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viernes, 20 de enero de 2017

Elizabeth, la niña mas odiosa del colegio


-Usted no me creerá, pero me  atraía su cabello. 

-Era negro como una sarta de azabaches. Largo y en cascada hasta la cintura. Cuando lo llevaba suelto se veía su cara como el sol al amanecer. 

- Y yo, cuando la contemplaba,  deseaba esconderme entre su cabello, tal vez, para oler su aroma; tal vez, para  sentir su piel, o, escuchar el palpitar de su tierno corazón.  Pero el l tiempo para contemplar su cabellera, no era mi aliado. 

-Era fugaz.   

-Ella, no se dio por enterada, nunca.

-Que, qué recuerdo de ella? 

-Vaya pregunta; responderla,  me traslada al pasado. Ese pasado que uno quiere meter en un baúl, y no se deja. O mejor, uno intenta esconderlo; pero no¡, ahí esta escondido, sin mostrarse, ni mostrarlo. 

-Esta en los recuerdos. Esas acuarelas que los viejos pintan cada día desde la madrugada hasta que la noche actúa como un borrador que borra por instantes.


Ella, estaba por los once años. Era la mayor de una familia cuyo padre tenía unos ingresos fijos por ser empleado de los ferrocarriles nacionales. Y la madre, era muy joven; juntos venían de Lenguazaque, una estación del tren en Cundinamarca, Colombia. Llegaron a trabajar en la estación del tren de Providencia, un caserío que hoy, se niega a morir, pues dejó de ser inspección de policía departamental hace ya varias décadas, y hoy, es un poblado sin esperanzas a la vera de la carretera veredal que trepa intentando alcanzar el páramo. 
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La niña tenía una cara fina y proporcionada, cuyas cejas, labios y pómulos, semejaban armónicamente una pomarrosa madura. La niña, como le decían los padres, fue bautizada con el nombre de una actriz de la época: Elizabeth, y prometía ser tan atractiva como la estrella de cine. Usaba zapatos de material para ir a la escuela. Sombrilla, cuando hacía sol o llovía. Siempre iba con un vestido diferente cada día de la semana.


Danilo estaba dos grados adelante de mí, en la escuela.  Hacia cuarto de primaria, y yo, segundo. Era mi defensor, pues sobraban chicos montadores en la escuela. Era mi protector, pues ya Humberto, el primo, me había toteado la jeta al salir, una tarde, de la escuela. Lo hizo porque no le había compartido mi tetero. A él, ese día, no le dejé, porque no me alcanzó. Me había echado una chupadita en clase. 

- Si¡. Aunque usted no lo crea¡ 

En la escuela, hasta quinto uno llevaba como onces, tetero en una botella. 


–-Bueno, no tanto tetero, bebida con sola leche-. Se llevaba agua untada de leche con miel de caña. Servia para mojar las onces. Hoy los padres les dan plata a los hijos para que compren comida artificial en el colegio.

Danilo era fornido y alto. No era bueno para las letras; pero era el mejor para el trompo y las trompadas. Yo, era su hincha en cada faena. Cuando jugaba calles o rayuela, yo le cuidaba el bolso con los cuadernos. Y cuando se enfrascaba en una pelea, también le cargaba el bolso y lo aplaudía escondido en algún matorral.  

-Danilo era mi amigo,- al menos eso creí- y me enseñó a usar la cauchera.

- Que, qué  es la cauchera?. 

-Bueno no tiene porque saberlo. No tenia marca. No se promocionaba en la radio. No se fabricaba en serie, ni se vendía en  almacenes.  Fue  uno de los pocos juguetes que lograban hacer los niños, en ese entonces. 

-Desde luego que había padres que podían comprar la resortera a los cacharreros el día de mercado en el toldo- . Costaba en ese entonces, un cuartillo de centavo.

- Qué cuanto era un cuartillo de centavo?. 

