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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Una semana santa sin domingo de resurrección en Puente Nacional





Roberto Torres, hijo de María de Jesús, la dueña de la posada y  chichería, "El Payo" estaba muy contento ese lunes 14 de abril 1947. 

En el mercado fue testigo de la llegada de los  sacerdotes para hacer la semana santa, pues desde el 7 septiembre de 1946, la parroquia había sido privada, por el obispo de la Diócesis de Socorro y San Gil, de los oficios religiosos . 

 Ese día algunos miembros  del partido opuesto al  del Divino Niño Jesús, alrededor de las nueve de la noche, detonaron una bomba rompiendo la tranquilidad de la localidad de Puente Nacional al fracturar la pared de adobe y romper una ventana de madera de la habitación donde  descansaba el "amo Isaías Ardila Díaz",   sacerdote nativo de Zapatoca, que  desde el púlpito predicaba contra las libertades defendidas por  el partido liberal, quien con la protección del Ejército Nacional,  abandonó el pueblo alrededor de las dos de la mañana del día siguiente. ( http://naurotorres.blogspot.com.co/2015/07/isaias-ardila-diaz-un-sacerdote.html). 



Después de dos años sin asistir al sermón del Jueves Santo, del sermón de las siete palabras del Viernes Santo y la Misa de la Resurrección, Roberto dijo a sus hermanos Miguel Agustín y Carmen Rosa, como María de Jesús Torres, la buena noticia: podrían asistir a los oficios religiosos de la parroquia, que significaba caminar 6 horas menos a la iglesia de Santa Sofía, en Boyacá, donde fueron bautizados los niños 
que nacieron entre  septiembre de 1946 y abril del 48 del siglo XX. 



Este edificio colonial fue roto y tuvo que ser demolida tras el terremoto de 1968


Los miembros de la familia organizaron el trabajo; Roberto el mayor, se encargo de traer la legumbre de la Vega, Miguel Agustín, de arrimar la leña y moler el maiz para las bebidas y las viandas, Carmen Rosa y María de Jesús de buscar la chamiza para el horno, traer el agua para el guarapo, la chicha y el guarrus, hacer el pan, las mogollas y los amasijos.


Desde el miércoles santo, especialmente  las bebidas estaban listas para recibir a los peregrinos y vecinos que venían a la semana mayor y servir con familiaridad, independientemente de los acontecimientos del 09 de abril en la capital del país cuando fue asesinado en el Cra. 7a. y la Calle 14, el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, quien en 1945, disidente Gabriel Turbay, ambos del mismo partido, perdió la elección al conservador Ospina Pérez. 

La muerte de Gaitán desató una rebelión que dejó en  Bogotá mas de tres mil muertos y en los campos de Colombia fueron desplazadas miles de familias unas liberales y otras conservadoras; igual en Puente Nacional, pero el efecto se observó sólo hasta después de Pascua.


Los tres hermanos  Torres y María de Jesús Tórres, viuda de Torres se turnaron para asistir a las procesiones y sermones de semana santa. Roberto el mayor, fue el Jueves Santo con su rama de palma desde el mediodía hasta el atardecer. Miguel Agustín y Carmen Rosa, hicieron lo mismo el viernes, y María de Jesús asistiría a la misa de resurrección el Domingo de Pascua; Pero Miguel Agustín regresó a las siete de la noche  a la  casa y le dijo a la familia que los nuevos  sacerdotes oficiarían la misa de resurrección el sábado por la mañana, al parecer debido a que tenían que regresar al convento el Domingo de Pascua en la capital colombiana. 

La familia tenía pendientes de pago  los diezmos y dividieron el pago de  la obligación religiosa. Roberto  llevó el Miércoles Santo, Los cinco pesos equivalente al diez por ciento del valor de la venta de la cerda que ya habían vendido. Miguel Agustín, llevó el Viernes Santo los diez pesos, o sea el diez por ciento de los cien pesos que habia recibido por la venta de la vaca topa, y Carmen Rosa dio el gallo colorado equivalente a la  décima parte de las aves de corral que había en la casa, mientras que María de Jesús entregó esa mañana del Sábado Santo la suma de $ 25, oo pesos equivalentes al impuesto sobre la venta de chicha  durante los dos años anteriores. En total una suma mayor que la que los cuatro eran capaces de percibir en un mes de trabajo de sol a sol.

La agrupación en una ceremonia religiosa.


Los miembros de la familia dijeron unos a otros qué hermosa era esta semana santa. Los sermones fueron  elocuentes y con explicación exegética.  Junto con ellos, fueron más de cuatro mil personas que se confesaron y recibieron la comunión en la semana de la meditación, pero también se preguntaron acerca de por qué no se llevó a cabo la liturgia dentro del Templo?. ¿Y por qué  quien ofició la misa, dijo que no eran sacerdotes, sino que amaban  Puente Nacional con el corazón?.

Unas  semanas después de esa semana santa siempre recordada por los puentanos que vivían en ese entonces, algunas  personas prestantes que se habían tomado fotografías con los clérigos, quisieron congraciarse con los sacerdotes y las utilizaron como excusa para visitarlos en el convento, e ir a la capital, donde se enteraron de que los supuestos sacerdotes   habían pasado por  el seminario, pero que no habían sido ordenados sacerdotes, y que   habían actuado como tales en otras parroquias colombianas.

La novedad conocida por los puentanos en Bogotá, fue dada a conocer al regreso al pueblo, convirtiendo a  los que asistieron a los oficios religiosos como sacrilegos, pues el hecho fue difundido por la prensa nacional. El obispo de la diócesis  de Socorro y San Gil,  envió al vicario episcopal que era párroco de Vélez a confirmar lo ocurrido en la localidad de Lelio Olarte, quien describió lo sucedido como una "semana santa del diablo" y desde el púlpito juzgo a quienes por razones de credo fe asistieron, se confesaron y comulgaron con devoción con dos personas que no eran sacerdotes, y fueron tildados como doblemente sacrílegos. 


Como prueba de lo que sucedió en esa semana santa, un hijo de Puente Nacional, hizo este documental en el que las mismas personas narran lo que ocurrió en esa semana, supuestamente del diablo.






Reclutado y se retira del campo.



A partir de esa semana santa, los conservadores no pudieron regresar al casco urbano, pues se vivía el coletazo de lo que se llamó el "bogotazo".

Un miércoles, en septiembre de ese año, Miguel Agustín, el más joven debió  ir al mercado de Moniquirá tomando el camino al Urumal a las tres de la mañana para llegar sobre las seis, a  vender: envueltos, arepas,  almojábanas y huevos y un par de pollos, y cuando estaba a punto de tomar el caballo  fue reclutado por  el ejército para  el servicio militar.

