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lunes, 1 de julio de 2013

Nos corresponde a todos hacer una catarsis para sembrar amor.

Ya estoy de regreso de unas cortas vacaciones. En esta ocasión dos testimonios que invitan a pensar a quienes son padres o madres, o, lo van a ser.

Las cuatro siguientes entregas giraran sobre este abre bocas: la violencia en la familia y sus consecuencias.

 Muy seguramente al leerlos, reflexionará que alguna vez, o muchas ha sido victima o victimario de acciones de violencia física y psicológica.


LA IMAGEN PATERNA MARCA LA EXISTENCIA

“Lo que más ha marcado mi vida es el día que nací. Desde ese día mi padre me rechazó, pero al menos me dio el apellido y vivo agradecida por ello. En este momento ya no me importa si tengo o no papá porque gracias a mi mamá y con su amor vengo saliendo adelante y soy muy feliz con ella”. (Carolina Paniagua del grado 9º.).

“Mi padre desde mi niñez me mostró ser una persona responsable, honesta y trabajadora, y de mi mamá decía que era una mentirosa que solo quería hacerlo quedar mal. Pero con los años y más recientemente me ha dado cuenta que mi padre me mintió. Él, es el irresponsable, es quien no le gusta trabajar, no es honesto, y no se preocupa por nosotros que somos cuatro hijos”. (José Ángel Pinto del grado 9º.).

Victimas de historias parecidas pululan por las aulas de clase del colegio donde laboro. Éstas las encontré en un ejercicio de composición en el que solicitaba que  en un solo párrafo se narrara el suceso o hecho que más ha afectado la vida de quien  escribe.

Los jóvenes negados por sus padres así como los hijos manipulados por otros en contra de uno tienen manifestaciones similares. Son solitarios, distraídos, con una autoestima baja, resentidos y se envalentonan con facilidad.

Si un padre supiera el terrible daño que hace a un hijo no reconociéndolo o mintiéndole sobre la madre, muy seguramente cambiaría de proceder y de actitud con los retoños, pues realmente son retoños, pues muy seguramente serán un espejo con los años.


Muchos nos quejamos de la violencia intrafamiliar ya en todos los estratos, pero el origen de esa espiral está en el mismo hogar, y es el mismo haogar donde hay que hacer la faena de perdón y el arrepentimiento.. Nos corresponde a todos hacer una catarsis para sembrar amor. Si lo hacemos cosecharemos de los mismo: amor; si no lo hacemos, seguiremos aumentando la espiral de violencia que se vive hoy en numerosos hogares.

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