"La tierra es abundante para todos,
pero no para la voracidad del consumidor"
Mahtma Gandhi
Mi rancho de hojas de caña,
era espantapájaros, en la labranza;
guarecía la remesa, la estera y la brasa;
la miel, el azadón y las machetas;
la ropa de trabajo y alpargatas;
mi bordón y mi perro, capitán.
Mi rancho de hojas de caña,
Fue mi castillo en la niñez, y hoy, mi añoranza.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
El sol entraba al poniente por la entrada,
al medio día era sombrilla a quienes amábamos la labranza;
ocultaba el ocaso con su espalda;
en la noche una cueva segura para descansar;
nos abrigaba el calor de las piedras
y brasas
del fogón triangular que, en el pórtico, estaba.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Isósceles era su entrada y retaguardia,
rectangulares sus caras;
piramidal su estructura camuflada;
en cuatro cimientes de arrayán, se apoyaba,
ayuntados con varas de juco,
sesteados leños delgados atados
con bejuco de montaña;
lucían sus caras anguladas
cual praderas entreveradas;
en triangulo omnipresente
en su interior dormíamos,
a la Providencia abandonados.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Sus techos con palma de caña
punta y pata dobladas,
urdidas cual esteras con alma;
sus limbos en cascadas lucían ordenados,
entreverados en las varas;
brillaban guirnaldas protegiendo intimidades,
cual pantaleta de mujer recatada.
A distancia, el rancho camuflado
en la maleza, no se divisaba;
el humo del fogón, no nos delataba;
salía cual neblina entre los pliegues de las hojas de caña
apretadas, cual cincha de montar
al macho titan en las jornadas.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Extraño el fogón de tres piedras traídas de la quebrada
dispuestas sobre la desnuda tierra en trinidad;
se dejaban acariciar por leños secos
de arrayán, chamiza y paja.
Con clavo del tren para traviesa
frotándolo con piedra escogida en la hondonada,
mi padre creaba la llama
que chispeaba encendiendo las pajas;
en un santiamén surgían las brasas.
En olla de barro,
la mazamorra de maíz pintado cocinaba;
el caldo mañanero con papa criolla,
el sancocho, cosecha de labranza;
con los años, el sabor y el olor de los cocinados,
están en mi paladar y la garganta;
todo era natural,
hasta las cucharas de palo de naranja.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Del ojo de agua donde nacía la quebrada,
traíamos en múcuras el agua;
la chucula en un
chorote se preparaba
con cacao y harina siete granos;
ya, a sabor a canela; ya, a clavo;
nos daba fuerzas en las madrugadas
después de dar gracias a Dios por el amanecer
y otro día para trabajar con ganas.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
En una estera de papelón,
sobre un cuero de vaca,
junto con mi padre, me acostaba;
mientras el viejo narraba sus historias inventadas,
me dormía viajando en sus relatos,
dentro del costal de yute, me abrigaba.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Despertar con el aroma del café
alboreando con una jícara de tinto,
viendo despuntar el día
y espantarse la noche con el sol;
era un placer celestial inigualable;
ahora que se duerme poco
en la ciudad atiborrada.
Empezar la jornada buscando leña,
cortando pasto a titan;
mientras una liebre levantaba capitán,
mi padre cazaba sin afán,
la proteína para el puntal con yuca sata,
ají y una mincha de guarapo.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Hoy, en la ciudad todo es igual;
la noche llega, sin desearla;
el ruido de la calle, es pan diario;
sin poder salir al portón y a la ventana,
sin tomar el sol, igual que capitán,
sin rondar buscando pasto,
cual escuálido titan con hormiguillo.
