Mientras que en la antigua Esparta las jóvenes crecían al aire libre, aprendiendo a correr, luchar y lanzar el disco y la jabalina, al igual que los varones y los espartanos se aseguraban que ellas fueran fuertes y saludables para tener hijos, en la Grecia antigua las mujeres vivían bajo el control total de las varones; y en la cultura romana, además de ese papel, ellas tenían la misma autoridad que el marido en los asuntos políticos, y en la cultura maya la mujer jugó un papel protagónico incluso como sacerdotisas, papel que extirparon los españoles con la masacre de la colonización; y en la cultura azteca la mujer es descalificada y debe guardar silencio ante la presencia del hombre y obedecer sumisamente cada uno de sus deseos y ordenes, en la sociedad creada por las FARC y por la cual viene guerreando desde su fundación en la década del sesenta del siglo pasado, la mujer es un regalo para los jefes y guerrilleros, prostituyéndola luego y obligándola a la promiscuidad para luego ser desechada a la suerte de las abandonadas.
Para los filósofos Platón y Aristóteles la mujer tiene la misma naturaleza que el varón. De igual forma para Platón la mujer se convierte en objeto de razón, en ningún momento defiende sus derechos o los iguala al del hombre para la época, sencillamente por ser un objeto de razón, está debe preparase ya que el para él, el hombre (masculino) debería reproducirse con alguien similar a él para poder tener hijos perfectos.
TESTIMONIOS QUE MUESTRAN LA TRAGEDIA DE NIÑAS CAMPESINAS DESDE LOS 11 AÑOS DE EDAD
Jineth Trujillo, una desmovilizada de las Farc, contó en Mañanas BLU su experiencia en esta guerrilla que la reclutó a los 12 años, en pleno proceso de paz de San Vicente del Caguán, durante el mandato del presidente Andrés Pastrana.
En su dramático relato, la joven aseguró que fue violada muchas veces por los mandos del grupo guerrillero.
“Los mandos me violaron muchas veces, desde los 12 hasta mi deserción, a los 17 años”, reveló al afirmar que esta es una práctica “normal” en esas circunstancias.
Agregó que “por lo general se mantiene una rotación constante de personal y de mandos” y que por estas “razones” las mujeres son “vulnerables” ante cada una de ellas.
Además, dijo que las niñas eran usadas para transportar armas especialmente porque “pasan desapercibidas” ante la fuerza pública.
“Es la niña la que es usada para un operativo de inteligencia, para brindársela a un hombre, a un militar. Es una herramienta fundamental en la organización y reclutar niñas era una tarea bien necesaria para ese grupo”, manifestó.
Aseguró que eran obligadas a realizar esas acciones porque “desobedecer una regla es uno de los delitos más graves en la organización y este es el primer paso para que le hagan un consejo de guerra y ser fusilada”.
MAS ABUSOS
Investigadores del Departamento de Derechos Humanos de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, recopilaron información sobre los abusos a los que fueron sometidas las mujeres durante una década de conflicto.
En el marco de la conmemoración del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, el Departamento de Derechos Humanos de la Universidad Sergio Arboleda publicará una investigación que adelantó por dos años para contextualizar la violencia de género en las Farc.
“Su libertad, su integridad, su sexualidad y su vida han sido consideradas propiedades, premios y botines de la guerra. Las mujeres, lejos de ser respetadas como seres humanos integrales y libres, han sido tenidas como esclavas, objetos de satisfacción, complacencia e incluso venganza de los hombres. Pero no solo la guerra ha sido fatal con ellas, también lo ha sido la justicia, que decidió abandonarlas como si no tuvieran importancia. Las investigaciones y sentencias por violencia sexual en el conflicto son prácticamente nulas y lo poco que se conoce en la materia no ha servido para ganar la atención que requeriría, en la mente de cualquier sociedad civilizada, la lucha contra estas monstruosas prácticas”, se lee en la introducción del libro.
Los autores del documento son los investigadores Andrés Fajardo –quien también escribió un libro sobre el reclutamiento de menores en la guerrilla– y Rosa Yineth Valoyes, quienes concluyeron que la violencia sexual contra las mujeres se convirtió en un mecanismo de intimidación directa de las Farc, ya que se utilizó como una forma de venganza, retaliación o escarnio público.