María de Jesús, lloró durante varios meses, ya que Miguel Agustín tenía dos años cuando su padre murió de una enfermedad desconocida cuando cumplía 24 años, y era para ella, el hijo de la compañía y la memoria. Roberto, responsable de la casa por ser el hermano mayor, tuvo que asumir esa posición a los ocho años de edad, con la tutela de los tíos, Rogerio y Luis por parte de la madre y con el apoyo de  ​​Eccehomo y José María, tíos por parte del padre y la solidaridad y  del primo José Atanael Torres, la familia sorteó las circunstancias de una vida sin padre.



Michael Agustín fue bautizado con los nombres del padre y se alistó en el ejército y después de conocer las penurias y humillaciones a que están sometidas las personas que prestan el servicio militar, fue adoctrinado en el pensamiento conservador que prevaleció en la presidencia de la República. 


El hijo de la compañía de María de Jesús estuvo en el ejército  18 meses,  regresando a la finca para asumir  las responsabilidades que tenía Roberto. Llegó con la idea de implementar el cultivo de café, una tarea que  hizo en el predio  la Vega conviertiéndose en un espejo para los cultivadores de la vereda que la volvieron cafetera hasta 1980, década en la cual la roya borró los cafetales para darle paso a los pastos para los ganados.


La violencia planteada desde el Palacio de Nariño antes de la retirada de los ministros del gobierno liberal, la ruptura de la unidad nacional, un gobierno puramente conservador y la victoria liberal en las elecciones parlamentarias en 1950 condujo a la violencia estatal intensificada que sembró odio contra los liberales poniendo el ejército y la policía bajo los intereses partidistas.


Miguel Agustín fue llamado a servir al país que se alistó inmediatamente como chulavita para proteger los intereses de los azules en el valle de Tenza, mientras que los liberales que residían en  Providencia  y tenían pequeñas granjas en los alrededores Alto y Bajo Jarantivá debieron abandonarlas y tomar 
el tren a la capital.

Por su estatura y por ser el hijo mayor la viuda, Roberto  no fue reclutado para el servicio militar, obteniendo la libreta militar en el Batallón de Chiquniquirá, documento requerido hasta ese entonces  para disfrutar de una mayor libertad. El muchacho por su edad se alebrestaron las hormonas y empezó a enamorarse de una vecina, que al igual que él, era la mayor de la familia González velándia; pero el asunto se tornó gris por la prohibición que establecieron los padres de Aurora, pero como dice el dicho " lo que mas se prohíbe, más se desea", el enano de los Torres se salió con la suya y se robó la china con el consentimiento de ella. Tomaron el tren en la estación de El Roble y huyeron a la capital, y de allí se fueron a Caicedonia, Valle,  a hacer vida entre cafetales como agregados de una finca en la que estuvieron un año.


Allí fueron contactados por Marcos, un hermano de Aurora, quien era finquero y comerciante en Buga, y allí terminaron el par de volados. Ella como ayudante en el almacén, y él, como obrero en la finca,  pero Roberto no estaba muy contento con la estancia en ese lugar, ya que sólo veía los fines de semana en Aurora, entonces decidieron con los ahorros de los dos, regresar  a Santander.



La casa de María de Jesús Torres Torres, chichería de antaño en la que nacieron y se levantaron los  tres hijos, el segundo que quedó huérfano a los cuatro años fue bautizado con los nombres del padre: Miguel Agustín, y este junto con la esposa María Custodia Quintero, recibieron al primer hijo en la pieza que tiene la ventana. (foto del primer hijo de Miguel Agustín Torres 2016).

La casa de María de Jesús era tan pequeña que no había espacio para tres hogares, pero como el regreso de Roberto con la joven esposa fue en  diciembre, en esa fecha visitó la familia el tio Luis Torres quien anduvo por tierras del Carare haciendo finca, empeño que abandonó por eso de la confrontación partidista y se aventuró a irse de colono a los llanos orientales.




En la foto, de izquierda a derecha, y Roberto Miguel Agustín Torres y dejaron en el mismo orden, María Quintero Custodia Torres, esposa de Miguel Agustín y María Aurora González Velandia, la primera esposa. Fotografía tomada en 19.988 en Castilla La Nueva, Meta. (De Nauru Torres).


Luego de tomar el tren hasta Bogotá, tomó la Flota Macarena y a Acacías, Meta, fue a dar, y de allí se adentró a la montaña donde iba la colonización que había empezado en 1928 año de la gran depresión económica mundial, y luego con la segunda guerra mundial, fueron varios los europeos que se exiliaron en Colombia y  un buen numero de ellos se fueron como colonos a departamentos que disponían de tierras vírgenes aun.


Y como los europeos,  detrás de ellos, muchos santandereanos llegaron a las zonas de colonización huyendode la "chusma". Como fue el caso de Luis Torres quien animó a varios paisanos a buscar vida en otra parte.

Roberto y Aurora, los jóvenes agricultores tomaron sus sombreros y capoteras con las pocas pertenencias y con el tío Luis Torres, tomaron el tren a Bogotá, y de allí en la flota de la Macarena a Villavicencio y luego a coger un camión hasta el sendero done iba el descuaje de os montes y que estaba a diez kilómetros abajo Guamal, conocido hoy como el municipio petrolero del Meta, bautizado con el nombre de Castilla la Nueva. 


Y allí, junto con otros desarraigados  de Santander, con el machete socolaron colinas las cubrieron de  plátano y yuca, y luego de arroz, convirtiéndose en los fundadores de este sitio conocido en ese entonces como la Schell. Roberto era un hombre de baja estatura con la piel quemada por el sol, padre de nueve hijos y sólo tres mujeres. Aurora era una mujer tranquila que lo acompañó hasta el final de sus días, ambos murieron en ese lugar que hoy en día  es conocido como un centro del mejor combustible pesado  que tiene Colombia.


María de Jesús murió en 1954 y sus restos reposan en el cementerio de Puente Nacional, Carmen Rosa que se casó joven y murió a los 23 años en tierras de Castilla la Nueva.



La historia de la semana santa sin el Domingo de resurrección fue reconstruida a partir de lo que cuentó  quién fue  monaguillo de falsos curas. Fue él quien, en 1946, para ir a cumplir con la obligación como un acólito de la primera misa, vio la ventana  destruida de la habitación donde dormía el "amo Isaias". Fue él, quien formó parte de la delegación que fue a encontrarse con los supuestos sacerdotes que llegaron a la Capilla en 1948 para celebrar la semana mayor. Y fue él quien acolitó en las celebraciones religiosas que se produjeron en esa semana santa que nunca olvidan los puentanos mayores. 


