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domingo, 20 de octubre de 2019

"El tenor de la sabana": Felix Antonio Enciso Velasquez


Logró nacer en el pueblo mas viejo del departamento de Meta y centro de negocios de antaño que los buscadores de el dorado provenientes de España, bautizaron con Medina de las Torres en 1.585 por ser un punto intermedio entre San Juan  de Arama de los llanos y Tunja. Los abusos y ambiciones de los europeos, provocaron la irá de los nativos que arrasaron lo allí construido. En el lugar ocurrió la reconstrucción del poblado el 10 de abril de  1.641 en un leve y vistoso repliegue a orillas del río Camoa y fue rebautizado como San Martín del Puerto.


Desde antaño, los Enciso.



De los sanmartineros, la historia los cita por su participación en 1.818 en la guerra de la  independencia en el Pantano de Vargas y Puente Boyacá y posteriormente en el Perú. Los nativos Pablo Enciso y Paulino Rey, regresaron a la región llanera exhibiendo la medalla, cuya inscripción decía: “ A los vencedores de Ayacucho”. Estos llaneros, como potros salvajes, lucharon  por romper los lazos que intentaron atarlos al botalón y acallar sus gritos. Fue por ellos y por los santandereanos y boyacenses que nos libraron del yugo español hace  200 años en las batallas de Vargas, Boyacá y Ayacucho.  

                  Ingeniero, metalmecánico, nació en la Sabana llanera, y regresó en la edad dorada. 


“ No hay muchos Felix que sean felices, ni tantos placidos que sean plácidos, ni tantos Prósperos que sean prosperos” dijo Felix Antonio Enciso Velasquez,  al iniciar la entrevista que dio origen a esta crónica sobre la vida de este joven llanero que nació al medio día del 1o de julio de 1.952, momentos antes que el medico de la localidad abordase la avioneta que decolaría a la capital de país. Por el apellido, tiene ancestros libertarios, y como tal, desde niño se enamoró de las llanuras, las garzas, morichales, mujeres agrestes, prietos potros y rejos para enlazar deleitándose de las melodías del arpa y el canto vaqueril. Luego de los años productivos en la capital, cual caballo alazán, regresó a San Martín  en 2.014 para avivarse con los recuerdos junto con un amor eterno nacido en el vigor mozo transcurrido en la universidad que partió, cual manada de blancas garzas, en un atardecer del mes de la Virgen de  Manare en 2.018. Es el cuba de una manada, consentido por los viejos, que intenta morir como los abuelos, montado en un caballo trabajando en vaquería y entonando historias jaropeadas con personajes de sus amores a quienes aprendió a cantarles escuchando a las peonadas y a los juglares que se divertían armonizando las fondas  que empezó a frecuentar desde los 11 años viendo a los mayores buscando amores furtivos que nacían con la luna y morían al aparecer el sol. Su nombre, Felix Antonio, esta predestinado a restaurar el legado de sus antepasados, pues hubo una razón mayor de los padres al bautizar a uno de los hijos, ya con el nombre del abuelo o del mismo padre. Igual ocurre con la mujer. Otra cosa es que las generaciones actuales no muestren interés en buscar el significado y relación del nombre con la familia. 

Por las ideas libertarias de los antepasados, a mediados del siglo XX los sanmartineros fue un pueblo liberal, y como tal, se revelaron contra los chulavitas que aparecieron  en el gobierno de 1.946 a 1.950 propiciados por un gobierno conservador conocida, esta oscura época, como  la violencia partidista.


En tierras de la guerrilla liberal del medio siglo pasado



Felix Antonio Enciso Velasquez es hijo de Felix Antonio Enciso López y “chelita”, la señora Griselda Velasquez Bocanegra, ambos nativos del lugar que fueron propietarios de un hato de diez mil hectáreas.  Enciso López fue amigo personal de Dumar Aljure Moncaleano, un militar que desertó de las fuerzas militares colombianas con motivo de la violencia  partidista que se fraguo con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 9 de abril de 1.948 levantándose en armas contra el gobierno que lo bautizó como “guerrillero” por su temple y capacidad psicológica de identificar a quienes le mentían, surgiendo con los años numerosos mitos sobre su personalidad y lucha política en esa época colombiana de la expansión agrícola con la colonización de los llanos orientales. 


                                 Los abuelos con el nieto menor.

Felix Antonio y dos hermanas tuvieron fincas en San Juan de Arama. Una de esas fincas, Felix Antonio la bautizó como “Los arrayanes” que había vendido a un funcionario del Ejercito Nacional que actuaba como pagador. Fue éste nuevo dueño quien le informó a Encizo López que estaba programada una operación militar envolvente a Dumar Aljure. Dumar fue prevenido por él, pues había sido garante en el encuentro, en la finca Candilejas, de Dumar Aljure y Hernando Duran Dussan, quien le prometió gestionar al alzado en armas un armisticio en el congreso de la República.


"Los falsos positivos" una táctica militar


El capitán Aljure ya estaba cansado de estar escondiéndose y desanimado por los desplantes, engaños y promesas incumplidas del senador  Hernando Duran Dussan, liberal que fue alcalde de Bogotá y ministro, era  conocido por su beligerancia contra el poder conservador, y quien canalizó el descontento de los alzados en armas, los llaneros:  Cheíto Velásquez, Guadalupe Salcedo,  los hermanos Bautista, los hermanos Parra, los Fonseca, y otros de comparable valentía para ingresar a la política nacional.

Dumar hizo caso omiso al aviso de Felix Antonio y se quedó en casa con la esposa y dos hijas. Esa noche, 2 de abril de 1.968 se acostó tranquilo con su familia en la finca de su propiedad en el corregimiento de Puerto Limón, Rincón de Bolívar, paraje de San Martin, Meta.

