"...una india enferma, viendo que no podía huir de los perros, que no la hiciesen pedazos como hicieron con los otros, tomó una soga y ateos al pie de un niño que tenia de un año, y ahorcóse de una viga, e no lo hizo tan presto que no llegaren los perros y despedazasen sus humanidades"
Bartolomé de las Casas.
Nauro Torres
2.020
D.R.A.
Del
mar llegó el genovés,
sin
saber a dónde arribaba;
buscaba
las tierras de Kant,
y
resultó en las islas canarias.
Con
la promesa de ganancias
en
oro y más oro para hacerse ricos
de
la noche a la mañana,
Colon
mantuvo a sus hombres
ilusionados
por meses.
Fue
en el tercer viaje en 1.498
que
ese dudoso italiano llegó al continente
Americano
sin saberlo
convencido
de que había llegado
a
las indias occidentales.
Y
en el último viaje, entre 1.502-1.5005
reconoció
las costas colombianas
en
el caribe.
Y
desde entonces en América
se
inició el mayor genocidio de la humanidad
en
el transcurso del siglo XVI;
en
menos de 130 años la población indígena
se
redujo de 100 millones a menos de 15.
Los
que no murieron bajo la espada y los perros para cazar osos,
fallecieron
con las primeras armas biológicas:
la
viruela, la gripe, la sífilis que traían los españoles.
A
la par que ahogaban nuestras culturas
ya
en México, Perú y Colombia
con
presencia humana de más de 20.000 años
luego
del arribo de los asiáticos y africanos,
y
luego los españoles,
surge nuestra actual genealogía.
El
pensador Vasconcelos
oriundo
del país azteca
llegó
a creer que somos humanos cósmicos,
pero
aún, por las creencias de imitar a los dominadores
no
nos reconocemos ni nos apreciamos como tales.
La
efeméride del descubrimiento mutuo
convoca a lector a descubrirnos con frecuencia;
este
ejercicio facilita, encontrar y ver al otro
y
sentirlo como próximo, cercano y hermano;
es
el camino seguro para construir comunidad
y
tejer hermandad.
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