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martes, 5 de mayo de 2015
Los zurrones de Agustín,
El balay de Francisca
Por el trabajo, por la soledad, por el calor de un varón, Francisca fue madre de dos jóvenes que la acompañaron hasta la pubertad. Uno se convirtió en técnico electricista, y el menor, es hoy un reconocido decorador dueño de una empresa de muebles con ventas en tres países que opera desde Bogotá.
martes, 21 de abril de 2015
Importancia de la lectura y la escritura.
El leer para comprender y el escribir para transformar
En 1509, el monje Pfefferkorn había obtenido el permiso de Maximiliano I (1486-1519), emperador del Sacro Imperio Romano, para incinerar todos los ejemplares del Talmud (la ley y la ética judías) de que se tuviese conocimiento en el Sacro Imperio Romano; las Cartas de los hombres oscuros satirizaban a los monjes dominicanos por sus argumentos en favor de la quema de obras no cristianas”.
Iniciado en la lectura.
Fuí, como en la inquisición, citado al patio de la casa.
Al otro día logré coger el tren. No en la estación donde se compraban los tiquetes para viajar. Lo tomé donde se trepaban los jóvenes para no pagar el transporte. En un sitio llamado los Andes que era una pendiente que tomaba el tren en forma circular para adentrarse a la vereda Montes en limites con Boyacá.
Y desde entonces empezó mi independencia, mi autonomía financiera y mi libertad. Gracias a los libros que me instaron por el camino del conocimiento y por la aplicación de todo lo que leía.
En la década del setenta del siglo XX trabajé en un pueblo escondido en la breña de la cordillera oriental cuyo nombre contrasta con la época, que por esos lares, estuve. En ese pueblo, con el slogan, la Suiza de Santander, serví a la educación por tres años, en los cuales, usé revistas, novelas y Biblias para enamorar a los jóvenes con la lectura, y un periódico mural para que los chicos se animasen a escribir, convirtiéndose en una de las razones (-lease revoltoso-) por las cuales debí salir trasladado acusado de atentar contra las buenas costumbres y enseñar sin usar los cuadernos, pero si, la conciencia y la inteligencia de los estudiantes sobre las causas de la marginación y el subdesarrollo en que se encontraba esa zona.
En la primera docena de años del presente siglo trabajé en el colegio mas joven de San Gil, colegio del que salí por supuesto acoso laboral por similar causa: mi pedagogía para sembrar en los niños y jóvenes el amor por la lectura para comprender y escribir para transformar.
Pero en ese 10% restante, el 7% logró en un periodo leer y narrar las ocho obras concertadas al empezar el año lectivo, pero el otro 3% perdió la asignatura. En el caso del grado décimo y once, el descontento, tanto de alumnos como de padres de familia, fue creciente, el cual usó la rectoría para dejarme, al siguiente año, sin carga académica y presionar de esa manera mi salida de ese colegio.
Los resultados de mi labor en el Colegio Luis Camacho Rueda se vieron reflejados en el incremento del promedio de la asignatura en las pruebas saber en cuatro unidades en cinco años. En el numero de alumnos que ingresaron, por primera vez a la UIS a estudiar, derecho, literatura o ingeniería industrial, y en el 2014, con quienes fueron favorecidos con una beca para estudios superiores.
Que puedan trabajar hipotética y deductivamente con ella; es decir, requerimos competencias para argumentar, deducir, inferir e interpretar. Pero para ello se requiere unos padres lectores y unos docentes que vean la lectura, no como una tarea, sino una lúdica. Que no usen la lectura como un castigo, sino como un recurso para comparar imaginarios y gestar unos terceros.
El gobierno tiene un plan nacional de lectura: “leer es mi cuento” con el cual aspira a bajar en puestos para ubicarse mejor que Chile, Brasil y Argentina. Para ello tiene un plan semilla con mas de 267 textos de literatura universal organizados por edades, rompiendo con ello, el paradigma alimentado por los docentes de la lengua materna que la literatura se enseña en forma sincrónica desde el pasado al presente.
Anhelo que esta nota sea leída por los padres jóvenes y los jóvenes, quienes son los mas reacios a los libros, y por ende a la lectura. Podrían comprender la importancia de la lectura en los niños.
EN EL AULA HAY QUE LEER NO COMO TAREA SINO COMO UN EJERCICIO DE COMPRENSIÓN
A leer libros cortos con temas y personajes del mundo de hoy, los resultados son impredecibles y el camino a la universidad es mas corto y mas seguro de terminarla, pues llegan con herramientas para comprender, para exponer, para argumentar, para criticar y para escribir con sentido.
San Gil, abril 15 de 2.015
Nauro Torres Q.
jueves, 16 de abril de 2015
EL CIEGO DEL CAMINO
El ver no es obstáculo para identificar, ni para caminar, ni para hablar, ni para compartir, ni para comunicar.
