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lunes, 2 de marzo de 2015

La leyenda de la “trestires” y otros presagios en tierras de Puente Nacional


Siempre fue en un atardecer, cuando el sol se ocultaba que se oía en la hondonada, su canto lastimero y triste. 

Mi padre, cuando oía ese trinar, tres veces seguidas, en un lapso de unos quince minutos, empezaba a orar e implorar clemencia a Dios por el alma del cristiano que acaba de fallecer.

Su trinar era un  misterio que retumbaba al anochecer entre los arboles de galapo, guamo y café. Quien lograba escuchar a esta ave de mal agüero, encontraba en su canto el misterio de un anuncio  que obligaba a tejer oraciones a favor de cada una de las personas de la familia que estuvieran lejos. El mismo canto en tres tonos diferentes obligaba al oyente a iniciar una reflexión sobre lo vano y efímera que es la vida  quedando a la expectativa de una noticia no deseada.

Su nombre en Colombia no aparece registrado en los inventarios de aves, al menos eso pude verificar, pero en los campos de Santander la Trestires es un ave que con su canto anuncia la muerte. La muerte de un familiar o conocido. En otras latitudes al ave la identifican como tres pies, cuco rayado o pájaro sin fin. 

Del tamaño de un cernícalo o garrapatero de tierra  media, con plumas negras con el pico y patas, de  tamaño similar a los ciotes o síllaros. Los habitantes del campo lo identifican  con un nombre similar a su canto en tres tonos: triste, quejumbroso y  misterioso.

EL CANTO DEL BÚHO A PLENA LUZ DEL DÍA

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Igual presagio tiene el canto del “currúco” o búho cuando se le escucha en cualquier momento del día. Esta ave benéfica por su función nocturna que cumple al alimentarse de insectos, murciélagos y víboras, es usual que se escuche su canto cuando cae la noche o se avizora el amanecer, pero cuando un cúcurrucú se oye a plena luz del sol, deja en quien lo oiga la preocupación del fallecimiento de un ser querido.

En mi niñez y juventud, fui testigo de noticias confirmadas del fallecimiento de un familiar o amigo de mi padre, luego de oír el cantar de la tristires. Y del cantar del búho, un día cualquiera en un matorral a la vera del camino que anunció la muerte de un amigo entrañable de mi niñez, cuya noticia conocimos al atardecer que había sido asesinado por sicarios en Bogotá cuando se disponía a coger un bus para ir al trabajo. Su muerte produjo en mí, un dolor inmenso, pues ese joven militar me había salvado de morir ahogado siendo  niño cuando juntos, nos bañábamos en una quebrada un día lunes día de mercado en el casco urbano. Él, me sacó del profundo poso a topones, me arrastro a la orilla, me puso boca arriba y me espichó con fuerza el estomago para expulsar el agua, volviendo en sí, momentos después. ÉL, fue posteriormente mi concuñado y a quien llamábamos cariñosamente “merengue”.

EL SILBIDO DE LA CANDELA

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En contraste al canto de la tristires al atardecer y del búho en el día, el silbido de la candela, que no es usual, trae alegría a quienes tienen la fortuna de escucharlo. Es premonitorio el ruido de las llamas cuando se esta preparando algún alimento.

 Las personas creen que anuncia la llegada de algún familiar o el éxito de un negocio. Quienes anhelaban la visita de un ser querido, echaban a la candela, ceniza para que la visita llegara con presente. Así lo constaté en mi niñez cuando mi madre compartía esa alegría que la invadía cuando escuchaba el silbido de la candela. Llegaba luego a la casa de mis padres una visita; ya fuera de los llanos orientales, Boyacá o Bogotá. 

En San Gil tenía igual premonición al silbido de la candela, cuando se veía a una libélula o lava culos, merodear por los espacios de la casa.

EL TREBOL DE CUATRO
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Un signo de buena suerte se encuentra ocasionalmente en los pastizales, y es una hoja de trébol como la de la fotografía. Se cree que el encontrarla, transportarla con esmero y disecarla entre hojas de cuaderno o en entre páginas de un libro, trae buena suerte en los negocios y en el trabajo.

LA HERRADURA DE LA BUENA SUERTE
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El encontrar una herradura usada es un signo de buena suerte para quien la recoge y lleva a casa y la coloca como adorno detrás de una puerta. Se cree que quien proceda así, en casa del poseedor nunca faltará el dinero.

