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domingo, 12 de diciembre de 2021

"Poemas emergentes", el primer libro electrónico del artesano de la palabra.


https://books2read.com/u/mVRNeM

A los lectores usuales de mi blog, les comparto el link para acceder a mi primer poemario electronico. El que accedan y reconozcan mis letras, será un placer registrarlos en los comentarios del mismo blog. Con gusto, los respondo.


Comparto el prefacio y el prólogo de Poemas emergentes. Esta vez, con poesía social. Poesía contestaria. Poesía emergente en tiempos de pandemia y protesta social en Colombia. 

Unos afirman que la historia la deben contar los vencedores; pero no existieron los vencedores sin la lucha de los vencidos. Escribí este poemario desde la segunda opción en tiempos de pandemia.

Revelo mis gritos en el desierto y el viacrucis que vivieron mis ancestros desde la llegada de los peninsulares a tierras, hoy de Santander. Intento demostrar el pensar de quienes endilgan a los jóvenes colombianos, como vándalos por reclamar derechos elementales en las protestas de los años 2019 a 2.021.

Nací y crecí en una vereda en la que la violencia eran usual, y sobrevivir, un reto diario. Estudié en Zipaquirá el Bachillerato. En esta ciudad de la sal, también lo hizo Gabriel García Márquez y Gustavo Petro. El primero, reconocido escritor, premio nobel de literatura en 1.982. El segundo, persona amnistiada y candidato a la presidencia de la República de Colombia en el 2.018 y 2.022

He sido testigo de las violencias suscitadas por la elite colombiana en 1.948, 1.962, 2.000 hasta lo que ha ocurrido del 2.021. Fui testigo de las esperanzas de los acuerdos de paz, y de las estrategias para impedir su implementación. Sin embargo, continúo anhelando que la Constitución del 1.991 se cumpla en próximos años para vivir una auténtica democracia en la que la palabra sea la única tea que nos una a los colombianos.

Poemas emergentes es el primer e-books que revela mi producción poética como prosista autor de “Historias sin contar”, relatadas en mi web:  https://naurotorres.blogspot.com/ Cosecha poética que afloró en el confinamiento humanitario que generó la aparición del Covid-19. Fue propicio el regresar a la vereda donde nací, Jarantivá en Puente Nacional, Santander, Colombia, y en vez de encerrarme, combiné las labores del campo con la escritura. A la par que continué plasmando más relatos próximos a ser presentados en libros electrónicos: Me empeñé en descubrir la musicalidad de las palabras hilvanándolas en versos intentando fotografiar el sentir personal y el sentir latinoamericano desde una perspectiva histórica emergente y contestataria que permitirá dejar un registro poético de un estado social nacional que inquieta no solo a nacionales, sino a los demócratas y libres pensadores del mundo.

El novelista Francisco Ayala, autor del prologo.

Celebramos el primer texto de poemas de Nauro Torres Quintero, Poemas emergentes.  Siempre hay una primera vez para todos, y para el Artesano de la Palabra, como a él le gusta presentarse. Nauro no escapa de la realidad colombiana. No puede eludirla. Todos estamos inmersos en ella. Más él que asumió el sino de poetizarla.

Es decir, configurarla, darle una forma que exprese lo que sentimos en lo más profundo de nuestro ser. Y el ser tiene por lo pronto dos dimensiones: estamos atravesados por el tiempo y por las palabras: somos temporales, históricos y también lenguaje.

Por eso en Poemas emergentes aparecen los rostros de los caciques: Chanchón, Guanentá, Saboyá, Tisquizoque consumiéndose en la llama de la Contestación. Combatían a los invasores españoles, así como también respondieron siglos después José Antonio Galán, Lorenzo Alcantuz, Isidro Molina, Manuela Beltrán con la revolución Comunera.

Aparece el Arzobispo Antonio Caballero y Góngora en representación, no de los intereses campesinos, los más pobres, como lo hubiera hecho Cristo, sino del poder colonial, investido con todo el imaginario que significa la iglesia, firma las Capitulaciones; pero quien capitula es el movimiento armado capitaneado por Berbeo, veinte mil hombres, instalados en el Puente del Común, a un tris de Santa Fe; mientras Galán Zorro persigue al Regidor Gutiérrez de Piñerez que huye  hacia Honda, coger el Río Grande de la Magdalena, llegar a Cartagena de Indias desde donde gobernaba el Virrey Manuel Antonio Flórez Maldonado.