Agregaron que el Marco Legal para la Paz, aprobado el 18 de junio de 2014, a pesar de que ordenó castigar e investigar estos delitos en el conflicto armado, “no es suficiente para alcanzar la verdad, justicia y reparación integral de las mujeres adultas, adolescentes y niñas afectadas”.
“Una noche llegaron unos hombres uniformados que se identificaron como Ejército y obligaron a mi esposo a que los pasara al otro lado del río. No había pasado mucho tiempo cuando llegaron otros hombres armados a quemarnos la casa porque mi esposo había ayudado a los otros. Nos quemaron todo, quedamos solo con la ropa. Después, dos de ellos me violaron en una canoa delante de las niñas. Mi hija mayor lloraba y les decía que me dejaran en paz, y le pegaron”, narra una mujer, campesina y colombiana de San Marcos, departamento Sucre.
Un nuevo informe de la Fiscalía General de la Nación, cuyo título es ‘Violencia basada en género (VBG)’, revela que el 43% de los ataques sexuales protagonizados por organizaciones narcoterroristas como las FARC o el ELN, tuvieron lugar durante “una incursión de los grupos irregulares”. El 29% de las violaciones sucedieron cuando paramilitares o guerrilleros intentaban tomar el control de un territorio, mientras que el 18% de los ataques se perpetraron en las propias filas de la guerrilla. “Me amarraron a un palo grueso, me quitaron la ropa y me golpearon. Luego, por lo menos 20 hombres abusaron de mí, ese día. Quedé embarazada y pasado el mes, un guerrillero, su hermano y otros dos me cogieron a patadas y puños para hacerme deshacer la barriga. Me mordían, me tiraban el pelo. Tuve una hemorragia y perdí a mi bebé”, indica una mujer de San Francisco, Antioquía, en el informe al que tuvo acceso el diario El Tiempo. La investigación revela que gran parte de los ataques sexuales más violentos tuvieron como víctimas a mujeres de entre 15 y 30 años; y que se perpetraron, mayoritariamente, entre los años 1996 y 2005.
“Los relatos de las víctimas coinciden en que no tienen garantías a la hora de denunciar, ya sea porque no se les cree, o porque más se demoran ellas en denunciar que los agresores en saber quién acudió ante las autoridades”, narra el documento.
Además destaca que “si bien el Estado hizo presencia tras las masacres e incursiones de los grupos ilegales, los abusos cometidos contra las mujeres rara vez fueron registrados”, informó el periódico colombiano.
En las estadísticas reveladas por la unidad de Justicia y Paz hay registrados 39.546 actos sexuales violentos relevados durante toda la guerra contra los cárteles del narcotráfico en Colombia.
MARTHA, UN CASO QUE DEBE CUESTIONAR A QUIENES TENEMOS RAZON
Martha tenía once años y como toda niña proveniente de un barrio popular, le es encomendado el servicio de ir a la tienda a comprar una bolsa de leche. Era un viernes, y como toda mañana en el puerto petrolero de Colombia, el calor sofoca a quienes respiran mientras las aguas turbias del rio grande son mas distantes del puerto fluvial.
Martha no había alcanzado la esquina de la calle en donde estaba la tienda del barrio, cuando unos hombres la pararon, la tomaron y cual bulto de plátano, la subieron a un camión en la que iban otras cincuenta menores amontonadas cual carga de cerdos.
El camión llevaba carpada la carga y dentro de la carrocería de la piel de las infantiles victimas brotaba el sudor cual agua de una fuente en un paramo.
La sorpresa, el susto y la incertidumbre se habían apoderado de la carga. Se miraban mientras lloraban. Se cogían de las manos para amortiguar los golpes contra las paralelas de la carrocería de madera.
Cuando el sol se escondía en las montañas mudas y la luz del día se esfumaba entre la manigua, el camión con la velocidad con que debe llevar una viaje de ganado al matadero, arribaba a su destino.
