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viernes, 25 de diciembre de 2015
EFRAIN Y ANGEL MARIA, la ultima pareja de aserradores derrotados por la moto -sierra
sábado, 5 de diciembre de 2015
Los dados del infortunio
Juan Lanas, un varón del montón, o para ser mas precisos, un bonachón, un ingenuo, un iluso, un inexperto, pero ansioso de conseguir fortuna llovida del cielo y salir de pobre en un abrir y cerrar de ojos.
Un mal día, de tantos, bajó de la vereda al pueblo, echándose al bolsillo todos los ahorros que mantenía ahorrados en un hueco entre los adobes de la vieja casa de sus mayores. No eran muchos, pero eran ahorros conseguidos con el sudor de días intensos de trabajo en las parcelas ajenas. Iba decidido a seguir el consejo del tocayo Juan Mentiras quien le había contado como él sin trabajar al sol, conseguía dinero para parrandear, emborracharse e ir a mate-mango, donde tocan bueno las mujeres que venden su cuerpo para cubrir las necesidades básicas.
Y cual majadero pensaba en multiplicar por cinco sus escasos ahorros encandilado con el brillo del oro que imaginaba iba a reposar a sus bolsillos para luego comprar una parcela. Con los ojos fluorescentes, el corazón agitado y con pasos nerviosos, bajó la calle hacía el rio Fonce y se entró derechito a la Yonga.
Mira la mesa, y en ella a los varones sentados a su alrededor, todos pensando igual que Juan lanas. Luego de observar varios minutos como es el juego y como unos montones de billetes se hinchen y otros se esfuman, decide jugar los dados de la suerte para salir de la pobreza de una vez por todas una vez coloca, como los demás su disminuido montón de billetes con un abultado montón de monedas.
Con sus manos callosas y sus torpes dedos fuertes para la labrar la tierra, toma los dados que se escurren impulsados por los nervios, convencido que la suerte no es a pedazos sino de una pieza, pero su suerte ya estaba echada,, estaba entre picaros y tramposos, y en menos de que que el gallo cantara tres veces, vio pasar sus montones de billetes y monedas a manos de otro.
Juan Lanas pensó que la suerte es así. Se tiene o no se tiene, regresando a la vereda sin dinero, sin amor, sin saborear la supuesta felicidad, sin ganas de vivir y de trabajar, y en especial, sin fe en el futuro.
Arruinó en minutos años de sacrificio y buen juicio. Arruinó la dicha amasada con afanes pues no sabía que la riqueza es la suma del trabajo, el ahorro y la inversión y no el resultado del azar.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Una semana santa sin domingo de resurrección en Puente Nacional
Roberto Torres, hijo de María de Jesús, la dueña de la posada y chichería, "El Payo" estaba muy contento ese lunes 14 de abril 1947.
En el mercado fue testigo de la llegada de los sacerdotes para hacer la semana santa, pues desde el 7 septiembre de 1946, la parroquia había sido privada, por el obispo de la Diócesis de Socorro y San Gil, de los oficios religiosos .
Ese día algunos miembros del partido opuesto al del Divino Niño Jesús, alrededor de las nueve de la noche, detonaron una bomba rompiendo la tranquilidad de la localidad de Puente Nacional al fracturar la pared de adobe y romper una ventana de madera de la habitación donde descansaba el "amo Isaías Ardila Díaz", sacerdote nativo de Zapatoca, que desde el púlpito predicaba contra las libertades defendidas por el partido liberal, quien con la protección del Ejército Nacional, abandonó el pueblo alrededor de las dos de la mañana del día siguiente. ( http://naurotorres.blogspot.com.co/2015/07/isaias-ardila-diaz-un-sacerdote.html).
Después de dos años sin asistir al sermón del Jueves Santo, del sermón de las siete palabras del Viernes Santo y la Misa de la Resurrección, Roberto dijo a sus hermanos Miguel Agustín y Carmen Rosa, como María de Jesús Torres, la buena noticia: podrían asistir a los oficios religiosos de la parroquia, que significaba caminar 6 horas menos a la iglesia de Santa Sofía, en Boyacá, donde fueron bautizados los niños que nacieron entre septiembre de 1946 y abril del 48 del siglo XX.