Hoy extraño los terrones y piedras donde nací;
la frescura del bahareque y el adobe;
las cañas de castilla asidas con cuan;
extraño el orín de los terneros,
el olor a estiércol, a hierba verde;
extraño el vaso de caliente leche
de la muñeca ordeñada en el corral.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Ya no puedo ir al ojo de agua,
las múcuras están vacías,
la quebrada se secó;
extraño la yuca sata, la arracacha,
el bore, el plátano, el frijol cartagenero
los granos de maíz multicolor, el jite y los tallos;
extraño la piedra de moler,
el viejo titan y capitán,
mi viejo maestro del relato
y mi rancho de palma de caña.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Solo están en mi memoria sin praderas
montañas y labranzas
sin ocasos y auroras animadas
sin el canto de las aves en la labranza.
Solo están en los recuerdos de los abuelos
que vieron a sus bisabuelos y padres, huir;
de un extremo a otro de Colombia,
con la ilusión para los nietos,
de una paz, un país sin odios, sin mentiras, sin saqueos,
como soñó Galán y María Antonia
y su hermano, el capitán Fernándo
Santos Plata,
los tres, con ancestros guanes;
hoy borrados de la historia con intención
para que los pobres de siempre no se levanten
y otra revuelta comunera y colombiana, armen;
mientras los ranchos de palma de nacuma
se construyen en las montañas
para amparar familias que huyen de las balas,
y continuar sacando de las entrañas de la tierra
los alimentos para hijos y abuelos,
que morirán como sus padres
haciendo labranza en las vísceras de la montaña
escondidos entre montañas.
¡Cómo extraño mi rancho de hojas de caña ¡
Hoy, solo tengo mi bordón de guayacán,
para caminar con el peso de los años,
el tramo del camino que hace falta,
para ir a descansar junto al macho titan,
mi fiel perro, el capitán,
junto al viejo Agustín,
el relator de historias sin contar;
¡para no volver a extrañar mi hojas de caña ¡
Inolvidables vivencias traídas magistralmente por si pluma profe Mauro. Gracias por compartir.
ResponderEliminarLa vida es una colcha de retazos. Y las vivencias, pedazos de vida. El lograr de usted esta apreciación sobre el poema: "Mi rancho de hojas de caña" anima a seguir escribiendo, describiendo para contagiar de literatura a personas como usted, menos del covid-19.
EliminarEs para mi un honor compartir lo que escribo.
FELIX GOMEZ BOGOTA
ResponderEliminarMuy bien.
Normalmente los ranchos se cubrían con hojas de nacuma, o iraca.
Algunas veces con hojas de caña brava, o de Castilla?
Cordial saludo.
ResponderEliminarEn tierra caliente y templada, si aun son normal tapar el rancho con palma de nakuma u hoja de iraka.
En tierras con tradición cañera, se usa aun la palma de caña de azucar.
Con la caña de castilla se tejen canastos.
LUIS MARTINEZ ARIAS CHARALA
ResponderEliminarBuenos días compañero, como dice el bolero "Te saluda un viejo amigo, que te encuentres uno mas"
En mi tierra, ese rancho era más común para el gallinero que para otra cosa, tal vez porque la caña no era un producto de esta región, sólo caña brava y guadua.
Yu no entendí con cual VEJUCO' amarraban los palos, por acá amarran con otro BEJUCO... y no es, que este bejuco, como decía mi padre, las paredes eran de BAHAREQUE y no de VAREQUE, y el HORMIGUILLO, de por acá, es distinto al ORMIGUILLO del sur del Departamento
Por lo demás 👏🏻👏🏻👏🏻, por recrear os con esas historias de infancia campesina, que tan buenos recuerdos traen
Un abrazo y un feliz dia
Tiene razón apreciado Nauro. Estos recuerdos del campo, de la vida campesina y de nuestras exóticas actividades de niños, producen nostalgia... y si a ellos agregamos la condición de confinamiento y el menosprecio por el agro,... aún más. Buen día y éxitos.
ResponderEliminarPara una niña que igual, creció en el campo, para una pintora que plasma paisajes, el leer este mi relato le da elementos para hacer un buen cuadro.