Es  don Evaristo Suárez, un carpintero de renombre y conversador que con un delicioso café Puente Real, una noche del 24 de octubre del 2015, contó lo que sucedió en esa ocasión.




                                                   Don Evaristo Suárez, 23 de octubre 2015 


 Yo tenía 15 años cuando en un camión junto con muchos aldeanos en otros medios de transporte corrimos a la capilla a  las once de la mañana para saludar a los sacerdotes que se ofrecieron como voluntarios para oficiar la liturgia en Puente Nacional, si la gente así lo anhelaba .

Contó Evaristo que unas jóvenes huéspedes de un hotel de entonces se ofrecieron para transportar e un automóvil destapado a los dos sacerdotes que llegaron en auto-ferro al municipio.


 Evaristo Suárez, como Roberto y Miguel Agustín Torres, y muchos otros de la época, recuerda  con gratitud y sin malicia ese episodio que convirtió en noticia nacional trasnochada a la población que fue endilgada de pecadora y alcahueta. Esa misma circunstancia trajo dividendos a la jerarquía que años después, en 1968 vieron desplomar el templo colonial que estuvo  erguido por muchos años y sobre sus cimientos se levantó uno de los templos mas amplios y vistosos a ladrillo a la vista de la provincia de Velez junto con el de Sucre, Santander.



Interior del templo  de Puente Nacional 2015




La Margarita, 26 de noviembre 2015


sábado, 21 de noviembre de 2015

El dulce "tiodolindo" de Puente Nacional.


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Postre de naranja, dulce único de Puente nacional, Santander.
El amarillo oro en dos franjas horizontales que tiene la bandera de la municipalidad simboliza el amor por la libertad, la fe en Dios y el respeto anhelado entre quienes nacieron o pueblan los 24.839 kilómetros cuadrados que conforman el municipio de Puente Nacional.

Ese amarillo intenso, pero sin el brillo de ese metal, se aprecia con pintas blancas como lunares de mantequilla bovina  pero es ovípara y brumos pequeños de yema de huevo que es realmente leche cortada; los dos colores juntos pero no revueltos, se aprecian cual pintura al oleo en un redondo recipiente de vidrio haciendo unidad para el deleite que sirven desde hace mas cien años acompañado con un amasijo, un pedazo de mantecada, un pedazo de quesillo acompañado con agua con limón o leche.
Son los postres de huevo que antes preparaba con esmero y a escondidas, doña Dora Ardila, y que desde 1959 viene preparando  con el mismo sigilo, doña Silvia Ariza de Mosquera, y que entre los jóvenes se conoce como el "dulce de Teodolindo".

En las misma cocina, en el mismo local,  en las mismas dos mesas cuadradas en cedro con cuatro butacas de la misma madera, en la misma casa y en la misma esquina  paralela a la casa cural de la localidad, se viene deleitando a los paladares puentanos, veleños y visitantes, hace mas de un siglo, con el postre de naranja- que no tiene naranja- que por su equilibrio en sabor, en  su textura,  color, composición, presentación y acompañamiento, es una golosina única en el panorama Nacional que al ser solicitado a cualquier hora del día, perdió el fin de ser consumido posterior al almuerzo o la cena para ser denominado por la generación que lo seguirá preparando, y ya empezó a llamarse: “dulce de naranja”, pero realmente es de huevo. 

En esa esquina de una casa colonial ubicada en línea recta al palacio municipal y pareja de la casa cural son  construcciones que mantienen la identidad arquitectónica junto a edificaciones adyacentes a la alcaldía y las que permanecen incólumes en la  diagonal al supermercado de Teodolindo Mosquera.

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Silvia, de extracción conservadora católica, y Teodolindo, igual católico pero de tinte liberal, unieron sus vidas para siempre un 22 de abril del año 58 del siglo pasado en la Basílica de la patrona de Colombia en Chiquinquirá siendo los padrinos Raimundo Ariza Y Carlina Mosquera, familiares los cuatro, entre sí. Las nupcias ocurrieron en ese centro nacional de peregrinación por seguridad tanto de los novios como de los familiares e invitados, pues la violencia se vestía de negro y paseaba los campos con la complicidad de la noches y de quienes la patrocinaban.

“HUYERON PARA ASEGURAR LA VIDA”

El 20 de julio de 1959, un bandido liberal apodado “el diablo” y su grupo,  masacran a tiros a 9 conservadores en Puente Blanco, los degüellan luego  con cuchillo, y sus cuerpos los botan al rio como retaliación a la muerte de un liberal que se produjo en la vereda Corinto. En ese genocidio cae un primo hermano de Silvia Ariza, generándose un pánico en las veredas, tanto conservadoras como liberales por la retaliación que se vendría.
Días después el ejercito Nacional patrulla las veredas pobladas por familias campesinas integrantes del partido liberal, y en la vivienda de Emiliano Ariza y María Eucaris Mosquera buscan a Teodolindo Mosquera y a Gustavo Ariza, siendo ultimado a tiros, éste ultimo, mientras el primero huye por los cafetales y cultivos de fique y por las cañadas hasta lograr a hurtadillas  la carretera que une a Florián con Puente Nacional, siendo recogido por un camión en el que escapa para esconderse varios días en la calle cantarrana de la que sale solo de día a caminar y a visitar conocidos en búsqueda de un negocio para empezar nuevamente, pero esta vez en el casco urbano.

Mientras Teodolindo huye, su joven esposa, llora por amor  su ausencia y llora de dolor por la muerte de su hermano Gustavo, quien murió sin saber de la acusación que le endilgaban las fuerzas del orden.


El cuerpo de Gustavo, así como el del primo hermano de Silvia, fue llorado por familiares y conocidos y lamentado por los miembros del partido conservador de las diferentes veredas, cuyas delegaciones se hicieron presentes en cada funeral.
Acompañando al muerto se vino toda la familia de Silvia Ariza, pues los Mosquera, todos, ya habían abandonado las parcelas para proteger sus vidas y se habían resguardado en piezas y casas sencillas que encontraron en el sitio Bocapuente, antiguo lugar donde, en épocas de la colonia, funcionó la tarabita donde se cobraba el impuesto por el uso de la canasta para pasar el Saravita y donde se intercambiaban los productos de tierra caliente con los que se producían en tierra fría junto con la sal en la época en que los indígenas era dueños y señores de todas las comarcas.

