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martes, 20 de abril de 2021

El hechizo de las palabras: Poema de Nauro Torres

 

“Se dice que las palabras distinguen al hombre de las bestias,

pero es la palabra precisamente la que revela muchas veces

la bestialidad de algún hombre”

Carlo Dossi.

                                      

La palabra es: 

verbo y principio;

es sustantivo y sustancia humana;

 adjetivo es, y atributo del género;

es señal y huella del ser;

es parábola y alegoría;

es pascua y navidad;

es hilo y conexión.



 

La palabra es esencia y sello humano;

es identidad de habitantes y regiones;

es signo del alma, el corazón y la mente.

 

Con las palabras aprendemos y enseñamos;

son espejo de nuestra esencia

y el efecto de nuestras dubitaciones y reconocimientos.

 

Tienen el poder de revelar alegría,

 calvario o resurrección;

es el recurso para dialogar, conciliar

transar y devanar unidad y afecto.

 

La palabra es fuego,

puede vivir hasta que quiera,

reconoció la nobel chilena.

 

Amo tanto las palabras,

por lo inesperadas y glotonas,

…se esperan y escuchan;

predicó el nobel colombiano.

 

Las palabras, correo con esperanzas

o cerbatanas que envenenan;

mediadora en conflictos

o brasas de guerra.

 

Las palabras; espejos

de contrariedades, luchas,

sombras e infortunios

del poeta bogotano. 

 

A enamorados

las palabras, camas nupciales son;  

a críticos y guerreros,

severos retretes, son.

 


Anteceden a las palabras

los pensamientos,

preceden a los hábitos,

y se convierten en destino.

 

Magia tienen las palabras;

edifican el ser,

trascienden el pensamiento,

se convierten en memoria,

sanan cuerpos y almas,

laceran y destruyen espíritus,

atizan esperanzas.

 

Sofocan la nostalgia,

carbonizan la tristeza,

extinguen la soledad,

aplacan el odio y violencia.

 


Las palabras son llamas,

avivan el amor,

abrazan ilusiones,

atizan esperanzas,

iluminan corazones,

cosechan paz y armonía.

viernes, 16 de abril de 2021

En mi carne, en mi ser.

 

Esa noche, mi padre nos llevó a dormir a la montaña. Tenía 8 años, y con mis 8 hermanos, muy obedientes nos acomodamos en la oscura cueva.

Teníamos la orden de quedarnos allí hasta que el sol brillara en la cima escondida por otra, majestuosa y cuajada de árboles. El hambre y la luz de los rayos del sol en la cueva fue la señal que nos animó a retornar al rancho.

Uno tras otro fuimos despeñándonos con sigilo por la montaña hasta la casa de hojas de caña. Caminábamos en silencio, uno tras otro como unos cien pies.           

 Atentos a cualquier movimiento, sin ponerle atención al de las tripas que mugían de hambre. La noche anterior no habíamos alcanzado a cenar. Cautelosos, desayunamos con agua de un arroyuelo que brotaba en la sierra y discurría por el valle perdiéndose entre la arboleda silenciosa y mustia ante la guerra de los hombres.

En el patio de las ruinas del rancho, las gallinas, los cerdos, los perros se peleaban con los gallinazos el desayuno del día. En el lugar y en corredor de la chamuscada choza, yacían los cuerpos de cinco miembros de mi familia.

La sangre brotaba de sus humanidades y corría descolgándose al platanal para esconderse de la furia de algunos conservadores que, protegidos por la oscura noche, habían decidido sacarnos de la tierra por profesar mi padre una atracción por las ideas de Jorge Eliecer Gaitán. El caudillo del pueblo había sido asesinado por un sicario. Juan Roa Sierra que había trabajado años antes en el periódico El Siglo en la capital del país.  

Había terminado la segunda guerra mundial, gracias al pacto antifascista entre Rusia y EU que derrotó a los nazis y a Mussolini, en Italia dando un aire al surgimiento de movimientos progresistas en América Latina. Pero EU inauguraba sus políticas de guerra fría y en Bogotá se celebraba en abril de 1.948 la IX conferencia de cancilleres con el fin de crear la Organización de los Estados Americanos: OEA.

