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viernes, 1 de abril de 2016

Brisas celestinas


La imagen puede contener: cielo, nube, árbol, crepúsculo, planta, exterior y naturaleza

Las brisas madrugadoras 

acariciaban los rostros de los caminantes;

la oscuridad  arrullaba 

a quienes duermen plácidamente al amanecer

facilitando el acercamiento corporal 

de quienes caminan como excusa para conocerse;


el suave viento 

que trepaba sigilosamente por la cañada del río, 

despertó en los dos caminantes

 las larvas que dormitaban;


en él, dispuestas a mantenerse en el mismo estado,
y en ella, dispuestas a convertirse en mariposas.


Cual celestinas

 el viento con sus brisas pactaron con la oscuridad 

facilitar un romance a escondidas.


Un romance consumado en un hotel 

legalizado en una Iglesia

prolongado en un hijo

y eternizado en el tiempo.


El amor florece 
unas veces a primera vista,

otras, con la ocasión, 

incluso con la obligación.


El amor envuelve cual la neblina, 

aparece cual la brisa, 

brilla como el amanecer,
persiste como las piedras 

ilumina, cual  llena luna,

cuando brota y se dona como el aire, 

como la gota de roció a la planta seca, 

como la semilla a la tierra,

como la caricia de una madre al bebe,

como la mirada de un niño 

a la madre que lo amamanta, 

el amor es la brisa que nos acaricia 

y prodiga sentido a la existencia.





La Margarita, octubre de 2015 

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