Olivo compró una tienda en el lugar mientras que Teodolindo compró la casa con la tienda donde, aun hoy, se ofrece el postre de naranja en un rincón del supermercado que retomó el hijo, Rigoberto, para continuar con la tradición.
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Doña Silvia Ariza de Mosquera, 2015
Los casados, como toda familia campesina, trabajaron de sol a sol cosechando un capital reinvirtiéndolo en el negocio y luego de una década empezaron a invertir en finca raíz y en rentar dinero recibiendo como garantía la escritura, que en caso de no pago de la deuda, con solo presentarla, vencidos los términos del acuerdo verbal, pasaba al rentista, la propiedad.
La familia Mosquera Ariza sobrevivieron la violencia partidista, la guerrillera y la paramilitar;  en la década del noventa fueron extorsionados por el ELN y en el 2000, un día cualquiera sobre las siete de la noche, un comando del frente 23 de las FARC, sacaron del supermercado, ubicado a dos cuadras del comando de Policía, a Rigoberto, en ese entonces, concejal, trasladándolo furtivamente a tierras frías de la cordillera, dejándolo al cuidado de una familia campesina, y luego de dos semanas, una vez pagada la extorsión, fue dejado en libertad, sano y salvo, en la carretera que del corregimiento de la Sabana se une con Jesús María; un par de años después, la familia fue nuevamente presionada a pagar vacuna para seguir ejerciendo el comercio, esta vez, por un grupo paramilitar.

Teodolindo ya cumplió los 91, y aunque la visión no le acompaña, se mantiene como un roble viendo pasar el mismo tiempo, los últimos diez años, y Silvia cada tarde prepara el postre de naranja que dispondrá al día siguiente y como en los últimos 60 años, viene atendiendo a la clientela con la misma timidez que le ha acompañado y con la misma sencillez reflejado en el lugar, y aunque el servicio lo presta con la lentitud que traen los 85 años respirando, quienes gustan del dulce de naranja,  esperan con paciencia que una de las dos mesas de cedro que alguna vez fueron de color azul francés, sea desocupada para sentarse luego y esperar la pregunta de Silvia: ¿Lo desea con agua o con leche?
DOCENTES PEÑABLANCA
Fachada del Palacio municipal y en la foto docentes de un colegio rural en la celebración de la Victoria comunera en el 2002.
Quien visite a Puente Nacional,  gustos debe darse: probar el dulce de naranja, piquetear en los toldos de la plaza, almorzar en la Chicharrona o en el Chaneque, comer bocadillo con queso de hoja, probar los dedos de ariquipe, visitar la Escuela Normal, probar el Balay de la capilla y comprar las famosas almojábanas de sola cuajada que como ellas, solas hay.
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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Los torcidos de Benjamín Prada Pinzón Vs. los otros torcidos.

 

“La ventaja de ser honesto es que  hay poca competencia”

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En los diferentes niveles del Estado, torcidos hacen de día y de noche, para unos pocos  comerse la mermelada a costa del erario publico que pagamos todos.

Quienes mas invierten en  campañas políticas, más votos tendrán de quienes venden el voto a cambio de una empanada, y ellos, los elegidos, mas tajada tendrán que sacar del presupuesto municipal, departamental o nacional. Unos exigen el 10%, otros hasta el 20% del valor total del proyecto a ejecutar que sumados al porcentaje de los impuestos, terminan los  menos garosos, invirtiendo el 50% del valor total del presupuesto aprobado. ( http://www.eltiempo.com/multimedia/especiales/sobornos-en-colombia-cifras-de-corrupcion/15865535/1)

 

Los torcidos con sabor político que solo llenan la panza de quienes los exigen y de quienes lo pagan para lograr un trabajo, no se parecen ni en el proceso de hacerlos, ni en los recursos que usan, ni en la forma de esconderlos, incluso al probarlos, a los torcidos de Benjamín.

 

Los primeros son de papel de seguridad con diferentes denominaciones, no se comen pero se usan para festines, y los segundos, son de cuajada y trigo. Los primeros se cocinan en las oficinas, en los restaurantes o en los bares, y los segundos en un horno. Los primeros se pagan en efectivo y sin contar los paquetes de billetes, y los segundos también se compran en efectivo con billetes y monedas de baja denominación, y hay muchos empleados públicos que al comprarlos, piden vendaje. Se parecen los dos porque al entregar los torcidos, ambos van en  bolsa, los primeros en material plástico y los segundos en papel crack.

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“A la vida hay que recibirla como se presente cada día, con una sonrisa”.

Benjamín Prada Pinzón es un octogenario que nació en la vereda San Isidro del municipio de San Joaquín en el mes en el que la Asamblea de Santander adopta por unanimidad un programa socialista, y los seguidores del partido liberal exigen la democratización del partido; nace en el año en que se inaugura en Colombia los vuelos aéreos entre Bogotá y Nueva York, el mismo año que el Gobierno Nacional reconoce al gobierno republicano de España, crea Rentas nacionales y decide comercializar los ferrocarriles nacionales, y en Barranquilla, en un motín contra el hambre, las turbas destruyen el Teatro Colombia y en Bogotá se inaugura el mejor circo de toros de Suramérica que posteriormente se llamó La plaza La Santamaría.

 

 

Benjamín Prada Pinzón nace el 31 de marzo de 1931, el año en el que los colombianos sufrían el impacto de la gran depresión ocurrida desde 1928. Urbano se llamaba su padre que murió a los 96 años y Socorro, la madre que expiró a los 93.

 

Desarrolló la motricidad fina recogiendo trigo y cebada, desgranando mazorca y frijol y jugando con la tierra y las piedras y expandió la motricidad gruesa recogiendo chamiza, labrando la tierra, subiéndose a los arboles, pastoreando las ovejas y deslizándose sobre un cuero de res por las laderas de la finca  paterna.

 

Urbano y Socorro, campesinos de pura sepa, tuvieron una docena de hijos que desde que pudieron caminar, empezaron a ayudar con los oficios de la casa y a la economía del hogar, pero al cumplir los siete años, usando los ahorros de muchos años, los esposos compraron una ramada en el casco urbano para guarecer a los hijos que no dejaron sin escuela.

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Don Benjamín Prada en el oficio de panadero.

Benjamín aprendió a leer y escribir y con esas incipientes herramientas se ha enfrentado felizmente a la vida durante 85 años y los que les falta por vivir, pues tiene mas energías que los jóvenes de hoy.

Él, era muy feliz en la vereda pasando los días entre los surcos de la labranza y los potreros en donde apacentaba los ganados de la familia, pero un día cualquiera del añ0 49 del siglo pasado, estando vendiendo unos bultos de arveja en el municipio de Onzaga, Santander, fue reclutado a la fuerza, disque para servir a la patria porque estaba que ardía por  las diferencias entre liberales, -los que hoy ganaron la Gobernación de Santander- y los conservadores de ese entonces, poco parecidos a los de hoy, cuya dignidad e ideario dirigida por los representantes departamentales y nacionales, se ha esfumado acomodándose en  donde mas les alumbre el sol.