Desde el miércoles santo, especialmente las bebidas estaban listas para recibir a los peregrinos y vecinos que venían a la semana mayor y servir con familiaridad, independientemente de los acontecimientos del 09 de abril en la capital del país cuando fue asesinado en el Cra. 7a. y la Calle 14, el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, quien en 1945, disidente Gabriel Turbay, ambos del mismo partido, perdió la elección al conservador Ospina Pérez.
La novedad conocida por los puentanos en Bogotá, fue dada a conocer al regreso al pueblo, convirtiendo a los que asistieron a los oficios religiosos como sacrilegos, pues el hecho fue difundido por la prensa nacional. El obispo de la diócesis de Socorro y San Gil, envió al vicario episcopal que era párroco de Vélez a confirmar lo ocurrido en la localidad de Lelio Olarte, quien describió lo sucedido como una "semana santa del diablo" y desde el púlpito juzgo a quienes por razones de credo fe asistieron, se confesaron y comulgaron con devoción con dos personas que no eran sacerdotes, y fueron tildados como doblemente sacrílegos.
Como prueba de lo que sucedió en esa semana santa, un hijo de Puente Nacional, hizo este documental en el que las mismas personas narran lo que ocurrió en esa semana, supuestamente del diablo.
Reclutado y se retira del campo.
Un miércoles, en septiembre de ese año, Miguel Agustín, el más joven debió ir al mercado de Moniquirá tomando el camino al Urumal a las tres de la mañana para llegar sobre las seis, a vender: envueltos, arepas, almojábanas y huevos y un par de pollos, y cuando estaba a punto de tomar el caballo fue reclutado por el ejército para el servicio militar.
Michael Agustín fue bautizado con los nombres del padre y se alistó en el ejército y después de conocer las penurias y humillaciones a que están sometidas las personas que prestan el servicio militar, fue adoctrinado en el pensamiento conservador que prevaleció en la presidencia de la República.
El hijo de la compañía de María de Jesús estuvo en el ejército 18 meses, regresando a la finca para asumir las responsabilidades que tenía Roberto. Llegó con la idea de implementar el cultivo de café, una tarea que hizo en el predio la Vega conviertiéndose en un espejo para los cultivadores de la vereda que la volvieron cafetera hasta 1980, década en la cual la roya borró los cafetales para darle paso a los pastos para los ganados.
La violencia planteada desde el Palacio de Nariño antes de la retirada de los ministros del gobierno liberal, la ruptura de la unidad nacional, un gobierno puramente conservador y la victoria liberal en las elecciones parlamentarias en 1950 condujo a la violencia estatal intensificada que sembró odio contra los liberales poniendo el ejército y la policía bajo los intereses partidistas.
Miguel Agustín fue llamado a servir al país que se alistó inmediatamente como chulavita para proteger los intereses de los azules en el valle de Tenza, mientras que los liberales que residían en Providencia y tenían pequeñas granjas en los alrededores Alto y Bajo Jarantivá debieron abandonarlas y tomar el tren a la capital.
Por su estatura y por ser el hijo mayor la viuda, Roberto no fue reclutado para el servicio militar, obteniendo la libreta militar en el Batallón de Chiquniquirá, documento requerido hasta ese entonces para disfrutar de una mayor libertad. El muchacho por su edad se alebrestaron las hormonas y empezó a enamorarse de una vecina, que al igual que él, era la mayor de la familia González velándia; pero el asunto se tornó gris por la prohibición que establecieron los padres de Aurora, pero como dice el dicho " lo que mas se prohíbe, más se desea", el enano de los Torres se salió con la suya y se robó la china con el consentimiento de ella. Tomaron el tren en la estación de El Roble y huyeron a la capital, y de allí se fueron a Caicedonia, Valle, a hacer vida entre cafetales como agregados de una finca en la que estuvieron un año.