EL PEZ DE LOS CRISTIANOS

En la época romana, cuando surgía el cristianismo y los creyentes eran sacrificados por su credo, ellos para evitarlo acordaron como signo de identificación entre sí, un pez; pero los romanos aprendieron a identificarlos, razón por la cual se convirtió en mal agüero para naciente religión en occidente.
mal

LA URRACA SOBRE LOS CULTIVOS

En los campos, se cree que cuando una urraca o cuervo sobrevuela un cultivo es un signo que no habrá buena cosecha. El matarlos es una manera de evitar la premonición.

supersticiones
En mentes mágicas los búhos son aves agoreras porque cazan de noche y porque se creía que auxiliaban a los magos en la elaboración de las pócimas para los hechizos. En los campos cuando un búho negro se posa frente a la casa, anuncia la muerte de un ser querido. Quien lo vea; si quiere evitar esa tragedia, un miembro de la familia debe salir con dos cuchillos en forma de cruz y conjurar el anuncio. 

Los búhos  son benéficos en los campos porque se alimentan de roedores. En personas intelectuales, el búho representa la cultura.
creencias

LAS MARIPOSAS MERODEANDO EN CASA

Si una mariposa negra entra a la casa trae presagios pues se cree que encarna a alguna persona fallecida que ha regresado a despedirse de los familiares o que ha llegado a anunciar la muerte de algún miembro de la familia; pero si la visita es de mariposas de colores, la alegría inunda la casa. Se anuncia que se va a recibir una grata visita.
mal
Cuando en las noches algún perro aúlla lastimeramente se cree que vio una ánima. Para liberar al ánima y al perro de su lamento, la persona debe colocar el sombrero copa abajo en el suelo.

Hoy ya los niños citadinos no creen en ningún  agüero ni se les asusta con el coco, ni creen que los niños vienen de París; pero en las poblaciones intermedias, la leyenda de la pata sola, el jinete sin cabeza, la llorona, el silbón, y la compañía de las benditas almas a quien viaje de noche por enlodazados caminos, aun persisten entre los habitantes.

San Gil abril 21 de 2.013
NAURO TORRES  Q. 


miércoles, 25 de febrero de 2015

ENTRE EL MAS ALLA Y EL MAS ACA.

Un insecto diminuto que abunda en las riveras de los ríos y que pica, tanto de día como de noche, sin ser identificado, hizo su labor de infección postrándome tres años después en un hospital por varias semanas, y en casa, otras tantas para lograr bloquear las fiebres reumáticas, efecto de su labor. Pero las consecuencias de la picada del mosquito y del tratamiento a las fiebres reumáticas surtieron el mayor efecto 36 años después cuando debí ser internado de urgencias en la FOSCAL en Bucaramanga en la que me diagnosticaron arritmia cardiaca.

Tres años antes de la cirugía de corazón abierto se me había detectado la aparición de un soplo. El cardiólogo que hizo el diagnostico predijo tres años mas de vida  en esas condiciones, los cuales se cumplieron cual rotación de la tierra. Los exámenes determinaron un daño irreversible en la válvula aortica que solo sería superado con una prótesis.

Y como todo en la vida, cada día tiene su afán. Fue un viernes 13 de diciembre de 2009, día que empezaba mis vacaciones de fin de año. Cuando el sol se ponía, salí de casa a entregar unas tarjetas de invitación al matrimonio del hijo mayor de seis en la cosecha.

Tomé una pendiente de unos 30 grados, y en la mitad de ella, ya estaba fatigado. Paré. Inhalé y exhale tranquilo y lentamente hasta recuperar el ritmo normal del corazón. Sin olvidar la recomendación del cardiólogo que tiene  nombre y apellido del emulo mexicano Alfredo Jiménez: “Si te fatigas dos veces, tienes dos horas para estar en la clínica por urgencias”.

Y la segunda fatiga se produjo inmediatamente después de la primera cuando retomé la cuesta luego haber caminado unos cien metros; pero este campanazo me dejó inmóvil en el portón de una casona en cuyo dintel me senté a reponerme. Estando en ese trance, pasó un colega maestro, quien al verme pálido y si fuerzas propuso llevarme a la clínica, oferta que modifiqué solicitándome que me transportara a casa. Hecho que se produjo de inmediato.