Igual que los novillos cuando son bajados de la carrocería de un camión, la carga humana empezó a bajarse una tras de otra ante los ojos voluptuosos de varones enjaulados en la fronda, y cual machos cabríos mostraban sus dotes físicas dominadas por el fusil mientras el ambiente se tornaba con olor a caño de aguas negras y a cuero de cordero y de las botas caucho emanaba el barro y la pecueca, los guerrilleros en tierra obedecían cuan perros domados, pero dispuestos a atrapar la presa, haciendo un circulo para contemplar las unidades que componían la carga. El comandante de la cuadrilla, dio un saludo guerrillero con las peroratas como defensores del “pueblo” como clase, y sin mas contemplaciones, luego de apaciguar la sed con una limonada escasa escasa de ácido, inició la milicia que intercalaba con el adoctrinamiento.
Martha, una niña con corpiños nacientes e incipiente cola, tez cobriza y ojos pardos, rostro femenino y voz tierna fue sacada del grupo de las 50 menores, por un comandante, quien la condujo a un cambuche donde fue violada, golpeada y amarrada durante una semana en la que las imágenes y recuerdos de otra violación tomaron cuerpo. Martha había sido violada a los sietes años por un tío, sin que hubiese podido hacer algo a favor de su frágil humanidad.
En esa misma semana el resto de niñas corrieron igual suerte, por eso las amarraban y aislaban en cambuches de los demás guerrilleros. Pasado el tiempo y entre las actividades de la cocina y la búsqueda de leña, Martha pudo comprobar que era la regla y no la excepción. Era la cuota que tenia que pagar la mujer por estar en ese grupo guerrillero. Las FARC. Martha relata su historia luego de estar desmovilizada en el Magdalena Medio.
Otra exfariana contó: “ las niñas campesinas “llegaban y como había mucho mas hombres que mujeres, entonces ellos actuaban como buitres: uy…legó carne fresca….sin experiencia ellas, los muchachos les caían y las muchachas se dejaban llevar como buey al matadero”.
Zenaida, otra exfariana relató: “Gaitán era un comandante que manejaba mucha plata en efectivo, dinero siempre en custodia de la mujer que andaba con él. Luego de unos meses al comandante se le arrimaban las jóvenes campesinas porque el tipo les daba regalitos”. La misma reinsertada contó que marulanda tenía un hijo a quien llamaban Rigo. A él solo le gustaban las mujeres altas y monas y le llovían a cambio de una pan de jabón o un espejo o una ropa interior”.
LA PROMISCUIDAD, UN ESCAPE
En el seno de las FARC la rotación de parejas es norma. Otra desmovilizada narró: “ El sexo era lo único feliz que había en mi vida”. “Sola me parecía que no era nadie…pasaba en calor de las noches, pero cuando amanecía terminaba todo porque era posible que esa misma tarde, chao y adiós, y hacer de cuenta que no había visto. Mas adelante conseguía otro, mas adelante otro, luego a olvidarse de ellos y a pensar que no existieron”.
Pero esa liberalidad en las filas del grupo insurgente, es aparente. Los guerrilleros consideran ese papel que tienen que hacer las mujeres, como algo reprochable, hasta tal punto que esa libertad y rotación de la mujer entre los combatientes es comparada con el ejercicio de la prostitución.
Un exfariano opina que “allá la mujer pierde la feminidad…los hombres son muy machistas, siempre explotándolas sexualmente. Parte de la culpa es del hombre, parte es de la mujer porque ellas se relajan…ellas se vuelven prostitutas porque empiezan con un hombre en una cama y a la siguiente noche están en otra cama con otro hombre”.
No todos los guerrilleros ven con los mismos ojos a las niñas que llegan a los campamentos reclutadas a la fuerza. Algunos, ya informados de la generalidad como los varones convierten a las combatientes, se sienten atraídos por alguna de las inocentes victimas. Se hacen amigos de ellas, y varios, terminan enamorándose por el primer amor; entonces aconsejan que hacer para no caer la prostitución.
Un joven con pocos meses en las filas del grupo guerrillero, quien se enamoró de una campesina recién caída en las redes de los alzados en armas, dijo la experiencia que tuvo su primer amor en el campamento. “Las mismas guerrilleras me inducían a la prostitución porque se iban acompañadas al baño y se ponían a hablar de tal guerrillero que esta bueno, que esta noche me voy a acostar con tal otro, y que yo que me veía decente”. Explicó además “que en la guerrilla hay mujeres que se acuestan todas las noches con uno diferente; porque les prestan una bolsa, porque les regalan un betún, porque les dan ropa interior o un champa, en fin…”.
Tanja, la guerrillera holandesa.
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