Mientras el caballo y los pies eran los únicos medios para trasladarse de un lugar a otro y los caminos reales pertenecían al rey, por muchos años vi llegar de oriente, guiado por un perro y caminando seguro con su bordón por los potreros del frente de la tienda la Esperanza, un hombre alto como una vara y delgado como un chamizo, con mentón salido como un estribo, con cuevas en los ojos vigilando la nariz que semejaban acantilados, con dentadura perfecta y hablar en ráfagas.
Aparecía después de la hora del piquete y se sentaba debajo de un viejo y florecido clavellino sobre un abandonado pedazo de tronco al margen izquierdo del camino que unía a la estación del tren de Providencia con Peña Blanca, una vereda en donde la reina es la papa.
Llegaba a hacer su trabajo ordenado por la madre y uno de los hermanos que cuidó de él, mientras fue huésped en esas hermosas praderas colmadas de arrayanes y payos.
Su hobby lo ejerció cada lunes hasta que la carretera y los carros dieron sepultura a la economía de numerosas familias que derivaban parte del sustento ofertando viandas y hospedaje a los comerciantes que intercambiaban los productos de la tierra y las artesanía en barro que se cargaban en recuas de burros desde Ráquira hasta Puente Nacional.
Ese hombre largo y enjuto era Martín, el ciego.
Tenía la virtud de identificar a las personas por la voz, una vez supiera el nombre. Martín, no me miraba, pero me escudriñaba con los ojos de su alma. No fue a la escuela, pero me narró muchas historias en las que viajé guiado por su ceguera.
No pedía limosna para vivir, sino como un recurso para relacionarse con los caminantes y vecinos. No fue catequizado por autorizado del cura pero sabía todas las oraciones de sus mayores, y las que no, las inventaba.
La muerte de Martín fue lenta. Lo fue matando la aparición de los carros y la estocada final para irse con la luz, fue el no regreso del tren a Barbosa, Santander. Con ellos se fueron los comerciantes y transeúntes del camino y la clavellina no volvió a florecer, fue derribado por el bulldozer que convirtió el camino real en carretera.
Martín nació ciego en una familia de nueve hermanos. Y desde entonces en los lasos de sangre de las generaciones posteriores, silenciosamente como fue su existencia, la tara ha venido apareciendo con diferente cara, pero a diferencia de Úrsula y José Arcadio en Cien años de Soledad, la unión entre primos no ha mostrado en los hijos la cola de higuana.
Miguel Ramón González Martínez, un psicólogo colombiano, escribió recientemente en Facebook : “Tan lejos, tan cerca”. Los conflictos y traumas vividos por nuestros antepasados, de al menos tres generaciones anteriores a la nuestra, se manifiestan en algún miembro del grupo familiar. Ese conflicto o trauma, cuando se resuelve, sana a todo el sistema familiar implicado.
El asunto es con qué recursos u apoyos se logra la sanación?.
Recientemente leí un libro titulado “La ventana de tu alma”. En él, la autora que cree en la reencarnación, plantea que existe una programación prenatal; es decir, que cada uno, antes de venir a este mundo, hemos programado la familia en donde nacemos, nuestros valores y nuestros sufrimientos y enfermedades, y, en consecuencia, nada sucede porque si.
Por lo observado en mi existencia, el psicólogo tiene razón. “Los conflictos y traumas vividos por nuestros antepasados, de al menos tres generaciones anteriores a la nuestra, se manifiestan en algún miembro del grupo familiar”.
San Gil, Enero 2 de 2015
sábado, 11 de abril de 2015
“MI PADRE NOS ABANDONÓ Y MI PADRASTRO APESTÓ MI NIÑEZ”.
En un ejercicio de composición en clase una alumna del grado noveno plasmó en una hoja esta dolorosa historia la cual público con otro nombre, aunque al hacerlo no cambia la suerte de tantas niñas y niños que sufren similar violencia, no solo física sino psicológica.
Alejandra Mondragón O. es una niña de unos trece años, de cara fina pero atractiva, goza de un cuerpo escultural, de una sonrisa muy tierna y tiene el aprecio y admiración de los chicos del salón, pero ella, en su andar taciturno, muestra en sus ojos tristes el drama de tantas niñas que, pudiendo ser buenas estudiantes, tienen la autoestima por los zapatos, que no permite verse y comprobar que uno no se puede ahogar en su misma amargura. Su historia dejada en una hoja de un cuaderno para ser evaluada en redacción y ortografía, confiesa:
“Mi padre, quien nos abandonó siendo yo muy niña, llegaba frecuentemente a casa a pegarle a mi madre, mientras junto con mis hermanos mayores contemplábamos impávidos escenas grotescas de golpes y más golpes, sin comprender las causas de inmerecido castigo.