Para la misma época de luchas libertarias en el continente americano, en Bolivia, Túpac Katari, al mando de cuarenta mil indígenas armados, sostiene que el modelo productivo traído por los invasores nunca demostró ser superior al comunitario de los habitantes primigenios. También fue traicionado Katari, lo mismo que José Antonio Galán Zorro.

En Hermanados se denuncia el racismo, la categoría raza que aparece en 1.492, cuando América Latina, desde donde vivían los Mexicas hasta los Patagones es coautora de la modernidad porque irriga de oro, plata la economía del Viejo Mundo. Somos el Nuevo Mundo y la categoría raza se convierte en instrumento de dominación y explotación. Aparece el Otro, la otredad, los indígenas; los españoles, los portugueses, los europeos que de connotación geográfica adquieren significación racial. Después en la Colonia los negros, los mestizos. Todas, categorías raciales con base en el eurocentrismo, centro y periferia.

El hechizo de las palabras evoca a Juan I: En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. La magia divina de la Palabra y las palabras que tienen poder. Es la fenomenología de la palabra desde el inicio bíblico hasta que iluminan corazones, cosechan paz y armonía. Pasando por camas nupciales para enamorados, severos retretes para críticos y guerreros. ¡Qué risa para esta última calificación! El buen humor del autor.

Al llegar a Atavismo bananero es innegable aquello de la republiquita bananera en manos de delincuentes. El poema así lo denuncia porque hace referencia directa a nuestro presente con todas las atrocidades acuciantes: desaparecidos, desplazados, masacrados y un largo etcétera que produce dolor y vergüenza.

Marx en El Capital hace famoso el concepto de enajenación, en Poemas emergentes está Enajenados con una connotación más amplia ya que afecta toda la vida cotidiana -el Lebenswelt en términos de Husserl- afecta hasta el alma del ciudadano.

El dolor de ver a una sociedad y un Estado reflejada en Infanticidio que no asume la decisión de salvar a los niños de la degradación y descuido que los cubre. En Ecocidio está el potente fenómeno llamado Cambio Climático que amenaza con desaparecer a la especie humana si continuamos con la estupidez del modelo productivo con base al petróleo, carbón, hiperconsumo imbécil.

A mis zapatos tiene ecos del poema de Luis Carlos López, el poeta cartagenero, más conocido como el Tuerto López. En ambos está el confort, la comodidad que produce el uso sobre el cuero.

El Credo de la gente de bien denuncia ese conglomerado humano que se hizo evidente con el estallido social del 28 de abril de 2.021 en Colombia. Ahí está la ideología traqueta, el faro intelectual que ilumina, orienta a los seguidores del que es invulnerable a la justicia, hasta hoy.

Inmolados tiene una relación con la “gente de bien” en sentido inversamente proporcional porque es nuestra juventud, el presente del país. La juventud que comía en la olla comunitaria del estallido social que en números populares ascendieron a ochenta asesinados y seiscientos desaparecidos. Otras estadísticas para la impunidad.

Resistencia retoma lo histórico, hace un recuento desde los jóvenes y nos deja la sensación de que es posible un cambio, con base en las ciudadanías libres, otro fenómeno social de recién expresión en la arena política de la nación.

Atrapadas, confinadas, violentadas. El eje de la atención del poema es la mujer, pero se incluye la relación inmarcesible con el varón, el patriarca. Aún él sigue siéndolo, pero desde el siglo pasado la mujer ha venido realizando una revolución silenciosa: entró a la producción, dejó a los hijos en guarderías, o con la vecina, o con la madre y está disputándole todos los espacios tiempos al machismo. ¿Para bien o para mal? No hay que perder de vista la reciprocidad y complementación del ying y el yang de los antiguos taoístas chinos.

Vida u oro, ¿Descubrimiento? ¿Conquista? o ¡cubrimiento!, Esquiva libertad, Hortelanos de la paz, artesanos “del otro” tienen en común el barro histórico. Está candente el barro histórico, AMLO de México exigió a los reyes de España pedir perdón a América Latina por el genocidio indígena. Saltó como una hiena la vox y el pepe, y denostó contra el proceso decolonial que va avanzando lento, pero seguro. Exabrupto que el indigenismo latinoamericano es el nuevo “comunismo”. Vaya, cómo les duele que Abya Yala, Latinoamérica en voz Kuna, esté ganando poder. Ladran los perros Sancho, por tanto, cabalgamos.