Ese mismo día, en Granada, en el batallón organizaron e implementaron la “Operación Bolivar” con unas unidades a las que avivaron la venganza ya  que, supuestamente,  Aljure había emboscado a una patrulla y todos habían muerto. El ataque a la vivienda del “guerrillero liberal” empezó antes del amanecer y la confrontación duró todo el día. Sobre el atardecer, un militar, mediante megáfono, anuncio que si se entregaba, le perdonarían la vida a la esposa e hijas. El, cansado ya de la persecusión, y de la batalla del día, volvió a confiar en el emisario del gobierno, permitiendo que la esposa e hijas salieran del interior de la casa para entregarse y preservar la vida. Cuando iban en la mitad del patio que separaba a la casona con un potrero, recibieron una granada que el mismo Dumar, devolvió a los soldados; pero una segunda granada acabo con la vida de sus mujeres. El llanero, al corroborar el engaño y al sentirse sin familia, ingresó a la casa y se suicidó a eso de las seis y media de la tarde del 3 de abril de 1.968, cuenta la historia que plasma la vida de este llanero levantado en armas y que Enciso Velásquez debió vivir de adolescente en unas vacaciones de semana santa.


Así como se pierden las costumbres ancestrales, también los apellidos. 


Felix Enciso Velásquez, tiene dos hermanos. Un varón,  de profesión ingeniero civil que trabajó en Venezuela y logró salir oportunamente de este país para radicarse en E.U. en donde murió de una afección respiratoria a los 76 años, y una hermana mayor de él. Hizo la primaria en un colegio privado en San Martín, cuya rectora, recuerda por los castigos que colocaba a los estudiantes: Estar de rodillas sobre tapas de cerveza o granos de maíz, regla en la palma de la mano y vara por la cola.

Del rejo y los caballos a los libros y el conocimiento.



El padre dio estudios superiores a los hijos. Enciso Velásquez empezó el bachillerato en un colegio privado en Bosa, Cundinamarca. “Por ser la mierda que no tapó el gato” cuenta, es el cuba y por el temor del padre de no alcanzar a darle estudios universitarios, acogió la recomendación de un amigo y  matriculó al menor a estudiar en el Instituto Técnico Central de Bogotá para que aprendiese un oficio y pudiera defenderse en la vida: Allí, cursó hasta 4o bto., año que llegó a repetir en la ENSIN en Zipaquirá en donde se graduó como técnico en electricidad en 1.972. Un año después inició estudios de ingeniería metalúrgica graduándose en 1.977 en la universidad Libre de Colombia. Cerca a un año duró consiguiendo trabajo, presentando entrevistas, pero como ya se había casado, con el amor eterno, debió trabajar como vendedor de viajes de turismo para atender las necesidades del hogar, campo en el cual fue exitoso y logró comprar a crédito el primer radio transistor y la nevera, construir con sus propias manos la cama nupcial y la cuna para la niña usando reciclaje de pino canadiense.

                         Todos los días acude a la sabana a apreciar los ganados.

Por un   sugerido de la universidad, el lunes santo, sin exámenes, fue vinculado laboralmente  en   1.979  por la empresa IMAL LTDA., como jefe de control de calidad, cargo en el cual se desempeñó por 8 meses para asumir, luego,  la jefatura de la planta. Posteriormente asumió la gerencia técnica con responsabilidades a nivel latinoamericano,  cargo en el cual se desempeñó hasta el 30 de enero de 2.013 que se pensionó para retirarse a las llanuras a vivir cual gabán alimentando el sueño de tener una avioneta para regresar ocasionalmente a la capital del país a almorzar. 


                  El ingeniero, egresado de la escuela Normal Industrial Nacional de Zipaquirá en jornada de capacitación con el personal de la planta.


                   Con los retoños de sus amores

Se casó con Marina Rossero en 1.978, un año antes de graduarse de ingeniero. Fueron padres de dos mujeres y un varón. Ella nació el 12 de julio de 1.954 y compartieron amándose por treinta años. Murió en Villavicencio por una afección respiratoria en 2.018, dejando un profundo vacío colmado por la soledad, las garzas y loros, los amaneceres y ocasos llaneros que, cada día, evocan los amorosos recuerdos que se tejieron en los nidos de amor que hilvanaron juntos.  Andrea Vibiana Enciso Rossero es diseñadora industrial. Ormella Tatiana, es medica. Y Felix Armando, es publicista.


              Registro del día de la boda, siendo estudiante universitario.

Felix  Antonio Enciso Velasquez es de constitución maciza, estatura media del llanero y costumbres sabaneras. Si bien la capital lo acogió y le permitió desarrollarse profesionalmente y disfrutar de una familia, el llano lo atrae, cual manigua al tigrillo. Las sabanas lo enamoran. Y los caballos y las vacas lo distraen y  evocan gratos recuerdos de  niñez.  Desde las tres de la mañana acostumbró a levantarse para asistir a la jornada de ordeño. Por ser niño, le permitían treparse en las varetas del corral, y desde allí, contemplaba como  los vaqueros con sus linternas y en con silbidos y cantos atraían a las vacas al ordeño. Recuerda la fascinación que sentía con las caricias del rocío mañanero. Describe el deleite que produce el contemplar la aparición del sol en el oriente y la rápida desaparición de la madrugada. Se extasía contando las sensaciones que le produce, aun, las bandadas de aves blancas que vuelan en manadas por las llanuras y el despertar de las musas musicales y poéticas que trae cada ocaso sabanero.


“Comino” se llamaba su primer caballo regalado por el viejo. Con él, desde temprana edad aprendió las faenas del raso llanero para arrear manadas a largas distancias con el apoyo de varios  vaqueros.  Contó como eran  esas faenas vaqueriles. Encabeza la manada, “el cabrestero” un vaquero que monta un brioso caballo y con sus cantos  encanta a los animales que los siguen cual almas al purgatorio. “Afile, afile ganado por la huella del cabrestrero, cogele amor al camino y olvide el comedero” me cantó narrando la melodía de todo cabrestero. A la manada lo rondan dos “orejeros” con sus corceles que tienen como tarea centrar a los animales por el camino que hace el cabrestero. Ellos conocen las orejas de cada animal y saben que según el movimiento de ellas, los animales podrían desviarse  están atentos a que eso no ocurra. En la cola de la manada van 4 o 5 vaqueros, poniendo el ritmo y juntando e igualando el lote, recogiendo los quedados becerros y cargándolos detrás de la montura en el caballo.