Mi madre acordó con mi padre que se fuera de casa para evitar tanta violencia, pero su marcha, no mejoró mi vida, pues mis hermanos se han ido del hogar a buscar vida, mientras por ser la menor de la casa he sido testigo nuevamente de escenas de violencia, ahora no de mi padre, sino de mi padrastro que se ha empeñado en dañar mi niñez.
Desde que recuerdo, no he pasado un primer cumpleaños feliz. Ese día la violencia psicológica de mi padrastro es mayor con palabras arruinando el festejo que con tanto amor ha intentado hacerme mi madre.
Ante mis compañeros del Colegio, sonrío permanentemente y pongo caras de felicidad en momentos diferentes, pero mi corazón se achicharra con los años y la tristeza es ahora mi compañía.
Hay momentos que nace en mí la envidia, pues muchas de mis compañeras cuentan que gozan de un padre amoroso y comprensivo con sus hijos y narran recuerdos lindos de sus progenitores, mientras que los míos son retazos de desaliñados del pasado.
Ahora mi madre se ha separado de nuevo; trabajamos muy duro haciendo dulce y vendiendo almuerzos, y en medio de las necesidades intentamos ser menos tristes cada noche y un poco más felices cada día.
Hoy intento superar el dolor cultivando mis sueños; pues el profe del español insiste en clases que mientras uno no se desahogue y construya nuevos imaginarios, se perdone y perdone, y los malos recuerdos no los deposite en el baúl del olvido, una no puede romper esa espiral de violencia en que nacimos y crecimos. Por eso hoy estudio con muchas necesidades pero con empeño en lograr ser una mujer con conocimientos que pueda elegir algún día una pareja y no tener que irme con alguien por necesidad alimentaria”.
Este es un ejemplo de tantas historias vivientes que pululan en las aulas de los colegios públicos. Pero la mayoría de ellas, se quedan en el silencio y el resentimiento de las victimas.
Destruir la autoestima de una persona sistemáticamente mediante críticas, desprecios, abandono o insultos; también son formas de violencia. No cabe duda de que a veces los golpes al espíritu son mucho más dañinos que los golpes al cuerpo y dejan heridas más profundas.
Nos corresponde a todos aprender tolerancia, controlar nuestros arrebatos, ser sensato en nuestros procederes, amar sin condiciones, y extirpar toda acción violenta, no solo física, sino la psicológica que hace más daño en la vida de los seres que nos dan alegría existencial.
Igualmente nos corresponde denunciar los abusos contra la población mas vulnerable, la niñez, pues ellos, son el reflejo de la sociedad en que los levantemos.
Posdata:
viernes, 27 de marzo de 2015
CITEO CUCHARAS, el del rostro con tristeza infinita.
Hubo una vez un viejo que levantó su familia con maíz, la talla a mano de cucharas de naranjo y con implorar caridad en los centros de peregrinación promovidos en la región por los frailes dominicos.
Siempre vistió de paño, ya negro, gris o caqui. Portaba con hidalguía el saco de paño con corte de la época que hacía juego con el pantalón también de paño con rayas. Del saco con mangas cortas sobresalía siempre el puño de la camisa tejida en algodón virgen, y despuntaba, por debajo de las mangas del pantalón, siempre arremangado, el calzoncillo largo de amarrar al dedo grande del pie que resaltaba sobre la vestimenta de colores pesarosos, el limpio color de los copos de algodón.
Tenía tres patas. Dos pies insignificantes y una pata terminada en punta de hierro. En el pie derecho siempre le vi un aseado alpargate con suela de cuero confeccionado en el Socorro que amarraba con cinta negra de seda; mientras que el pie izquierdo se escondía bajo un paño blanco que cubría la gasa que siempre protegía la extremidad desde el dedo meñique hasta mas arriba de la rodilla. Su extremidad izquierda siempre cuidó de no tocar la tierra, la cual doblaba como escuadra hacia tras, que al verlo de perfil, semejaba un pisco de tres patas.
Mientras que la pata que le servía de palanca, de apoyo, de defensa, la había confeccionado él mismo con palos de naranjo que lijó con pedazos de vidrio de las botellas que rompían los borrachos que en las tiendas de vereda se burlaban del viejo, cuando silencioso y pausado, trepaba o se descolgaba por el azaroso camino de su existencia llevando siempre su su giba de los años, una pretérita mochila tejida en fique en tiempo de matusalén.
Pero esta pata tenía una particularidad. Particularidad que otros le temían. La muleta estaba ensamblada por él mismo en un pedazo de tubo de 3/4 de pulgada que la hacía resistente al uso y se convertía en arma de defensa cuando los mayores, siempre burlones y ofensivos, despectivamente desafiaban al viejo a correr para hacerlo tropezar y oírlo quejar del dolor que sentía su pie de escuadra al golpearse contra las piedras del pedregoso camino de su trajinar mundano.
