LA MADRE ES LA PRIMERA MAESTRA.
“Como sea la
madre, será el progreso de la Nación, como sea la madre, será la dulzura de la
cultura. Las madres son las hacedoras de la fortuna o la desgracia de una nación;
porque ellas dan forma a las fibras de las almas”.
En mi trabajo como maestro he sido testigo de
casos que corroboran la afirmación anterior de Sai Baba, un profeta indio de nuestra
época. Pero, he sido testigo de ejemplos que demuestran como las madres no
educan bien a los hijos.
Hace un par de años siendo director de grado,
al entregar el informe académico de una niña del grado noveno, quien había perdido
ocho de once asignaturas, la madre al recibirlo y constatar los resaltados de
las áreas perdidas, la premió con fuerte cachetada en mi presencia, además de
gritona retrimenda.
Este año en una clase a las seis de la mañana, un niño de séptimo se
durmió sentado en el pupitre. Lo desperté con un afectuoso contacto de mi mano
sobre su hombro derecho. El chico despertó sobresaltado, y por hacerlo, los
demás del aula, se burlaron riéndose del niño. El niño lloró el resto de la
hora de clase. Al otro día en rectoría llegó una carta denuncia de los padres
del estudiante. En ella afirmaba que yo había golpeado al niño en la cabeza y
me había dirigido a él como lenguaje inquisidor, causándole daño moral. En ella
descalificaban mi labor exigían sanción ejemplar
e iniciar proceso disciplinario porque no estaba capacitado para ejercer la docencia.
Soy docente
de lectoescritura, doy instrucción sobre técnicas de lectura y técnicas de
redacción de textos. En una de las prácticas de redacción solicité que los
estudiantes redactasen un retrato de la madre
o el padre con un mínimo de cuatro párrafos. Siempre he tenido como
habito leer lo que mis alumnos escriben y orientarlos con mis apreciaciones. Lo
hago en forma escrita sobre el trabajo presentado. Una niña hizo una, en dos
renglones describió física y psicológicamente a la primogenitora. Sobre el
trabajo enviado por el correó electrónico de la madre, al contestar escribí:” REVISÉ EL TRABAJO, NO LO CALIFICO PORQUE NO SE A
QUIEN PERTENECE. EL NOMBRE DE QUIEN ENVIA EL CORREO NO ESTA EN ALGUNA DE MIS 18
LISTAS. LOS PUNTOS DESDE EL 7 ESTAN MUY SOSOS, CORTOS Y NO TUVISTE EN CUENTA
LAS RECOMENDACIONES DE LA APLICACION. LA NOTA ES DE 3.0. ESTE CORREO TIENES QUE
IMPRIMIRLO Y MOSTRARLO EN EL AULA PARA CONFRONTAR LO AQUI EXPRESO”.
La niña me responde por el mismo medio: -“no profe soso m trabajo no”.
Posteriormente la niña me hace saber el grado
y la jornada que cursa, y escribe”: por que cortos si mi amiga hizo casi lo
mismo”. Un par de días después recibo este correo: “Buenas noches
profesor este mensaje lo envía……la madre de….. “le pido el favor expresarse en
otros términos con mi hija, ella no hace trabajos sosos siempre se a esforzado
en sus tareas y trabajos, no tiene por que humillarse ante el grupo por darle
un gusto a usted, le pido respeto y no voy a permitir q mi hija le presente la
copia q usted le esta pidiendo, agradezco su atención”.
Siempre he aceptado que uno es lo que los
demás hacen de uno. Y en este blog he afirmado que los hijos son el resultado
de la educación de los padres. El científico más reconocido del siglo XX,
Albert Einstein, dijo: “Dar ejemplo no es la principal manera de
influir sobre los demás; es una única manera”.
Estoy leyendo la revista “Educare”, una
publicación que viene de Argentina relacionada con la educación en valores. En la
página 2 con el título “Crianza, la búsqueda del equilibrio”, dice textualmente:
“Los hijos son encantadores retoños, llenos de promesas que, mediante un sabio
cuidado o un amor bien dirigido, pueden llegar a florecer como ciudadanos
ideales, capaces de entender, apreciar y practicar la ardua disciplina
establecida en la sabiduría antigua para lograr el conocimiento de sí mismos y
el conocimiento del universo, que no es sino otro aspecto del Ser”.
“Los primeros años de vida son cruciales
y, por lo tanto, la madre y el padre deben compartir la responsabilidad de una
crianza adecuada. Las habilidades, las actitudes, los prejuicios y las
emociones que constituyen o echan a perder el futuro se van integrando en los
cimientos del carácter durante esos años cruciales. Los padres deben hacer que
esos cimientos sean firmes y rectos. Pero¿ con que cuentan ahora los padres
para esta tarea?. No tienen un conocimiento profundo de su propia cultura;
carecen de fe en los valores de ésta; no practican ninguna disciplina
espiritual; no tienen paz mental: los niños deben crecer en una atmosfera de
reverencia, devoción, servicio mutuo y cooperación. Se les debe enseñar a
respetar a los padres, maestros y mayores”.
