NAURO TORRES
2.020
D.R.A.
Trapezoidal era su forma,
una trompa más angosta
que la cola;
le permitía escabullirse en los descensos sin impulso,
y en lo plano, desplazarse por inercia;
en las subidas, demandaba halada.
En dos ejes principales paralelos
descansaba la estructura;
en el hocico, el más corto y movible;
en eterno coito con tornillo giratorio en el centro;
en el pompis, el más largo y fijo.
El eje del parachoques mantenía empachado
con balinera en cada extremo,
y en ellas, el eje mayor copulaba
sin descanso con otras balineras,
gracias a la grasa que el zorrero inyectaba
antes de cada viaje, loma abajo.
Y como todas las colas,
el cigüeñal era más holgado;
cerca al remate derecho,
una suela de alpargate
hacia de apéndice y de freno.
Acaballados sobre los dos ejes atravesados,
posaban otros dos ejes más placidos
de igual largor, más
dilatados,
armonizando el esqueleto trapezoidal del velocípedo
que hubo en las calles de los pueblos
cuando ni las ciclas ni los taxis, ni los carros,
irrumpían el silencio y la tranquilidad de los pablados.
Un tendal de livianas tablas
eran la carpa y el piso que sobre el chasis
podían trasladarse, ya la carga, los amigos,
o el dueño del velocípedo de palo.
Un lazo en U ataba a los extremos del eje de la jeta
que servían de cabrilla y volante
al piloto que ya, sentado o de pie;
conducía la zorra a su albedrio.
Era un deleite construir la zorra;
era un gozo viajar en ella;
era un embeleco impulsarse con el pie en la cima
y escurrirse hasta el atrio del templo a misa;
era un disfrute viajar hasta la galería
y cargar la zorra con canastos con los productos
del toldo o
de la plaza
de las señoras que confiaban al zorrero, sus mercados.
Y la paga, no la establecía el piloto ni la zorra;
era a voluntad de la señora que contemplaba
el esfuerzo y el gusto por hacerlo del zorrero.
Hoy estas zorras, solo están en memoria de los viejos;
en Manizales y Bogotá les identifican como carritos de
balineras,
y anualmente hay una competencia;
en Sansano, Italia, es patrimonio folclórico
en evento anual;
en los hipermercados lo rebautizaron, zorros;
otras, en los bosques y granjas las persiguen
por alimentarse de gallinas hurtadas en las noches;
y en el mundo del eros, imputan zorras,
a las hembras que, en celo, provocan a los machos.
German Gómez Ballesteros
ResponderEliminarEn las Ferias y Fiestas de Oiba Santander, es tradicional una competencia de Zorras.
Gracias German por la información. La adicionaré al texto. Adicionas la fecha de la competencia?
ResponderEliminarPROFESOR ORLANDO VILLAMIZAR BUCARAMANGA
ResponderEliminarRecuerdos... Su lectura me llena de recuerdos... En Pamplona competencia de carrito de madera.... Y en Málaga el mercado se traía en Zorra
Si con mis escritos evoco en el lector recuerdos gratos, considero que estoy haciendo algo útil.
EliminarAdicionaré esta información al poema. Gracias hermano.
PROFERSOR FANOR MATEUS BUCARAMANGA.
ResponderEliminar..Y en La Belleza, por la calle de la escuela con cuatro primos más, nos desprendíamos a toda, hasta llagar a Cristo Rey.
Eso...si sálvese quien pueda.
VAYA¡ Grato saberlo que por la calle en la llegué a vivir, en la misma que Orlando Villamizar se enamoró, y usted apreciado Fanor, Nació, fue pista de la zorras de madera. Ya imagino lo ocurrido al llegar al parque de la de Belleza en ese entones.
EliminarLUIS MARTINEZ ARIAS CHARALA
ResponderEliminarYo creo que su señoría con manos de profesor, con los solos callos que le dejaron la tiza y el borrador, nunca pudo darse el lujo de construir un vehículo de esas especificaciones técnicas, cosa igual de satisfactoria que andar sebre ella, si acaso de chino oyó hablar a sus mayores de la zorra que se llevaba en las noches las gallinas, pero si lo trasnochada la zorra del vecindario aunque fuera una mujer madura y usted un impuber... Zorras para todos los gustos
La vida nos regala amistades en la linea férrea de la existencia. En 2.019 a finales, cuando el covid-19 hizo presencia conocí un bacteriólogo que prefería los versos a los células, plaquetas, gusanos, parásitos y bacterias.
EliminarEn las escasa conversaciones con él tenidas, él me contagió de historia y de historias propias. Fue hasta tal su influencia con la palabra que soñé deslizándome de una tabla untada de cebo por las empinadas calles de San Gil.
Efectivamente no construí una zorra. Si corrí otras del gallinero y caí en manos de otras. De niño cargué el agua en un estrumujador, hoy zorro. No me deslicé en zorra pero si sobre un vástago loma abajo. No manipulé zorra alguna, pero si volé en avión. Si señor, en mi avión. Fue un clavellino que tumbó el Bulldozer cuando enterré el camino real para dejar una burda carretera.