El poema El perdón, aflora la paz refleja el deseo de paz del pueblo colombiano que fue torcido por el “no”. Ese acontecimiento también histórico, implica el poder de la ignorancia. ¿Por qué votar por la guerra? Porque existen unas multitudes ignorantes, manipulables. Sí, el perdón. Si uno es egoísta racional debe aplicar el imperativo categórico de perdonar porque el primer beneficiado es uno. My self.

El último poema es Otrocidio, la eliminación del otro. La otredad problematizada por la ideología traqueta que está en el poder. ¡Qué daño le ha hecho al país!

Bueno, ya conocemos a Nauro como poeta. Reclamo todo el apoyo para él. Éste es un buen inicio, atreverse a bardear en tiempos no aptos para bardos es algo digno de reconocimiento. Buen viento y mar, marinero de las palabras.

                                                                       

Francisco de Jesús Ayala Páez

Escritor

 Filósofo y Magister en Semiótica UIS, Licenciado en Educación, Ingeniería Agronómica Universidad del Magdalena. Docente. Autor de la novela Con ojos de niño o La Ciudad Ardiente. Novela inédita En la U. Está terminando su tercera novela. Ensayista, Crisis de un orden patriarcal en La Casa Grande de Álvaro Cepeda Samudio. Y numerosos ensayos inéditos.

Octubre 8 de 2021


sábado, 11 de diciembre de 2021

Sonajeros de cerveza


Desde el mes de los vientos y las cometas encargábamos en la tienda veredal, las tapas de cerveza. La señora de la tienda la Esperanza, hoy con 90 años cuyo nombre hace honor a su oficio de persona mayor; doña Custodia, la custodia del camino real que unió a Puente Nacional con Chiquinquirá, más conocido como el camino de la sal y de la miel en la época de los muiscas, nos guardaba las tapitas de gaseosa colombiana.

Por ramas de escobillo para barrer las intercambiamos por las tapas de gaseosa, en ese entonces de un metal mas duro y maleable a la vez. Ya en el rancho, con el martillo usado para herrar las bestias, nos poníamos con mi hermano Efrén Agoberto a expandirlas hasta dejarlas como una moneda de un peso.

En honor a las 12 tribus de Israel que eran diez, y en honor a los 12 apóstoles y a los 12 meses del año, cada uno cogíamos igual cantidad de tapas, y el 10% más por si en los golpes, se torcía alguna tapa.



Con una puntilla de 5 pulgadas las perforábamos en el centro de cada tapa. Previamente ya teníamos seleccionado un pedazo de tabla de pino ciprés o un palo de juco, ya seco y sin corteza; ambos de unos 25 cms. de largo por una pulgada de gruesa que labrábamos y lijábamos con un pedazo de vidrio.  La madera la proporcionábamos en dos partes. En una de ellas, marcada en tres partes, en dos de ellas, clavábamos holgadamente en cada una, seis tapas con una puntilla de una pulgada de tal manera que las tapas fluctuaran sin obstáculo.

Cada menor de edad tenía su sonajero que funcionaba en los cantos de las novenas como panderetas o maracas para animar los villancicos en cada novena familiar a las que se asistían, pues junto con la imagen de la Virgen, durante la novena se visitaban igual número de familias.

Eco Posada La Margarita, Puente Nacional, diciembre 18 de 2.020

viernes, 10 de diciembre de 2021

El chamizo navideño

 

 Desde el 12 de diciembre mi madre nos ponía la tarea esperada todo el año de buscar los elementos para tener listo el pesebre el 16 de cada año. Por los potreros y montes buscábamos: musgo y hongos secos en arboles enfermos, matas parásitas, chamizos cubiertos de vejez, y de paso, íbamos seleccionando el mejor chamizo que luego de decorado se convertiría en el árbol de navidad.

En el zarzo se buscaba la caja del pesebre de loza de Ráquira, las casitas, ovejas y pastores que aseábamos con esmero para hacer el pesebre que se desmontaba el 7 de enero del siguiente año.



Por la edad, mi madre armaba los primeros pesebres, luego correspondía a cada hijo imaginar y levantar el pesebre más novedoso que el del año anterior.