 

Ya en casa conté a mi esposa lo sucedido y alistamos maleta para partir de inmediato a la FOSCAL, en Bucaramanga, entrando de urgencias esa misma noche y en la madrugada obtuve el diagnostico final. Requería de cirugía de corazón abierto para el cambio de la válvula aortica. Procedimiento que se pactó para 40 días después por mis circunstancias familiares

La preparación a la cirugía demanda un estado de ánimo positivo y un apoyo emocional de la familia. La cirugía, luego de cinco horas fue exitosa, pero el postoperatorio es el 90% del éxito del procedimiento.

EN LA FOSCAL

Fui consciente hasta cuando me dormí esa noche del 27 de enero de 2010. Luego, tuve una luz de conciencia cuando me trasladaron del quirófano a la camilla para ser trasladado a la UCI. En ese lapso sentí ahogarme y mientras intentaba tomar aire, el cirujano cardiólogo me susurró al oído: “yo ya hice mi parte. A partir de este instante tu vida depende de ti”, y volví al estado inicial de inconsciencia.

No recuerdo cuando tiempo transcurrió cuando  volví en sí encontrándome conectado a un monitor que controlaban ocho personas desde el centro de la UCI  observando la evolución de diez personas, que al igual que yo, estaban en idéntica situación de indefensión y cuidado.

En ese lapso me vi postrado e inmóvil y conectado en el cuello, en las manos, en los pies, por el ano, por la boca, por el abdomen y por el pene en una cama totalmente blanca rodeada de cortinas de igual color. Mi ser estaba fuera de mi cuerpo postrado y lastimado. Entré a un largo túnel color rosado, amplio en la boca y estrecho al final en donde se avizoraba una luz semejante a un amanecer en en el campo donde crecí.

En el transcurrir por el túnel me observé en cada época de mi vida. Desde mi nacimiento en una pieza de una casa levantada en adobe, mi primera comunión, mi primer día en la escuela; me vi rezando de rodillas con mis padres por la basílica de Chiquinquirá, y cual ave, hice un veloz viaje observando desde lo alto los parajes en los que viví en el transcurrir de mi existencia.

Vi el rostro de mi esposa Margarita que murió en el 2000, a las dos abuelas que  murieron siendo jóvenes y a un tío que también había muerto en la década del noventa del siglo XX.

Todos  se observaban felices e insinuantes para que los acompañara a donde estaban; pero mi viaje era muy veloz hacia el final de túnel, y en ese trayecto, alcancé a ver el rostro triste y lloroso de mi hijo menor que tenía tres años, y al verlo de reojo, en ese estado de indefensión, mi viaje se detuvo, regresándome con mas velocidad por el mismo túnel. Cuando desperté estaba rodeado de dos enfermeras y dos médicos que balbuceaban entre sí: “Casi se nos va”.

Razoné. Estoy vivo. Y me acordé de las palabras del cirujano cardiólogo: “ de aquí para allá todo depende de ti”. Estaba inerte pero me sentía vivo. No podía moverme pero podía ver. No podía hablar pero escuchaba. No tenía dolor pero sentía cuando me inyectaban. No podía defecar pero ganas habían.

Fueron cinco días de 24 horas en la UCI. Allí no hay  noches. Las lámparas están siempre prendidas. Sentía que amanecía cuando limpiaban mi cuerpo con toallas húmedas refrescándome y poniéndome en contacto con la vida, y para hacerlo me volteaban con cuidado. Esos baños eran la constatación que seguía vivo pero en cuidados intensivos.

 

En algún momento desperté con murmullos de los médicos y enfermeros. Daban reanimación al paciente del lado derecho. Fueron unas dos horas entre el respirar y el dejar de hacerlo. Ya en la madrugada oí una solicitud sentida del paciente. “déjenme morir. No quiero sufrir mas”. No hubo respuesta a sus palabras. Al amanecer su cuerpo fue retirado de la UCI.

Al frente de mí hubo una mujer que también habían operado con corazón abierto. Aunque éramos observados por profesionales, la señora sufrió un preinfarto y estaba tan débil que sentí su muerte en menos tiempo que el vecino.

 

Otro paciente estaba en el mismo lugar por una cirugía de la próstata. El, gritaba de dolor y en sus lamentos decía. “sáquenme las tijeras que dejaron dentro de mí”. Me están cortando y tengo mucho dolor y con palabras soeces insultaba a los médicos y enfermeros.

Y en un extremo había otro paciente que gritaba: “Me cambiaron el corazón pero me cosieron el culo. Me pusieron un corcho”. ¡ Ayúdenme¡. El paciente tenía un estreñimiento insoportable de cual ningún paciente que este en una UCI, se libra.

