HAY QUE IR AL COLEGIO Y
A LA UNIVERSIDAD
A PREGUNTAR, NO A
RESPONDER.
Soy padre de un niño de seis
años, y, como todos los niños, es una matraca de preguntas, tiene unas pláticas
permanentes de anhelos, unas propuestas de
hacer y hacer, unas ganas permanentes por construir sus imaginaciones.
Todo lo desea conocer, dominar y usar. Todo lo capta y graba sin insistir que lo haga. Todo lo que escucha, lo memoriza.
Todo lo que hace, lo mejora hasta que se siente totalmente satisfecho. Además,
no se da por vencido nunca. No se rinde, ni se cansa por nada y en nada.
Osho, un sicólogo hindú afirma
que “los primeros siete años en la vida de un niño determinan su quehacer en el
universo. Es, en estos años en los cuales se establecen sus patrones sociales,
morales, afectuosos y hasta financieros. Y estos patrones los repetirá durante
la vida”.
Los niños son una esponja en
los primeros siete años, pero muchos
padres como tantos maestros olvidan que los niños son esponjas que preguntan y
preguntan. Y cuando lo hacen, reciben
respuestas como estas: cállese, no pregunte. Para qué desea saberlo?. Ya lo
aprenderá en la escuela. Parece una cotorra. No joda tanto. Etc.,
Y ya en el preescolar, luego en
la escuela y posteriormente en el colegio, el niño deja de preguntar, deja de
observar y deja la curiosidad. Y quienes los guían solo desean que el niño
lleve cuadernos limpios y ordenados, que lea algunas veces, y otras, que haga
algunas operaciones matemáticas.
Y cuando se cae en esa rutina
el sentido del estudio se ha perdido, pues tanto los padres como los maestros,
algunas veces, solo desean que los chicos respondan evaluaciones y den
respuestas precisas a las preguntas, olvidando que la verdad es relativa, que
las pruebas saber Icfes desde este año solo medirán las competencias genéricas
que no otra cosa que medir la capacidad que tiene el alumno de vérsela con las
cosas y que el conocimiento es cambiante, y por ende, el maestro de estar
actualizado.
Los directivos docentes
insisten, así como el MEN y sus representantes, insisten en los estándares, y
sin quererlo, estamos convirtiendo niños y jóvenes estandarizados. Muchos
docentes no soportan a los alumnos que muestran diferencias con la mayoría, y
llegan, muchas veces a estigmatizarlos, acción aceptada como normal en colegios
públicos de bajo rendimiento académico. Muchos maestros olvidan que “el talento
se descubre pensando diferente”. Y aclaro, no lo sustento yo, lo afirma Sir Ken Robinson, un gurú internacional de la
creatividad. En su conferencia en el I foro mundial de talento hace algunos
meses en España, dijo: “Tengo el firme convencimiento de que la mayoría de los adultos no sabe
cuáles son sus talentos ni sus habilidades innatas. Y esto nos ocurre porque el
talento suele estar marginado, no nos hemos preocupado por él”.
Robinson,
nombrado en 2003 caballero por la Reina de Inglaterra por sus servicios al
Arte, considerado un experto en el desarrollo de la creatividad, innovación y
recursos humanos, afirmó rotundamente que “es falso que el talento se tiene o no se
tiene, que se desarrolla en pocos ámbitos y que sólo está presente en algunas
personas. Yo creo que todos lo tenemos, pero tan sólo nos falta cultivarlo. En
el momento que lo hagamos repercutirá en el desarrollo de nuestra sociedad”.
¿Y
cómo descubrimos ese talento? Para Robinson es fundamental “pensar diferente y cuestionar lo
que se supone que normal”. Y es clave que estos dos aspectos se
fomenten en la educación, puesto que a través de ellos, se nos ayuda a
encontrar una forma de pensar, y al
pensar, hallaremos valor.
Un
ingrediente primordial para fomentar el talento es “el aliento de un tercero”.
Necesitamos que alguien nos ayude y nos guíe hacía su desarrollo y ejecución.
Confío mucho en los profesores como ‘descubridores’ de capacidades en los
alumnos. Dijo el mismo pensador.
No
pueden ocurrir casos como el de Elvis Presley, a quien le denegaron su
participación en el coro del colegio porque su voz desentonaba”. Posteriormente
fue el cantante y músico de todos los tiempos.