Previo a lo que ocurriría en Bogotá, en Cuba un joven nativo, aprovechando la presencia en la isla de un grupo de estudiantes argentinos, junto con ellos, solicitaron al presidente Juan Domingo Perón la financiación del primer encuentro de jóvenes estudiantes americanos, evento que se efectuó paralelo a la conferencia de cancilleres en la misma capital, Bogotá.

Yo no soy un hombre. Soy un pueblo”. “El hambre no es conservadora ni liberal”, afirmaba Jorge Eliecer Gaitán quien sería el futuro ganador de las alecciones a la presidencia de la Republica de Colombia, preocupó a la oligarquía de los partidos tradicionales que venia ejerciendo una violencia soterrada desde los organismos policiales del Estado. Pactan en silencio el asesinato de Gaitán que ocurre el 9 de abril del 48, circunstancia que, por primera vez, el pueblo de Colombia responde con violencia a la violencia por sesenta años más.

Contó mi padre que el 7 de febrero del mismo año, Gaitán encabezó con cien mil colombianos “la marcha del silencio” en la que se exigía al gobierno de Mario Ospina Pérez, que “Cesara la matanza”. Una semana después, en Manizales, en el funeral de 20 liberales, Gaitán se pronunció a favor de la paz.

Las matanzas continuaron.

 El 18 de marzo del mismo año, ante la ola de asesinatos de ciudadanos liberales, Gaitán rompe con el gobierno conservador presidido por un antioqueño. Y el gobierno responde nombrando canciller al más odiado fascista, Laureano Gómez; quien estuvo de embajador en Alemania en el florecimiento de Hitler en Europa. Y él, hace su presencia publica presidiendo la IX conferencia de cancilleres del continente que empezó el 30 de marzo. La primera acción de Gómez fue vetar a Gaitán para no estar presente en la conferencia continental de cancilleres.

La conferencia de estudiantes, acogen a Gaitán y le proponen que presida la conferencia juvenil en Bogotá.

Ese fatídico 9 de abril, al medio día, Gaitán decide ir a almorzar a un restaurante cercano de su oficina. Esa tarde, en su agenda estaba programada una reunión con Rómulo Gallego, político de Venezuela y el estudiante cubano, Fidel Castro.   

Gaitán baja de la oficina acompañado de cuatro personas: Entre ellas, Plinio Mendoza Neira, padre del periodista, Plinio Apuleyo Mendoza, quien abraza al candidato hasta la calle. Ya en ella, suelta a Gaitán. Aparece el asesino apuntando con un revolver. Gaitán gira para escapar, pero recibe tres balazos, dos en la espalda y uno en el cuello, cayendo herido mortalmente mientras el asesino huye apuntando a la gente para que no lo sigan. Sin embargo, metros mas adelante se deja desarmar mansamente por el detective Pablo Emilio Ponte, quien se lo entrega a dos policías para que se lo lleven detenido, y extrañamente desaparece.

Juan Roa Sierra era un esquizofrénico con tendencia fascista que se creía el general Santander. El día anterior al homicidio, Roa Sierra había exhibido un gran fajo de billetes con el cual, entre otras cosas, había adquirido el arma homicida.

Mientras Gaitán lucha por vivir, cuenta Gabriel García Márquez, testigo, que mientras los policías conducen al homicida, son rodeados por una multitud que es agitada por un señor “vestido de gran clase, con un vestido de alabastro” y un control milimétrico de sus actos, que dice que “hay que matar al asesino”. Los policías se refugian  con el detenido en una barbería.

-El dueño le preguntó a Roa sobre el por qué mató a Gaitán.

-Roa le dice que no puede hablar porque son “cuentas muy grandes”.

La muchedumbre toma al asesino. Lo mata a golpes y lo arrastra desnudo hasta las escaleras de la presidencia de la Republica de Colombia

Al misterioso personaje elegante, -cuenta gabo- lo recogieron en un automóvil nuevo y se perdió en la ciudad.



