Las prendía cuando mis padres descansaban de sus
jornadas de trabajo rural. Con cuidado, precisión y sigilo, cual nimbo en la
mesa colocaba las cuatro velas que duplicaban la intensidad de luz que me
facilitaba trazar y delinear cada plancha de las decenas que debía dibujar para
cumplir con la tarea de dibujo técnico de algunos compañeros del colegio de los
grados superiores perezosos en practicar.
En 1.975 recibía $ 5.00 por plancha lista para
entregar al profesor de dibujo técnico del Colegio Don Bosco de la Belleza,
Santander. Nunca busqué clientes; fueron los compañeros quienes me buscaban
gracias a la publicidad que apareció en el periódico mural de la institución.
En una hoja de bond 90 gramos de un octavo de
pliego se elaboraba cada plancha con lápiz 2H. Cada una requería de un margen
establecido previamente y en el margen inferior derecho se colocaba la
información en compartimentos del alumno, la fecha, el número de plancha, el
nombre del profesor y una ventana para la calificación.
Sin mesa de dibujo, usando la tiza, el tablero, las
escuadras, la regla T, el maestro iba usando el compás y demás herramientas,
uniendo puntos, trazando arcos, rectas, curvas; y en la blanca hoja de mi papel
brotaban figuras geométricas, regulares, irregulares; luego, cortes frontales,
inferiores, superiores y en perspectiva.
Mi padre era carpintero. De niño jugaba con los
pedazos de madera sobrantes. Con ellos armé ilusiones y el dibujo técnico me
facilitó mis gustos por el diseño.
Vivíamos a 4 kilómetros de la Belleza; hacia
diariamente, de lunes a viernes, dos jornadas. Dos tramos bajando al colegio y
dos regresando a casa, a almorzar y al atardecer, En cada jornada, corriendo
hacia el recorrido en 25 minutos; caminando normal, el trayecto de la casa al
colegio se invertían 45 minutos.
Un lunes en el primer descanso en el colegio, vi
que los estudiantes se acercaban con curiosidad al periódico mural organizado y
dirigido por el profesor de español y dibujo técnico. Uno de los compañeros del
curso se me acercó a informar que mi nombre estaba en una lista que había
aparecido en la sección: los mejores dibujantes del mes.
Yo, no creí. Por ser del campo, -me decían
campeche- y bajo de estatura, era usual que se burlaran de mí. El periódico
mural tenía secciones, hoy recuerdo la de literatura y la de dibujo técnico.
Fue en el recreo de la media mañana que logré
acercarme al periódico mural, contemplar y ver en detalle la sección de mi
interés.
Semejando una columna de un periódico impreso, en
fina y proporcionada caligrafía estaba la lista de los cinco mejores del mes en
dibujo técnico; y al frente, la calificación. Miré, revisé y estaban los
nombres de estudiantes de los grados superiores. Yo cursaba el grado 1º y mi
nombre aparecía en tercer lugar en esa lista.
Ese reconocimiento público y ese detalle de
publicar mi nombre en el periódico mural, mejoró mi autoestima y se convirtió
en un reto ocupar el primer puesto en esa escala que difundía el joven maestro
que llegó trasladado de la escuela urbana.
Conté a mis padres. Y ellos, a los tíos. Y en menos
de un mes contaba con el libro guía del profesor, una caja de instrumentos,
escuadras flexibles, regla T, borradores y lápices HB, 1H y 2H.
Terminé el bachillerato en el poblado donde nací.
Ingresé a la Universidad Nacional de Colombia a cursar estudios de ingeniería
civil. Por asuntos ajenos a la familia,
debí abandonar los estudios en los últimos semestres para huir de la violencia,
y mediante una beca me gradué en una universidad de Miami, E.U. Mis primeras
décadas laborales fueron en diseño industrial en empresas reconocidas de
maquinaria. Actualmente trabajo en un aeropuerto privado de Amazon como
operador de logística despachando mercancía para el mercado global.
-Soy Elmer Martínez Bareño, nací en la vereda Campo
hermoso. Vivo en Chicago, Estados Unidos. Después de 40 años busqué al maestro
que encontró en mí, el elemento, lo resaltó y empoderó mis talentos. Ese
maestro que por 28 meses estuvo en mi tierra natal, lo encontré en este blog.
Es el autor de “Historias sin contar” y de numerosos poemas difundidos en esta
web. Se le conoce como un artesano de la
palabra, un hilador de historias y tejedor de versos. Su obra literaria esta
en: https://naurotorres.blogspot.com/
Jarantivá, Puente Nacional, Eco
posada La Margarita, abril 25 de 2.021.