Entre los chamizos encontrados por cada uno, mi madre seleccionaba en mas frondoso, zarazo, y armónico, el cual decoraba con algodón y papel celofán brillante e iba colgando bolas navideñas que servían de espejo para mirarnos diferentes.

El pesebre se armaba en terrazas, como las huertas, y en cada una de ellas se simulaban paisajes gratos, como el pueblo, la fuente de agua y el arroyo con el papel plateado de los paquetes de cigarrillo, el ordeñadero y el corral para las ovejas. Bajo un techo de paja que nos enseñó mi padre a levantar y tejer con espigas secas, colocábamos la futura cuna del Niño Dios contemplado por la imagen de la virgen, un borrico y una vaquita que vigilaba San José. Izada en una fina caña de castilla estaba la estrella de Belén, y en el escalón más distante empezaba el camino los tres reyes magos que cada día iban trepando para estar cerca al niño milagroso a la madrugada del seis de enero.

Ecoposada La Margarita, diciembre 07 de 2.020

sábado, 13 de noviembre de 2021

Mi novia, la vecina. Poema de Nauro Torres Quintero

 

11/13/2.021

 

Ojos gachos, cejas pobladas,

cara de muñeca, sonrisa de reina,

cabellera negra y cuerpo de gacela,

tenía la niña, mi vecina.

 

Surgía de su arcabuco

por el camino de la espesura,

provenía de su gambita;

allí, abundaban las margaritas.


 

Una jardinera con flores

escondía su escultural figura;

en su brazo, un canastillo de amores

resaltaba su exótica ternura.

 

Nos mirábamos, nos hablábamos;

a la escuela juntos caminábamos;

a los rosarios, a los velorios

con nuestras familias nos encontrábamos.

 

 

En la navidad de un bisiesto

nos enamoramos,

juntos caminamos

de la mano, andamos.

 

Novios fuimos mientras estudiábamos,

esposos fuimos mientras trabajamos

amantes fuimos mientras juntos respirábamos

compañeros de oficio fuimos mientras a los hijos criamos.

 

Mi novia, la vecina,

un noviembre al zenit voló;

en rayos del sol y luz de luna, surcó,

en auroras y arreboles, se transformó.

 

Fugaz fue su existencia,

con una misión me dejó:

ampliar su gambita y su arcabuco,

el paraíso donde nació.

 

Ella revolotea en las auroras,

canta en cada amanecer,

aletea en cada atardecer

difuminándose al anochecer.

 

sábado, 6 de noviembre de 2021

El pago de oleo


A la partera o comadrona, quien recibía la criatura al nacer, se le reconocía también como mamá, por haber facilitado el nacimiento del crio. Dias después, en las manos del nacido se les colocaban unos mitones tejidos en lana por la misma madre para que no se aruñase con las uñas.

Si era mujer, se seleccionaba otra, entre la más cercanas a la madre. Si era varón, el amigo más allegado padre. Tenía la tarea cariñosa de cortarle por primera vez las uñas a la criatura. Desde ese momento se establecía un parentesco social muy cercano. Y a quien cortaba las primeras uñas, desde entonces, se le reconocía como madrina o padrino de uñas hasta la sepultura.



Los esposos escogían, con antelación al nacimiento, a los padrinos de bautizo, con quienes se concertaba el compadrazgo. Generalmente no eran de la misma familia, sino amigos cercanos. Si la madre tenía dificultades en el parto o el niño nacía muerto o con deficiencias en la salud, los padrinos lo bautizaban con agua para borrarle el pegado original.

Al crio se le bautizaba, una vez la madre cumpliese la dieta, luego de cuarenta dias de cuidados por parte de los miembros de la familia, y en especial, de una fémina contratada para ese menester.

El ajuar para el bautismo lo aportaban los padrinos. Era blanco como signo de la pureza de la criatura legitima. Al ser esta hija de pareja casada por la Iglesia. La ropa del bebé era confeccionada por la madre desde la confirmación del embarazo; otras allegadas, vecinas, se unían a la tarea de tejer los ajuares para los seis primeros meses del retoño familiar. A la partera, por experiencia de observación del tamaño de la barriga o posición de la criatura en el vientre de la madre, atinaba a pronosticar el sexo de nuevo integrante de la familia. Con ese pronóstico, tejían los vestidos, gorros y mitones. Si era varón, el azul era el indicado. Si era niña, el rosado era el fijo. Si había dudas, los ajuares eran blanco o amarillos.