Como
conclusión, Robinson, que acaba de presentar su libro ‘El elemento’, propone
que para “que la economía renazca necesitamos que los niños piensen de manera
creativa a la vez que entiendan los
valores culturales. El modelo de linealidad en el que vivimos está caduco”,
sentenció.
El economista Sala-I-Martín,
experto en competitividad e innovación, creador del índice de “competitividad
global” estuvo en Colombia en el 2012, y propuso en una entrevista con finanzas
personales.com, una “revolución educativa” con los niños colombianos para
lograr estar al ritmo cambiante del mundo global.
Por ejemplo, dijo, que “el emprendimiento no se enseña.
Lo que hay es que inducir a los alumnos de esta área, a que identifiquen las
actitudes y aptitudes de un emprendedor real de carne y hueso. Hay que lograr que los alumnos aprendan
de sus errores, y convertir los errores en objeto de estudio. Hay que
motivarlos a manejar el fracaso. Hay que asumir que el fracaso es un
peldaño para el éxito. Hay que explicarles cuales son los sacrificios por los
que pasa un empresario. Que el
patrimonio es el resultado del trabajo tesonero, persistente, metódico,
programático y recurrente del ahorro y el resultado de la suma de limitaciones”.
El reconocido economista afirma
que a los jóvenes hay que enseñárseles a
leer en voz baja y en voz alta, hay que enseñárseles a hablar en público para
que expongan y vendan sus ideas, para que argumenten y controviertan
objeciones. Hay que enseñárseles a hacer
preguntas, y no, a responder. A que sean propositivos e inferenciales en sus
exposiciones.
Recomienda que los docentes de cada área deban convertir las clases en
una transacción comercial bajo la filosofía de “el gana-gana”. Citó
un ejemplo de su vida personal. A la hija no le daba mesada ni diaria, ni
semanal, ni mensual. Le propuso que identificara que había en casa que
estuviese roto o dañado o que no funcionara. Una vez identificados, la niña
debía ponerlos en el tapete de la negociación para arreglarlos o cambiarlos, y
a cambio, recibía una paga por el trabajo realizado. En otras palabras, insta a los padres y docentes que
nada es gratis en la vida, que todo hay que ganarlo. Pero a la vez,
enseñó a su hija que no todo lo que se gana, se gasta. Instó a la hija a
ahorrar la mitad de la paga para que invirtiera en bolsa, en donde se gana o se
pierde, así ella aprendió a manejar el riesgo. Contó que él no le leía cuentos
a la hija. En vez le daba tres elementos y le proponía que inventara historias
sobre cada uno de ellos.
Me considero un emprendedor
formado desde niño. Mi madre me enseñó desde los seis años a hacer negocios. Vendía en la escuela
salpicón y jugos, aunque la motivación no era para hacer dinero, lo era para
aprender matemáticas. Hoy si un niño hace negocio similar en la escuela o el
colegio, es sancionado por controvertir el orden establecido. Lo viví con dos
de mis hijas, y lo he visto en el colegio donde trabajo.
A mis hijos les asignaba mesada
mensual. Podían disponer de ella a discreción, pero quien al final del mes
demostrara ahorros, le duplicaba el valor del ahorro. Nunca les hice regalos de
navidad, les daba un sobre para que usaran el dinero al libre albedrio. Y
todos, son profesionales en el área de la administración, finanzas y mercadeo.
Si eres padre, responda con agrado cada pregunta que hagan sus niños. Si
eres estudiante, pregunte. Quien pregunta aprende. Si eres persona activa y
busca el cambio como habito de vida, pregunte, sea curioso, observe, innove,
intente. No tenga miedo al fracaso. El inventor del bombillo Thomas Edison,
hizo más cinco mil ensayos hasta lograr el bombillo que me ha servido para
escribir esta nota hoy en la noche.
Si eres joven y estudias,
motívese con esta frase de Albert
Einstein: “Nunca consideres el estudio como una
obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso
mundo del saber”.
Si eres de
los estudiantes que no le motiva el estudio, tenga en cuenta esta afirmación
de H. Harris: “Muchos
estudiantes toman al estudio como un líquido que hay que tragar, y no como un
sólido que debe masticarse. Luego se preguntan por qué proporciona tan poco
nutrimento real”.