Fueron cinco largos días en cuidados intensivos y posteriormente dos en habitación. En la  pieza poco pude dormir y la carencia de sueño y el estreñimiento me instaron a empezar a caminar. Inicialmente dentro de la habitación, y luego, por los corredores. Era consciente que entre mas caminara, mas rápido me restablecía. Al día 14 ya hacia tres mil metros y al día 20 ya caminaba sin acompañante.

 

Mi válvula aortica se solidificó como efecto de las fiebres reumáticas. las fiebres reumáticas.  El mosquito hizo su infección mientras me encontraba en las arenas del río minero en la vereda Otro mundo del municipio de la Belleza, buscando esmeraldas aprovechando unas vacaciones de mitad de año en 1974 en compañía de un alumno y de un colega, llamado Ricaurte Becerra, quien fue precisamente la persona que 36 años después me encontró y auxilió cuando sufría el segundo desmayo en la carrera 9a. con 14 en la ciudad de San Gil.

No encontré esmeraldas, pero un mosquito si me encontró. Dios fue generoso al darme una segunda oportunidad. Uno simplemente debe abandonarse a Dios, y Él, decide. la vida es una sola y mientras se tenga hay que vivir cada momento como si fuese el último, dando gracias s Dios por cada minuto vivido.

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Desde entonces mis hábitos alimentarios, mis rutinas, la forma de ver la vida y de relacionarme con los demás, así como mi relación con Dios, fueron modificados.

Menos acción y mas reflexión. Menos proteína animal y mas vegetales. Menos trago y mas jugos. Menos sal y menos azúcar. Mas ejercicio y menos sedentarismo. Mas unidad familiar y menos vida social. Mas espiritualidad y menos materialismo. Mas lectura y menos televisión. Mas tiempo en el campo que en el pavimento. Mas libertad y menos apego a la vida. Mas agradecido y positivo en cada circunstancia. Mas caluroso y menos calculador. Menos palabras al enseñar y mas con el ejemplo. Y lo mas importante, comprendí que lo único que tiene es la familia y escasos amigos.

IMG_8794 Victor Verardinelli, un amigo en las buenas y en las malas.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Don balay, el señor sancocho y el tamal

Piquete Veleño Vélez Santander Colombia Foto Luis Danilo Grandas ...
Comer es una alegría. La comida es más que supervivencia. Con ella entablamos amistades, cortejamos y agradecemos las bendiciones recibidas.Compartir la comida siempre ha sido parte de la historia de la humanidad.

En la cueva de Qesem cerca a Tel Aviv, se halló evidencia de alimentos antiguos preparados en un fogón de hace 300.000 años, el mas antiguo que se haya encontrado , en donde los comensales se reunían para comer juntos. De las cenizas del Vesubio, se sacó una hogaza de pan circular con marcas de corte, horneada para ser dividida.

"Partir el pan juntos", una frase tan antigua como la Biblia, captura el poder de los alimentos para forjar relaciones, olvidar el enojo, provocar risa, y sentir el calor humano.

El balay,  el sancocho, el tamal, los asados, el chocolate, la empanada, el tinto, el helado, la arepa, la almojabana, son alimentos y golosinas que sirven de excusa para estrechar los lazos de amistad.

El balay es una comida diversa con tubérculos, con tres carnes y huevos cosidos que se ofrece en una cesta o canasto conservado en hojas de plátano a invitados a un almuerzo campesino en los municipios de la provincia de Vélez en Santander como avío para el camino rumbo a San Eccehomo, Chiquinquirá, la Candelaria acompañados en romería a cumplir los pagamentos en los delegados de Dios.
 
El avío es un entremés que toda madre o esposa apronta a los hijos o esposo cuando se van algo lejos a trabajar en una finca para que calmen el hambre antes de regresar a casa, ya sea a almorzar o a comer. El avío esta compuesto de yuca y carne azada, o mogollas con un pedazo de gallina, o mogollas con bocadillo, o arepa con huevos cosidos

El sancocho es el mas preparado en los paseos de olla a la quebrada. El sancocho es un cocinado de yuca, papa, plátano, arracacha, frijol verde, zanahoria, costilla de res, gallinas adobado con cebolla, ajo y guacas. En Colombia el sancocho es la comida que une a la familia o a los amigos para celebrar el año nuevo, participar en un paseo o celebrar alguna fecha especial. Pero la une no solo en el momento de compartirla, sino en el transcurso de su preparación en la que participan, tanto mujeres como varones y niños.