- Era la cuarta parte de un centavo. Y un centavo era la centésima parte de un peso, pero un peso era mucha plata; y, ninguno de los niños lo llevaba por esa razón a la escuela. 

Los cuartillos estaban acuñados en bronce, y los centavos en plata. – Claro, en plata. Física plata. incluso se usaban las monedas para fabricar alhajas.

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- Y la cauchera o resortera,  era un juguete?

-Era un juguete con el cual nos divertíamos, ya solos, o en equipo. El éxito se lograba afinando la puntería y tumbando el objetivo.

En los toldos que armaban los días de mercado en los cascos urbanos, los cacharreros  vendían por varas la banda de caucho, la garra y la liga. La extensión de la banda se medía en varas- una vara era una medida antigua traída por los españoles, y equivalía a 83 centímetros-. Con una vara  cortada por mitad, o sin hacerlo,   se armaba la cauchera. La banda tenia un ancho de un centímetro. Se convertía en juguete porque al accionarla, se sacaba musculo en los brazos. Al usarla con frecuencia, puntería se lograba; pero con  la fuerza muscular y la puntería se convertía en un arma. Con ella, así como se bajaban naranjas, se mataban pájaros, pero también se escalabraba a una persona. Las caucheras, como las pequeñas piedras o las guayabas no entraban al salón de clase. Ellas, las resorteras, cuando se iba a la escuela, se escondían en los matorrales a la vera del camino. Y cuando los chicos regresaban a la casa a almorzar o al terminar la jornada escolar, las caucheras retornaban a las manos de los escuelantes que las usaban en el camino a casa.


-Danilo, mi guarda-espalda, además de cauchera, tenía honda. la honda la había tejido él, con fique, y decía que así, como la de él, David había matado a Goliat. Con ella, se podía lanzar una piedra mas grande y alcanzar mas distancia y mayor velocidad. Era mas letal.  Vi a Danilo usar la honda, y con ella, tumbar jotos de avispas para atajar a los chinos que nos perseguían.

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-Elizabeth nunca se enteró que me atraía su cabellera. Al menos eso creí, en ese entonces. Pues fui para ella el motivo de su burla frecuente. Con Rubiela y Rosalbina, me perseguían hasta alcanzarme y quitarme el bolso de los útiles para esconderlo, el cual devolvían, luego de implorarle lo hicieran a cambio de alguna almojábana que sabían llevaría de onces los martes a la escuela.


En la escuela, la mayoría de niñas no gustaba de la amistad de Elizabeth. Ella se creía mas que las otras. Se creía bella, inteligente y hábil para el juego. Lo primero, si. Lo segundo, nunca lo creí. Y lo tercero, menos, pues pocas jugaban con ella, y con nosotros los varones, ¡ni pensarlo¡.


Un mal día, Danilo se molestó conmigo porque no estaba a la trinca, en una de sus reyertas contra los chinos de abajo.

 –Si, de abajo; Pues nosotros vivíamos hacia arriba de la escuela-. Pero Danilo no me cascó como hacia con otros que intentaban poner en duda su fuerza y puntería. 

Hubiese preferido que me hubiera rasgado la nariz como hizo el primo Humberto. Me hizo algo que me dolió mas que un caucherazo con una guayaba. Le contó a Elizabeth que yo estaba enamorada de ella. Y desde entonces, llegaron los tiempos de mi sufrimiento.


Ella, la niña de cara de artista con ojos azules y cabellera negra y piel de pomarrosa, se dedicó a mi.

 –Si, se dedicó a mi, a su manera-. Donde me encontrara, me pellizcaba disimuladamente. Delante de otras niñas, me cascaba en la cabeza o me botaba al barro mi sombrero. En el patio del recreo, me empujaba excusándose que había sido sin culpa. Cuando podía, me quitaba la botella con el tetero, la vaciaba y la botaba en el pastal. Cuando se encontraba con uno de mis padres, daba quejas de mí. Siempre les dijo que yo la pellizcaba, le pegaba en la cabeza, le quitaba la sombrilla para botarla en el desecho.


