Quebrada
Negra, es un poblado pequeño con unas doce familias que tienen sus casas en
parcelas donde cosechan la huerta casera con 4 tiendas, ubicado a 8 kilómetros
de la carretera central al pie de la vereda Jarantivá, levantado a finales de
la década del 50 en el cruce de caminos reales en la vereda Páramo, cuyo centro
es una gigante capilla construida con el concurso de las familias de las
veredas circundantes que en la década del ochenta fue pensada en convertirse en
parroquia. Desde su fundación, cada domingo hubo un mercado que se extinguió en
los años noventa al tumbarse una caseta que surtía cada semana a los
campesinos. En marzo de 2.020, y ante
las restricciones de movilidad ordenadas por el gobierno nacional, se restauró
en mercadillo que, a la fecha se hace cada domingo; esta vez, por iniciativa ciudadana,
pues el primero, fue iniciativa del sacerdote promotor de la fundación del caserío.
Pino centenario a la veredal del camino real a las ventanas de la colorada.
UBICACIÓN
La
vereda Jarantivá, en Puente Nacional, Santander, tiene como pie la unión de las
quebradas Agua Blanca y Jarantivá; se trepa por entre las dos corrientes de agua
hasta formar una cruz; por un costado, el camino a la Muralla; por el otro, la
callejuela a la vereda Montes, y, por el centro, el camino al Morro. Ese
cruce de los caminos, hoy carreteras, es conocido como el caserío de Quebrada
Negra.
La
vereda Páramo tiene como pie, la unión de la quebrada la Agua Blanca con la
quebrada la Negra y se trepa por encima de la callejuela a la vereda Montes que
parte del camino real que forma la cruz, en Quebrada Negra, hasta los límites
de la cuchilla de Peña Blanca que sirve de unión con el hermano departamento de
Boyacá con el municipio de Saboyá.
El
párroco de Puente Nacional, Anegel Maria Rangel, de grata recordación, propuso
y desarrolló cinco sectores de atención a los creyentes, lugares en los que
después se construyeron escuelas. Los centros fueron denominados con el nombre
de la finca cuyo propietario donó el terreno para iniciar la educación
primaria; Brazuelito, Providencia, Quebrada Negra, la Muralla y Peña Blanca.
Los dos primeros centros fueron poblados por familias trabajadoras de ideas
liberales que derivaban el sustento del cultivo de la caña, el café, los
cítricos por estar en un clima templado, y los tres restantes, en ese entonces,
con un clima más frío al que tienen hoy, vivían familias con ideas
conservadoras y producían tubérculos y cereales.
El
sacerdote Rangel se empeñó, desde el púlpito, en descentralizar la
liturgia y retó a los creyentes de los sectores a ser generosos donando un
pedazo de tierra para levantar una capilla, construir la casa cural, dejar
espacio para la plaza principal, y, alrededor de ella, levantar la escuela y un
caserío. El cura ejerció su misión entre las décadas cincuenta y sesenta,
oscurecidas en la Nación por la confrontación entre liberales y conservadores.
Recuerdo gráfico de la cabalgata que los señores cabeza de familia de la vereda
Jarantivá y Páramo acompañaron al Obispo de la Diócesis de Socorro y San Gil,
Monseñor Pedro José Rivera, por el camino real, buscando y definiendo el lugar
para construir el templo. El registro se hizo en la década del cincuenta en el
predio La Esperanza. (foto del álbum de la familia Torres Quintero).
Los
creyentes de ambos bandos acogieron la invitación del levita a quien
acompañaron junto con el señor obispo de La Diócesis de Socorro y San Gil desde
Puente Nacional con una nutrida cabalgata, en ese entonces, cada familia tenía
sus bestias para movilizarse y movilizar la carga al mercado. La cabalgata fue
deteniéndose en cada lugar sugerido por los lideres natos de cada sector. La
primera parada la hicieron en una planada en tierras de Margarita Vda. de
González, pero fue descartado el lugar por existir en él, un humedal al que
llegaban garzas en la época de la migración. La segunda parada fue en la
trifurcación del camino real que a la izquierda conducía a Santa Sofía; por el
medio, a Saboyá; y a la derecha, a la vereda Montes y Zandimas.