El ajuar para el bautismo, lo escogían y asumían los padrinos. Los servicios religiosos los pagaban los padres, así como las viandas y bebidas, ya consumidas por el camino o en el pueblo.

Luego del bautismo, dias después, sin avisar, los padres procedían a pagar el óleo. A reconocer con una atención particular en la misma casa de los padrinos, el honor de haber mandado cristianizar al nuevo miembro de la familia.

Los padres del bautizado junto con los demás miembros de la familia visitaban en el hogar a los padrinos. Ocurría con preferencia después de las cinco de la tarde cuando cesaban los trabajos en la finca. Luego del saludo fraternal y alegre, los padres entregaban a los padrinos un canasto nuevo tejido en caña o bejuco, y en él, un bojote envuelto en paño de algodón blanco decorado con flores verdes. Dentro, guarecido con hojas de plátano pasadas por el calor del fogón, estaba el piquete para la familia de los padrinos. El cocido estaba compuesto de una gallina sin expresar, si eran menos de seis los homenajeados; si eran menos de doce, iban dos gallinas acompañadas de yuca, papa, plátano, arracacha, jites, bore, malanga y batata.

Acompañaba el canasto, un calabazo de chica con quince dias de fermentación, y uno más pequeño con guarrús o masato de maíz para los niños.

Ya en la mesa o en el potrero, la madrina de la criatura agradecía el pagamento y procedía a destapar el bojote, partir la gallina y ofrecer y convocar a su familia a ingerir las suculentas viandas.



A su vez, los padres del crio destapaban su propio piquete y compartían la cena las dos familias, al son de un par de músicos de cuerda que amenizaban el pago de óleo. Cada esposo disponía de un calazo pequeño, y en él, iba el ají con sal y cominos para deleitar acompañando la comida, los varones.

En Jarantivá, vereda donde nací, se olvidaron estas costumbres en el primer decenio del siglo XXI.

 

Puente Nacional, Ecoposada la Margarita, junio 26 de 2.021

lunes, 25 de octubre de 2021

Homenaje lírico a lideres sociales del Sur de Santander.

 

113. ¡Aleluya ¡ ¡Aleluya¡

11/2021

Una brizna es la existencia humana;

con un suspiro dejamos de existir.

 

Una paradoja es la vida humana;

nacemos para morir.

 

                                                                              del maestro Domingó 2.021

Hoy creemos que somos el ombligo del mundo

y no somos, ni punto, en la línea de tiempo.

 

En el peregrinar mundano

para un mejor estar, atesoramos y acumulamos.

 

Nacemos sin nada

y fenecemos sin nada.

 

Morimos para trascender.

Cristianos, muiscas y guanes

Creemos en la resurrección.

 

 

¡Aleluya¡¡Aleluya ¡

 

Quienes nos llevan la delantera, resucitaron;

ellos, un legado, nos dejaron.

 

Quienes nos llevan la delantera, resucitaron;

ellos, un legado, nos dejaron.

 

El obispo de la pastoral social,

monseñor Ciro Alfonso Gómez,

la labranza social preparó.

 

El párroco de la promoción social,

Floresmiro López,

sus enseñanzas, en San Vicente, transfirió.

 

El arzobispo de las causas campesinas,

Gustavo Martínez Frías,

en Vélez, Pamplona e Ipiales

sus siembras, cosechó.

 

Los misioneros vicentinos:

Cesar Flaminio Rosas y Efraín Adame,

la causa de los pobres, nos heredaron.

 

 

La franciscana de María Auxiliadora,

hermana Rosvita Mayer,

a servir al hermano, sin miramientos, nos legó.

 

 

 

El sacerdote defensor de los aparceros de Charalá.

el socorrano, Guillermo Suárez

a ponernos los alpargates del pobre, nos aleccionó.

 

El vicario de la catequesis de la Diócesis

de Socorro y San Gil, Ernesto Serrano,

una nueva imagen de parroquia, nos enseñó.

 

El mártir del Opón,

el sacerdote José Antonio Beltrán,

caído bajo las balas de las Farc,

la otredad nos predicó.

 

El fundador del El Camino, misionero educador,

Jaime Mitchell, sacerdote americano,

la formación del marginado, nos delegó.

 

 

El fundador de comuneros 81,

el sacerdote Jorge Velandia,

a la lucha popular, nos convocó.