Allí fueron contactados por Marcos, un hermano de Aurora, quien era finquero y comerciante en Buga, y allí terminaron el par de volados. Ella como ayudante en el almacén, y él, como obrero en la finca, pero Roberto no estaba muy contento con la estancia en ese lugar, ya que sólo veía los fines de semana en Aurora, entonces decidieron con los ahorros de los dos, regresar a Santander.
La casa de María de Jesús Torres Torres, chichería de antaño en la que nacieron y se levantaron los tres hijos, el segundo que quedó huérfano a los cuatro años fue bautizado con los nombres del padre: Miguel Agustín, y este junto con la esposa María Custodia Quintero, recibieron al primer hijo en la pieza que tiene la ventana. (foto del primer hijo de Miguel Agustín Torres 2016).
La casa de María de Jesús era tan pequeña que no había espacio para tres hogares, pero como el regreso de Roberto con la joven esposa fue en diciembre, en esa fecha visitó la familia el tio Luis Torres quien anduvo por tierras del Carare haciendo finca, empeño que abandonó por eso de la confrontación partidista y se aventuró a irse de colono a los llanos orientales.
En la foto, de izquierda a derecha, y Roberto Miguel Agustín Torres y dejaron en el mismo orden, María Quintero Custodia Torres, esposa de Miguel Agustín y María Aurora González Velandia, la primera esposa. Fotografía tomada en 19.988 en Castilla La Nueva, Meta. (De Nauru Torres).
Luego de tomar el tren hasta Bogotá, tomó la Flota Macarena y a Acacías, Meta, fue a dar, y de allí se adentró a la montaña donde iba la colonización que había empezado en 1928 año de la gran depresión económica mundial, y luego con la segunda guerra mundial, fueron varios los europeos que se exiliaron en Colombia y un buen numero de ellos se fueron como colonos a departamentos que disponían de tierras vírgenes aun.
Y como los europeos, detrás de ellos, muchos santandereanos llegaron a las zonas de colonización huyendode la "chusma". Como fue el caso de Luis Torres quien animó a varios paisanos a buscar vida en otra parte.
Roberto y Aurora, los jóvenes agricultores tomaron sus sombreros y capoteras con las pocas pertenencias y con el tío Luis Torres, tomaron el tren a Bogotá, y de allí en la flota de la Macarena a Villavicencio y luego a coger un camión hasta el sendero done iba el descuaje de os montes y que estaba a diez kilómetros abajo Guamal, conocido hoy como el municipio petrolero del Meta, bautizado con el nombre de Castilla la Nueva.
Y allí, junto con otros desarraigados de Santander, con el machete socolaron colinas las cubrieron de plátano y yuca, y luego de arroz, convirtiéndose en los fundadores de este sitio conocido en ese entonces como la Schell. Roberto era un hombre de baja estatura con la piel quemada por el sol, padre de nueve hijos y sólo tres mujeres. Aurora era una mujer tranquila que lo acompañó hasta el final de sus días, ambos murieron en ese lugar que hoy en día es conocido como un centro del mejor combustible pesado que tiene Colombia.
María de Jesús murió en 1954 y sus restos reposan en el cementerio de Puente Nacional, Carmen Rosa que se casó joven y murió a los 23 años en tierras de Castilla la Nueva.
La historia de la semana santa sin el Domingo de resurrección fue reconstruida a partir de lo que cuentó quién fue monaguillo de falsos curas. Fue él quien, en 1946, para ir a cumplir con la obligación como un acólito de la primera misa, vio la ventana destruida de la habitación donde dormía el "amo Isaias". Fue él, quien formó parte de la delegación que fue a encontrarse con los supuestos sacerdotes que llegaron a la Capilla en 1948 para celebrar la semana mayor. Y fue él quien acolitó en las celebraciones religiosas que se produjeron en esa semana santa que nunca olvidan los puentanos mayores.
Es don Evaristo Suárez, un carpintero de renombre y conversador que con un delicioso café Puente Real, una noche del 24 de octubre del 2015, contó lo que sucedió en esa ocasión.
Don Evaristo Suárez, 23 de octubre 2015
Yo tenía 15 años cuando en un camión junto con muchos aldeanos en otros medios de transporte corrimos a la capilla a las once de la mañana para saludar a los sacerdotes que se ofrecieron como voluntarios para oficiar la liturgia en Puente Nacional, si la gente así lo anhelaba .