El
cruce de caminos estaba en predios del agrónomo Alfonso Bohórquez, obtenido por
sucesión herencial. Él, quien se desplazó desde Santa Sofía en Boyacá, presente
en la cabalgata, ofreció donar la tierra para el templo, la casa cural, la
escuela y la plaza principal. La oferta vino acompañada con la disposición de
lotes de unos tres mil metros para quienes se animarán a levantar casas e
iniciar el caserío.
La
comitiva liderada por los hermanos Bohórquez, Segundo, Alfonso, José Leví y Pedro
Nel, y los Hermanos Sáenz y Miguel Agustín Torres Torres, acompañados, entre
otros, por Marcos y Lorenzo Roso, Eduardo y Vicente Malagón, Alfredo Parra y
Pedro Torres, Tobías Gonzalez, Los hermanos Morales y el sacamuelas de Jesús
María, Edilberto Carvajal, recorrieron con el sacerdote y el prelado las zonas
planas de la propiedad del donante. Los cabalgantes residenciados en Brazuelito
y Providencia propusieron que el caserío se levantase en la vereda Jarantivá,
es decir, del camino real a Santa Sofía hacia abajo; y los cabalgantes de la
vereda Páramo, que en número eran mayoría, propusieron que el templo se
levantara en la vereda Páramo, es decir, en el mismo predio, pero en el potrero
de arriba que estaba entre el camino a Santa Sofía y el camino a Saboyá,
distantes los puntos escogidos, unos cien metros, en el costado occidental la
casa paterna del donante de la tierra.
Como
en ese entonces, la democracia se ejercía con el voto limpio, ganaron los
paramunos, mientras que la minoría decidió impulsar su propia capilla en
Providencia por donde pasaba el tren del oriente que unía a Santander con
Bogotá.
El
poblado de Quebrada Negra se levantó en La finca Quebrada Negra propiedad
perteneciente a tres generaciones de la familia Bohórquez, apellido de
origen español que se asentó en tierras del valle de Tenza en Boyacá, y llegó a
la región porque uno de sus hijos fue suboficial en la guerra de los mil días,
quien participó en la batalla del Masa morral, y en sus recorridos, conoció y
enamoró a la única hija del dueño de la hacienda, de la cual persiste la
casona levantada hace más de ciento cincuenta años, en adobe con maderas
de roble con dos pisos la cual fue recuperada y es hoy propiedad del señor
Reinaldo Segura, sobrino de Ofelia de Bohórquez, quien fue esposa del hijo
menor de la familia Bohórquez de nombre Pedro Nel.
Las
fotografías ilustran la casa donde se formó la familia Bohórquez. El agrónomo
Alfonso Bohórquez donó el terreno para levantar el templo de Quebrada Negra. La
primera el frente de la casa, la segunda fotografía, el detalle de la escalera;
y la última fotografía, una vista del corredor del segundo piso. ((fotografía
de Nauro Torres, junio 8 de 2016)
De la extensa propiedad recibida en herencia por
la familia Bohórquez solo queda el recuerdo de la casona de dos pisos,
construida en igual forma y tamaño a las viviendas de las haciendas de Celmira
Alarcón y Brunilda Torres; hoy las dos, ni en ruinas.
A la
derecha, la señora Ofelia Becerra, viuda de Bohórquez, esposa del hijo menor de
la familia Bohórquez el señor Pedro Nel.; a la derecha el señor Reinaldo
Segura, sobrino de la primera y actual propietario de la reliquia, quien es
empresario de eventos y publicidad y gestor de su empresa “Imagen Segura”
( http://www.imagensegura.com/), y en
el fondo, el señor Martin González, actual presidente de la Acción Comunal.
(Foto de Nauro Torres, junio 8 de 2016).
Los habitantes de la vereda Páramo se organizaron
en cinco sectores: Quebrada Negra, La Muralla, el Morro, Montes y Peña Blanca;
cada sector nombró un presidente y organizados como una colmena empezaron la
construcción del templo que dio origen al nombre del caserío, Quebrada
Negra(https://www.youtube.com/watch?v=pV3sovaTwKw), en honor la quebrada
que baña parte de la vereda Páramo, mientras que los habitantes de Brazuelito y
Providencia, se empeñaron en recaudar fondos para comprar el terreno donde
levantaron su capilla a trecientos metros de la estación del tren sobre las ruinas
de una casona incinerada por los conservadores y abandonada por sus
dueños de estirpe liberal.
