La niña de los cachumbos
Transcurrían los años
últimos del la década del sesenta, época azotada por la violencia partidista y
el esfuerzo de la Iglesia
católica por disminuir el impacto de la guerra por colores entre compatriotas.
El sacerdote Rangel
era el párroco en Puente Nacional. Llegó y asumió la misión de iniciar la
construcción de un nuevo templo con ladrillos a la vista y en la veredas mas pobladas y muy generosas, una capilla para facilitar el proceso pastoral en el que estuvo empeñado. La vereda Jarantivá es extensa y larga, tiene variedad de climas. Los reunió y lanzo la idea de levantar una capilla. Y con delegados de los sectores junto con el párroco hicieron el recorrido por el camino real desde Brazuelito hasta el Morro, en la vereda Montes. Por mayoría decidieron levantar la capilla en el cruce de los caminos al Urumal, Muralla, el Morro y la vereda Montes en predio de propiedad de Alfonso Bohórquez el cual estaba dividido por el cruce de caminos. Los creyentes de los sectores medio y templado deseaban que la capilla fuese levantada en la vereda Jarantivá. Y los creyentes de los sectores frios, que fuese en la vereda Páramo; quienes, por mayoría ganaron. La capilla, por la generosidad de los paramunos, la convirtieron en templo. Los feligreses de Jarantivá, descontentos, instaron al párroco a apoyar la construcción de la capilla en la estación de Providencia, construcción que levantaron con ladrillo blanco en señal de paz sobres las cenizas de una casona que habían incendiado en 1.948 por ser los dueños liberales, incinerada por fanáticos godos de la vereda ganadora en la votación. Los dos sectores entraron en una sana competencia de consecución de recursos económicos
para iniciar la construcción de los templos.
Providencia era ya un
corregimiento con historia, mientras que Quebrada Negra fue fundada con
donación de un lote para la
Iglesia por los Hermanos Bohórquez, una familia que en esa
época era terrateniente, y alrededor de la incipiente construcción del hoy imponente imponente templo, los mismos Bohórquez vendieron lotes a quienes se unieron al sueño
comunitario.
EL REINADO EN LA ESCUELA
Y la forma en ese
entonces de hacer dinero para obras de interés comunitario, eran los bazares,
los rosarios en las casas y los reinados. Se organizó entonces un reinado en Providencia
y entraron a competir para recaudar recursos dos hermosas niñas, muy amigas
entre ellas.
Una se llamaba Yaneth
Cifuentes. Era blanca de ojos claros y
cabellos en forma de cachumbos, portaba esbelta figura acompañada de cierta
gracia femenina y vestidos muy juveniles, que otras de su edad escasamente
soñaban, y se diferenciaba de las demás
chicas de la época por su encanto y coqueteo.
Era hija de una señora Helena, conocida como
la médica, pues vivía de hacer recetas con
hierbas y era muy visitada en su casa por personas con algunas dolencias. Esta
señora, junto con su hermosa hija y su marido paisa, llegó por alguna razón a
la vereda y se instaló precisamente en la casa que existía en la finca llamada Agua
blanca de propiedad de Darío González, ubicada en las tierras que se insertan
entre las corrientes de las quebradas Agua Blanca y la Negra.
Y la otra niña, de
nombre Margarita, era la hija del inspector de policía de Providencia, que
cursaba el tercero de primaria en la escuela del mismo nombre, y que si bien no
tenía mucha ropita, pintaba ser agraciada y dinámica.
Las familias se
ubicaron a bando y bando según la amistad de cada quien. Y las actividades
empezaron de lado y lado con el único objetivo de recaudar dinero para iniciar
la construcción de la capilla en Providencia.
Las diversas actividades se hacían los fines de
semana en las veredas circunvecinas y en las casas de familias amigas. Adultos,
jóvenes y niños participaban y colaboraban para alcanzar el objetivo, que era
convertir a Providencia en un centro para que allí llegaran los vecinos a hacer
el mercado.
Después de varias
semanas de fiestas, francachelas, parrandas y competencias, el reinado culminó
con un bazar de tres días de 24 horas
cada uno. Y al llegar el conteo de los fondos recaudados no gano la reina de la
simpatía que era para nosotros los jóvenes, la niña Janeth, sino la que había
recogido mas dinero, la hija de Darío González, la niña odiosa que había
llegado del pueblo a estudiar en la
vereda.
Que me recuerde, fue
la primera vez que oí hablar de fraude. Lo cierto es que las dos reinas se
hicieron muy amigas y entraron a competir en equipo por la admiración de los
niños y jóvenes de quinto. Ellas, juntas eran una dinamita. Aparecían en todas
partes y eran reconocidas como las reinas de la escuela. Las que bailaban
cualquier ritmo y con quien las sacara a bailar, pues esa era la enseñanza que
les quedaba del reinado, tener la capacidad de defenderse en cualquier
escenario.
En el álbum rojo de
nuestro primer colectivo familiar, reposa una foto en la que aparece Margarita
en una actividad en los Robles, estación del tren ubicada en la vereda Montes
del municipio de Puente Nacional.
Pasaron muchos años
para que la gente olvidara ese reinado y sus protagonistas, unas niñas de
escasos once años que terminaron siendo amigas de verdad. Hoy con motivo de los
14 años de la muerte de una de sus protagonistas, rindo homenaje a esa niña,
quien, sin saberlo, trabajó siendo una niña para lograr fondos con los cuales
se iniciaron las bases de la capilla de Providencia, edificación hoy que se
pierde en el follaje de un potrero cercano a lo que fue una estación pujante
del tren que, desde Barbosa trepaba lentamente como culebra por las ramas,
hacia el altiplano de Bogotá, transito que se suspendió desde 1976.
Janeth, la hija de la
supuesta médica quien la ofertaba al mejor postor para esposarla, resultó casándola
rápido, pero el destino se ensañó contra ella, quedando viuda muy joven y con
niños: la última vez que junto con Margarita la buscamos por iniciativa de ella
para ayudarla, la encontramos en oficios varios en el Hotel Agua Blanca. Era la
intención traerla con nosotros, pero no la hallamos. Dice mi padre que murió
muy pobre y sus hijos se los quitó el Bienestar Familiar. Su madre murió de un
mal que ella tampoco curó, y su padre, desaparecieron
de la región de la misma forma como habían llegado.