Benjamín terminó en el segundo contingente del batallón motorizado de Bogotá  para ayudar a disminuir los disturbios causados por la muerte del patricio liberal Jorge Eliecer Guitan y contribuir a disminuir esas diferencias partidistas, pero una vez cumplido el tiempo del servicio militar volvió a la vereda San Isidro a seguir acariciando la tierra de la que se enamoró desde niño y que como toda amante prodigaba cosechas abundantes para el consumo familiar y para vender, unas veces en San Joaquín, y otras, en Onzaga.

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Panorámica de San Joaquín, Santander,

Benjamín no conocía los pingüinos, ni los caballitos de mar, tampoco el lobo gris, pero en los riscos de la cordillera donde nació y contemplaba, admiraba ocasionalmente a quienes sin mover las alas dominaban el cenit, esa ave grande y majestuosa que esta incluida en el escudo de Colombia, y que ante el viento, juega con él, y ante el sol, éste lo contempla dándole profundidad al color negro y blanco como si fuese el rey de los gallinazos; y desde entonces, Benjamín decidió ser como el  cóndor de los Andes, decidió ser monógamo casándose con Helena cuando él tenía 29 y ella 19 años. De esa unión se lograron once hijos de los doce que nacieron, y de ellos, seis mujeres.

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Helena y Benjamín levantaron los hijos con el trabajo del campo pero viviendo en la cabecera municipal. Ella vendiendo comida a los empleados oficiales, y él, labrando la tierra de lunes a jueves de cinco de la mañana a las cinco de la tarde, pero los dos, junto con las hijas mujeres, cada jueves desde las once y media de la noche hasta las diez de la mañana del día viernes, se han dedicado a jugar trabajando, convirtiendo la familia en los únicos productores de pan artesanal de la región de ONZAMO en Santander, Colombia.

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Helena, esposa de Benjamín exhibe una latada de torcidos

Pan, que en la medida que va saliendo de un antiquísimo horno a gas, se va empacando en bolsas de papel kraff, y en menos de tres horas, ni los olores quedan en el ambiente, pues la producción total ha quedado en las familias y ocasionales visitantes que no pueden adquirir mas de diez mil pesos para que la amasada de la semana alcance a cubrir el consumo por demanda de quienes viven con la soledad y la paz de un poblado posado en el el valle de un arroyuelo que se escurre desde las montañas recogiendo los abonos que se desprenden con las lluvias para ir a fertilizar tierras de Onzaga en Santander.

Cuatro personas empiezan la jornada nocturna, alistando los insumos, calculando las cantidades a producir y los productos, mezclando y remojando las harinas para luego, ponerse todos a hacer los panecillos, las mogollas, los torcidos, las tortas, las almojábanas, los benjamines-compréndase panderos-,  y los ponqués para ocasiones especiales con el secreto de la familia Prada.

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Mogollas con sema, trigo y miel de caña.

Hacía las cinco de la mañana, como si no hubiese pasado la noche trabajando, Benjamín, llueve o truene, se va para el potrero, distante unos quinientos metros del casco urbano a cortar pasto para alimentar durante el viernes al rebaño de camuros que desde siempre ha tenido, y media hora después, regresa a la panadería, se pone el delantal de viejo cuero con tirantas y unos guantes del mismo material que cubre hasta el codo sus manos, y empieza la horneada que termina sobre las once de la mañana tostando el maíz, las habas, la arveja, el trigo y la cebada que las diferentes familias traen para ese servicio  para usar luego en el consumo familiar.

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La casa de la derecha es la panadería de Benjamín Prada en la calle principal de la municipalidad.

Los panecillos, almojábanas, mogollas, mantecadas y Benjamines se adoban con mantequilla de vaca que cada jueves llega por arrobas del vecino municipio de  Onzaga y con miel de caña que algunos campesinos todavía producen en veredas lejanas.

 

Las almojábanas se mojan en proporciones iguales de harina y cuajada, los torcidos llevan tres partes de cuajada y una de harina, y las mogollas llevan un cincuenta porciento de sema y van endulzadas con miel de caña; y las mantecadas, como los penques, tienen el secreto que mantendrán los miembros de la familia y ayudantes que se dan cita cada jueves a jugar trabajando haciendo delicias con la harina de trigo.

Marina, la hija, como los padres, Benjamín y Helena cuentan que las amasadas dan oficio pero que ellos se divierten haciéndolo porque es un trabajo que han venido haciendo desde niños, y con tal que se recoja lo de los insumos y se pague a las personas que colaboran, así como los servicios públicos y el gas, es un agrado hacerlo mientras tengan vida.

 

Por eso en Joaquín usted encuentra pan de cien, doscientos y quinientos pesos, así como mogollas de quinientos, mil y dos mil pesos, y mantecadas desde dos mil hasta cuatro mil pesos con el sabor y la sazón del pan artesanal que le pone la familia Prada en ese pueblo escondido entre cordilleras de tierras arenosas de las que los campesinos derivan el escaso sustento para vivir en paz convencidos que cuando la muerte les llegue estarán con los mismas pertenencias que tenían cuando nacieron abrazando la muerte así como lo hicieron con sus vidas, pues tienen la creencia que la muerte es parte de la vida, y la vida sin la muerte sería aburridora porque no habrían renovación del universo y con que hay en él.

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Vista desde la casa de Benjamín en donde funciona el restaurante por demanda.

Y si usted alguna vez va a esta localidad, debe mandar hacer la alimentación, y donde Martha y Helena encuentran sabrosos desayunos y cenas a 1.5 dólares y almuerzos de dos dólares, incluso con pescado y postre.

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Ricas mantecadas.

Los torcidos de Benjamín son un deleite al paladar, por su cocción, por su sabor y por su suavidad. Desde los padres de Benjamín estos panecillos de harina de trigo y cuajada, se le llaman torcidos por la forma de clineja que se les da y se bautizaron con ese nombre para recordar al consumidor que la ventaja de ser honesto en el pensar, en el actuar y en el hacer, no tiene competencia, pues abundan las personas de doble moral  que se enriquecen con los torcidos que traman los contratistas con los administradores públicos para quedarse con un buen porcentaje de los presupuestos institucionales.

 

Las fotografías son de propiedad del bloggero.

 

 

San Joaquín, octubre 30 de 2005.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Oscar Zapata Vanegas, el andariego de la economía solidaria




"No importa donde se nace, ni donde se muere, sino donde se lucha". Simón Bolívar.

El libertador de cinco naciones fue un guerrero de bayoneta y espada, el personaje de esta historia fue un luchador que uso la palabra, la comparación y el razonamiento para convencer a quienes eran dominados por la ignorancia en tierras de Antioquia, Valle de Cauca y Santander.