Sancocho de gallina o pollo - Fácil
En Barranquilla con ocasión de los carnavales y las fiestas navideñas los vecinos de la cuadra aportan y hacen entre todos un sancocho que sirven a propios y visitantes hasta terminar la parranda.
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El Colombia  el tamal es una comida muy popular. Los pobladores tienen una manera particular para combinar los ingredientes que varía en cada región. Se caracteriza porque la base es el maíz y el empaque es en  hojas atados con cabuya de fique. En navidad los integrantes de la familia se unen para hacer los tamales que demandan un proceso largo, dispendioso y cuidadoso.  Es alrededor del tamal que se celebra la navidad el cual se sirve con pan a media noche. 

Tamal santandereano, Receta Petitchef


Carne a la Llanera | Asar a la parrilla, Carne asada, Carne

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La mamona en los llanos orientales, la llanera en otros departamentos, los asados en los hogares son ocasión para celebrar con comida algún acontecimiento o fecha especial. Y aunque el uso de la carne no demanda labor de muchas personas, el consumirla en  reunión si genera un proceso que fortalece el entramado social de quienes en ella participan. Pero son los asados ocasionales los que animan  y unen a los miembros de una familia.
 
En las tierras con clima frío es usual que las familias se unan para compartir un chocolate que preparan en leche y sirven con queso y colaciones.
Espumoso Chocolate Caliente de Marshmallows | #Artividades
En Santander es usual compartir con la familia y los amigos en torno a una empanada. Las hay de yuca, de harina de hojaldra, fritas y horneadas.
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En la provincia guanentina, concretamente en Mogotes,San Joaquín, Charalá, San Gil y  Barichara es usual la olla comunitaria con un almuerzo que se arma con los aportes en especie de quienes en ella participan con ocasión de trabajo comunitario para arreglar las vías, la escuela o para adelantar una huerta en los predios de una de las familias participantes.
EN COLOMBIA, VENEZOLANOS. LA OLLA COMUNITARIA EN NUESTRO MEDIO ...
Y el café, o mejor el tinto es la bebida que sirve de excusa para hablar y compartir entre los colombianos. En el municipio de la Belleza en Santander una familia ofrece al visitante un tinto con sabor a limón o canela, y sobre él, unas gotas de mantequilla de vaca. En San Gil se ofrece un tinto bien cargado, ya sea en los hogares o en los cafés.
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Las tortas, si bien no se preparan en casa, son un recurso para celebrar entre amigos las ocasiones especiales como los cumpleaños, los bautismos, las primeras comuniones y los matrimonios.
            
Hacer una acción de gracias, celebrar la amistad, celebrar un cumpleaños, un aniversario, un funeral, un encuentro, es usual en Colombia hacerlo con comida; pero la unidad familiar y las costumbres familiares se afianzan cuando en grupo se preparan las comidas para ocasiones especiales.
Oración para el Día de Acción de Gracias - Thanksgiving Day 2020 ...
Familia que ora antes de cada comida siembra valores de gratitud entre los miembros.

En México, Guatemala y Rusia, el día de los muertos,   los cristianos tienen la tradición de compartir la comida con los seres queridos fallecidos a quienes le llevan a la tumba una porción de la su comida favorita, la cual comparten entre los deudos usando como mesa la misma tumba. Ellos no celebran con tristeza la muerte, sino lo  hacen con alegría y gozo.
Es la comida un medio para celebrar la vida, celebrar la muerte. Celebrar la felicidad y el bienestar. Compartir la comida es un valor que en los campos tiene un mayor aprecio y practica que en las ciudades. El hacerlo disminuye la soledad, une a las personas, fortalece los lazos sociales y fortalece la fraternidad, la solidaridad y la vida en común.
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Escenas como esta es común el primero de noviembre en México: Los deudos llevan comida para compartir y servir en la tumba del familiar cuyo cuerpo yace en el cementerio.

SAN GIL, 
NAURO TORRES Q.
2.015



















martes, 17 de febrero de 2015

Una rosa con pecas en la nariz

El pudor, el amor así mismas, la dignidad fueron valores que acompañaron a las mujeres en el siglo pasado en todos los estratos. Hoy las adolescentes para ganar estatus empiezan a tener relaciones sexuales desde los 12 años y una de cada cinco colombianas entre los 15 y los 19 años ha estado embarazada alguna vez.