PEDRO MATEUS MARIN BUCARAMANGA
ResponderEliminarEste vehículo de común ocurrencia en algunas partes entre la gente joven ...en La Belleza paso prácticamente desapercibido...cuando las calles eran destapadas pedregosas y fangosas no funcionó...cuando llegó el pavimento en las puertas del tercer milenio alguna vez se intentó hacer concursos de zorras...fuera de esto nunca se conoció allí este aparato..
ANA ISABLE URRREA CURITI
ResponderEliminarNauro, como todos sus escritos...hacen estremecer el alma porque hace revivir una niñez única e inolvidable: Una pluma grande en un corazón inagotable
"Revivir la niñez, etapa única e inolvidable" encontró en varios de mis escritos. Y razón tiene mi apreciada investigadora histórica santandereana.
EliminarSon los años con sus añoranzas que brotan de la pluma para convertir el presente en una pagina consecutiva del pasado, que tuvimos y se nos fue como un suspiro.
Tiene el don Isabelita de significar tanto en tan pocas palabras que me deleito leyendo y releyendo sus ocasionales comentarios en mi blog.
Desde nuestro ultimo dialogo telefónico, me han llegado dos obras de su interés y que tengo en lista por leer.
"Florian: Huellas indígenas, territorios y paisajes" de un aficionado a la lectura oriundo de esa tierra. y "Jose Antonio Galán: Gestor de la independencia de Colombia, 238 años de sentimientos silenciados de una charaleña, Miriam Sanabria de Quiroga. En este hay información de su interés. Igual que en el primero.
Son gratitudes que se recogen por hilvanar palabras, ya en prosa, ya en verso.
Continuaré, con su animo y apoyo, llenando el tintero de recuerdos para que mi pluma continue deleitando a quienes una vez fuimos, niños muy felices sin los recursos que hoy tienen los párvulos.
Wilson Massey Cadena
ResponderEliminarNauro: el mis años infantiles, un grupo de amigos, utilizábamos las ZORRAS ( qué locura tán fantástica) , para bajar por la pendiente de la GACELA ( kra 10 entre 15 y 16).
Hoy cuando camino desprevenido por dicho lugar, quisiera volver a los años 50
Compañero de juventud distante. Grato confirmar que otro de mis escritos, resultado de este confinamiento, ha provocado gratos recuerdos de momentos "fantásticos" deslizándose por las pendientes de la 15 y 16 de nuestro San Gil del alma.
ResponderEliminarA la calle 17 con octava, llegué a vivir en el 79 del pasado siglo, y vestigios de zorras encontré en sus calles empinadas.
Intento con esta pluma que no para de escribir, dejar en la arena del tiempo los vientos que alguna vez, siendo niños nos complacía recibir como brisas que dieron sentido a nuestras existencias.
Gracias por leer y comentar. Sus palabras son como la mecha al cohetón en las vísperas del 7 de diciembre
Rafael Eduardo López Rodríguez Zipaquirá
ResponderEliminarNo las llamábamos zorras, eran carritos de balineras, las zorras eran aquellas más grandes utilizadas para transportar mercancías.
Y las de recreación que uno mismo construía e innovaba las llamabamos, CARRITOS DE BALINERAS, por aquello de los rodamientos que también utilizábamos en hacer las patinetas.
Los carritos de balineras como aun son conocidos hoy por el espacio y tamaño en su construcción, podria afirmarse que fueron hijos menores de las zorras, por el tamaño y servicio.
ResponderEliminarA Zapatoca llegué a trabajar en 1.976. A la estación de bus llegaban los niños con sus carritos, unos, y otros con sus zorras a ofrecer el servicio de carga de las maletas, y la demanda dependía del peso y del volumen de la carga.
Otro lector mas joven, igual hizo aclaración. La belleza del recuerdo consiste en que el dueño del carrito de balineras era obra de quien lo montaba y viajaba en él.
Mi narrativa y lirica canta a lo simple. A lo insignificante hoy, pero que en épocas anteriores generaron recuerdos en quienes aun viven y nacieron entre los 40 y 60 del siglo pasado.
Intento, dejar en la historia de las letras vestigios de la niñez nuestra, hoy solo en el libro de los recuerdos individuales.
Rafael Eduardo Lopez Rodriguez
ResponderEliminarNauro Torres, si; en Bogotá y sus alrededores fueron muy famosas, tienes razón, son hijas de las de carga.
Hoy en día en Zipaquirá se ven algunas en manos y cuidados de zorreros recicladores, uno de ellos es llamado "Beto", Mis hijos cuando eran niños lo llamaban "El auto fantástico", relacionando las zorras de carga con la serie de televisión.
Hay nostalgia en estos recuerdos.
PROFESORA RAQUEL MONSALVE
ResponderEliminarEra una ilusión en los jóvenes de nuestra época, siempre las vi con miedo, por el peligro que representaban
Hoy hay mas peligros que en esa época. Y por tu casa en la calle 17 bajaban por frente? En que parte de la ciudad las veia?
ResponderEliminar