Terminamos la primaria en la escuela,  y cada quien, según sus posibilidades, partió del lugar donde crecimos. Elizabeth  terminó viviendo con sus padres en Chiquinquirá.

Mi padre, cuando ocasionalmente se la preguntaba con disimulo cuando iba al mercado a la capital religiosa, me contó que la tenían estudiando en el colegio de monjas. Con los años se perdió  el rastro, así como se perdieron los rieles de la red férrea Bogotá-Barbosa.

Transcurrieron cincuenta años sin que ninguno supiéramos, uno del otro. Ella, queriendo recoger sus pasos, regresó con su esposo y sus hijos de vacaciones al Hotel Agua Blanca de Puente Nacional; hoy, de una cooperativa de maestros de Bogotá. Y fue una casualidad; ese puente festivo de octubre de 2003, yo estaba descansando en el mismo hotel. Nos encontramos en la recepción del hotel. Nos sorprendimos al vernos. Nos saludamos cariñosamente, ¡como nunca¡. Ella  presentó a su esposo, un militar colombiano pensionado  con visa permanente en Estados Unidos. Mientras me presentaba, le fue contando que yo, había sido su novio cuando era niña, en la escuela de Providencia. 

-Claro, él militar no se lo creyó; pero yo recibí con humildad el sarcasmo de Elizabeth, la niña mas odiosa del colegio.


 Desde entonces ese recuerdo abandonó el baúl y  lo dejé a la brisa de la quebrada Agua Blanca, en cuyo lecho se descuelga una hilo de agua que se pierde en el Saravita. Y del amigo Danilo,  solo volví a verle en el funeral de mi padre. Es un reconocido pastor en la capital, y a los pastores, les va bien con los rebaños, pero tiene el gesto de llamar ocasionalmente a mi madre, pues los suyos, los perdió siendo muy joven.

San Gil, enero 16 de 2017
NAURO TORRES Q.  

23 comentarios:



  1. Carmenza Poveda

    Bonito relato Nauro..... En la vida de cada quien tenemos innumerables historias sin contar y en nuestra época de niñez y de adolescente tuvimos muchas experiencias que nos enseñaron y así fuera a las malas aprendimos de ellas..... Toda acción sea buena o mala nos deja enseñanzas y para mi es muy diferente una persona criada en ciudad y otra muy diferente la criada en el campo.... La de ciudad esta muy limitada y la de campo es muy liberal, tienen muchas cosas interesantes que contar y hacer participe en estos momentos donde estamos viviendo un encierro por nuestras vidas. Te admiro por ser esa forma tan clara y precisa de tus relatos..... Gracias por compartir y hacernos participes de esos momentos tan especiales he inolvidables en tu vida..... Éxitos querido compañero y amigo.

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    1. Mi apreciada compañera de juventud.

      Grato leerle y confirmar que haces lo mismo.

      Si. Somos la suma de retazos de historias sin contar. Y cada retazo tiene en sus bordes, enseñanzas que nos han servido de pauta en el vivir. Y con los años, se comprende que la vida es un dar y un recibir. Somos cosecheros y recibimos lo que se siembra.

      Razón tienes. al comparar el nacer en el campo y en la ciudad se semeja a dos lineas rectas que no son mi horizontales ni paralelas, pero en la vida, se cruzan en las formas que cada quien tiene para verselas con la vida.

      Es el dar que nace en el corazon, compartir mis relatos para ser compañia por unos minutos con las personas que, como yo, sufren del encierro para protegerse.

      Seguiré escribiendo para corazones como el suyo.

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  2. Pedro A. Mateus M.