Contó Evaristo que unas jóvenes huéspedes de un hotel de entonces se ofrecieron para transportar e un automóvil destapado a los dos sacerdotes que llegaron en auto-ferro al municipio.
Evaristo Suárez, como Roberto y Miguel Agustín Torres, y muchos otros de la época, recuerda con gratitud y sin malicia ese episodio que convirtió en noticia nacional trasnochada a la población que fue endilgada de pecadora y alcahueta. Esa misma circunstancia trajo dividendos a la jerarquía que años después, en 1968 vieron desplomar el templo colonial que estuvo erguido por muchos años y sobre sus cimientos se levantó uno de los templos mas amplios y vistosos a ladrillo a la vista de la provincia de Velez junto con el de Sucre, Santander.
Interior del templo de Puente Nacional 2015
La Margarita, 26 de noviembre 2015
sábado, 21 de noviembre de 2015
El dulce "tiodolindo" de Puente Nacional.
El cuerpo de Gustavo, así como el del primo hermano de Silvia, fue llorado por familiares y conocidos y lamentado por los miembros del partido conservador de las diferentes veredas, cuyas delegaciones se hicieron presentes en cada funeral.
miércoles, 11 de noviembre de 2015
Los torcidos de Benjamín Prada Pinzón Vs. los otros torcidos.
“La ventaja de ser honesto es que hay poca competencia”
En los diferentes niveles del Estado, torcidos hacen de día y de noche, para unos pocos comerse la mermelada a costa del erario publico que pagamos todos.
Quienes mas invierten en campañas políticas, más votos tendrán de quienes venden el voto a cambio de una empanada, y ellos, los elegidos, mas tajada tendrán que sacar del presupuesto municipal, departamental o nacional. Unos exigen el 10%, otros hasta el 20% del valor total del proyecto a ejecutar que sumados al porcentaje de los impuestos, terminan los menos garosos, invirtiendo el 50% del valor total del presupuesto aprobado. ( http://www.eltiempo.com/multimedia/especiales/sobornos-en-colombia-cifras-de-corrupcion/15865535/1)
Los torcidos con sabor político que solo llenan la panza de quienes los exigen y de quienes lo pagan para lograr un trabajo, no se parecen ni en el proceso de hacerlos, ni en los recursos que usan, ni en la forma de esconderlos, incluso al probarlos, a los torcidos de Benjamín.
Los primeros son de papel de seguridad con diferentes denominaciones, no se comen pero se usan para festines, y los segundos, son de cuajada y trigo. Los primeros se cocinan en las oficinas, en los restaurantes o en los bares, y los segundos en un horno. Los primeros se pagan en efectivo y sin contar los paquetes de billetes, y los segundos también se compran en efectivo con billetes y monedas de baja denominación, y hay muchos empleados públicos que al comprarlos, piden vendaje. Se parecen los dos porque al entregar los torcidos, ambos van en bolsa, los primeros en material plástico y los segundos en papel crack.
“A la vida hay que recibirla como se presente cada día, con una sonrisa”.
Benjamín Prada Pinzón es un octogenario que nació en la vereda San Isidro del municipio de San Joaquín en el mes en el que la Asamblea de Santander adopta por unanimidad un programa socialista, y los seguidores del partido liberal exigen la democratización del partido; nace en el año en que se inaugura en Colombia los vuelos aéreos entre Bogotá y Nueva York, el mismo año que el Gobierno Nacional reconoce al gobierno republicano de España, crea Rentas nacionales y decide comercializar los ferrocarriles nacionales, y en Barranquilla, en un motín contra el hambre, las turbas destruyen el Teatro Colombia y en Bogotá se inaugura el mejor circo de toros de Suramérica que posteriormente se llamó La plaza La Santamaría.
Benjamín Prada Pinzón nace el 31 de marzo de 1931, el año en el que los colombianos sufrían el impacto de la gran depresión ocurrida desde 1928. Urbano se llamaba su padre que murió a los 96 años y Socorro, la madre que expiró a los 93.