EliminarFuimos tan felices siendo niños en el campo, con tampoco y sin nada. Con los años, uno vuelve a ser niño, y este confinamiento nos ha obligado a valorar hasta un rayo de luz.
Si. Es verdad. Los citadinos, los pueblerinos, aun desprecian al campesino, y muchos aun, no se percatan que han sido los cosecheros y productores del campo quienes no han parado para millones se puedan alimentar,
Gracias compañera Carmenza por acompañarme con la lectura de mis versos.
DIEGO SUAREZ PUENTE NACIONAL
ResponderEliminarLo leí en silencio, luego en voz alta simulando ser declamador. no niego se me humedecieron los ojos.
Los recuerdos afloran tras la lectura, muchos de nuestra generación con vínculos rurales nos toca en lo más profundo su poema del rancho de caña.
¡Felicitaciones¡ Nauro
Apreciado Diego, amigo de las letras, la historia y el folclor:
ResponderEliminarSu sensibilidad, su interés en el pasado y en las cenizas de varias costumbres y gustos gastronómicos de nuestro amada Puente Nacional, le instaron a leer en silencio y en voz alta, mi poema en homenaje a nuestros abuelos y padres, incluso a los de nuestra generación con este poema de corte histórico, para recordar de donde vinimos y porque como las cabras, los fines de semana, corremos al campo.
En mi trasegar como maestro y líder social, recorriendo trochas y caminos en regiones apartadas a donde llegaron desplazados por la guerra de los mil dias, por la muerte de Gaitan, por la guerra de fin de siglo XX, es cuando uno reconoce que somos un pueblo peregrino desde la llegada de los españoles, como usted muy lujosamente contó anoche.
El poema es un canto al dolor y a la esperanza. Y a la vez, un reconocimiento que los viejos, en el ocaso, regresamos a los parajes en los que crecimos.
DIEGO SUAREZ PUENTE NACIONAL.
ResponderEliminarSencillamente así solo pueden expresarse, quienes gozan del don de las buenas letras.
Diego, le comento, fue por la pandemia y para invertir el tiempo que descubrí el gusto por la lírica. Y como ya suman mas de tres meses sin a la tierrita, entonces, estoy elucubrando cosas y sentimientos veleños, y en especial, campesinos,
ResponderEliminarMe halaga su apreciación. Anhelo seguir compartiendo una de mis 300 historias ya compartidas en internet.
PEDRO MONTES BOGOTA
ResponderEliminarBuen día compañero de escuela.
Muy buenos los poemas que nos deleitan con los recuerdos.
Mii padre también tenía una finca en Peña Jiménez y me trae en la mente acontecimientos que usted narra; no sé si usted con su padre Agustín (q.p.d.) igual los vivió. o no?..
Por irse con mi primo Jorge para el seminario, cordial saludo
Mi compañero Pedro Montes. De los egresados de Providencia, aprecio su acompañamiento en la lectura de mis poemas y relatos.
ResponderEliminarFue costumbre de nuestros ancestros, los muiscas que vivieron en nuestras veredas, el tener roserias y rancherias con labranzas en varios pisos termicos.
Mi padre tenia en las gradas de Peña Blanca y en la finca de doña Trina Lancheros. Un una cosechabamos arveja, nabos, ibias y papa, el lo otra caña y yuca. El rancho en referencia fue el que mi padre tenia cerca al molino.
Recuerdo que En Peña de Jimenes, había varios labranceros. Cosechaban yuca y maíz.
Claro, por ser el mayor fui el monaguillo de mi padre. Por ello,. la mayoría de mis relatos ocurren en mi época de niño.
Felicitaciones nauro que facilidad para escribir ,bien bonito,; lo remonta a uno a la niñez el campo de los abuelitos su ranchito de paja y bareque sus tinajas y el ojito de agua 👏👏👏Martha Saenz. Puente Nacional
ResponderEliminarPaisana Martha Zaenz:
EliminarAcepte mi saludo a la distancia. Bienvenida a mi blog. Registro con sorpresa que una paisana, no solo me lea, sino que se atrava a comentar. No usual en los lectores.
