por perdonar nuestras faltas:

por extinguir la revuelta comunera,

por ganar la guerra de los mil días,

por borrar la masacre de las bananeras,

por incendiar el país con el bogotazo,

por sembrar el odio con la violencia partidista,

por propiciar la emergencia de las guerrillas,

por lucrarnos con el narcotráfico,

por aprovecharnos de la deforestación,

por las ganancias de la minería ilegal,

por entronizar el credo militar;

el credo de “la gente de bien”.

 

Gracias Dios por “la gente de bien”

sin nosotros, los vagos que protestan,

la patria, en infierno, convertirían.

 

¡Poder, política y dinero ¡

¡Dios, patria, propiedad ¡

 

jueves, 10 de junio de 2021

Crepúsculo: Un poema de Nauro Torres Quintero

 


“El amor no se mira, se siente,

y aún más cuando ella está junto a ti”.

Pablo Neruda

Nauro Torres

2.021

Amándote amanecí,

 contigo soñé;

en el ocaso te extrañé.

 


 Arrullado desperté,

 con tus caricias me impregnaste;

huelo a ti.

             

Tus fragantes besos,

un encanto en el día, fueron,

 tu amor, se tonificó en el crepúsculo,

 

Eres fulgor y aurora,

ocaso y ansia;

te apoderaste de mí desde el crepúsculo. 

miércoles, 9 de junio de 2021

Inmolados

La mayoría de los ninis varones abandona la escuela secundaria, 

no para jugar videojuegos o ver la televisión, 

sino para ganar dinero. 

Ninis, unos los señalan,

vándalos los sindican

el gobierno y “la gente de bien”.

 

Ellos, los ninis,

no trabajan, no estudian;

no tienen nada que perder.

 

Condenados desde su nacimiento,

despreciados por “la gente de bien”,

ignorados por el gobierno.


 

Imputados por el Smad,

inculpados por el régimen,

ignorados por Duque.

 

Unos, asesinados,

otros, desaparecidos,

unos, retenidos,

otros, incomunicados.

 


 

Son los jóvenes de Colombia,

los jóvenes de primera línea,

y las brigadas que los acompañan

que con muertos han logrado

lo que los viejos no se atrevieron

a reclamar a presidentes que gobiernan

siempre para “la gente de bien”.

 

Esos que suelen llamarse,

“gente de bien”;

son racistas y excluyentes

explotadores y elitistas;

predicadores del lucro;

apóstoles de la violencia;

propaganditas del odio;

hienas del bien común;

chulos del erario público.


 

Esa “gente de bien”,

patrocinadores de la ilegalidad, son;

practicantes del “vivo vive del bobo”

del “haga lo suyo que yo hago lo mío”;

compran todo con dinero,

jueces, testigos, cargos y votos.

 

Los jóvenes que reclaman ser oídos

unos inmolados, son,

 los tratan como vándalos,

 los persiguen sin miramientos;

los jóvenes son sacrificados,

los de primera línea, expiados.

 

En el 2.021 los jóvenes colombianos

intentaron por todos los medios

cambiar la historia de la Nación

escrita por “la gente de bien”:

los racistas, excluyentes

explotadores, xenófobos,

utilitaristas y traquetos

en gustos y presentación.

 

Los ninis de Colombia

sueñan con un país en el que quepan todos

en el que no haya niños ni ancianos

ni familias enteras con una comida diaria.

 

Anhelan una Colombia justa y equitativa

con oportunidades para los jóvenes

en el que el capital humano

prime sobre el capital financiero,

la solidaridad sobre el lucro

la comunitario sobre el individual,

en bien común sobre el bien personal.

 

 

El parasitismo del plagio intelectual

  El apropiarse de los méritos de otro u otros, el copiar y usar palabras e ideas de otros y sustentarlas o escribirlas como propias y usa...