“Las gaviotas” se llama aun el Hato con una extensión inicial  de 10.000 hectáreas en las que pastaban mas de 1.500 reses, cuya tradición familiar en la propiedad data desde la colonia. Felix Antonio la recibió como herencia del padre, Facundo Enciso, y éste  la heredo a los  12 hijos, quienes, por mutuo acuerdo, las mujeres recibieron ganados, y los tres varones, la tierra que se repartieron entre ellos en iguales proporciones; pero, por la presencia paramilitar, fue vendida a un comerciante de Puerto Rico con facilidades de pago. Este tomó posesión de ella, fue al pueblo a traer la primera remesa para ponerse a trabajar y no regresó. Fue asesinado, entrando el predio en un litigio sin pruebas a favor de los vendedores, y los Enciso perdieron “las gaviotas”.

Con Félix  Antonio Enciso Velasquez nos parecemos en los gustos y habilidades.  A las hembras las contempla por la reversa. Le gustan con sólidos y fuertes aplomos. Con pliegues varios que caigan en las tetas armoniosamente descolgadas en equilibrio con las demás mamillas. Que sean femeninas y mansas. Sin cachos y con raza definida. Y de los machos, los prefiere puros con sangre de razas lecheras, con aplomos fuertes paralelos y fornidos, y entre ellos un escroto delgado en la raíz y amplio al final que caiga perpendicular al suelo y que tenga forma de calabazo invertido.   Nos arrullaron las aves; los arboles fueron nuestros aviones; los caballos nuestras bicicletas; los rejos nuestra cuerdas para saltar; los perros, nuestras mascotas; el llano nuestro ñañá, los arroyos, nuestros campos deportivos; los anzuelos los proveedores de pescado; los sombreros, las cachuchas; el cielo, nuestra casa, los amaneceres, la fuerza para afrontar cada día con entusiasmo, y los ocasos, nuestras musas.

Fue en la adultes que encontramos el sabor y el deleite en componer. Mis poemas, un canto a la añoranza; y los de él, historias joropiadas. Mientras él se obnubila en el extenso llano y los arreboles del río Camoa para dar melodía a sus composiciones, yo me retiro a la montaña y con el olor de pinos y eucaliptos y el aroma de las margaritas y begonias, escribo historias sin contar para dejar en este blog las memorias de personajes anónimos que  fueron dejando, con humildad, pisadas  imborrables en quienes tuvieron la dicha de conocernos.  En nuestra mocedad, él cargaba una libreta en la que escribía los poemas que regalaba a las féminas que le despertaban las hormonas cual ternero cruzado; yo , en otra libreta, escribía cartas para atraer a las hembras, cual  canto de un gorrión. Pero ninguno componía para que los del mismo sexo nos leyeran. Fue la experiencia y la soledad la que nos despertó la lira de la composición poética y narrativa al contemplar con otra óptica la naturaleza que nos atrapa, nos relaja y nos arrulla, nos excita e invoca a componer. Mientras que para Felix  Antonio Enciso Velasquez, el llano inmenso lo hermana a la tierra, para mi las montañas me trasladan al paraíso. A él, los joropos le activan el sistema nervioso y lo conectan con la tierra; a mi, los torbellinos y las guabinas me ponen de pie hasta para bailar solo. A él, le encantan los panes y panderos de arroz. A mi, las almojamas y amasijos. A él, las morenas de ojos de luna y piernas bailarinas son inspiración. A mi, las mujeres recatadas, esbeltas y elegantes cual gacelas me atraen como la miel a las abejas.


Siendo niño gustaba de los bambucos, tarareó a Uri, los Cisnes, la sombrerera y Maria Antonia. Siendo adolescente gustó de la música gó gó, en especial  las canciones de Oscar Golden, Viky y la cantante Mariluz, de quien fue novio y pareja en las empanadas bailables mostrando las experiencias tomadas desde los 11 años que empezó en su “comino” a frecuentar los fines de semana la zona de tolerancia. De universitario, las rancheras animaron los fines de semana compartidos con chicos de la misma edad y condición, pero fue precisamente en los espacios universitarios en donde brotó con fuerza la pasión por el joropo, pues amigo del sanmartinero, maestro Carlos Rojas Hernández de gira reciente por Japón, quien le enseño a tocar el cuatro.


El amor a la tierrita, a las sabanas y morichales.


12 años antes de pensionarse, regresó a su tierra, y en sociedad, empezó una lechería, comprando una finca, “Mi fe” de 19 hectáreas. Pensionado en 2.013 y viudo desde 2.018, Felix  Antonio Enciso Velasquez vive mas en la finca, distante unos kilómetros de San Martín y en las frescas tardes llaneras se entretiene   charangueando y componiendo.   entre sus composiciones, citó  estas historias joropiadas:

“Quero volver a mi tierra”

Aquí me paro a cantar
al pie del arpa amaranto
para que todos me escuchen
el tañido de mi garganta

Me voy a presentar
a toda la tierra plana
mi nombre es Felix Enciso
el tenor de la sabana

Cuando mi hija sabaneada
en el hato de mi taita
domaba un caballo moro
rápido como  una bala

El tenia sus condiciones
grande y de muy buena estampa
para coger los fallidos
y curar la becerrada

En  los fines de semana
para el pueblo me cargaba
a visitar las muchachas
y cantarle mis tonadas

recuerdo que en una tarde
viernes de semana santa
lo mato una cascabel
y allí quedó en la cañada

desde entonces ya no he vuelto
a cantar en las parrandas
por eso es que me entretengo
cantando esta guacharaca..

Cual poeta que la tierra lo ata y el amor es el aliento,  le ha compuesto al ser mas bello del universo: la mujer. A la tierra, por lo vivido en la niñez y en el hogar paterno. Y al amor ,por el idilio eterno del primer amor que partió a preparar la boda celestial, mientras él, es consentido por el varón y sus princesas, testigos del  inmenso idilio con Maria Rossero.