La muerte de Gaitán se regó como pólvora en la ciudad, y luego, por las noticias de la radio y de la prensa, se expandió por el país. En Bogotá se incendiaron tranvías, autos y 142 edificios incluido el de la Gobernación de Cundinamarca. Algunas unidades policiales se unieron a la revuelta y entregan armas al pueblo. Para quitarle carácter político a la revuelta, la Jerarquía católica recomienda al gobierno soltar a los presos comunes para que saqueen la ciudad.  El saldo final del Bogotazo fue de tres mil muertos.

La muerte de Gaitán fue el resultado de una acción encubierta recordada como “la operación pantomima” ejecutada por la embajada de los EU, la policía colombiana y la oligarquía. Así lo confesó un agente de la CIA, John Mapples spirittu capturado en 1.960 o 1.961 en la provincia de Sancti spiritus, Cuba; cuando hacia inteligencia militar para derrocar al régimen. Este agente estuvo el 9 de abril de 1.948 en Bogotá haciéndose pasar como estudiante italiano con el nombre de George Ricco.                             

"Han transcurrido 71 años de ese 9 de abril de 1.948.

Fui ordenado sacerdote el 5 de agosto de 1.971 y desde entonces he dedicado mi vida al servicio de Jesús encarnado en los desplazados, en los pobres, en los marginados. Pero en estos años he perdido a 14 compañeros que, como yo, han ofrendado su vida en defensa de los derechos humanos, en defensa de la vida.

Me uno hoy al clamor de todas las victimas de la violencia fratricida, y a los gritos de quienes defienden los derechos humanos, en particular de quienes siguen siendo desplazados de sus ranchos y sus tierras. Clamo al cielo por los niñ@s reclutados contra su voluntad y obligados a empuñar las armas en contra de los mismos campesinos, ya desarmados o armados a nombre del Estado.

Desde siempre clamo a Dios que acelere la llegada del Reino de Dios que es vida, verdad, justicia, amor y paz.

Que esa nueva realidad, sea anhelada por los hombres de buena voluntad y que el Dios de la vida perdone a tantos victimarios y a las víctimas de su Reino y Gloria.

Como sacerdote imploro a mi Iglesia católica asumir las premisas del papa Francisco y las profecías de Jesús, fundador de la Iglesia de los pobres y oprimidos.

Al oyente, al lector los convoco a dejar de ser aliados de sus propios opresores. De los victimarios y cómplices silenciosos del viacrucis que vivimos los colombianos, por las mismas causas y causantes.

-Soy Benjamín Pelayo Lizarazo, sacerdote siervo del Dios de la vida".

 

San Gil, abril 9 de 2.021  

viernes, 9 de abril de 2021

Ese man, el galileo

Por Luis  Martínez  Arias

 

Dicen que nació en Galilea, 

que su padre era un carpintero, 

que su madre se llamaba María,

y que fue enviado desde el cielo.

 

El emperador ordenó empadronarse

y sus padres se desplazaron a Belén;

no hubo hospedaje para ellos

y en un pesebre hubo de nacer. 


Hasta allí llegaron los pastores,

los zagales vinieron a adorarle

del oriente tres reyes le buscaron

para así sus dotes ofrendarle.


Dela mano de su padre, fue creciendo;

José, con paciencia, le enseñaba su trabajo;

él pensaba en las cosas de su padre.

mientras María lo arrullaba en su regazo.

Obra del artista nariñense, Javier Arteaga, "Lukas". Propiedad de Nauro Torres 2.021
 

Escapado de la custodia de sus padres

ellos, en el tiempo lo encontraron ;

conocía como sabio las escrituras;

con los doctores de la ley, lo hallaron.


Jesús crecía en sabiduría y en edad,

de sus padres se fue independizando

muy pronto, de él se supo en Galilea

por sus caminos iba predicando.

 

 

Su primo Juan el Bautista

el hijo de Isabel y Zacarias

anunciaba al pueblo de Israel

que el Redentor pronto llegaría.