Acojo con aprecio sus felicitaciones. Las asimilo a un suculento balay de nuestra tierra, añorado por mi al no poder regresar a Puente como lo hecho toda la vida.
En mi blog, encontrará 290 historias, y de ellas, el 60% tiene como espacio a nuestra tierra de Lelio Olarte.
Al pensar una madrugada como contar a las nuevas generaciones, la sencillez de las viviendas del campo y los ranchos para entrojar el maiz y colgar los aperos de las bestias, recordé el rancho de mi padre en tierra ajena con sus huertas de yuca y maiz, y yo, tras él como un gorgojo.
Tanto el bahareque, como el adobe, la hoja de vijao, las tinajas y botijas, asi como los ojos de agua, si nos los registra alguien para la literatura, esos mozos años con los abuelos serian parte del olvido.
En Providencia hubo tres familias prestantes con su apellido. Uno fue jefe de estación, y el otro. el dueño del almacen de telas y la botica.
BIENVENIDA AL BLOG.
ANA ISABEL URREA CURITI
ResponderEliminarNauro, en la lectura me transporté hacia un rancho.
La idea de la foto genial, porque la verdad aquí conocí unos muy simples que los usaban cuando llovía.
Me remonté en la historia y lo que me parece más lindo es que: Se era tan feliz con tan poco.
Felicitaciones
Mi apreciada investigadora de la historia, cordial saludo.
ResponderEliminarSi logré transportarle al rancho de palma de caña de mi niñez, me anima y empuja a continuar usando la descripción en los poema, y como anotó en poema anterior, uso la poesía para contar algo, incluso de historia.
En la provincia de velez, en las zonas del carare-opón, y en cañaduzales, son usuales, para pernoctar aún, y guarecerse del agua.
Mi padre tuvo ancestros muiscas, y entre ellos era usual que las familias tuviesen cementaras en tres pisos térmicos para nutrirse. El lo hizo, y yo tras él.
Con mis historias narro mostrando que se puede ser feliz sin tener ni atesorar. Que hay pobrezas dignas y que los campesinos somos unos guerreros para sobrevivir, incluso de las guerras en las que nos incluido, sin querer.
Agradezco su compañia, leyendo mi blog, y comentando en él.
RESPUESTA DE ISABEL URREA
EliminarPor eso ese poema cala...porque sale del alma. Época de carencias materiales pero multimillonaria en afecto y felicidad; personalmente me gusta más.
Un abrazote quiebra costillas
PROFESOR ALVARO GOMEZ MOGOTES
ResponderEliminarEste rancho por acá se llama rancho labrancero .
Buena imaginación para afirmar tantos aspectos de algo aparentemente insignificante .
Colega Alvaro, cordial saludo.
ResponderEliminarRancho labrancero. Igual lo reconocía mi padre. Tanto la labranza, ya sea en tierra ajena o distante de la casa., así denominaban a un cultivo de mediana duración.
Al narrador sensible el describir algo es parte de la magia al escribir. Desde la optica de la historia, es dar significado a una cosa de uso comun en varias familias campesinas. Y sobre ellas, y sus vidas, solo escriben cuando hay sangre de por medio.
Me agrada lea mis relatos.
DEL ESCRITOR PEDRO MATEUS
ResponderEliminar[20:35, 24/8/2020] Pedro Mateus: Y seguimos en guerra...ahí está la guerrilla y los paramilitares...y los pícaros de toda laya haciendo de las suyas...las masacres no cesan y los cultivos de la yerba tan prósperos como en otros días...y todos lavando nos las manos con la ineficiencia del gobierno....estamos como Sísifo ...cuando vamos llegando a la cima la piedra se vuelve al pie de la pendiente...que tristeza...
20:40, 24/8/2020] Pedro Mateus: El desplazamiento tiene más de una causa...la violencia es la más común...otra el proceso mismo la historia...hoy la mayoría de la población busca las ciudades y poblaciones mayores...