Madre, esposa y compañera”

Quiero cantarle al amor
en esta noche serena
para poder expresarle
todo lo que mi alma lleva
a la que se unió conmigo
pasé tantas primaveras

Cuando yo la conocí
vi su mirada altanera
enseguida me flechó
parecía sentir candela

Con ese porte elegante
y como una gacela
de inmediato me propuse
hacerla mi compañera
y fue así como surgió
esta gran boda llanera

de esta unión puro y sagrado
nació una familia buena,
fruto de ese gran amor
un varón y dos princesas

menos mal que Dios les dio
una madre verdadera
para guiarlos como estrellas
y que no pierdan la cuenta
por las rutas de esta vida
maliciosa y traicionera

Ya con esto me conformo
se que bien valió la pena
ya que nuestro hogar
les sirva  de escuela
para cuando ellos les toque
realizar estas faenas

Nos casamos en silencio,
omitimos la rochela
nuestro amor, sueño profundo
y nuestra pasión ,hoguera

Así he pasado la vida
con mi gorda, con mi negra
no importa como la llame´
lo que importa es que la quiera
y así permaneceré
hasta que la muerte venga

Y si es que los muertos aman
allá en la mansión eterna
la estaré esperando
hasta que ella  muera
pues ella ha sido mi vida
madre, esposa y compañera.

Regresando a la sabana empezó a añorar las enseñanzas del padre que ahora necesitaba para vivir, cual llanero, en las extensas llanuras revoloteadas de recuerdos. Lamenta no haber aprendido a identificar la sabiduría del llano, el manejo de la tierra y los ganados y la riqueza de las sabanas. Recuerda con tristeza las faenas moviendo lotes de ganado junto al abuelo y los 9 hermanos. Lamenta no haber acogido los consejos sobre el matrimonio y los negocios antes de casarse. La partida del viejo solo se borrará con su partida. Felix Antonio estaba en Bogotá en la casa del hijo, quien tenia jornadas intensas y extensas en la fabrica.  Ese 10 de febrero de 1.986 es una fecha tallada en su corazon. Su hijo varón entraba, a los cuatro años, al jardín. Mariela, fue modista e invirtió parte de la noche terminando el uniforme para el niño, circunstancia que le permitió escuchar los lamentos de dolor del suegro causados por el desenlace que lo sumió en un coma diabetico ese día, sin poder hacer nada, pues trabajaba al otro extremo de la ciudad y no había maneras de comunicarse.

Los recuerdos de la ENSIN


Recibiendo el diploma de bachiller en 1.972


Junto con el combo de las parrandas estudiantiles que animaban parrandas en Zipaquirá.




Entre los días 8, 9 y 10 de noviembre los egresados de la Escuela Normal Nacional Industrial de Zipaquirá en 1.972 se reúnen  por primera  vez para reencontrase, restablecer la amistad y hacer reminiscencias de la época estudiantil.

Enciso Velasquez, recuerda de Luis Alberto Lopez Valero, apodado el “chulo”  porque fueron mancornas en el transcurso de los estudios secundarios. Por el gusto por la música, nació una empatía que les permitió hasta compartir amorres, conquistar gemelas, animar parrandas, participar en otras y recorrer barrios en búsqueda de zipaquireñas.


                         Compartiendo con los amigos en el bachillerato.

Por ser del llano han mantenido una amistad con Plácido Montenegro con quien conoció Facatativá, y allí, encontró otro un amor fugaz. Menciona a James Cardenas y el mono Miguel castro, a Luis Alfonso Quesada porque tenían afines gustos por otros menesteres.  A Jesús Antonio Mahecha, José Valbuena, Norberto Cubides, Raul Sanchez y al suscrito cuando nos reuníamos a estudiar calculo y hacer las planchas de dibujo en la casa del barrio Algarra de doña Celmira.

Félix, ese joven llanero dicharachero que conocí en Zipaquirá, es un adulto que disfruta la ganadería como pretexto para vivir en las sabanas, espacios que evocan los recuerdos de infancia en los cuales, quienes nacimos a mitad del siglo XX, deseamos regresar para vivir muriendo con los recuerdos que avivaron el diario transcurrir existencial.

#NAURO TORRES
cronista por hobby.

San Gil, octubre 20 de 2.019

























jueves, 17 de octubre de 2019

Una aproximacion historica de la Escuela Normal Superior de San Gil



“VOCES DE LA MEMORIA” 

ES UNA RECUPERACIÓN ORAL QUE PLASMA UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE LA NORMAL DEPARTAMENTAL DE SAN GIL DESDE SU FUNDACIÓN EN 1. 957 HASTA 1.994 CUANDO SE CONVIERTE Y TRANSFORMA EN EL COLEGIO TÉCNICO DE LA PRESENTACIÓN DE SAN GIL.


LA PUBLICACIÓN ES EL RESULTADO DE LA “APROPIACIÓN DE LA HISTORIA” POR PARTE DE ALUMNOS DE LOS GRADOS DIEZ Y ONCE DE 2.017 EN EL SEMILLERO DE INVESTIGACIÓN HISTÓRICA “ANGELUS NOVIS” DE LA JORNADA DE LA MAÑANA GUIADOS POR LA INICIATIVA DEL MAGISTER FABIO SANTOS HERNANDEZ, QUIEN TRABAJO HASTA PRINCIPIOS DE 2.018 EN ESTA INSTITUCION,  CON EL APOYO PROFESIONAL DE SU ESPOSA, CAROLINA MELO RIVERA, TAMBIÉN MAGISTER EN HISTORIA


Agradezco a la hermana rectora, Gloria Arias Mendoza, que tuvo el gesto de invitarme al lanzamiento del primer  libro  de historia, en San Gil, sobre una institución educativa y su impacto  sociocultural y educativo en la región y el país, cuya investigación fue una práctica de un semillero de investigación de la misma institución, cuyas entrevistas realizaron   alumnos, a quienes tuve la fortuna de orientar en lectoescritura y ética en el escaso año escolar  que fui docente de planta de este colegio departamental.


 Fui obrero de la mies, en lo social y eclesial junto a algunas Hermanas de caridad dominicas de la Presentación de la santísima Virgen en las parroquias de la Aguada, Velez, Zapatoca y el Secretariado de Pastoral Social, Sepas de la Diócesis de Socorro y San Gil.
Fui practicante de la escuela Normal de San Gil. Y desde 1.980 estuve liderando las comunicaciones en esta jurisdicción eclesiástica desde el periódico JOSE ANTONIO y la FUNDACION EDISOCIAL desde donde fui editor de varios libros, uno de ellos, citado por los autores, en asocio con la Universidad Javeriana y otras fuentes escritas a las que acudieron los magister en historia.