 

El carismático sacerdote del grupo “SAL” y “Hablemos”,

Laureano Sarmiento,

Su ejemplo, nos dejó.

 

El bellezano, Excelino Forero,

caído bajo las balas oficiales

sirviendo a los tabacaleros

en García Rovira, Santander,

su testimonio nos animó.

 

El gambitero, Froilán Buitrago

acribillado ante su familia

por balas del mismo origen

en su casa en Zapatoca,

el camino agropecuario nos mostró.


El joven, Rafael Pineda Gómez

acribillado en Providencia, Puente Nacional,

luego de una jornada deportiva juvenil

con balas cegadoras del grito social.

 

A la maestra de la promoción de la mujer,

 la mogotana, Martha Lucia Gómez,

arquetipo femenino, defensora humanos.

 

Elías Sanabria, el parcelero,

campesino sin igual,

en Charalá, ejemplo, nos dejó.

 

Oscar Sierra, trabajador social,

en la Belleza, sus restos heredó.

Lucinia Muñoz, y Miguel Gamboa,

egresados del liderato social,

los recordamos con amor.

 

Los lideres sociales:

El socorrano Isaac Pérez,

Elemín Castro del El Hato,

Daniel Pereira de Mogotes,

Hilda García de Guadalupe

y la charaleña; Elsa Peña,

sus valores, a los conocidos, legaron.

 

El sanjoaquinero, Luis Eduardo Torres,

gestor del crecimiento de COMULDESA;

el caldense, Roberto Osorio,

cooperativista sin igual;

 el campesino, Abelardo Martínez

sindicalista agrario de Charalá;

la batalladora cívica, Yadira Silva,

de San Gil, defensora popular;

el cooperativista, musico y locutor,

Horacio Millán Pelayo;

seis víctimas del COVID 19,

y el periodista Pedro Esaú Mendieta,

sus vidas no fueron en vano.

 

El poeta de Moravia, el cooperólogo,

el escritor bellezano, el maestro de Sitio Nuevo,

mi amigo de la juventud, adultes y vejez,

en un santiamén, un cáncer lo lapidó,

pero sus letras, nos quedaron.

 

 


Hoy, a la sombra del legado del socorrano, Laureano Sarmiento;

en el aniversario de su resurrección;

el poeta y escritor Nauro Torres Quintero,

hijo de Puente Nacional,   

maestro del liderato social,

agente de la pastoral social,

comunicador de las causas sociales;

rinde homenaje a los hermanos idos,

recordando a los presentes

el legado que nos heredaron con su resurrección.

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

Instantes: un poema de Nauro Torres Quintero

 

# 67

07/2021

D:R:A

Tus labios los recuerdo, cual chupeta,

producían adicción;

tus redondos ojos pardos, instaban a la ensoñación;

tu rostro juvenil entre mis manos,

suscitaba ternura y contemplación;

el lamer tu cuello, encendía tu pasión,

el succionar tus alveolos atizaba tu pasión.

 

De tu desnuda humanidad brotaban

tus tiernos senos izaban

cual volcanes en erupción;

 en mí, provocaban pasión,

 obnubilaban mi corazón.


 

Recuerdo tu desabrigado cuerpo,

 cual delfín rosado

por mi piel nadando.

 

evoco tus lunares escondidos,

 achocolatados y dormidos

deseosos de ser contemplados.

 

Tus torneadas piernas rememoro

insinuantes al misterio;

arcano húmedo añoro.

 

Pensando en mí, te enamoraste de otro;

añorando mis caricias te casaste con otro;

cual sarta de calendarios

precipitaronse los años, uno tras otro;

y en festivos, momentos escasos,

 brotan en la pradera, remembranzas,

cual fugaces corrientes de aire fresco

calentando la soledad, usuales compañeras

en noches de desvelo y evocación.

 



Una suma de instantes es la vida,

un baúl con recuerdos bajo llave

una página borrosa del cuaderno,

escrita con el lápiz de la nostalgia

y la pluma de la añoranza;

así se torna el existir,

 escasa suma de instantes placenteros

intrincados en repetir.

Gilberto Elías Becerra Reyes nació, vivió y murió pensando en los otros.

      ¡ Buenas noches paisano¡ ¿Dónde se topa? “ En el primer puente de noviembre estaremos con Paul en Providencia. Iré a celebrar la...