 

Juan lo bautizó en el rio Jordán

con agua, como era tradición

Jesús bautizaría con espíritu santo

anunciando al pueblo la salvación.

 

Para que lo acompañaran por toda Galilea

escogió a doce de sus amigos

hizo milagros y curó muchos enfermos

y los romanos lo tildaron de enemigo.

 

El día de la pascua entró a Jerusalén

la gente se agolpó para aplaudirlo

con palmas y ramas vitorearon

al que llamaban, el Rey de los Judíos.

 

Un día lo acusaron de blasfemo

uno de los doce lo traicionó

los romanos lo querían apresar

Judas, por treinta monedas lo vendió.

 

Lo apresaron en el Monte de los Olivos

Como malhechor a él lo enjuiciaron

El sanedrín a muerte lo condenó

y Pilatos simplemente se lavó las manos.

 

Le pusieron una corona de espinas

sin piedad su espalda azotaron

hasta el Gólgota lo hicieron caminar

Con la pesada cruz que le cargaron.

 

Lo crucificaron en medio de dos ladrones

como escarmiento un letrero le pusieron

Jesús Nazareno, de Rey de los Judíos

en lo alto de su cruz así le escribieron.

 

Sus amigos por miedo se escondieron

solo Juan y su madre allí quedaron

Verónica limpió su rostro ensangrentado

las mujeres por el mucho lloraron.

 

A la hora que expiró el Galileo

dicen que el velo del templo se rasgo

los romanos su muerte proclamaron

pero la vida de Jesús no se apagó.

 

Para ponerlo adentro del sepulcro

José de Arimatea su cuerpo reclamó

lo envolvieron con vendas y mortaja

al tercer día de allí se levantó.

 

Volvió triunfal de entre los muertos

la roca de la entrada  removió

María Magdalena fue a buscarlo

vendas y sudario, enrollados encontró.

 

Pedro y otro de sus discípulos

también llegaron a buscarlo

no encontraron el cuerpo de Jesús

¡Resucitó, Resucitó!... A gritos pregonaron.

luego de ser crucificado

la muerte venció para salvarnos

el galileo, está entre nosotros

¡buscadlo!… ha resucitado.

 

 

Luis  Martínez  Arias


 

Del bogotazo, al hoy, 9 de abril.

             Por Luis Martínez Arias

 

 

Y llegó el nueve de abril,

una fecha de no olvidar

el día que en Bogotá

mataron a Gaitán;

un hombre de oposición

del partido liberal,

que por decir la verdad

lo mandaron a matar.

 

Se desató la violencia

entre godos y liberales,

hubo saqueos y robos

y muertos sobre las calles;

el que disparó su arma

la turba después lo apresa;

fuera Juan Roa Sierra,

la historia así lo cuenta.

 

El día del bogotazo

le reclamaba la gente

a Mariano Ospina Pérez

quien era el presidente.

que la muerte de Gaitán

no quedara en la impunidad

que el responsable del acto

a la cárcel fuera a parar.

 


Después que se escondiera

en el local de una droguería,

lincharon a Roa Sierra,

la turba enardecida;

hasta la plaza de Bolívar,

al muerto lo arrastraron

y en las gradas del capitolio

allí mismo lo dejaron.

 

Le echaron la culpa a Roa

y al partido conservador

de estos momentos aciagos

de tristeza y de terror;

las muertes y los saqueos

se volvieron ya incontables;

se fomentó la violencia

entre godos y liberarles.

 


Esta espiral de violencia

que aún no llega a su fin,

se extendió como pólvora

cubriendo todo el país;

aun pasados los años

las heridas no han sanado,

por culpa de las personas

que no se han perdonado.

 


A plomo así nos matamos,

para arreglar diferencias;

si es godo o es liberal,

de izquierda o de derecha;

por ahora querido amigo,

nunca vaya a olvidar,

abril del cuarenta y ocho,

la muerte de Gaitán.

sábado, 13 de marzo de 2021

El viejo y sus amores


Un siglo cumpliría el viejo en el 2.024, según la cedula. Pero el registro civil, reza que nació en 1.928. En su bien vivida vida, amo a cuatro mujeres, y por ellas hizo imposibles por complacerlas y tenerlas cerca. Así fuese, solo en el corazón.