Mientras se vivían los horrores de la segunda guerra mundial y en Colombia se firma el tratado limítrofe con Venezuela y Alfonso López es reelegido presidente de Colombia, en una vereda del Guarne, Antioquia, cuyos habitantes sobrevivían del  cultivo de la cabuya, un 6 de julio de 1945 nace un niño en una familia con 12 hijos cuyos padres le bautizaron con el nombre del dramaturgo ingles que escribió la novela El Retrato de Dorian Grey y el cuento El Príncipe feliz.

A Guarne se le reconoce como la “puerta de oriente”, se le conoció como “un real de minas”, población que se levantó al margen izquierdo de la quebrada La Mosca donde floreció un cacicazgo de origen guane, pobladores oriundos de Santander, que entraron por el río Nare; aunque el nombre pertenece a la jerga de  los marineros, quien le puso el nombre se refería al clima de seda y tonificante con que goza esta población pegada al municipio de  Rio Negro en Colombia.
Oscar Zapata Vanegas, un “charlatán de nacimiento” combinó el trabajo del fique con los cuadernos logrando terminar la primaria en una escuela radiofónica y con la palabra y el juego convirtiéndose desde muy joven  miembro de la Acción Comunal, organización campesina, que en ese entonces, era la expresión para unir esfuerzos para arreglar caminos, abrir carreteras y construir escuelas.

Por la sociabilidad, servicio a las causas comunes, fue reclutado, con complacencia, por el párroco de la localidad para iniciar estudios de pre filosofía en el seminario de Cristo Sacerdote en Sonsón, Antioquia, una institución a donde llegaban jóvenes mayores de edad para iniciar el camino de la vocación sacerdotal como “una vocación tardía”.

En el seminario estableció empatía con un grupo de inquietos principiantes y con un profesor sacerdote que por razones no conocidas por los estudiantes, fue removido del cargo por el obispo de ese entonces, que ocasionalmente visitó pastoralmente el claustro, y luego de una celebración religiosa, los voceros de los seminaristas liderados por Zapata, interpelaron al prelado demandando justificaciones del repentino traslado del levita, petición que fue escuchada, mas no acogida por el pastor que, en uso al voto de obediencia, ordenó al rector del seminario, devolver al Oscar a la vereda, orden que se cumplió días después, generándose un retiro solidario inmediato de una decena de seminaristas.

Zapata regresó a Guarne a sus andanzas en la Acción Comunal. Transcurría 1970, año en que Misael Pastrana Borrero había asumido la presidencia de Colombia, mediante un dudoso conteo de votos. El presidente, para hacer una mayor presencia en el campo, fortaleció la Acción Comunal en todos los niveles a cuyos directivos reunió en las cabeceras de departamento.  Oscar asistió con los demás directivos al encuentro en Medellín, y allí se encontró con el sacerdote que había sido retirado como profesor del seminario de vocaciones tardías, quien le animó a regresar al seminario, en donde tenía las puertas abiertas con la condición que  le pidiera perdón al obispo por cuestionar en publico la decisión de trasladarlo. Zapata, a la luz del Vaticano II no encontró racionalidad, sino prepotencia en la actitud que estaba en contravía a la esencia del documento de Medellín proclamado y firmado por los prelados latinoamericanos, y prefirió continuar con el trabajo en la Acción Comunal, organismo desde el cual, pensaba, que se podía generar un proceso de concientización sobre las condiciones del mercadeo y producción del fique, así como lo hicieron en 1781 los comuneros del Guarne y los comuneros de las provincias de Guanentá y Socorro en Santander, Colombia.


A  Guarne, llegó una beca a la Acción Comunal para estudiar cooperativismo y organizaciones sociales. La beca fue asignada a Oscar Zapata Vanegas, quien viajó por dos años a Buga-Valle del cauca, hasta 1973, tiempo usado para conocer la labor social y eclesial que lideraba el sacerdote jesuita Francisco Mejía en un Instituto de la localidad.

En los primeros años de la década del setenta del siglo XX, las iglesias y organizaciones de ayuda internacional de los países ricos en coherencia con el espíritu del vaticano II se volcaron en ayudas y financiación para proyectos de promoción y desarrollo en América Latina, y en Colombia, la Diócesis de Socorro y San Gil,  fue una de las mas beneficiadas  al contar con SEPAS-Secretariado de Pastoral Social- liderado por un sacerdote sociólogo visionario de nombre Ramón González Parra ( http://naurotorres.blogspot.com.co/2015/06/ramon-gonzalez-parra-gestor-de-un.html ), quien gesto todo un movimiento de liderato social con el cual potenció la creación de cooperativas en varias parroquias y apoyó a las creadas por el sacerdote Ángel Fidalgo Reyes Afanador. Fue en esa misma década que el presidente John F. Kennedy creó los cuerpos de paz, y a SEPAS llegaron tres americanos, dos mujeres y un varón, quien se interpeló ante la pobreza de las familias fiqueras y se dedicó a servir a los habitantes de las veredas de San Joaquín, Santander en coordinación con Sepas. Ese cuerpo de paz, que luego fue al seminario de la Ceja, fue ordenado posteriormente en Florián, su primera parroquia.  Fue este sacerdote gringo quien escogió a los jóvenes campesinos, Luis Eduardo Torres Y Roberto Pineda y los envió a formarse en cooperativismo y organizaciones sociales al Instituto de Buga.

En el sur de Santander, en los corregimientos de Florián y la Belleza, pueblos con diferencias partidistas desde 1948, se venía desarrollando una cruzada de evangelización y promoción del cooperativismo liderada por los sacerdotes: Jaime Mitchell y Arnulfo Carreño como párrocos. Desde 1967 El Secretariado de Pastoral Social-SEPAS- venía gestando todo un movimiento de liderato social desde la educación y la organización campesina para conformar una cooperativa en cada parroquia. Los sacerdotes Carreño y Mitchell solicitaron apoyo al director de SEPAS y al director del Instituto de Buga,  para rescatar a la incipiente cooperativa multiactiva de la Belleza de una liquidación.

El lazo para salvar la cooperativa del cierre definitivo, vino del apoyo unitario de esas dos instituciones, que enviaron a los jóvenes: Luis Eduardo Torres, Alfonso Navia, Oscar zapata y Luis Roberto Pineda, quienes se unieron a la cruzada en el mes de diciembre de 1973. El primero actuó como promotor social y cobrador de cartera, los dos siguientes como agentes de pastoral social, y el último como gerente de la cooperativa de la Belleza.