Por razones que, no estoy interesado en averiguar, fui sugerido para revisar el texto “VOCES DE LA MEMORIA” por el colega Santos Hernández, al departamento de publicaciones de UNISANGIL, quien me hizo llegar el borrador de la publicación que hoy se presenta en este recinto.
Mi sencillo aporte, fue leer el original, sugerir algunas adiciones, precisar otras, establecer el lazo conductor del texto y expresar una opinión sobre la aproximación histórica presentada por los autores y por el semillero de investigación reflejaba el impacto de la formación dada por las hermanas de la Presentación, y los testimonios allí contados mostraban el quehacer de la Escuela Normal Departamental de San Gil en el ámbito  regional.

 
 El trabajo realizado por mis ex alumnos, mediante la recopilación de testimonios de algunos docentes y algunos profesionales egresados de la Escuela Normal departamental de San Gil,  sumado a  la iniciativa de los autores y la metodología implementada en el semillero de investigaciones, me atraparon y me sumí en el texto  surgiendo  una sinergia con las bases conceptuales y la visión sobre el cómo rescatar y plasmar en letras de molde  la historia,  sumado a la contextualización  que presentan los  autores del libro con la narrativa con que  presentaron  los testimonios de las personas, allí referenciadas.


 Adición a lo anterior, fui, en 1.993 el proponente del nombre del colegio que asumía la historia de la Escuela Normal departamental de San Gil, en mi calidad de padre de familia de una de sus alumnas y docente fugaz en el 2.015   


 Y sentí tanta identidad con lo allí contado que me involucré en la historia, ofreciendo una síntesis gráfica en la caratula del libro realizada por Luis Domingo Rincón Benítez, conocido en el mundo del arte como “el maestro domingo” como cultor en Santander.  Un valor artístico que encontré en las aulas del Instituto salesiano de Contratación y trabajamos juntos cerca a una década en el periódico mensuario que dirigí en la década del ochenta.
 Toda imagen tiene una historia.  Y la caratula del maestro Domingo significa la alegría de aprender de las estudiantes de la institución y el amor por enseñar de las maestras normalistas y bachilleres pedagógicas egresadas de la Escuela Normal que, con cuya labor posterior, transformaron el entorno educativo, no solo en San Gil, sino en 34 municipios más, en seis departamentos y en un par de países a donde llegaron a laborar egresadas de la Normal.


Las mariposas y las plantas que revoletean en la caratula revelan el paso del tiempo, el volar de las educandos y las siembras que siguen haciendo por doquier donde esta presente cada egresada.
La caratula tiene un circulo color madera. Es una boca de guitarra de la cual brotan “las voces de la memoria”.


Señor rector de UNISANGIL con la visibilidad de este trabajo de historia, esta universidad, del cual fui testigo de su gestación y constitución, logró plasmar en esta publicación “el sentido de pertenencia de la comunidad educativa de lo que se conoció como escuela Normal departamental de San Gil y su incidencia y significación en los procesos formativos y educativos en el territorio.


“No hay peor agonía que llevar con nosotros una historia que no ha sido contada”.  Dijo maya Angelou. Poeta, cantante y escritora de memorias de origen estadounidense de raza negra.


Las 32 columnas   y paredes de tapia de “la vetusta vieja casona del costado sur del parque La Libertad” como la describe el historiador Rito Rueda en el libro “Presencia de un pueblo”, publicación que recibí de sus manos con la siguiente dedicación: “para mi muy dilecto amigo, Don Nauro Torres, periodista de garra y de alcances enormes, alma y nervio de la trinchera intelectual de Santander y gestor del periódico JOSE ANTONIO de San Gil. Para este intelectual que admiro, dedico estas páginas sobre la ciudad que aprecio y recuerdo”. Bogotá, noviembre de 1.983. Está casona,o fue sede del gobierno del Estado de Galán y sede de la primera universidad guanentina.


 Es una casa vieja, muy vieja y como todo lo viejo, lleno de historia y recuerdos”, escribió la primera hermana rectora en el libro, Los Anales de la Normal de San Gil, en 1.957. Esta descripción refleja el estado de abandono y suciedad de lo que seria la sede de la institución, al recibirse en arriendo por la gestión del obispo de la Diócesis de Socorro y San Gil, y el párroco de la catedral, monseñores Pedro José Rivera y Quijano, ambos de esta Diócesis, verdaderos proponentes, gestores del parto que dio a luz a la escuela Normal que, en 38 años entregó al país 744 maestras y 1.933 bachilleres.


En esta vetusta y vieja casa, las hermanas de La Presentación continuaron su labor formativa y educativa con la población mujeril desde finales de 1.884 cuando llegaron a la ciudad provenientes de Francia. Y fue precisamente esta comunidad religiosa quien, al interior, generó la metamorfosis de esta institución al pasar de formar a las mujeres de la alcurnia y hacendados de la provincia, mediante el colegio privado que llevaba el mismo nombre de la institución en la que nos encontramos, a liderar, junto con las comunidades religiosas: salesianas de María Auxiliadora en Guadalupe, y Hermanas Franciscanas en Puente Nacional, la implementación de la formación pedagógicas de las mujeres que, con sacrificio, estudio y practicas extenuantes, sacaron del analfabetismo a los habitantes del sur de Santander sembrando en ellos, los valores religiosos, la moral y las buenas costumbres recomendadas por la urbanidad de Carreño.



¿Cuál es la incidencia que ha podido tener la Escuela Normal Superior de San Gil en el desarrollo socio cultural y educativo del municipio entre 1.957 y 1.994? se preguntaron los magister investigadores.


La pregunta buscaba rescatar el pasado de la institución como memoria social para colaborar en la identidad colectiva compartida con los miembros de la comunidad educativa en esos 38 años y sus efectos en los años posteriores de en el territorio.


