Hoy quiero
comenzar el día diciendo:
¡Gracias, Señor!
DRA
06/2021
Las brisas del Fonce, acarician sus calles
enganchadas en los cerros
de la gruta y de la
cruz;
los rayos de la aurora iluminan las carreras
que
discurren paralelas a los riscos y alamedas;
el sol resalta los bocetos de las moradas
que penden suspendidas en laderas
que dormitan en el lecho de las aguas
del río de aventuras y paisajes singulares.
Tapetes de historia guarecen sus calles empedradas;
sus
casonas señoriales albergan
misterios del pasado;
las
nogales puertas de madera de dos hojas
disimulan
historias de amantes soñadores
encubiertos
por ventanas marroncitas
poseídas
por los rayos tempraneros
por
las que se escapan melodías colombianas;
sus
casas resguardadas por techos de barro cocido, cual
melgas laboriosas
de guanentinos y chanchones
cuyos descendientes convirtieron a San Gil,
en
señorial.
San Gil, ciudad acogedora y noble:
polo de desarrollo provincial,
epicentro cultural,
eje financiero regional,
centro de intercambio comercial,
oasis del turismo internacional,
puerta gastronómica departamental,
oferta turística de deportes extremos,
portafolio cultural de Santander.
Pasarela del transporte internacional,
atalaya de la economía solidaria,
faro empresarial regional,
baliza juvenil educativa,
antena radial de la comarca,
paso obligado de viajeros,
fuente del saber nacional,
hontanar acogedor de inversionistas,
fontana de músicos, artistas, escritores y poetas.
Hervidero de mujeres bellas,
enjambre de hormigas culonas,
vitrina de la panela guanentina,
empaque de la fibra natural,
hoja del tabaco tradicional,
bosque de gallineros y musgos,
playa de canotaje y espeleología,
vitrina de catadores de café.
Cantera de talladores de piedra,
paraninfo del conocimiento,
tea del cooperativismo colombiano,
espejo de lo social en la Iglesia,
cirio y vino del catolicismo,
estufa de la gastronomía guane,
paradigma del ecumenismo,
arquetipo del emprendimiento,
faro de organizaciones populares.
San Gil, ciudad acogedora y cálida,
fuente inspiradora de mis letras,
escondrijo de mis amores, dolores,
tristezas y
desvelos;
a ti, San Gil, te escribo con vigor y reverencia,
por acogerme y contagiarme con sus hechizos.
Solo te dejo mis historias sin contar
y mis versos
sin hilar,
junto con mis cenizas en el mausoleo familiar
entre las piedras milenarias de su hermosa
catedral
para que, al tañer de las campanas, mis memorias
literarias
se expandan entre los amantes de retóricos cuentos
y relatos
curiosos de mis cenizas transformadas en palabras
urdidas con amor
para rasguear el ser de lectores huroneos que
escasean en el presente nacional.
AUTOR. Nauro Torres Quintero