Según estadísticas del IBCF el mayor porcentaje de embarazos en adolescentes se presenta en Amazonas con un 35.4%. Putumayo con un 32%. Vichada con un 31.3%. Guajira con un 25.8%. Chocó con un 29.4%.  Nariño con un 21.8%. Cesar con un 25.8% y Cauca con 23% 

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Las flores siempre me han atraído por su color, su aroma, su forma, su variedad y los lugares donde embellecen los campos, las casas y los espacios públicos. Las blancas flores de la ortiga, el moro, la dormidera y los colores encendidos de las rosas, atraían más mi atención que las demás. Mientras intentaba cogerlas, disecarlas y coleccionarlas, los colibríes, las abejas y las angelitas tenían más suerte que yo.

Volaban de flor en flor acariciándolas extrayendo el néctar para deleitarse, y al hacerlo, compensaban el alimento transportando el polen para una nueva floración.

Todos los días veía pasar a Rosa. 

Bajaba en la mañana y subía al medio cuando no tenía que ir a la escuela. 

Siempre iba de gancho de lo que más protegía. Él, poco le importaba quien lo cogiera de gancho. 

En los tiempos de estudio, ella, Rosa, hacía el mismo recorrido, pero esas veces, no lo llevaba de gancho. Ella iba abrazada de otro. 

Mientras el primero tenía forma circular y tenia cabestro, éste era de tela en forma rectangular y se pegaba a su cuerpo como sus blusas de flores y sus faldas azules insinuantes con el saltar de Rosa por las piedras de la pendiente del camino para mulas, burros y sus arrieros. 

Así como el primero,  el segundo, no hablaba; tampoco ella hablaba con los niños de mi edad. Ella se reservaba su voz para hablar con quienes si podían pagar lo que ella más protegía.

Rosa tenía cuerpo de reina de la época. Era proporcionada, con estatura media, con tez blanca, pelo canela, voz de señorita, ojos pardos, pelo corto y su nariz era adornada con pecas de su pecado original. 

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Había nacido en un hogar muy pobre. Solo tenía un hermano y cinco hermanas más. Era la menor y trabajaba, como sus hermanas mayores, para la comida que escaseaba en casa. 

El padre de Rosa nos producía miedo. Tenía tres patas y corría solo con dos. 

En los días de mercado en los pueblos circunvecinos hacía el mismo recorrido que el de Rosa, pero nunca con ella. A él, lo veía bajar con su mochila soplada como un zurrón con miel. Estaba cargada de cucharas talladas en palo de naranjo que arduamente hacía quien tenía tres patas.

El padre de Rosa había perdido una pierna hasta la rodilla porque de niño comía azúcar, panela y dulces desde que amanecía hasta irse a dormir. Le habían amputado parte de su extremidad y andaba con muletas. 

Iba a los mercados a vender sus cucharas de naranjo y a las fiestas patronales a pedir limosna, pero siempre regresaba a casa con la mochila llena. Llena de maíz con el cual su esposa e hijas hacían amasijos que vendía Rosa en su canasto que se escondía en el color azul de la falta corta que ella usaba para atraer a los pasajeros del tren y el auto ferro y regresar a casa con mercado para la familia.

Rosa tenía pecas en la nariz porque no tuvo nunca con qué comprar un sombrero y el sol que siempre la contemplaba dejó en su nariz la huella de su admiración. 

Rosa fue una emprendedora desde niña, hoy es una prospera y acaudalada comerciante en uno de los sanandresitos que abundan en la capital. Nunca regresó al campo para no tener que recordar ni las limitaciones económicas, ni los desprecios de miembros de su género, ni ver los muchachos que la asecharon en el camino, saliendo ella, siempre honrada y digna.

Ecoposada La Margarita. Puente Nacional.

Junio 4 de 2.015

NAURO TORRES Q. 


















domingo, 8 de febrero de 2015

AURELIANO, EL CRIOLLO


Nació en una de las capitanías del municipio donde se constituyó en 1947 la Acción Cultural Popular (ACPO). El mismo que en lengua chibcha significa “bajada a la cascada del cacique”. 


Es una población del occidente de Boyacá que en febrero 6 de 1921 fue visitada por Simón Bolívar. La misma que fue incendiada en 1915 y posteriormente en 1947, por un castigo, según la interpretación de los habitantes de ese entonces, como consecuencia de haber desplazado a los sacerdotes dominicos. Hoy y siempre el casco urbano estuvo levantado en la ladera desde donde se contemplan los municipios que conforman el bajo valle de Tenza. Desde lejos, esta población se contempla igual a como se aprecia Jericó en el valle de Judea.

