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sábado, 19 de abril de 2025

ESPERANZA FORERO DE ORDOÑEZ, una sonrisa santandereana entre los sangileños.

 


 

Le distinguí hace menos de medio siglo, provenía de San Vicente de Chucurí a la par de su esposo, el ingeniero Roberto Ordoñez, incansable servidor del Comité de Cafeteros de Santander y del Club Rotario de San Gil.

 Fuimos pares por decenas de años. Ellos fueron un aliciente y un portal en horas aciagas familiares y notas de alegría en las alegrías que nos brinda la vida, en ese trasegar entre la risa y el llanto, entre las esperanzas y el dolor; entre los anhelos y los sinsabores. En la primavera existencial y en el ocaso, inevitable del ser humano.

A ellos, mis condolencias, mis respetos y mis agradecimientos con un par de poemas que narran el legado que tejieron para sus tres hijos.



Como un simple amigo del ayer, y como un artesano de la palabra, rindo homenaje a ESPERANZA DE ORDÓÑEZ y a su novio eterno que la amó y cuidó en el calvario de su enfermedad.

 

ESPERANZA ETERNA

En las tierras del cacao floreció tu aliento,
con mirada de cielo y selva en los ojos,
tejiste la vida con amor y contento,
y en cada palabra encendiste despojos.

Fuiste novia, amante, esposa en la aurora,
de un hombre que al café le dio su destino;
juntos sembraron bondad sin demora,
y al campo le dieron un rostro divino.

Madre de tres que hoy portan la herencia,
de talento, nobleza y sabia pasión,
educaste en virtud con clara conciencia,
y abrazaste el deber con alma y canción.

Tus manos curaban el alma dolida,
fuiste el bálsamo fiel de Samuel José,
y en la risa fraterna fuiste la vida
de Graciela, Elsa Beatríz, y Margarita, también.

No estás ya presente, más sigues latente
en los surcos del alma de quien te amó.
Tu voz, Esperanza, sigue transparente,
como un río de luz que no se apagó.

Hoy creemos, firmes y sin agonía,
que en la casa del Padre brilla tu ser;
que alzaste el vuelo en divina armonía,
y en lo eterno sembraste tu nuevo vergel.

Fuiste puntal cuando el dolor me hallaba,
y en mi historia, tu nombre es oración.
A la diestra de Dios, quien tanto te amaba,
descansas en paz… y en nuestra bendición.

 


A mi entrañable amigo Roberto Ordóñez


Querido hermano del alma:

Hoy me calcé tus alpargates de nostalgia,
y con ellos caminé, con pasos del corazón,
hasta aquel rincón del tiempo donde hace veinticinco años
tu hombro fue abrigo para mi desconsuelo.
Hoy, permíteme que el mío sea bálsamo
que mitigue el eco hondo de tu tristeza.

He llegado con retraso a tu dolor,
pero no por falta de afecto,
sino porque a veces el alma se queda
detenida en los umbrales del asombro
ante la partida de seres que parecían eternos.
Perdona la tardanza del cuerpo,
que el espíritu ya velaba con ustedes
desde el primer suspiro de ausencia de Panchita.

Te abrazo con la ternura de mis memorias,
con la gratitud por lo que ella fue para mí,
con el llanto compartido que no se ve,
pero que humedece la tierra donde florece la amistad.

Celebro a Dios por haberte dado
una compañera de alma clara,
cuya vida fue oración hecha gesto,
cuya voz sembró esperanza,
cuyo corazón fue cosecha de amor.

Sé —como tú también lo sabes—
que cuando el dolor horada la carne,
cuando la noche se hace eterna
y el aliento se vuelve un suspiro de súplica,
uno ruega al Creador que libere al amado
de su cárcel de sufrimiento.
Y Él, en su sabiduría infinita,
la ha llamado a su morada de luz.

Recibe mis condolencias más profundas,
extendidas con respeto y cariño
a tus hijos, herederos de tu temple
y del amor incorruptible de su madre.
Ellos serán ahora faro en el oleaje,
y puerto firme en la nostalgia.


Con alma fraterna,
Nauro Torres Quintero
Amigo eterno

San Gil, abril 19 de 2.025

lunes, 14 de abril de 2025

Oda a Ocamonte

 

Poema 404

22/03/25

 

Esta es la dulce tierra guanentina;

es el barro ocamontano con montañas

valles y colinas

en la que horadan laboriosas

manos campesinas,

agraciando cafetales, cañaduzales,

cítricos, frutas y maizales.


 

Cesto ancestral de familias solícitas,

capacho de mujeres laboriosas y bellas,

espuerta de dulces panelas,

altozano de la Jabonera;

borbollón de madrugadores labriegos

que acicalan el paisaje multicolor

perfumado por trapiches y moliendas.

 

Con parajes para hurgar

en cerros, cuevas y lagunas

con mesones para deleitarse

con piquetes, rumbeadores

con ají, bore y yuca fresca.

 

En gratitud con Lorenzo Cristóbal Quintanilla

en pagamento y en romería trepo al monte carmelo

a orar a la Virgencita del Carmen

en el cerro con niebla y Jabonera.

 

Ocamonte, tierruca santandereana

con monzónico clima,

con ermita en caverna,

lagunas con anteojos,

estero el guayabal,

 candelarias cascadas

y exóticas chorreras. 

 

Ocamonte visor de los páramos:

La Rusia y Pan de Azúcar;

alcor de guanes auroras y ocasos;

otero de aves exóticas y arcabucos,

nidal de un pueblo dulce y laborioso.

 

Ocamonte, pajarera de bambucos,

carrangas y musica de cuerda;

a ti te canto desde mi tierra veleña

con requinto, guitarra, sambumbia,

quiribillos, chucho, chiporrio

y carraca parrandera.


Nota de autor: En el I concurso de poesia Cerro de la Jabonera, organizado por la Biblioteca Municipal, la oda que acaba de leer le dió el segundo lugar el Colectivo de Poetas Guanentá, el 12 de abril de 2.025 en acto público en el parque principal de Ocamonte. 



Si no abro los ojos: Poema a la heredad

  "La vida no es justa, es apenas más justa que la muerte, eso es todo". William Goldman.   Poema: 403 02/16/2025 RDA. ...