Desarrolló la motricidad fina recogiendo trigo y cebada, desgranando mazorca y frijol y jugando con la tierra y las piedras y expandió la motricidad gruesa recogiendo chamiza, labrando la tierra, subiéndose a los arboles, pastoreando las ovejas y deslizándose sobre un cuero de res por las laderas de la finca paterna.
Urbano y Socorro, campesinos de pura sepa, tuvieron una docena de hijos que desde que pudieron caminar, empezaron a ayudar con los oficios de la casa y a la economía del hogar, pero al cumplir los siete años, usando los ahorros de muchos años, los esposos compraron una ramada en el casco urbano para guarecer a los hijos que no dejaron sin escuela.
Don Benjamín Prada en el oficio de panadero.
Benjamín aprendió a leer y escribir y con esas incipientes herramientas se ha enfrentado felizmente a la vida durante 85 años y los que les falta por vivir, pues tiene mas energías que los jóvenes de hoy.
Él, era muy feliz en la vereda pasando los días entre los surcos de la labranza y los potreros en donde apacentaba los ganados de la familia, pero un día cualquiera del añ0 49 del siglo pasado, estando vendiendo unos bultos de arveja en el municipio de Onzaga, Santander, fue reclutado a la fuerza, disque para servir a la patria porque estaba que ardía por las diferencias entre liberales, -los que hoy ganaron la Gobernación de Santander- y los conservadores de ese entonces, poco parecidos a los de hoy, cuya dignidad e ideario dirigida por los representantes departamentales y nacionales, se ha esfumado acomodándose en donde mas les alumbre el sol.
Benjamín terminó en el segundo contingente del batallón motorizado de Bogotá para ayudar a disminuir los disturbios causados por la muerte del patricio liberal Jorge Eliecer Guitan y contribuir a disminuir esas diferencias partidistas, pero una vez cumplido el tiempo del servicio militar volvió a la vereda San Isidro a seguir acariciando la tierra de la que se enamoró desde niño y que como toda amante prodigaba cosechas abundantes para el consumo familiar y para vender, unas veces en San Joaquín, y otras, en Onzaga.
Panorámica de San Joaquín, Santander,
Benjamín no conocía los pingüinos, ni los caballitos de mar, tampoco el lobo gris, pero en los riscos de la cordillera donde nació y contemplaba, admiraba ocasionalmente a quienes sin mover las alas dominaban el cenit, esa ave grande y majestuosa que esta incluida en el escudo de Colombia, y que ante el viento, juega con él, y ante el sol, éste lo contempla dándole profundidad al color negro y blanco como si fuese el rey de los gallinazos; y desde entonces, Benjamín decidió ser como el cóndor de los Andes, decidió ser monógamo casándose con Helena cuando él tenía 29 y ella 19 años. De esa unión se lograron once hijos de los doce que nacieron, y de ellos, seis mujeres.
Helena y Benjamín levantaron los hijos con el trabajo del campo pero viviendo en la cabecera municipal. Ella vendiendo comida a los empleados oficiales, y él, labrando la tierra de lunes a jueves de cinco de la mañana a las cinco de la tarde, pero los dos, junto con las hijas mujeres, cada jueves desde las once y media de la noche hasta las diez de la mañana del día viernes, se han dedicado a jugar trabajando, convirtiendo la familia en los únicos productores de pan artesanal de la región de ONZAMO en Santander, Colombia.
Helena, esposa de Benjamín exhibe una latada de torcidos
Pan, que en la medida que va saliendo de un antiquísimo horno a gas, se va empacando en bolsas de papel kraff, y en menos de tres horas, ni los olores quedan en el ambiente, pues la producción total ha quedado en las familias y ocasionales visitantes que no pueden adquirir mas de diez mil pesos para que la amasada de la semana alcance a cubrir el consumo por demanda de quienes viven con la soledad y la paz de un poblado posado en el el valle de un arroyuelo que se escurre desde las montañas recogiendo los abonos que se desprenden con las lluvias para ir a fertilizar tierras de Onzaga en Santander.