Sutatenza es su nombre, cuyo origen data del siglo XVII. Sus pobladores, aun son reconocidos en la nación por sus juegos pirotécnicos en navidad y sus corridas de toros el primero de enero, por su laboriosidad con bueyes y azadón para labrar la tierra cultivando  granos, tomate, y cítricos.


EL SUEGRO DE MI PADRE

Si, el personaje de hoy es un campesino de Sutatenza que nació y creció entre los surcos de las habas, la lenteja, las arvejas, el maíz y los garbanzos. Que tuvo como juguetes el chorote para traer el agua desde el aljibe, las ollas de barro para cocinar, el azadón para labrar la tierra, el machete para cortar y entrojar el maíz, el cuchillo para desamerar, los gajos de los arboles como sus columpios y como cuna, un tejido de varas atadas con bejuco.

Con rostro semejando la forma de un garbanzo y con el pelo lacio como el del chompiras, unos ojos claros como una linterna al irse la tarde y unos dientes largos y anchos como una barra y unas manos gruesas y laboriosas como un rastrillo. Tenía unos labios carnosos delineados que se atravesaban sobre el mentón con hendidura de igual inclinación, armonizando, con su siempre camisa larga y blanca de algodón decorada con suaves tejidos a mano con hilo negro cuyo color combinada con sus pantalones de paño o dril negro con mangas anchas como zamarros que aseguraba a la cintura con una correa ancha multiusos en la que, además de los pantalones, sostenía un cuchillo de más de diez pulgadas con cacha de nácar, peinilla de marca águila corneta número 18 que lucía en funda de cuero fabricada en Somondoco y un compartimento para los cuartillos y monedas de la época.

Everfit era su vestido negro con saco cruzado para asistir a misa o acompañar a los deudos en los funerales que lucía con diáfana camisa blanca con corbata negra cubriendo la cabeza con fino sombrero barbisio comprando en Guateque, Boyacá.

Entre semana no le faltaba su completo vestido kaki cuyo saco tenía en la parte de atrás una cinta atravesada que daba forma a la cintura de su cuerpo con estatura de 1, 60 metros con contextura gruesa y fornida. Cubrió sus pies cuando iba al pueblo al mercado con alpargates tejidos con hilo y  fique.

LA CASUCHA DE BAREQUE

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 Esta imagen es la única prueba que existe de lo que fue la casa de los Quintero. La tomé en 1982 luego de la muerte de mi abuela. De izquierda a derecha: Mariela (q.e.p.d.), Néstor, hermana Ana Rosa, María Precelia, Nina, Ninfa Y Carlos.

Construyó la humilde morada para la familia al son de la música de cuerda con la mano prestada entre vecinos con quienes amasó el barro, cargó el chin, transportó las varas con las cuales fue tejiendo lentamente las cuatro paredes que formaron la casa en cuyo centro estaba el fogón con tres piedras y de uno de sus costados, crecía una escalera para acceder al dormitorio comunitario que posaba sobre un entretejido de cañas de castilla amarradas con cuanes tejidos por manos arrugadas de mujeres que ganaban su sustento torciendo pajas logrando lo que hoy se conoce como lasos.

El techo de la morada color kaki era también de paja conocida entonces como chin, y con los años reemplazó con zinc.

La imagen puede contener: 8 personas


Ascendiendo por el camino que nace en la carreteable que une a Guateque con Sutantenza, en la mitad del trayecto, se veía la casa de Aureliano como un copo rodeado de tonos verdes plasmados en los cultivos que se disparaban desde las entrañas de la tierra a baja altura convirtiendo la ladera en conchas de retazos en gama del color de las esmeraldas que en la misma provincia brotan del lecho de rio minero que nace en las montañas de fura y tena.

En la sencillez de la vivienda, rompía la monotonía del color greda de las paredes de bareque, la puerta de madera maciza de una sola hoja que en vez de bisagras, tenía en sus extremos un terminado en punta redonda que facilitaba la rotación de la puerta como bailarina en una barra.

La extensión de la parcela no superaba una fanegada, pero con el producto de los cultivos que allí mantuvo levantó a siete hijos, tres varones y las demás, mujeres. Félix Antonio, el mayor, María Custodia, Fidel, María Precelia, Ana Rosa, Ana Delia y Marcos, fueron sus hijos que aún florecen en salud entre quienes conforman cada familia.