    Ah el tren...el tren...como si quisiera regresar de Lenguezaque a Providencia...pero la realidad le puede a la imaginación ....el desapareció como el humo de chimenea...en Contravía...en sentido contrario al progreso...pero a Elizabeth le fue mejor.. toda una dama...no así al noviecito de la escuela que siempre miro con desprecio...porque lo demás valor que tenía era el trompo y la canchera...y su amigo el grandulon de Danilo que a la hora de la verdad lo echo al agua...una historia interesante que nos arrastra a lo mejor de nuestra vida...los sueños de la niñez.

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    1. "La realidad le puede a la imaginación", escribió y sin la primera, la segunda no tendría tanta sabia para compartir.

      Quienes nacimos en el siglo pasado, vivimos con el calor de los recuerdos y las añoranzas.

      Una colega maestra, recién escribió, en mi escuela hubo muchos elisabeles. E igual, otros danilos, pero pocas cupidas.

      Me encanta escribir de los recuerdos tiernos.

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  3. Luz Marina Bayona Gómez

    Gracias don NAURO, es un deleite sus escritos.

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    1. Me place Luz Marina tener noticias tuyas y confirmar que lees mi glog

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  4. He leído con entusiasmo su relato de la época estudiantil, y esa es una realidad donde se forjan ilusiones y se va transformando el ser paso a paso hasta convertirse en lo que es y será la vida. La Escuela es el primer paso, es el principio de una persona, es donde suceden cambios y se afrontan dificultades. Esa es la época mas feliz, donde no hay odio ni rencor, todo es pasajero;es la brújula que marca el camino hacia nuevas transformaciones..Felicitaciones NAURO por deleitarnos con tus relatos en este tiempo de cuarentena.Dios te bendiga...

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    1. Contestaré con el mismo entusiasmo tu comentario, lamentando no reconocer a quien escribe.

      Por lo expresado, por las referencias dadas y por valorar la escuela como el primer espacio de socialización fuera de la familia, presiento que es un@ colega. por la propiedad conque escribe y el conocimiento que tiene sobre la importancia de la escuela en los niños. La comparo, como una esponja. Uno capta desde todas las aristas, e igual, nos impacta.

      Esa es la intención. Compartir para distraer leyendo.

      Bienvenida al blog.

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  5. Es de gran agrado leer las historias de particular personaje y ejemplo de vida, me lo imagino sentado escribiendo en las tardes tranquilas de sus mejores momentos de vida jubilada, en su querida tierra pujante de San Gil Santander, es muy grato el disfrutar de aquellas historias que traen un bello recuerdo de tranquilidad en las tierras de providencia y Quebrada negra, aquellas que nos vieron crecer y de las cuales hoy ya es poco lo que se conoce. Es placentero de tus historias contadas el deleitarse en cada una, la cualidad que tienes para describir la belleza de la mujer Santandereana, con tan finos detalles que hacen que en nuestra mente se genere el mismo impacto de aquella imagen como si se dibujara sobre un fino lienzo con detalles de los mas bellos óleos. Gracias por esas historias las cuales son fieles recuerdos y nos hacen una idea de como eran hace unas décadas estas veredas que ya mi generación no las conoció de la misma forma.

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    1. Apreciado ingeniero Sergio:

      El confirmar que un sobrino se deleita leyendo mis historias en este tiempo de recogimiento, es una prueba que la gente esta recibiendo con agrado mis relatos.

      Le confieso, antes solo escribía estando en la finca. Pero por el señor covid-19, este me retó, y ahora escribo y leo bajo e calor de la ciudad. Uno es como el camaleón. Se acomoda.

      Sergió, con los años, brotan los recuerdos grabados, sin querer, de hechos, paisajes y circunstancias que ocurrieron en la niñez.

      Quienes tenemos ojos y memoria fotografica, si gustamos de la estética por escribir, el hacerlo semeja un bocadillo de hoja con bocadillo cuando hace meses no se consume.

      Los paisajes, las costumbres, las bellas mujeres acuden a la mente y los plasmo como contexto y personajes de mis relatos.