Y sacaron a flote la cooperativa. Los cuatro regresaron a Coopcetral liderada, en ese entonces, por el Señor Dario Benitez ( http://naurotorres.blogspot.com.co/2015/10/dario-benitez-el-autodidacta.html ) , Luis Eduardo y Roberto al departamento de auditoría y Oscar y Alfonso a fortalecer el departamento de educación de la misma central. El gestor de la recuperación de la cooperativa de la Belleza, el sacerdote Arnulfo Carreño fue traslado en 1980 a dirigir otra parroquia, pero antes de abandonar esa localidad, logro que el consejo de Administración nombrase como gerente a Oscar Zapata Vanegas quien la asumió en 1980 hasta el 1985 cuando regresa a San Gil a gerenciar a COESCOOP hasta 1991, y a partir de ese año regresa nuevamente a la Belleza a administrar por segunda vez a COOPBELL Lda. hasta el 2008 cuando cumplió edad de pensión por servicios prestados. Cuando recibió por segunda vez, la empresa tenía unos activos incipientes de cincuenta millones de pesos de propiedad de 170 asociados y la entregó con 500 millones en activos y 800 asociados en el año de su retiro.

“ Llorando a carcajadas”

Este es el nombre de un espacio que por una decena de años publicó Oscar Zapata Vanegas cada mes en el Periódico JOSE ANTONIO en la pagina 14 haciendo reír al lector con originales chistes, de los cuales se recuerdan:
_ Señor polvorero, si no puede dejar de fumar, fíjese donde bota las colillas. Las polvorearías son solo clandestinas hasta que explotan.
- El ginecólogo se parece al portero de una discoteca. Ambos trabajan donde los demás de divierten.
- El matrimonio es la unica cadena perpetua que se suspende por mala conducta.
- Hay maridos tan oprimidos en el hogar, que la única manera que pueden abrir la boca delante de la esposa es para bostezar.
- Aquel viudo era económico, que se casó con la hermana de su mujer para economizar suegra y decía que estaba de luto por una cuñada.
- Las convenciones políticas son como los matrimonios; todos saben que va a pasar.
- En la cárcel: el director reúne a todos los presos y les comunica; mañana viene el gobernador.
  Magnifico, comenta uno de los presos- ya era tiempo que lo arrestaran.
- -El jefe a un empleado: “ siento mucho que se vaya a jubilar, Ramírez. Será muy difícil conseguir otro que trabaje por el mismo sueldo”.

En la primera etapa de su estadía en la Belleza, le correspondió implementar cobros jurídicos a asociados que pensaban que como la cooperativa estaba estancada, podían quedarse con los prestamos. En una ocasión, y como era usual en ese entonces en esa región, el gerente debía andar con revolver al cinto; debió acompañar al juez y al secuestre para el remate de un predio en la vereda Sinagoga en tierra caliente. Luego de seis horas de camino, la comisión llegó al predio sin encontrar a nadie en el rancho; entonces el secuestre, señor Rolfe Marín y el gerente se fueron a establecer linderos; habían caminado unos cien metros cuando un campesino saltó del matorral al camino con pistola en mano, y en la otra, dos proveedores; Oscar, con la tranquilidad de lechuga que lo ha acompañado, en vez de asustarse ante el requerimiento del labriego que gritó primero muerto que dejarme quitar la finca”, se acercó al asustado propietario dándole la mano con un saludo solidario; y ante este gesto, el campesino tuvo que guardar los proveedores y pasar de la mano derecha a la izquierda el arma de fuego mientras la bajaba y respondió con una estrechada de manos el saludo del invasor, quien le explicó las razones de la visita y las posibilidades de pagar la deuda sin proceder al embargo. El labriego se sintió comprendido reaccionando amablemente con un suculento almuerzo e invitación a la comitiva a baño a la quebrada, convirtiéndose posteriormente  en un activo asociado de la empresa cooperativa.


Y como dicen en Santander, “ a cada marrano le llega su día”. Oscar estuvo andaregueando por municipios de tres departamentos trabajando por la causa cooperativa, pero nunca soñó que en el pueblo donde logró su segunda experiencia laboral, iba a terminar atado a una mujer, precisamente que fue determinativa para su selección como gerente en dos ocasiones en el  municipio de la Belleza.
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Ella, una mujer prudente, pudorosa, tímida, trabajadora y con gusto para vestir, y él, un tipo desabrochado para hablar y vestir con una cara que al verla hasta el niño mas tímido, se ríe. Quienes bien conocen a Oscar siguen pensando que a él lo enamoraron, le propusieron, lo empujaron al altar y él, se dejó sin oponer resistencia pues encontró en él único amor la seguridad de una vejez acompañada inundada de amor, no solo de la profesora Exilda Pineda, sino de las dos hijas que se convirtieron en tres razones para continuar andaregueando a donde lo inviten para hablar de las bondades del sector cooperativo como un sistema solidario equitativo que convierte la igualdad de oportunidades en el principio fundamental.

Oscar Zapata con su labor como promotor del sector cooperativo es conocido por gerentes, directivos y asociados de las cooperativas que anidan en las poblaciones del sur de Santander, y aunque superan los 40 años viviendo en Santander, no cambia la arepa, ni los chorizos, ni el aguardiente por las costumbres de la tierra fría de Santander; y como todo montañero prefiere los riscos y las laderas que la urbe bogotana en donde la familia ha escogido el segundo hogar por aquello del trabajo y las atracciones de la capital.





viernes, 30 de octubre de 2015

Eustasio Vargas, cien años de soledad sirviendo a Puente Nacional.

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Lo despidieron varias generaciones, lo lloraron los mayores de ochenta, lo recuerdan los niños, los jóvenes, los mayores y la tercera edad; los primeros, al verlo encarnando la soledad en una mecedora en la sala de su casa en medio de fotografías que ilustran  sus trabajos de servicio a una población, los segundos por verle contemplando  el tiempo mientras las personas vienen y van con sus afanes, los terceros por reconocerle como un testigo de un siglo de historia, y los últimos por ser un empleado público que por medio siglo facilitó el alumbrado eléctrico y el servicio de agua  a los puentenalinos y las comunicaciones telefónicas entre los habitantes de las poblaciones circunvecinas a Puente Nacional.

Desde el nacimiento la soledad acompaño a Eustasio y desde entonces por cien años se gozó la soledad. Soledad se llamaba la madre que lo trajo al mundo sola en una casa de bareque en la vereda Cemiza mientras Oliverio Ortiz, el esposo, trabajaba en vereda distante construyendo una ramada para un trapiche de piedra en la cuchilla que separa a Guavatá con Puente Nacional.

Eusatasio perdió a Oliverio cuando estaba en el vientre de Soledad, y a Soledad, cuando cumplía los cinco años. El padre menor de 30 años, murió bajo el peso de una viga que junto con otros dos jóvenes intentaban trasladar para montar como amarre principal de una ramada para extraer el dulce de caña mediante la fricción de dos piedras cilíndricas que giraban a la par sobre dos ejes paralelos movidos por fuerza animal o humana, y perdió a Soledad un lunes cuando regresaba del mercado luego de tomarse un guarapo mal curado que le produjo una diarrea acompañada de deshidratación que en pocos días retornó al estado en que ya se encontraba Oliverio.
 