Cuatro personas empiezan la jornada nocturna, alistando los insumos, calculando las cantidades a producir y los productos, mezclando y remojando las harinas para luego, ponerse todos a hacer los panecillos, las mogollas, los torcidos, las tortas, las almojábanas, los benjamines-compréndase panderos-, y los ponqués para ocasiones especiales con el secreto de la familia Prada.
Mogollas con sema, trigo y miel de caña.
Hacía las cinco de la mañana, como si no hubiese pasado la noche trabajando, Benjamín, llueve o truene, se va para el potrero, distante unos quinientos metros del casco urbano a cortar pasto para alimentar durante el viernes al rebaño de camuros que desde siempre ha tenido, y media hora después, regresa a la panadería, se pone el delantal de viejo cuero con tirantas y unos guantes del mismo material que cubre hasta el codo sus manos, y empieza la horneada que termina sobre las once de la mañana tostando el maíz, las habas, la arveja, el trigo y la cebada que las diferentes familias traen para ese servicio para usar luego en el consumo familiar.
La casa de la derecha es la panadería de Benjamín Prada en la calle principal de la municipalidad.
Los panecillos, almojábanas, mogollas, mantecadas y Benjamines se adoban con mantequilla de vaca que cada jueves llega por arrobas del vecino municipio de Onzaga y con miel de caña que algunos campesinos todavía producen en veredas lejanas.
Las almojábanas se mojan en proporciones iguales de harina y cuajada, los torcidos llevan tres partes de cuajada y una de harina, y las mogollas llevan un cincuenta porciento de sema y van endulzadas con miel de caña; y las mantecadas, como los penques, tienen el secreto que mantendrán los miembros de la familia y ayudantes que se dan cita cada jueves a jugar trabajando haciendo delicias con la harina de trigo.
Marina, la hija, como los padres, Benjamín y Helena cuentan que las amasadas dan oficio pero que ellos se divierten haciéndolo porque es un trabajo que han venido haciendo desde niños, y con tal que se recoja lo de los insumos y se pague a las personas que colaboran, así como los servicios públicos y el gas, es un agrado hacerlo mientras tengan vida.
Por eso en Joaquín usted encuentra pan de cien, doscientos y quinientos pesos, así como mogollas de quinientos, mil y dos mil pesos, y mantecadas desde dos mil hasta cuatro mil pesos con el sabor y la sazón del pan artesanal que le pone la familia Prada en ese pueblo escondido entre cordilleras de tierras arenosas de las que los campesinos derivan el escaso sustento para vivir en paz convencidos que cuando la muerte les llegue estarán con los mismas pertenencias que tenían cuando nacieron abrazando la muerte así como lo hicieron con sus vidas, pues tienen la creencia que la muerte es parte de la vida, y la vida sin la muerte sería aburridora porque no habrían renovación del universo y con que hay en él.
Vista desde la casa de Benjamín en donde funciona el restaurante por demanda.
Y si usted alguna vez va a esta localidad, debe mandar hacer la alimentación, y donde Martha y Helena encuentran sabrosos desayunos y cenas a 1.5 dólares y almuerzos de dos dólares, incluso con pescado y postre.
Ricas mantecadas.
Los torcidos de Benjamín son un deleite al paladar, por su cocción, por su sabor y por su suavidad. Desde los padres de Benjamín estos panecillos de harina de trigo y cuajada, se le llaman torcidos por la forma de clineja que se les da y se bautizaron con ese nombre para recordar al consumidor que la ventaja de ser honesto en el pensar, en el actuar y en el hacer, no tiene competencia, pues abundan las personas de doble moral que se enriquecen con los torcidos que traman los contratistas con los administradores públicos para quedarse con un buen porcentaje de los presupuestos institucionales.
Las fotografías son de propiedad del bloggero.
San Joaquín, octubre 30 de 2005.
Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.
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“El amor no se mira, se siente , y aún más cuando ella está junto a ti”. Pablo Neruda Nauro Torres 2.021 Amándote amanecí, contigo soñé; ...
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La huella que dejó en los feligreses de numerosas parroquias de la Diócesis de Socorro y San Gil, son imborrables. el rastro que ha dejado ...