La imagen puede contener: 2 personas
Posiblemente esta sea la única fotografía de Aureliano Quintero con su esposa Isabel Sánchez. Fotografía rescatada por mi prima Ninfa Isabel, antropóloga de profesión que logró recuperar del baúl del olvido de Fidel Quintero, su padre, un hijo de contextura física igual a la de Aureliano.
 
AURELIANO EL CRIOLLO

“Tan valioso como el oro” significa su nombre, un nombre común entre los romanos, españoles y latinos. De naturaleza emotiva y protector a la vez. Amó la reciprocidad y la amistad. Fue recordado por su gentileza y vivacidad, por su amistad con la que apreciaba en las personas la esencia de las mismas. Tenía pensamiento firme, era analítico y gozaba de acercar a los contrarios, pues se adaptaba a cualquier circunstancia.

Quintero fue su apellido, linaje ibérico proveniente de la tierra del Quijote, Castilla en Santander.

Aureliano Quintero fue el suegro de mi padre Miguel Agustín Torres. Es el bisabuelo de mis hijos. Nació el 1º de marzo de 1883 y murió el 6 de diciembre de 1954 a causa de un tumor en la cabeza que cosechó de joven cuando regresando a la vereda con sus polas en la cabeza, se cayó del caballo cuando regresaba del mercado un martes proveniente de Guateque.

El deje de las campanas que anunciaban la ceremonia de su entierro una tarde de nunca olvidar, aun semejo cuando dejan otras en cualquier parroquia en ceremonia similar. Su funeral fue a las cuatro de la tarde y cerca a esa hora, junto con mi joven madre y padre que doce horas antes habíamos partido en tren desde la estación de Providencia en Puente Nacional hasta Chiquinquirá, tomamos bus Flota Reina hasta el Cisga y de allí en flota Sutatenteza hasta Guateque, de donde tomamos la carreteable que une a esta población con Sutatenza, pues a esas horas ya había pasado el bus de línea que prestaba el servicio urbano entre las dos parroquias.

Solo tenía dos años y poco caminaba. Mis padres tomaron una decisión al salir de Guateque. Que mi padre, que le rendía caminar mas, cogiera el desecho para llegar a la misa, y mi madre María Custodia, cargándome con esfuerzo siguió conmigo en sus brazos, trayecto en el cual, sentí cada lagrima de mi madre y cada lamento de una hija que había perdido a su padre y que había abandonado a sus progenitores siendo niña, cuando fue sonsacada por una mujer que en ese mismo camino la convenció con dulces y algún vestido de irse con ella a ganar lo que mas escaseaba en la casucha de mi abuelo, convirtiéndola por varios años en su esclava al servicio domestico.

Arribamos con mi madre cuando ya había terminado la misa y los familiares y tíos mayores se disponían a cargar el cuerpo hacia el cementerio de la localidad, lugar al que solo volvimos con mi madre 55 años después a buscar la tumba de mi abuelo, pues como era costumbre, las madres con sus niños no debían ir a los funerales o velorios para que los críos no se contrajeran el “bajo e muerto”.

Por alguna razón en Cien años de Soledad fue Aureliano Babilonia el fundador de la estirpe Buendía, quien logró, con los años, descifrar los pergaminos de Melquiades, el gitano, que vaticinaban: “y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra."
Aureliano, el criollo, no lo conocí, pero su fisonomía fue duplicada en mí, incluso su sonrisa, razón por la cual dejo plasmada esta historia, pues mi hijo Cristian es otra copia de quien ha querido tallar en letras y dejar en la nube, incipientes historias de los mayores, para que las generaciones actuales y futuras tengan un referente del por qué somos así y tengan otra oportunidad sobre la tierra.
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Esta fotografía la logre hacer en 1970 siendo estudiante de bachillerato en Zipaquirá con motivo de los votos perpetuos de una de sus hijas, Ana Rosa en el convento de la comunidad Dominica Hijas de Nazaret de origen colombiano en Bosa, Cundinamarca. De derecha a izquierda, la señora Isabel Sánchez de Quintero, Néstor, hijo de Félix Quintero; Fidel Quintero (q.e.p.d.), la hermana Ana Rosa, la señora María Precelia su hija Rocío y Ospina (q.e.p.d.), padre de Rocío. Luego Félix, el mayor y otras allegadas a la familia.

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Este registro es del encuentro que la segunda y tercera generación hicieron en Yopal, Casanare en 2012. El personaje central es el mayor de los Quintero Sánchez, señor Félix Quintero hoy pasando los noventa años

San Gil, diciembre 15 de 2014.



































Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

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