“La influencia que ejercen los padres
sobre las mentes de los niños es muy significativa. De hecho, es la influencia
primaria y predominante en la personalidad del niño y su patrón de conducta. En
la actualidad los niños están creciendo en una atmósfera contaminada de
corrupción, la ansiedad y la pompa hueca, porque las personas están enamoradas
de la cultura materialista y superficial”.
“Mientras permiten a sus hijos la
libertad, las madres deben, no obstante, refrenar las tendencias dañinas. Deben
promover la conducta respetuosa hacia los mayores de la familia. Deben ser
cuidadosas con su propia conducta en presencia de los niños, porque los jóvenes
aprenden mucho de la emulación. Un espíritu de comprensión y compasión debe
saturar el hogar”.
“El regazo de la madre es la primera
escuela para cada hombre. Solo las madres dedicadas pueden ofrecer a la nación
niños que esforzarán por crear un gran futuro para el país. Una buena madre es
un valor nacional. La madre es el factor más decisivo en la vida. La madre
define el futuro de un niño”.
Mi experiencia como maestro por mas de 40
años y como padre de seis hijos me permite compartir las siguientes afirmaciones, fruto de mis
reflexiones:
1. Los
padres deben ser coherentes de palabra, de obra y acción. A veces una conducta que dejamos pasar
en casa se vuelve imperdonable en público porque nos avergüenza. El niño no
tiene responsabilidad en estas actitudes ambiguas y contradictorias de los
adultos.
2. Los
correctivos hay que hacerlos en el momento preciso. Si un hijo se está portando mal en la
calle, no esperar hasta llegar a casa
para poner los límites. Si no se actúa de inmediato, el pequeño no recordará lo
que hizo y no tendrá un referente para mejorar.
3. Gritar “no”
es improductivo. Porque
el grito esta hablando de un descontrol del adulto y porque la sola enunciación
de la palabra “no” es insuficiente para lo lograr el efecto deseado. Hay que
convencerlos de que se está hablando en serio y retirarlos físicamente del
lugar, problema u objeto del conflicto.
4. Contar hasta
diez y permanecer serios y calmados. Cuando se da una reprimenda, el gesto debe acompañar la
seriedad del asunto. Contar hasta diez (o hasta 50, si es necesario) para
evitar una reacción impulsiva. Los chicos aman a sus padres, aunque a veces actúan
como si los odiaran.
5. Avisar
siempre antes: A
partir de los dos años, el niño está en condiciones de entender claramente lo
que se advierte: “ si sigues portándote de esta manera, mañana no te contaré tu
cuento favorito/no verás tu programa favorito por TV, etc.
6. Hacer
solo promesas realistas. Desde
los tres años en adelante, está en condiciones de entender las consecuencias de
sus actos. “Amenazarlo con romperle la cara” no es realista, además de brutal.
Si lo es, anticiparle que perderá un privilegio (por ejemplo, jugar con sus
juguetes, usar el celular, acceder a internet.
7. No
invocar a otros como futuros ejecutores de su castigo: a menudo se promete que un tercero (su
padre, el médico, etc.) aplicará un correctivo. No es afortunada la idea de
prometer que “el medico te pondrá una inyección si te sigues portando mal”,
porque no hay inyecciones para la mala conducta y porque cuando haga falta
realmente aplicarle una, estaremos ente una situación doblemente complicada.
Además, convertir la llegada del padre en una temida espera es una injusta
transferencia de responsabilidad.
8. Prometer
y cumplir lo prometido: esto es
bueno y productivo en cualquier plano, pero tiene un valor específico en
materia de disciplina. Hay que dar la opción de comportarse como lo hemos
solicitado o enfrentar las consecuencias. Y el niño necesita estar seguro que cumpliremos
con la promesa que le hagamos: “sigue llorando. Como te portaste mal, no te
vamos a llevar al paseo”. Cuando lo
prometido se cumple, al chico le basta una sola advertencia.
9. Jamás
golpear: No se debe
abofetear o golpear a un hijo para que entienda algo o acepte algo. El adulto
necesita controlarse y saber que una mirada dura puede llegar a ofender
terriblemente a un pequeño. Una clara actitud de desaprobación, con el ceño
fruncido, la mirada fija y una sacudida de cabeza alcanzarán. Los niños
necesitan entender las cosas sin, por ello, perder el amor de los mayores.
Termino mi lectura la nota de la revista
citada con este párrafo resaltado: “Cuando tengan que reprender a un niño por
alguna falta o fechoría, no se abalancen repentinamente sobre él o ella o lo aterroricen
con gritos. En lugar de eso, díganle: “ si otro niño te hiciera lo mismo, o se
llevara algo que te pertenece o te pegara, ¿no te sentirías herido? Si no te
gusta que te alguien lastime, tu también debes evitar causarle daño a otros”.
Los niños comprenderán rápidamente y se arrepentirán. Resolverán no repetir un
acto o palabra semejante otra vez. Ellos ceden ante el consejo afectuoso”.