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sábado, 12 de octubre de 2013

Cómo identificar los adolescentes que van rumbo al fracaso.


PREMISAS DE UN ADOLESCENTE FRACASADO

En los últimos años de mi vida laboral debí tratar con jóvenes de ambos sexos de los grados superiores del bachillerato, y en ese salpicón de adolescentes de los estratos 1, 2 y 3, y en un buen porcentaje de ellos, encontré una serie de falencias en sus procesos formativos desde el hogar, los cuales dejan entrever que son chicos y chicas que van a la cascada de fracasos, y aunque en el colegio se intentó hacerlos cambiar de auto-imagen, no se logró por esa misma razón de los adolescentes: sentirse la última coca cola del desierto.



La tesis que defienden estos jóvenes sin horizontes es que son las víctimas. Y sus numerosas premisas para defender esa tesis, entre otras, son las siguientes:

1. Los jóvenes con perfil de fracasados achacan todos los problemas a los padres, a los profesores, al  pésimo barrio donde viven, al novio o novia, al gobierno, o cualquier otra cosa que no sea ellos mismos. 

2.  Los jóvenes que van rumbo al fracaso se sienten víctimas, y por ende, no toman ninguna responsabilidad en la vida. Si tienen hambre, comen. Si alguien los grita, responden a gritos. Si tienen ganas de hacer algo que saben que está mal, lo hacen de todas maneras. Son ellos y sus decisiones, y les importa un bledo los demás, incluso su misma familia.

3.  Los jóvenes van rumbo al desfiladero del fracaso, no tienen planes. Evitan las metas a toda costa. Y nunca piensan en el futuro.  Lo poco que hacen, lo hacen a última hora de mala gana y de poca calidad.


4.  Los jóvenes del común no piensan en las consecuencias de sus actos. Viven el momento. Tienen como hobby dormir y desperdiciar el tiempo; asumen todo a la ligera bajo las premisas que la muerte está a la vuelta de la esquina. El mañana no existe para ellos. El ahora con su goce, la diversión y la evasión es lo que importa.


5. Sea lo que sea más importante en la vida, no lo hacen sino hasta que haya pasado el suficiente tiempo viendo la televisión, hablando interminablemente por teléfono, navegando en Internet y platicando con sus parches.


 Siempre dejan para mañana la tarea. Y si la hacen luego, pero a medias y copiándola. Hacen las cosas baladíes, antes de las importantes.


Ven la vida como una competencia perversa. Si presienten que el  compañero de clase va a   atacar, entonces es mejor  atacar primero.

 No permiten que los demás tengan éxito en alguna cosa porque, si esos ganan, entonces, ellos
pierden. Y si tienen la impresión de que están a punto de perder, entonces se aseguran de arrastrar a los demás con ellos.


 Tienen una bocota que usan en exceso. Siempre se aseguran de hablar y hablar. Ellos, siempre
explican primero la versión de la historia. Una vez aseguran de que los
demás comprenden su punto de vista, entonces fingen escuchar asintiendo y
diciendo "ajá". O, si realmente quieren la opinión de los demás, primero dan la de ellos.

 Los fracasados afrontan a las otras personas que le  son extrañas porque son distintas a ellos.
¿Para qué llevarse con ellos? Creen y afirman que el  trabajo en equipo es para los perros.


 Creen que siempre tienen  las mejores ideas, y piensan que les irá mejor si hacen todo
solo. Son una isla entre tanta gente, pero se sienten el ombligo del mundo.

Nunca tienen tiempo para estudiar y superarse. Hay tiempo para todo, menos para
renovarse o superarse.  Nunca aprenden nada nuevo. Evitan el ejercicio como la plaga. Y, además, alejan de los buenos libros, la
naturaleza o cualquier otra cosa que pueda inspirarlos.


 Los mediocres, siempre están listos para copiar, para molestar, para impedir que otros presten atención. Los mediocres llegan al cuarto periodo del año académico, perdiendo más de cinco, y esperan que a la final, los pasen por inercia, como lo han hecho otros años.


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