En la vera del río,
entre soga y madero,
Sorocotá fue cuna de un pueblo altanero.
Muiscas y Guanes, en trueque y abrazo,
tejieron sus lazos en férreo regazo.
La tarabita osciló
sobre el agua bravía,
desafió la corriente con audaz osadía.
Mas llegó el español con su puente real,
y siglos después, ¡Colombia inmortal!
Cruce de rutas,
senderos sin fin,
nexo entre tierras de andino perfil.
Puente Nacional, del pueblo emblema,
camino de historia, fervor y poema.
Aquí nació Eloísa,
mártir valerosa,
Nepomuceno Azuero, voz luminosa,
Lelio Olarte en guabinas suena,
y Camacho Gamba su obra modela.
Oh pueblo que
encierra memorias de guerra,
donde un día los comuneros, con firmeza y sin balas,
postraron al mando español sin dar tregua,
y al virreinato enviaron su huella temprana.
Guayaba y café
perfuman el aire,
plátanos dorados, panela que arde.
De manos maestras la mesa se enciende,
balay y molidos, mantecada que vende.
Dulce de huevo y
queso en hoja,
galletas de leche que el alma sonroja.
Almojábanas crujientes, colaciones doradas,
sabores que llevan la historia grabada.
Aguablanca y
Jarantivá con aguas serenas,
Peña Blanca en su templo, su fe centinela.
Mazamorral, en su obelisco erguido,
canta la hazaña del pueblo aguerrido.
Corinto en sus
termas, la estación del tren,
las Escaleritas suben y bajan también.
En Lelio Olarte el parque es canción,
donde el viento murmura su fiel tradición.
Puente Nacional,
¡puerta y emblema!,
eco de tiempos de lucha suprema.
Cuna de héroes, sendero del alma,
bajo su puente, ¡la historia no calla!
Poema tomado del libro:
Eres un poema, un cuento
Nauro Torres Quintero