Los investigadores tenían la premisa que este trabajo sería una aproximación histórica, pero el libro “Voces de la memoria” permite descubrir el enriquecimiento de la historia con una visión global desde el nacimiento de las normales en el país,  y sus funciones en las políticas del Ministerio de educación, además, una descripción del papel de la Iglesia en la educación en el pasado siglo que aplicó el principio de María Montessori que decía. “La primera idea que un niño debe aprender es la diferencia entre el bien y el mal.


Leyendo el original encontré estos testimonios que revelan las incidencias de la Escuela Normal y sus hermanas religiosas.


a.     Con la Escuela Normal en San Gil, Inició “una nueva era de progreso intelectual escribió la primera rectora, hermana Julia Teresa. Y las cosechas posteriores desde 1.961 hasta 1.994, así lo demostraron.


b.     Fue la institución el “centro de gravedad” para alcanzar la dignidad como hijos de Dios propagando las enseñanzas de Jesús y mostrando con el ejemplo un comportamiento ético basado en la rectitud, la responsabilidad, el trabajo honesto fomentando una espiritualidad de interioridades. Cuenta el libro que acotó la hermana rectora actual.


c.      Varios de las profesoras entrevistadas y que se formaron en los espacios de la vieja casona, al igual que Ana Frank, “no vieron la miseria y el abandono de los años en la construcción, sino que expresaron lo bello que aprendieron en ella e irradiaron a sus educandos”.


d.      El primer profesor nombrado por el departamento para el bachillerato nocturno que funciono en la Normal, el licenciado Jorge Ortiz, cita taxativamente que fue esta institución quien facilitó que numerosos adultos residenciados en la perla del Fonce, mejoraran su formación académica para obtener el titulo de bachilleres. Cuenta esta publicación.
e.     Aunque la publicación no cita el numero de egresadas que acogieron la vida religiosa, en los años transcurridos, conocí varias en la acción pastoral social y educativa.


f.       Si bien las egresadas de la de la escuela Normal fueron testigos de la transformación de la ciudad como de interés industrial, contribuyeron a la transformación a un puerto seco para el comercio regional y epicentro de la oferta de servicios financieros y de transporte.


g.     Fueron las maestras de la escuela normal, y las egresadas en ejercicio docente quienes silenciosamente extirparon el analfabetismo en el territorio en donde ejercieron, y contribuyeron a conocer y difundir el sistema de economía solidaria que propagó la Diócesis de Socorro y San Gil desde 1.960 en toda la jurisdicción eclesiástica.


h.     Varias de las egresadas de la Escuela Normal, fueron maestras enamoradas de la profesión, hasta tal punto que constituyeron colegios privados con los cuales siguieron el ejemplo de las hermanas de la Presentación: Formar las nuevas generaciones.


Finalmente, adhiero a las felicitaciones de varios miembros de la comunidad educativa de esta institución a los colegas Santos Hernández y Melo Rivera gestores de esta publicación. Con este trabajo de recuperación oral de la memoria histórica, nos han enseñado que, como docentes, debemos seguir dejando huellas, no solo en los educandos, sino en las instituciones en las que debemos trabajar.


Aplaudo a los 9 docentes que colaboraron en la redacción, corrección y propuesta de caratula que están mencionados en el original del texto. Fue un trabajo que muestra la cosecha.

Felicito a los 7 estudiantes del grado 11º de 2.017 que se apropiaron de la investigación y dejaron plasmada la labor con las entrevistas a las egresadas citadas en el libro.

Valoro las colaboraciones de los 5 alumnos de grado décimo de 2.017 fueron un equipo de colaboración tanto a los alumnos del grado once, como de los investigadores.


Agradezco a la especialista Lida Sánchez Mora, del departamento de comunicaciones de UNISANGIL por acoger mi nombre para expresar la opinión que dio origen estas palabras, esta noche en este recinto.


Dijo Indira Gandhi, “Para liberarse la mujer debe sentirse libre, no para rivalizar con los hombres, sino libres en sus capacidades y personalidad”.


La pakistaní Malala Yousafzai, invita a que “debemos decirles a nuestros jóvenes que sus voces son importantes”.  Y nosotros como docentes, asumir que “los niños deben ser educados sobre el cómo pensar, no a cerca de lo que deben pensar”.  

San Gil, octubre 17 de 2.019. 

jueves, 12 de septiembre de 2019

TEODOBALDO RICO HERNANDEZ, "El vaquero Rector"


Le pusieron nombre de un personaje secundario  de Romeo y Julieta, la obra insigne de Chakespeare. Por haber nacido en medio de dos hermanas, tuvo que cuidarlas de niño hasta que lo llevaron al Banco, Magdalena a cursar tercero primaria.  Aprendió a ordeñar desde los 9 años, oficio que hizo, mientras estuvo en la finca, desde las cuatro hasta los ocho de la mañana todos los días. Jugó con las majadas de las vacas por lo grandes y fáciles de rodar. Enlazar becerros fue uno de sus hobbys de infante. Encorralar las vacas y apartar los terneros, traer la leña y atrapar las aves para el almuerzo fueron oficios diarios. En la vereda Hato Viejo del corregimiento de Guamal, Magdalena, en ese entonces, no había escuela. La señora mas letrada, recibía después de los oficios del hogar, los fines de semana, a los niños de los vecinos para enseñarles a leer en la cartilla “Alegría de Leer” y con las cuatro operaciones que le enseñó el padre, Teodobaldo Rico Hernandez llegó a hacer 3o. primaria al Colegio San Pio X al puerto en el que el General que no tenia quien le escribiera, e iba todos los días a esperar la pensión prometida por el gobierno por haber luchado en la Guerra de los Mil días.

De la vereda a la burocracia.

Pantaleón Rico Ospina pudo dar educación básica a los 9 hijos con el desclime de las vacas y la venta de los becerros. Murió tranquilo el 25 de mayo de 2.007. Ofelia Hernández Maya se fue a acompañarlo dos años después el día que supuestamente  nació el Niño Dios. Siete varones tuvieron la misión de perpetuar el apellido, uno de ellos ya se fue tras los padres. Alvaro, uno de los hijos mayores, logró que lo nombraran profesor de matemáticas en la ENSIN, convirtiéndose en el tutor de Teodobaldo que cursó todo el bachillerato técnico en la misma institución. El profesor Alvaro Rico Hernandez, murió en agosto y fue despedido con honores en Guamal, Meta, municipio de donde debió salir  por la violencia.   Empezó con la especialidad electricidad, pero las fases, los cables, los probadores, las redes, las cambió por los moldes, los tipos, las lineas, interlineas y lingotes, la gasolina, los trapos y la tinta en el taller de Artes Gráficas. Fue alumno de tipografía del profesor Hincapié y de teoría de Germán Arias, un tolimense oriundo de Espinal.