El registro fotográfico en 1964 toma el
momento del brindis de inauguración de la casa cural de Quebrada Negra. de pie,
de izquierda a derecha, Monseñor Pedro José Rivera, el sacerdote Eduardo Vargas
y don Agustín Torres, al fondo el profesor Gabriel Gamboa.
Alfredo
Parra, productor de papa y el ganadero Eduardo Malagón en el sector La Muralla;
Vicente Malagón en el sector Peña Blanca; Ismael Contreras y Juan
Pineda en el sector Montes; Horacio Parra en el sector El Morro y Miguel Agustín
Torres Torres y los hermanos, Salvador, Alejandro y Tobías González
representaron a las familias que quedaron en sándwiches entre las dos
iniciativas, quienes apoyaron a las dos iniciativas.
Un momento de un reinado de la simpatía para
recaudar fondos para la construcción del templo de Quebrada Negra. En la
fotografía de izquierda a derecha, los estudiantes Nauro Torres, Rubén Darío
González, la reina, Felisa Pineda y Custodio González. (foto cortesía del álbum
de la familia Torres Quintero 1970)
Con el recaudo de los reinados, los bazares, los rosarios cantados y visitas de la imagen de la Virgen de Fátima, los habitantes de las veredas Páramo y Jarantivá construyeron en menos de quince años, sus templos.
La capilla De Quebrada Negra fue la suma de 170 jornales que se invirtieron habiendo las chambas, 82 yuntas con sus respectivos gañanes arrimaron la piedra para las bases. En el tren se trajeron 50 góndolas con arena que subió desde la escuela de Providencia a lomo d emula. Don José Valerio Alarcón, mazo y cocinó 11.000 tejas de barro y 12.000 ladrillos. Recuerdo a los maestros de obra Antonio Ortiz y Tito Julio Alarcón; contó José Ricardo González.
Las
fotografías muestran unas caídas que forman las aguas de la Negra en predios
del actual dueño de la casona; caídas que están a unos cien metros de la misma
construcción. (Foto de Nauro Torres junio 8 de 2016)
Vista del templo de Quebrada Negra. (Foto de
Nauro Torres 2016)
En cada vereda, y en verano, las familias se
inscribían para acoger en el hogar la imagen de la Virgen de Fátima. La familia
que recibía el anda con la imagen, donaba artículos y especies menores (aves,
conejos, curíes y ovejas) que la misma familia rifaba entre quienes acudían
después de las cuatro de la tarde a trasladar y dejar por ocho días la imagen
en otro hogar. En el trayecto de un hogar a otro, el jefe del hogar que acogía
a la imagen, rezaba el rosario con la participación de niños, jóvenes y
adultos; a la procesión se unían los compadres, los vecinos y los amigos,
quienes acudían con generosidad para participar en las rifas o rematar a un
mayor valor lo que “ el subastador” ofrecía, es decir, en palabras de
Juan Pineda que hoy tiene 96 años, “el que más pujara, más longaniza comía” y,
de grano en grano, la gallina llena en buche.
EL MERCADILLO DOMINICAL 2.020
Por la decisión presidencial, Colombia inició un
confinamiento prorrogado y prolongado para preparar el personal y al sector
salud para atender los contaminados con el covid-19, desde el 25 de marzo de
2.020. Dos semanas después, por iniciativa de Martín González Ruiz, presidente
de la Junta comunal de la localidad, se convocó al primer mercadillo dominical
en el poblado. Acudieron familias de las mismas veredas que hicieron posible la
construcción de la capilla, y se sumaron, familias de Capilla, Peñitas, Alto
Capilla que intercambian productos en las primeras horas de la mañana, bajo el estricto
cuidado exigido por el presidente de la junta comunal, conservando los dos metros
de distancia, usando el tapabocas y la disposición de agua y jabón para el aseo
de las manos.
Ecoposada La Margarita, julio 10 de 2.020
NAURO TORRES QUINTERO.