Cuenta Margarita, la única hija mujer que le acompaño por tres cuartos de vida, que Eustasio quedó acompañado con limber en el rancho en donde estuvo por un par de días, siendo recogido por una familia de apellido Luengas en donde Soledad prestaba ocasionalmente algunos servicios domésticos, y allí por tres años fue el niño de los mandados, sin paga alguna, viéndose obligado a buscar mejor oportunidad que encontró mas abajo en una parcela de un par de longevos que lo acogieron proponiéndole unos días de trabajo para el hogar y un par de días para sus propios cultivos logrando algunos ingresos para sus precarios gastos.
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En menos de 20 años debió velar la muerte de Soledad y la de sus putativos protectores, en cien años ayudó a cargar el féretro de centenares de  conocidos y amigos; en cien años fue testigo de la construcción de la línea férrea y la llegada del tren a Barbosa, trabajó como raso obrero en la construcción de la carretera  para unir a Puente Nacional con Jesús María, recibiendo como paga en proporción a la cantidad de carretilladas que cada día movía con diligencia; puso sus fuerzas para trasladar la primara planta eléctrica que hubo en la provincia de Vélez desde la estación de la Capilla hasta Puente Nacional, junto con un amigo de la época, se apostaron detrás de una mata de chusque para ver pasar  a un anunciado animal que chillaba mas duro que un gavilán que tenía cuatro patas como el perro y que era dócil como un caballo pero que echaba humo y cargaba varias personas a la vez. A ese animal, meses mas tarde, junto con el amigo, por la suma de diez centavos, dio la primera vuelta en carro alrededor del parque llamado hoy Lelio Olarte en honor al insigne músico que con sus melodías dio a conocer a Puente Nacional en el ámbito musical colombiano.


Eustasio no fue a la escuela pero se hizo letrado, aprendió mecánica y electricidad mirando y practicando, creció solo pero fue un ser muy sociable y servicial, en especial, con las personas que llegaban al pueblo de otras partes, fue acomedido con las familias de alemanes y españoles que llegaron después de la segunda guerra mundial y levantaron sus familias en la tierra de la guayaba y el platanillo, fue huésped de familias que vivían a la vera de la línea telefónica que unía a Puente Nacional con Guavatá- Vélez-Jesús María- Florián y Barbosa.

Trabajando en construcción fue vinculado como cartero por correos nacionales y le pagaban en proporción a las cartas que entregara, aunque no ganaba sino para la comida fue reconocido por las familias prestantes de la villa, y cuando ya había hecho todas la entregas, iba al taller del español Martín Fontanilla a mirar para aprender y a colaborar para ensayar. El sacerdote Antonio Olarte, regaló a la localidad la planta eléctrica que desde Alemania llegó en barco hasta Honda en el Tolima, y de allí hasta la estación la capilla fue carga del tren para luego ser movida en bueyes hasta la vera del rio Suarez donde funciona hoy  el matadero municipal, y allí, una vez instalada y movida con agua, fue entregada en administración al español, quien viendo el empeño de Eustasio, lo entrenó para operar la planta eléctrica que iluminaba en las noches los hogares de la población.

La violencia partidista desplazó a varias familias al casco urbano, las de menos recursos, y las otras, a la capital; la demanda del fluido eléctrico se requería también de día para los servicios hospitalarios y el municipio compró un generador diesel que dieron al cuidado de Eustasio, quien ya trabajaba como empleado municipal con doble jornada, de día operaba la planta diesel, y de noche la planta que usaba la fuerza del agua para generar energía. Al implementarse el servicio domiciliario del agua, la administración municipal también le encargó en servicio de fontanería. Fueron 20 años de servicio a las familias de la población, tiempo en el cual no le reconocieron vacaciones, ni cesantías, y cuando el gobierno nacional creo la seguridad social, el tesorero notificó a Eustasio Vargas que para afiliarlo al servicio medico y tener derecho a cesantías, le iban a descontar el salario por tres meses, y muchos años después se enteró que el mencionado tesorero del municipio había confundido meses con tres días de descuento mensual.


Eustasio integró cuanto comité hubo en la parroquia, en el municipio, en la Acción comunal y en la cooperativa en los que trabajo sacándole tiempo al tiempo. Fue un ciudadano a carta cabal, no hizo proselitismo a ningún partido pero fue testigo de los odios y venganzas de muchos que  los integraron apasionadamente a mitad de siglo. Fue testigo de la construcción y florecimiento de los tres colegios reconocidos en la población que hicieron merecedor a Puente Nacional como ciudad educadora. Fue testigo de la construcción y florecimiento del Hotel Agua Blanca a donde llegaban numerosos turistas nacionales y extranjeros luego de un pintoresco viaje en tren por las sabanas de los muiscas y las lomas de los sorocotaes. Fue testigo del paso de la mula al tren, al bus, al avión y a los cohetes a la luna. Fue testigo de los estragos de las tos ferina, el tifo, las pulgas, los chinches y las niguas. Gozó del andar a pie y fue orgulloso de usar alpargates para ir a misa como de los zapatos corona.
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Eustasio conocía a los dueños de las casas del casco urbano, pero muchos no le conocieron y en el buen trozo de vejez que vivió su sabiduría es recordada por los hijos y nietos, por los vecinos y allegados, y aunque nunca fue distinguido por sus labores como el único motorista que operó día y noche la plantas generadoras  por 22 años facilitando el fluido eléctrico al casco urbano y haciendo arreglos y conectando el servicio de agua domiciliario sin que le pagaran los derechos laborales a que tuvo derecho, si fue recomendado, por su estatura, empirismo y ser social por el patricio liberal y único gobernador y senador que ha tenido Puente Nacional, el Dr. Eduardo Camacho Gamba para trabajar en la naciente empresa nacional de telecomunicaciones, convirtiéndose junto con Waldo Ariza ( http://naurotorres.blogspot.com.co/2015/09/waldo-el-guarda-lineas-que-estaba.html  ) como los últimos guarda líneas que hubo en la provincia veleña.

Eustasio murió con el apellido de Soledad. El medico legista atestiguo que la causa fue la asfixia pues tenía los pulmones negros del humo que expelía la planta diesel,   un 23 del mes de los vientos y las cometas del año que, luego de 60 años de guerra interna, el gobierno nacional, siendo presidente Juan Manuel Santos, un descendiente de santandereanos, firmó el pre-acuerdo de paz con el mas viejo y mas terrorista grupo guerrillero latinoamericano


















Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...