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Por recomendación política consiguió la beca en el bachillerato. Con la misma estrategia obtuvo el primer trabajo en la Imprenta Nacional. Por sus estudios, lo enviaron al SENA a estudiar Lulo y Linotipo, convirtiéndose en digitador veloz.

El Lulo fue una maquina para hacer títulos en plomo. El  linotipo fue una maquina de origen alemán de estructura pesada, alta con tantos brazos y teclas como letras, signos y números de 1 a 9 sumaban la lengua castellana. El linotipista era una persona culta; dominaba léxico, composición, ortografía, redacción y justificación para armonizar la presentación de los textos en el marco y paginas de los moldes a usar para la impresión. La materia prima era el plomo; entraba a la maquina en estado solido, en el horno se convertía el liquido y mediante una mezcla con el medio ambiente, de la maquina brotaban lingotes con las lineas del texto o las rayas para los cuadros que terminaban como moldes puestos en cama fija que, al movimiento de las maquinas tipográficas, la cama móvil presionaba  la hoja de papel que entra armónicamente entre las dos camas para salir o sacarse impresa por una cara. El linotipo fue un mejoramiento que superó la composición manual de los moldes tipográficos, pero en su operación producía un ruido agudo y persistente que terminaba afectando el oído de los operarios que trabajan en las noches para hacer posible los diarios cada día.

Estudio trabajando.

Por el exceso trabajo nocturno, Teodobaldo debió buscar otro trabajo para lograr terminar la carrera nocturna en filología e idiomas. Por recomendación politica ingresó como mecanógrafo a la Registraduria Nacional de Colombia. Allí lo formaron como dactilocopista. Por sus relaciones en la burocracia gubernamental, le solicitaron gestionar, de un dia para otro,  un duplicado de una cédula requerida para estudios en el exterior de un funcionario del MEN. Gestión que hizo con diligencia y fue invitado a almorzar para entregar el documento a la persona que viajaría a estudiar a Sao Pablo en una delegación del Estado. Quien requería el documento era, en ese entonces, el director de educación media del MEN. Agradecido por la gestión inmediata, el funcionario indagó sobre la vida del dactiloscopista tan eficaz. Teodobaldo le contó que hacia seis meses se había licenciado, y como respuesta, días después,  recibió la oferta de una rectoria en un instituto de educación social, ya en la Plata, Zitaquirá o El Peñón, Magdalena. Teodobaldo que nació con la habilidad de descubrir cuando puede ganar la partida, muy cortes le agradeció la oferta, pero la condicionó a que fuese cerca a la capital. El funcionario acogió la solicitud, y mas luego, fue notificado mediante telegrama que había sido nombrado como coordinador de talleres del ITIS en Espinal, Tolima desde el 4 de diciembre de 1.981, cargo que desempeñó hasta el 11 de julio de 2.016.

Entre lo publico y lo privado

A la par con el trabajo oficial se desempeñó como rector en el Colegio cooperativo. En 1.998, mediante licencia no remunerada fue secretario de educación municipal por un año. Por 8 meses, fue rector en el 2.006 en el ITIS de la misma localidad. En 2.013 fue nombrado por seis meses rector en un colegio agrícola en Ortega, Huila Y en el mismo año asume la rectoria del colegio en el Alto de Rompe en donde ejerce hasta 2.015, regresando al espinal a una vereda donde fue notificado del retiro forzoso. Pero a diferencia del Coronel Aureliano Buendia, Teodobaldo sigue frente al cañón laboral. Ejerce como rector  de un colegio privado en CAJASUR.


A diferencia de los hijos de los egresados de la ENSIN, los graduados en 1.972 adquirieron nupcias en la misma década que se graduaron. Rico lo hizo en 1.976 con Raquel Mondragón Medina con quien fueron padres de dos varones y convivieron un cuarto de siglo. Uno es ingeniero eléctrico y trabaja en E.U. Y el otro, ingeniero de sistemas tiene una empresa de servicios en Colombia usando drones. Años después, Raquel enfermó y fue tratada en la capital del país en donde se radicó junto con los hijos. Las extenuantes jornadas laborales, el calor del Espinal, el exceso del consumo de pescado acorralaron a Teodobaldo para mitigar la soledad, estableciendo una relación paralela, de la cual hay dos nuevos retoños. Una niña que estudia psicología y un chico que trabaja en una caja de compensación en el mismo lugar del trabajo actual del progenitor. Y en honor al apellido y a su mocedad, Teodobaldo convive actualmente con la segunda compañera en el pueblo  testigo de su desarrollo profesional como maestro y directivo.

Al referirse a Zipaquirá, afloran los recuerdos en el internado; las escapadas de la vigilancia del profesor Valderrama y las exigencias del profesor Silva. Yudy Silva fue la niña que le parceló el corazón cuando cursaba el 4o. de bachillerato y la motivación para las voladas por la tapia en las jornadas de matiné, y antes del sermón nocturno de cada día antes de apagar la luz en el dormitorio. Pero tantas veces va el cántaro al agua que al fin se rompe; fue sancionado con no regresar al internado el siguiente año. Y como a quien a un buen árbol se arrima, el hermano profesor abogó por él, tranzando entre profesores un castigo físico al alumno infractor, consistente en hacer cuclillas desde la entrada al internado hasta el fondo donde estaban los baños. Tarea que Teodobaldo se esforzó en hacer desde las 9 hasta la media noche, sin que los demás internos se percataran del castigo al enamorado.