Siendo niño, el viejo no fue bautizado con nombre bíblico como los demás de la comarca, pero su humanidad tenía la agilidad del Chirlomirlo, ave de corto vuelo que abundaba en el humedal que Dios le prodigó muy cerca al rancho para que no tuviera que traer el agua desde lejos. Lo bautizaron con un nombre sin significado, tal vez para que nadie le recordara.
Citeo fue su nombre. Nombre que recuerdo con afecto y admiración porque siendo niño nos permitió soñar y reconocer que el burlarse de los demás hace mas daño que los garrotazos de la pata de palo de Citeo.
Citeo caminó sus ultimas décadas en muletas. Había perdido una extremidad hasta la rodilla por causa no precisa.
Unos decían que le habían picado el rastro. Otros que le habían amputado un pie por comer dulce de niño. Lo único cierto es que era un viejo cojo con un rostro de tristeza infinita y con unos diminutos ojos que solo brillaban cuando se encontraba con los niños que no lo ofendían en el camino de su existencia.
Iba de finca en finca buscando palos sarazos de naranjos viejos que imploraba que le regalaran, a cambio de una docena de cucharas como contraprestación. Tallaba, con sus callosas y arrugadas manos, las cucharas y cucharones de palo de naranjo, usando pedazos de cuchillos y de vidrio.
Los lunes en Puente Nacional, los martes en Saboyá, los miércoles en Chiquinquirá, Citeo ofrecía en el marcado sus cucharas y cucharones.
Y en las fiestas del Señor de Los Milagros, en Guavatá; la fiesta la Virgen del Carmen, en Leiva y el 24 de diciembre en Chiquinquirá, Citeo se convertía en limosnero; pero en el mes previo a las fiestas de San Juan y San Pedro, era quien proveía de mararayes a las tiendas de vereda. Los mayores las compraban para jugar a las apuestas y a las casitas. Proveía a las tenderas, las maras y canicas para jugar competiendo en todas las edades.
Los eneros vendía lápices y lapiceros. Los abriles vendía cocas. Los junios, los mararayes y canicas. Los agostos, las cometas. Los octubres, los trompos y en los diciembres, los pitos, las maracas y folletos con villancicos.
Citeo bajaba por el camino con su capotera tejida en fique llena de cucharas, y cuando trepaba de regreso a casa, la mochila iba cargada de maíz blanco blandito. Materia prima que su esposa e hijas usaban para hacer amasijos, hoy llamados colaciones que vendían sus hijas en la estación cuando los trenes trepaban o descolgaban por las montañas, dejando con el humo que emanaban las locomotoras, una oración que subía al cielo en forma de tornado, y con su pitar, el revoleteo de las aves.
Citeo murió de tristeza una noche fría y lluviosa de mayo de 1976 cuando el tren no regresó.
No pudo volver a vender sus cucharas ni a traer maíz para los amasijos. La hijas de Citeo fueron las primeras en emigrar, luego los demás jóvenes de las familias que derivaban el sustento con las ventas en las estaciones del tren, tanto en Santander como en Boyacá, generándose el segundo desplazamiento del campo a la capital luego de la guerra entre godos y liberales.
Y desde entonces, los desplazamientos se han originado por ausencia del Estado o por culpa de él, pues el tren era un servicio publico que propició desarrollo y al suspenderlo, trajo ostracismo y marginación en los campos por donde se paseaba orondo facilitando los sueños de quienes todos los días veíamos trepar o desprenderse cual cien patas por los montes y valles de Colombia.
Las hijas de Citeo se desplazaron a Bogotá, el nido de desplazados de Colombia. Allí, guerreando en las ventas lograron formar y sacar adelante a sus familias ejerciendo, inicialmente el comercio informal, y ahora pagando impuesto a un Estado ajeno a los habitantes del campo que siempre han sido las victimas de la displicencia y avaricia de quienes ostentan el poder.
Desde entonces busco cucharitas de palo de naranjo en las plazas de mercado para recordarle a mis hijos que en Colombia, hay millones de pobres que viven dignamente con sus hijos con el producto de labores humildes pero bellas.
lunes, 23 de marzo de 2015
Los amasijos de Ana Elvia, una mujer cabeza de familiar que es un ejemplo
"Como ya es usual, detrás de cada idiota siempre hay una gran mujer". John Lenon.
POR FAVOR AGRADEZCO UN COMENTARIO A LO LEIDO
Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.
¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...
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“El amor no se mira, se siente , y aún más cuando ella está junto a ti”. Pablo Neruda Nauro Torres 2.021 Amándote amanecí, contigo soñé; ...
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La huella que dejó en los feligreses de numerosas parroquias de la Diócesis de Socorro y San Gil, son imborrables. el rastro que ha dejado ...