      Intento describir con detalles sucesos y personas de esa época en el que el campo era un vividero sin preocupaciones. Es como dejar un retrato para la posteridad.

      Con los años, Sergio, mis relatos adquirirán un valor no imaginado hasta ahora.

      Gracias por el tiempo y el comentario

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  6. Buen recuento de la historia. De Elizabeth y Nauro

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    1. Es como un retrato de lo que ocurrió en la escuela y tuvo un final hace pocos años.

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  7. Graciela Rodríguez
    Me gustó mucho su relato, casi siempre ha sucedido el acoso escolar, recuerdo cuando hice quinto primaria una compañera estaba enamorada de otro compañero, pero éste no le ponía nada de cuidado, pero si le sacaban con sus amigos lo que ella llevaba para comer le decían apodos muy feos como trompa de buque y narices de olleta, pero ella no decía nada y aceptaba todo, pues venía de su enamorado

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    1. Colega Graciela Rodriguez.

      Ya como escuelantes y como maestros, el acoso escolar se siente y se sufre.

      Me pregunto, acaso los niños aprenden en casa a ser acosadores? Lo imitan en la escuela?

      Y de los apodos, ni pensarlo. Entre mas exagerados y ofensivos fueran, mas eran causa de risa.

      Es que comparar una boca con un buque, sin conocerlos es hablar de las similitudes entre el paraíso y el cielo. Y de las narices de olleta, si que es curiosa esa comparación, porque la olleta solo tiene un cabestro y la nariz os fosas, mientras la olleta, una. Tal vez por los mocos.....

      Gracias por ser ahora una seguidora de mis relatos.

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  8. MARTHA MEDINA

    Afortunadamente esa Elizabeth no impidió que Cupido se instalará en su corazón permitiéndole superar ese primer amor y conocer y disfrutar sus delicias de ahí en adelante.

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    1. Ay!! Dios. Muerganas como Elizabeth no matan con la primera fecha. Y esa flecha la toma cupido 💘 para instaurarse en otro corazón. Y si ese corazón deja de palpitar, cupido es tan generoso que se convierte en suspiro para intentar una segunda oportunidad, así sea fragmentado el corazón.

      Gracias colega Martha Medina

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  9. AMPARO GOMEZ

    Bonita lectura, la cual nos hace rememorar bellos recuerdos, y esa niña me hizo acordar de aquellos compañeros (as) que eran iguales a ella.

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    1. Compañera Ampáro, Logré el objetivo. Lograr en el lector evocara recuerdos de la niñez. Y en especial, de la escuela.

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  10. DEL EMPRESARIO RAFAEL MONTES:

    Nauro Torres, estimado amigo, le cuento que soy in ferviente lector de sus historias bien contadas.

    Lo felicito de corazón y le deseo que siga siendo fertil en ese lindo campo.

    Quiero que cuente con Montes S.A. Editores para la impresión de sus libros.

    Recuerde es su imprenta favorita.

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  11. Hermes Miguel Garcia Ruiz

    Bonita historia contada con detalles profe Nauro. Que nunca se apague ese gusto por escribir .

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  12. Mi recordado alumno Hermes Miguel Garcia Ruiz,

    Miestras respire y pueda escribir, lo seguire´ haciendo.

    Ahora es su reto. Leerme cada día, pues en esta pandemia, deseo que mis historias evoquen recuerdos a cada lector que acude a Santander es mi cuento.

    Favor compartir mis historias con los bellezanos amigos.

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  13. Realmente es una berraquera como tu escribes. Nos traslada a esos bellos tiempos que ,por tantas preocupaciones no hemos podido evocar. Tiempos hermosos que gracias a ti podemos recordar y hasta de pronto ver tanta inocencia, que muy pocos niños la tienen . Felicidades, querido escritor, tus escritos me deleitan y distraen . Salud y prosperidad. Bendiciones.

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