[20:43, 24/8/2020] Pedro Mateus: Es curioso observar como los comuneros se rebelaron por el impuesto a la hoja de tabaco...hoy el problema la erradicación de la coca...parece que la historia se repitiera...
[20:48, 24/8/2020] Pedro Mateus: Ayer me echaron del pueblo...mañana yo he de volver...dice la canción...será este el deseo de nuestros paisanos asinados en los cordones de miseria de las ciudades? Si habrá nostalgia por el ranchito abandonado allá en la loma?
Cuánto me gustaría que yo lo pudiera hacer...pero es una utopía..
.cordial saludo profe...
Cordial saludo, compañero del camino.
ResponderEliminarReferente a las masacres recientes ( bautizadas por Duque como homicidios colectivos) en tres puntos cardinales de Colombia, sucedidas luego de la detención domiciliaria de AUV, sumado a escalada de decretos de índole económico que se produjeron al principio de la ampliada cuarentena (4 veces mas), adicionado a un ataque mesiánico contra la CSJ, avizoran el regreso de la guerra, tal como ocurrió con las escaladas del ELN, grupo del cual, se suspendieron las mesas de dialogo, y la aparición de Paras, sumado a la agudización de la crisis económica generada por la parálisis del aparato productivo, em´pieza a nublarse unos años otra vez oscuros para todos.
Usted cita el mito de Sisifo, y hoy me pregunto a quien representa este personaje en esta Colombia sufrida y con herencia violenta según su tesis?
Comparto y siento esa misma tristeza. Ya en nuestro ocaso y el entorno, claro mas amplio, no mejora para nuestros hijos y nietos. También a ellos, como lo hicimos nosotros, en nuestro tiempo, empujar loma arriba la piedra, con la misma ilusión de poder apalancar la roca en la cima y lograr una paz duradera.
Compañero, una cosa fue antes del covid-19, y otra en nuevo panorama. En mi humilde opinión-como dice usted- la gente va intentar regresar al campo para vivir sin tanta premura y ambición, pues el mismo modelo de ser el líder, el mejor, empezó a barajarse ante la arremetida del capitalismo depradador. Sorprende, por ejemplo, la migración de bellezanos y granjeños a Puente Nacional. Los condominios campestres que florecen en veredas distantes sobre la via a Barbosa, esta poblada por quienes migraron a Bogotá y desean tener un recreo de fin de semana.
La comparación entre los comuneros y los coqueros, en mi opinión, no procede. Por las siguientes razones:
- Los comuneros se levantaron contra los impuestos y el mal gobierno. A los guanentinos, comuneros y veleños no los obligaban sembrar. Si a pagar impuesto al imperio. El virrey si mando apresar y colgar a los lideres como escarnio.
- Los coqueros, están en las selvas marginales limítrofes. Si los obligan a sembrar grupos armados, ya no colombianos, sino mexicanos. A los lideres que se opongan, los matan, pero a otros tambien para sembrar terror. igual como lo hizo la corona española.
Hermano, la nostalgia me esta corroyendo. Si bien vivo relativamente mejor, extraño la sencillez en que crecí. Añoro el campo. Me hace falta el olor a pino y eucalipto, a estiércol y a tierra.
Pedro, he buscado la causa por la cual mis padres y los padres de Margarita construyeron similar casa, en todo. Pero entre las dos, hay una diferencia abismal. La de mis padres, a la vera del camino y con cara al sol naciente. La de mis suegros, fue en una labranza a la cual se llegaba luego de pasar bosque por los 4 costados.
Curiosa es la vida. Las circunstancias nos obligan a ser creativos. Cerca a la casa, en el campo, mi hijo Carlos, en una loma se montó con 4 orquetas y tres parales, un rancho, no con hojas, sino con plástico, mirando al pueblo, y allí encontró señal de internet.
Compañero, si salimos de esta, hay que sacar tiempo para regresar al campo.