Junto con otros compañeros de internado, desde el lunes esperaban el sábado y el domingo, días en que las niñas del servicio de la ciudad y capital, usaban el descanso dominical para visitar la mina de sal, ir a misa a la catedral, y rumbear al matiné de Armonías zipaquireñas. Desde tempranas horas, en el parque Villaveces, cual pescadores, perfumados con alhucema y el pelo brillante con fijador masculino, usando pantalón de terlenka de bota ancha y camisa manga larga de colores y cuello abierto bajo los sacos de lana virgen o ruanas,  los internos de la ENSIN aprontaban lo piropos, las miradas furtivas y el riesgo para conquistar parroquianas que caían extasiadas al ser pretendidas por los futuros maestros técnicos del país.


Junto con otros, cuyos apelativos son secreto, los internos provenientes de la costa, el llano, el Tolima, Caquetá, formaron un clan para extraer “comiso” y abrir baúles en los atardeceres de los domingos, cuando los internos de los poblados cercanos, regresaban cargados de viandas, frutas y panecillos y dejaban a buen recaudo en sus baúles de madera y candados baratos, -mientras se iban a dar la vuelta al parque-, abiertos con facilidad por algún estudiante de metalisteria amante de la percusión y la parranda en donde se fabricaban las llaves maestras para extraer y colmar, en algo el hambre que se sufría en la juventud estando lejos del hotel mama.


El traslado temporal del internado a una casona cercana al teatro Éxtasis y frente a la Normal esta en los recuerdos de los internos becados de la ENSIN en 1.971. Aprovecharon el traslado y los internos establecieron las ubicaciones de los catres, y en ellos, se distribuyeron estratégicamente los mas burleteros o mamagallistas. Luego de apagar las luces, el director de internos, caminaba silencioso y con oído de tísico por los pasillos de las filas de catres, y cuando llegaba a un extremo, al otro extremo de largo salón, voces del ultratumba retumbaban en las paredes dejando un eco….”pate chicle”.  El profesor de internos, volvía sobre sus pasos con la intención de identificar a los graciosos. Pero pasaron noches de junio, julio y agosto sin que el sacrificado profesor lograse pescar a autor de las voces de burla.


En el mismo lugar, varios entrevistados recuerdan las lluvias de zapatos que ocurrían los fines de semana pasadas las nueve de la noche. Quien dejara los zapatos por fuera del baúl y del armario, debía buscarlos muy temprano en la calle a donde eran botados por quienes le caían sobre la humanidad mientras descasaban. Varios dueños, en diferentes mementos, no encontraron un zapato y debieron ir en tenis a clase y ganarse un llamado de atención en la presentación personal.


Cada entrevistado cita momentos gratos vividos en el trascurrir existencial. Teodobaldo recuerda la restauración del colegio Alto de Rome que logró hacer como rector con el apoyo de la municipalidad y la misma comunidad. Logró para el colegio una sala de computo con pcs portátiles, construcción de campos deportivos y un kiosko desde se podía apreciar el nevado del Ruiz los 360 alumnos provenientes de las veredas cercanas.

Como todo profesional actual, para mantenerse vigente profesionalmente, esta estudiando otra especialización sobre educación incluyente para comprender, orientar la formación de niños con discapacidades.


Fuimos inmigrantes arriesgados por lograr ser bachilleres técnicos. Y en la ciudad que nos acogió, cada quien logró conquistar una corazon femenino que, ademas de amor y colmar la soledad, unas se convirtieron en mecenas. Consuelo Galeano fue la zipaquireña  que le ayudó a superar las deficiencias académicas, le enseñó el mundo de las caricias y remplazó la ausencia familiar con amor desinteresado brindado por los progenitores de la benefactora afectiva, magia que se rompió cuando Alvaro, el profesor de Matemáticas, enamoró y raptó a la hermana de Consuelo, y con ella, terminó de docente en Puerto Carreño, mientras Teodobaldo perdió la entrada a la casa Galeano, las chocolatadas y los espacios para pasar los domingos en las tardes.

Teodobaldo se ha caracterizado por vivir feliz haciendo lo que le gusta hacer, mandar. Pero como toda persona hemos vivido momentos tristes, dolorosos, incluso finales. Tuvo muerte súbita por 5 minutos por hipertensión arterial causada por auto medicarse contra el ácido úrico. Compañeros lo revivieron y por 22 días estuvo en cuidados intensivos, en Bogotá, en donde le dieron de alta regresando a espinal sufriendo otra recaída siendo trasladado a cuidados intensivos en Ibague por 25 días mas,  ganando la primera batalla contra la pelona, luego de seis meses aprendiendo a caminar nuevamente.  Cuenta que estuvo en el túnel, y una mujer vestida de blanco, mientras flotaba, lo agarró de la mano y no lo dejó ir. Y los compañeros que le ayudaron en la segunda recaída, por revivirlo, le rompieron una costilla, pero le salvaron la vida.


Es en el dolor en donde nos encontramos y vemos nuestras limitaciones. la muerte de los padres, del hermano mayor, y recientemente del Alvaro, nuestro profesor de calculo, ha apachurrado el corazón e impregnado los cachetes con lagrimas.

Cada quien recuerda a los amigos. Teodobaldo recuerda a Luis Carlos Reina, otro tipógrafo con quien se volaban del internado para ir al matiné en armonías zipaquireñas. Cita a Luis Carlos Miller, el caqueteño que le pasaba a tintas las planchas de dibujo. A Luis Maria Rodrigues, natural de Chocontá, quien los fines de semana iba a casa y regresaba al internado cargado de mecato que compartía con algunos compañeros en el internado. El, fue profesor en el ITIS de Florencia y una bala le cegó la vida. Describe a el  “camajá”, el negro Abel Robles, el del paso bailarín y los dientes con recipientes para guardar comida, natural de Barrancabermeja junto con Alam Muñoz.

Recordamos a Teodobaldo por el gusto por el atletismo. entrenaba por la vereda san José con Rafael Baracaldo, quien brilló en esa época en el atletismo nacional. Y él desea que se recordado por el amor a sus esposas y por sus hijos por ser un padre excepcional; por los amigos, por la lealtad, y en los trabajos por la persistencia en el cumplimiento de metas. 


Ecoposada la Margarita. Puente Nacional, septiembre 02 de 2.019.
#nauro torres.  



Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...