Del padre recuerda que lo quiso como a un pichón de colibrí. Que lo cargaba a tute para verle sonreír. Pero el viejo perdió a su padre al cumplir 4 años, criándose sin guía paternal al cuidado de María de Jesús, y la tía Ana Rosa. El hermano, Roberto fue su lazarillo, y él, el lazarillo de su hermana Carmen Rosa.


Amó a su madre, María de Jesús, que le acompañó en sus últimos años desde cuando tenía 27 años. Y la acompañó en su buen morir cumpliendo su voluntad.

El viejo se había casado al cumplir 24 años. A esa misma edad murió su segundo amor: Carmen Rosa; la hermana menor.

 

Una boyacense de rostro de luna y moños de muñeca le parceló el corazón, convirtiéndose en su eterno amor, siendo ella, su tercer amor con la que convivió 60 años. Con ella, compartió las alegrías, tristezas y dolores, la felicidad y el llanto que acompañan al ser humano en su peregrinar mundano. Siempre anheló morir mirando la luna mientras la esposa lo acariciaba con los moños de toda una vida de matrimonio. Pero la boyaca prefirió partir al nido del amor que construyeron a empollar los recuerdos que ahora, cada noche y cada día, le acompañan mientras ve pasar el tiempo en la misma silla donde el viejo descansaba luego de los azarosos días del trabajo en la finca, intentando borrar la amargura de dejarlo morir sin su compañía.

Su cuarto amor surgió desde el momento que con la esposa decidieron interpretar el cambio de luna para gestar a una niña y completar la tripleta de críos.

El viejo nunca imaginó que ese cuarto amor escrito con su propia sangre le iba a prodigar el amor que todo padre anhela de una hija.

El viejo veía en ella la estampa de la estatura de María de Jesús, la sonrisa de la hermana Carmen Rosa y los cuidados que una esposa prodiga con un buen esposo.

Ese cuarto amor, sumó los otros tres.

Le bautizaron con el nombre de quienes son originarios de Lidia, en Asia central. El viejo se refería a su hija amada como la linda, la increíble, la determinada, la inteligente y la amorosa, dando significado a la primera letra del primer nombre. Para que fuese más agradable al oído. Con un segundo nombre la registraron: Tula que significa fiel defensora con la velocidad y la fuerza de una lanza.



Tula Lidia, fue su cuarto amor. Y fue ese cuarto amor quien lo acompañó en el lecho de muerte. Así como sus manos grandes y callosas la alzaron cuando la recibió de las manos de mamá Veroca, fueron las manos de Lidia las que sintieron como la piel del viejo se derretía en ellas mientras contemplaba atónita los suspiros del viejo que se unían a los de María de Jesús, Carmen Rosa, Miguel, Jesús, Lucila; Roberto, Aurora, Marcos y Fidel, su suegro y cuñado, Margarita, Gloria; sus nueras.

Y desde que el viejo se fue, ella cada madrugada remplazó el tinto que con amor, antes del amanecer, el viejo  preparaba  mientras se duchaba con fría gua que brotaba  más arriba del nido que los viejos habían construido para sus polluelos, con una llamada y una bendición a la vieja Custodia que, al igual, hora se levanta a preparar su café y tomárselo en el mismo sillón de siempre con el aroma del viejo que le sigue amando desde la eternidad.



Sin premura, sin afán, la vieja que vive las malezas de la vejez solo espera que las gallinas la rodeen para darles el maíz y luego recoger sus pasos en los espacios del nido que a ningún polluelo le interesa tener a la espera que sus suspiros los recoja la luna y los fusione a los del viejo y sus ancestros en el cielo azul que la cubre desde el amanecer.

 

San Gil, abril 28 de 2.020

NAURO TORRES Q.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...