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lunes, 1 de junio de 2020

Fogoso bailarín.

 

De Cali era su origen. Fue engendrado al ritmo de la salsa y su piel tostada semejaba un chocolate caliente. Desde muy joven fue vinculado a un ballet que hacía giros nacionales e internacionales en cuyas funciones atiborraban las damas que, luego de la presentación acudían al camerino a felicitar al bailarín y dejar registrada en una fotografía la gracia del salsero. En el teatro las mujeres morían de la euforia al contemplar el rítmico y estético movimiento del caleño y le suplicaban miradas a su admiración.

En el hotel, aquella mañana Marlon se despertó antes de tiempo. Un leve ruido en la chapa de la habitación le agudizó la atención. Era la mucama del hotel que inoportunamente abrió la puerta. 

Ella intentó disculparse por la torpeza, pero sus ojos revelaron la atracción que le producía Marlon por su figura, su estilizado cuerpo y su piel de cascara de coco.

El bailarín entrenado para identificar suaves movimientos, le hizo saber que no se preocupase por interrumpir el descanso.

-      No he podido dormir, le dijo. La cama es muy dura, argumentó. 

-      ¡No puede ser, señor ¡

-      ¡Es la primera vez que un huésped se refiere a nuestras camas, así¡. Justificó, la mucama con una voz sensual y seductora.

-      Marlon le insinuó probar la dureza del colchón.

Y ella, sin recato, decidió confirmar la queja del huésped.

Imagen relacionada | Silueta de baile, Baile

Se acercó a la cama y se sentó inicialmente. Luego de 15 minutos, la mucama comprobó que si era verás la queja por el movimiento que hizo el fogoso bailarín al ritmo de salsa, sobre ellos.

 

San Gil, abril 6 de 2.020.

Nauro Torres Q.

 


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